La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
La última semana, la gobernadora María
Eugenia Vidalestuvo reunida con intendentes y legisladores oficialistas. Pese a rumores de
chicanas y críticas, todos mostraron reconocimiento y acompañamiento hacia la
gestión. No hay optimismo de triunfo en la provincia, la estrategia de aquí a
octubre es darle vía libre a cada intendente con posibilidad de ganar para que
sostenga representatividad territorial y representatividad regional a través de
los legisladores.
“Si en algún momento
tenemos posibilidad de volver, nos volveremos a encontrar. Este país es muy
dinámico, dentro de dos años la historia puede ser otra”, sostuvo un legislador
presente.
Sin embargo, la actitud complaciente hacia la figura de
la gobernadora no tuvo eco en la figura del Presidente. “Se vio una actitud
crítica –principalmente desde el radicalismo– por la fuerte tensión que se
visualiza en el retorno del kirchnerismo”, señala un armador oficialista.
También se escucharon quejas por el no adelantamiento de las elecciones en la
Provincia. Hoy esto que para muchos fue un error estratégico es contrafáctico,
ya que este adelanto no necesariamente garantizaba que se ganaran las
elecciones, y mucho menos con los números que arrojaron las PASO.
“Si la diferencia hubiera
sido de 4 o 5 puntos, se podría pensar que adelantándolas se ganaba, pero la
diferencia final fue de 22 puntos. Capaz que se adelantaban y se tenía un
cataclismo cinco meses antes”, apunta un intendente.
Percepciones. Lo que la mayoría de los legisladores provinciales percibe
es que la pertenencia de Vidal a su espacio político hizo que primara por sobre
su conducción de gobernadora bonaerense. Lo de Hernán Lacunza fue el último aporte a la causa.
El “trasladado” ministro de Hacienda, Hernán Lacunza,
está trabajando en dos cuestiones: la primera y urgente es cerrar las cuentas
públicas, para poder demostrarle al staff del FMI que arriba al país –ayudado
con los que ya están en Argentina en la comisión permanente– que se han
cumplido satisfactoriamente las metas del primer y segundo trimestre y que se
van a cumplir en la proyección las metas del tercer trimestre que termina en
septiembre.
Esto último permitiría que, cuando esté aprobado el board
el 15 de septiembre de este año, puedan autorizar el desembolso de los
fundamentales 5.400 millones de dólares del Fondo que están acordados y después
los 900 millones de dólares más que faltan a fin de año, cruciales para no
entrar en default dentro del período presidencial de Mauricio Macri.
La segunda cuestión es diseñar algún tipo de estrategia
tendiente a mejorar el ingreso de bolsillo de los sectores medios, por eso se
insistió en el control de los combustibles y se sancionó el decreto de
necesidad y urgencia de los combustibles. Esta situación les dio una muy buena
excusa a los gobernadores para enojarse con el macrismo y devolver el enojo que
hay en Olivos con los gobernadores a los que se les había pedido –de no poder
jugar a favor del macrismo– que fueran con boleta corta.
Los números
demuestran que los gobernadores que fueron con boleta corta terminaron apoyando
implícitamente la fórmula del kirchnerismo (no se llega al 47% de los votos a
nivel nacional sin el apoyo de los gobernadores).
Esto lo saben y lo leen desde Olivos. Allí la última
semana hubo muchas rispideces con Miguel Pichetto. El involucramiento del ex
senador peronista en la campaña le hizo sentir que tenía un espacio de poder
como para sugerir cambios en el gabinete, que lo incluían a él como posible
jefe de Gabinete. La sorpresa llegó el lunes, cuando los cambios solo quedaron
a nivel de Dujovne. “No hubo manera de torcerle el brazo a Mauricio Macri y
Lilita Carrió, sobre todo a esta última, que dijo: ‘Si lo sacan a Peña rompo la
coalición’. Esta situación dejó con mucha indignación al ala peronista de
Cambiemos”, sostiene una voz cercana a la mesa chica presidencial.
Los últimos días se ha escuchado a Marcos Peña
reflexionar que en 2015 sacaron 15 puntos en las PASO y lo revirtieron, pero
hay dos datos a tener en cuenta: en 2015 no fueron 15 puntos, sino que fueron
8-9 puntos. En 2015 Scioli no pasó el piso de los 40 y en 2015 era el candidato
del oficialismo, tras doce años de gobierno, con todo lo que implicaron los
últimos cuatro años del mandato de CFK.
En ese momento Mauricio Macri era lo nuevo, la oposición.
Hoy tienen 15 puntos abajo, cuatro años de ser oficialismo y una crisis
económica feroz.
Estoicos. Al igual que Marcos Peña, el único que se muestra optimista de cara a
octubre es el presidente Mauricio Macri. “Macri y Peña no tienen el gen de los
tipos que “gozan” el poder, sino que lo padecen. No tienen escuela en política,
son éxito o nada”, sostiene un analista
La política incluye el fracaso en la agenda, incluye la
derrota, veamos: el ex presidente de Brasil Lula da Silva perdió cuatro veces
antes de ser presidente, De la Sota, el ex gobernador de Córdoba, había perdido
tres veces antes de ser gobernador.
Para Macri no incluye la derrota ni el fracaso (solo
perdió una vez como candidato a jefe porteño en 2003), la política para él es
el logro, el éxito, el avance.
No está inscripta en su registro mental la posibilidad de
un futuro que no esté atravesado por el éxito, porque en su vida fue todo más o
menos exitoso como empresario, dirigente deportivo y político.
El exitismo lleva a muchas personas a confiar ciegamente
en sus acciones y en las de las personas a las que también creen exitosas, y
esto conlleva –la mayoría de las veces– a no escuchar otras voces. De esto
mucho sabe el Presidente y su álter ego, Peña.
"Le hablo a usted, Luis Brandoni. Hace
ya tiempo que quería decirle algunas cosas. No lo tuteo porque no me conoce,
aunque yo sí a usted; bueno, quién no conoce a Luis Brandoni en la Argentina.
¿Ve?, en esto me lleva ventaja, porque mis palabras son las de un ciudadano
anónimo, lo que hace que a veces lo que uno dice se transforme en una muda
súplica. Pero las suyas son palabras precedidas por la fama de un actor que
tiene tantas películas memorables en su haber. Es por eso que creo que hay una
responsabilidad especialísima en usted.
De todas las películas que interpretó, hoy quiero recordar una: “La
Patagonia Rebelde”. ¿Se acuerda? Seguro que sí, Luis. Se lo abrevio al lector:
es una historia real ocurrida en el sur argentino a principios del siglo XX,
cuando los trabajadores laneros pedían mejores condiciones y salarios dignos, y
el gobierno radical, en defensa de los intereses de los dueños de las
estancias, dio la orden al ejército para que terminara con esas protestas.
Usted que es tan memorioso, ¿se acuerda cómo termina esa represión, Luis? El
teniente coronel Héctor Benigno Varela, cumpliendo con la orden de “normalizar”
la situación, terminó fusilando a casi 1.500 trabajadores y deportando a otros
cientos hacia Chile y España. En esa película, usted, Brandoni, interpretaba al
gallego Soto, Antonio Soto, un español escapado de la miseria de su país, que
al momento de las huelgas se desempeñaba como secretario general de la Sociedad
Obrera de Río Gallegos.
Video: TV Canal 10 Córdoba.
¡Qué
tiempos esos; los del gallego Antonio Soto y los suyos, Luis, cuando interpretó
a ese luchador que enfrentó con dignidad la explotación miserable y el maltrato
de los terratenientes!
Pero hagamos más memoria. ¿Sabe de los apellidos de esa oligarquía estanciera
que relata la película? Recordemos algunos: Adolfo Bullrich, vendedor de todo
lo que la campaña de Roca le quitó a los pueblos originarios y dueño de la
mansión que hoy es el Patio Bullrich. Es el tatarabuelo del ex ministro de
Educación y actual senador macrista Esteban José Bullrich Zorraquín Ocampo
Alvear, tal su apellido popular. Y familiar directo de la Patricia, la ministra
de Seguridad de la Nación, la tía segunda de Esteban, descendiente de Honorio
Pueyrredón, ministro de Agricultura y posteriormente ministro de Relaciones
Exteriores del presidente Hipólito Yrigoyen, cuando ocurrió la represión en la
Patagonia. Estaban también los Braun, los Peña Braun, los familiares directos
del “patriota” (según Carrió) Marquitos Peña, el jefe de Gabinete del Gran
Bonete Mauricio. Ah, casi me olvidaba de Pinedo, el apellido que selló el
tratado Roca-Runciman, el que entregó a los ingleses el comercio de las carnes,
los frigoríficos y tantas cosas que hacían a la soberanía de la Nación. Aquel
es el familiar directísimo del calmo don Federico del PRO, el que fue
presidente por unas horas. ¡Qué apellidos! Y no por apellidos sino porque cada
una de esas familias han transcurrido el siglo XX y ahora el XXI preñados del
mismo dogma de clase.
Pero volvamos al presente. Déjeme ahora recordarle al lector, también a
usted y a mí, las palabras que por estos días les dirigió a los militantes y
argentinos macristas, en un video que grabó en Madrid, adonde aclara que estaba
“cumpliendo un compromiso asumido hace muchos meses”. Allí, con una bien
actuada voz, tan cercana al tono de homilía dominical de un cura párroco, dijo
lo siguiente: “Acá estamos, en España… ¡preocupado… pero no derrotado! Al
contrario, queda mucho por hacer, todavía. Por lo pronto, el sábado, el sábado
24, salgamos a las calles y las plazas de todo el país para mostrar y
mostrarnos que somos muchos, muchos más los que queremos un país republicano,
democrático y decente. Y prepararnos para la de ‘en de veras’, la del 27 de
octubre, con fiscales en todas las mesas, convencidos y seguros. Perdimos la
República muchas veces… otra vez no”. Y finaliza sollozando: “Abrazos y viva la
patria… eh”.
¿Qué es lo que lo que tanto le preocupa, Luis? ¿Qué insinúa con ese tono
mendicante, de hablar bajito, cuando balbucea: “Queremos un país republicano,
democrático y decente... con fiscales en todas las mesas, convencidos y
seguros”? ¿A qué argentinos está alertando cuando clama bajito: “Perdimos la
República muchas veces… otra vez no”?
Su soberbia indigna, pero más su falta de sentido democrático y
republicano, el que reclama para sí y para los suyos como patrimonio, dejándome
a mí y a millones afuera. Por eso quiero contarle sucintamente quién soy yo,
aún a sabiendas de que quizás usted nunca se entere de mis palabras.
Me llamo Marcos Doño; soy periodista y escritor. Como la mayoría de los
millones de argentinos, soy un ciudadano común con una historia particular
llena de momentos felices y también trágicos. Me crié en una familia de clase
media; mis abuelos paternos eran inmigrantes venidos de Turquía y los maternos
de Ucrania, escapando a las persecuciones y los pogroms antisemitas. Fueron
luchadores incansables, como lo eran todos los inmigrantes llegados a
principios y mediados del siglo XX. Mis abuelos paternos trabajaron en la
ciudad de Buenos Aires, en Córdoba, en San Isidro y en el partido de Tigre,
donde nació mi padre, un genio natural, músico de jazz y luego un pequeño
industrial, un trabajador incansable que se vio obligado a salir al ruedo de la
vida desde muy temprano, a los ocho años, trabajando de canillita. Los maternos
se asentaron en una colonia de un campo de Entre Ríos, donde junto a otros
fundaron una cooperativa agrícola. Eran esos gauchos judíos que cuenta la
novela homónima de Gerchunof. Y eran socialistas; socialistas de Palacios y de
Repetto, como me decía siempre mi zeide (abuelo). Y hablando de ese patriotismo
republicano que usted declama como un puñal que se clava en contra de los otros
argentinos, los que usted denuesta con cada sílaba, hay un hecho que quiero
destacar: mis abuelos tenían la costumbre de colgar la bandera argentina del
balcón en cada fecha patria. Y una de esas banderas me fue dada en herencia
como un tesoro invalorable. Así crecí, como tantos millones de argentinos,
envuelto en esta identidad, educado en la escuela pública, aprendiendo día a
día el sentido fundamental del trabajo y la honestidad como los valores
esenciales para una vida digna. La ironía maldita quiso, sin embargo, que un
día, mejor dicho una noche eterna, cuando estaba secuestrado y torturado, uno
de mis verdugos me dijera: “Que seas zurdo vaya y pase… pero donde la cagaste
es en que sos judío… vos no sos argentino”. Pero resulta que yo estaba allí,
estaqueado en esa cama de metal, desaparecido para el mundo, por ser un joven
apasionado que se había decidido a luchar por la Patria, por la República y por
la Democracia que usted y los suyos dicen defender y yo no, señor Luis
Brandoni.
La República perdida, esa que tanto le asusta, se vuelva a perder con el
peronismo, fue secuestrada durante la larga noche que dio inicio el 24 de marzo
de 1976 con el golpe de Estado. ¿Recuerda usted, Brandoni, los apellidos de
esos cruzados de la muerte que asolaron la Argentina durante los años de la
dictadura videlista? Busque y se va a encontrar con la sorpresa de que son las
mismas familias, los mismos apellidos que vienen de lejos en el tiempo haciendo
las mismas iniquidades desde que decidieron que la Argentina sería por siempre
su propiedad privada. Son los mismos apellidos que aborrecían a San Martín y
Belgrano y su política de construir una América grande, respetando a sus
pueblos originarios en su cultura y en el derecho a la propiedad de sus tierras
y sus bienes. A José de San Martín lo odiaban como hoy se odia a otras y a otros.
Por eso el Libertador debió irse y morir en Francia, porque no quiso participar
de la desunión nacional que promovía el odio a una clase. Y porque su asesinato
estaba resuelto. Bien, la mayoría de estos apellidos los va encontrar también
reunidos en la Sociedad Rural Argentina. Son los mismos que no tuvieron empacho
en insultar y silbar a Raúl Alfonsín, su amado Alfonsín, quien fue claro cuando
dijo que Macri era el límite para un radical, en un acto antidemocrático en
contra de todo lo que representaba su política distributiva. Usted lo sabe, don
Luis, esos gritones ganaderos no eran peronistas.
No, Luis. La vida y la historia no son blanco y negro. Y como en las
mejores familias, en los partidos hay de todo; un Alfonsín y un Sanz, un Moreau
y un Negri, un Néstor y un López Rega, como el que lo persiguió a usted. Y
también a mí, don Brandoni. Y también a tantos peronistas asesinados por esa
banda de ultraderecha, las Tres A, que usted siempre pone en punta de lengua
cuando quiere tipificar al peronismo de antidemocrático y antirrepublicano. Eso
se llama maniqueísmo, Brandoni. Porque usted sabe, o debería saber, que el
“brujo” López Rega era de la misma estirpe ideológica que Rivarena Carlés,
aquel allegado al radicalismo que casi un siglo atrás comandó la Liga
Patriótica durante la Semana Trágica.
No hay ángeles ni demonios, como usted quiere don Luis Brandoni. Sólo hay
seres humanos. Por eso la historia es así, sinuosa, como los amores y los
odios. Pero si se trata de robo, de saqueo masivo, de robar la República,
debería coincidir conmigo en que son ellos, don Luis, los que verdaderamente se
robaron la República, una y otra vez. Y mire usted, son los apellidos que hoy
defiende con tanto ahínco como la garantía de la democracia y el
republicanismo. Tampoco ignora usted, Brandoni, quiénes llenaron las cárceles
de la dictadura de los Pinedo, los Bullrich, los Ortiz Ocampo, los Alvear. En
su mayoría eran peronistas. ¿Entonces?
Y conste que por esos días yo no sólo no era peronista sino que muchas
veces me había comportado como un gorila profesional. Pero eso sí, mi gorilismo
jamás rozó el odio, como el que usted transpira. ¿Cómo podría odiar sabiendo
que allí anidaba el clamor de la mayoría del pueblo argentino trabajador? Lo
mío era un antiperonismo como el de Julio Cortázar o el del Che Guevara. Era
más bien un arraigo cultural, una costra de prejuicio nacida de la mirada
general de una clase media que odiaba al general, y también de cierta ortodoxia
marxista que cabalgaba en mis venas y que me impedía acceder, como lo haría
años después, y como finalmente lo hicieron Cortázar, el Che y tantos, a la
comprensión de un movimiento popular que para otros millones nunca dejaría de
ser la encarnación de todos los males de la Argentina. Reconozco que en mí
siempre había anidado una llama que más de una vez me hacía repensar mi
posición.
Esa llama la había encendido mi madre, quien desde lo puramente sentimental
se había sentido cerca de ese pueblo peronista al que el odio de clase no
esperó para etiquetar como el “aluvión zoológico”, desde ese primer 17 de
octubre, cuando las masas obreras llegaron y se concentraron en la Plaza de
Mayo.
Seguro que usted, Brandoni, como tantos otros millones de argentinos, están
convencidos al día de hoy quienes comenzaron con la grieta. Pero no busque tan
cerca porque no fue ni Cristina, ni Néstor, ni Perón, ni en alguna grieta
lejana en el tiempo, que de tanto en tanto se abre. Esta última, la que divide
a peronistas de gorilas, no la va a encontrar en los cuentos y diatribas de
Jorge Lanata, Majul, Leuco y usted mismo. ¡No! Al menos tenga valentía
intelectual de buscarla en el odio de clase que bautizó a la clase trabajadora
de “aluvión zoológico”, cuando la alegría de sentirse dignificados y visibles
los llevó a marchar y concentrarse por primera vez en la historia en la Plaza
de Mayo, ese 17 de octubre de 1945. Ahí la va encontrar, en el odio explícito y
explicitado de una clase social en contra de otra. Hoy, el aluvión tiene otros
nombres para ese odio de clase. Se llama “grasa militante”, “choripaneros”,
“planeros”, “camporistas”, “vamo' a volver”.
Por todo esto, por sus dudas y por las dudas que peligrosamente usted está
tratando de inyectarle a la población, don Brandoni, quiero decirle lo
siguiente: Yo soy un ciudadano común que sufrió la cárcel de la dictadura por
espacio de casi dos años. Yo viví la muerte, la tortura y las vejaciones más
indecentes en carne propia y las sufridas por mujeres y hombres que lucharon
por recuperar la República perdida, la República de todos.
Yo soy un ciudadano que se alegró como millones de argentinos cuando la
democracia volvió de la mano de Alfonsín como presidente. Un Alfonsín que fue
votado por propios y por peronistas. Un Alfonsín que poco tiempo después,
cuando su gobierno estuvo acorralado por los militares golpistas carapintadas,
se sostuvo en el poder por el apoyo y la lucha de todos los argentinos que
salimos a defender la democracia y la República.
Yo soy un hombre común, Brandoni. Soy un hombre decente y republicano que a
pesar de haber sufrido el exilio y escarnio, y de haber estado tantas veces
cerca de la muerte junto a mi esposa, pude formar una familia maravillosa con
tres hijos y nietos que somos parte de la construcción de esta Nación que usted
cree es honesta sólo si se la piensa como usted. Por eso yo no voy a permitirle
que desde el odio y el resentimiento más profundos, únicas guías de su lengua,
me acuse a mí y acuse a millones de argentinos de ser parte de una especie de
conspiración que quiere destruir la República.
Le pido que repase en su memoria los apellidos que hoy gobiernan este país
y que usted hoy defiende con tanta pasión, alimentado por su memoria cada día
más selectiva, tan selectiva como lo es una clase dominante en detrimento de la
clase dominada. Son ellos, Brandoni. Allí va a encontrar los apellidos que se
robaron la República y la Democracia con toda la indecencia que se pueda uno
imaginar.
Y concluyo: no lo odio Brandoni como sí usted me odia a mí. Lo que sí puedo
afirmar y decir con razón es que le he perdido todo respeto".
El conjunto de Parque Patricios perdió ante el Patrón por 2 a 1 en
el partido correspondiente a la tercera fecha de la Superliga Argentina
2019-2020. Gabriel Ávalos y Hugo Silveira convirtieron los tantos del local,
mientras que Norberto Briasco metió el descuento para la Quema.
Publicado el domingo 18/08/2019 por el Departamento de Prensa del Club Atlético Huracán de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El equipo que conduce Juan Pablo
Vojvoda realizó esta mañana su tercera presentación en la Superliga Argentina
de Fútbol 2019-2020. Los quemeros enfrentaron al Club Patronato de Paraná, que
venía de caer como local frente a Boca Juniors.
Los dirigidos por Mario Sciaqua se
adelantaron rápidamente en el marcador. A los 2′, Gabriel Ávalos ganó de cabeza después de un córner y puso el 1 a 0 para los rojinegros. El Globo no tuvo grandes
chances en la etapa inicial. La de mayor peligro llegó tras un centro de
Rodrigo Gómez y un desvío de Juan Fernando Garro, que se fue por arriba del
travesaño.
El Patrón estuvo a nada de hacer el
segundo con Hugo Silveira, que superó a Antony Silva y definió por encima de la
valla quemera. En el segundo tiempo, Huracán estuvo cerca de marcar mediante un
zurdazo de Walter Pérez, el cual salió por al lado del palo. A los 15, el
uruguayo Silveira cabeceó un centro de la derecha y metió el 2 a 0.
Tras el segundo gol, Patronato contó
con varias oportunidades para incrementar el resultado. Gabriel Compagnucci
pateó de media distancia y el balón se fue pegado al palo. Posteriormente,
Antony Silva le tapó un tiro dentro del área a Federico Mancinelli y, en el
rebote, Saúl Salcedo bloqueó a Cristian Tarragona. A su vez, Silveira quedó
cara a cara con el portero paraguayo, que intervino de enorme manera.
A los 31, el ingresado Norberto
Briasco paró la pelota con el pecho y remató de derecha para poner el 2 a 1.
Sobre el final, la institución de Parque Patricios pudo llegar a la igualdad
con un tiro libre de Andrés Chávez y una tijera del paraguayo Salcedo, pero
ambas ejecuciones fueron a las manos de Matías Ibáñez.
Sin tiempo para más, Huracán perdió 2
a 1 ante Patronato como visitante. Los quemeros volverán a jugar el lunes 26 de
agosto cuando reciban a Argentinos Juniors en el Palacio Tomás Adolfo Ducó.
Síntesis:
Patronato (Paraná): 2
Matías
Ibáñez; Christian Chimino, Federico Mancinelli, Matías Escudero y Mathías
Abero; Gabriel Compagnucci, Julián Chicco, Damián Lemos, Santiago Rosales y Gabriel
Ávalos; y Hugo
Silveira. DT: Mario Sciacqua.
Huracán: 1
Antony
Silva; Gonzalo Bettini, Saúl Salcedo, Mariano Bareiro y Walter Pérez; Lorenzo
Faravelli, Adrián Calello y Rodrigo Gómez; Juan Garro, Andrés Chávez y Javier
Mendoza. DT: Juan Pablo Vojvoda.
Gol en el primer
tiempo: 2m. Gabriel Ávalos (PAT).
Goles en el segundo tiempo: 14m. Hugo Silveira (PAT); 30m. Norberto
Briasco (HUR).
Cambios en el segundo tiempo, al comenzar, Cristian Tarragona
por Rosales (PAT); 15m. Juan Vieyra por Faravelli (HUR); 24m. Norberto
Briasco por Garro (HUR); 29m. Fernando Coniglio por Mendoza (HUR);
33m. Lucas Mancinelli por Silveira (PAT) y 42m. Lautaro Comas por Ávalos (PAT).
Desde
el domingo por la noche, cuando los resultados de las Primarias Abiertas,
Simultáneas y Obligatorias dejaron boquiabiertos a todos –oficialistas,
opositores, candidatos, militantes, ciudadanos independientes, votantes en
blanco, indiferentes, encuestadores y periodistas– comenzó una transición
virtual nunca vista en nuestra historia política reciente.
La
evidencia fáctica de esa transición se produjo el jueves por la mañana cuando,
no bien abrieron los mercados, el valor del dólar y el riesgo país comenzaron a
retroceder, trayendo calma luego de tres días de desasosiego. Esa calma
fue producto de dos hechos: el primero, la conversación telefónica que
mantuvieron Mauricio Macri y Alberto Fernández; el segundo, la afirmación de
Fernández, durante el reportaje con Marcelo Longobardi, de que el dólar a 60
pesos representaba un precio de equilibrio.
Resultados. Guste o no, tenemos
hoy un presidente real –Macri– y otro virtual –Fernández–. Esta malhadada
circunstancia lleva a una primera conclusión: las PASO deben ser derogadas sin
dilación. Hasta antes de conocerse los resultados del domingo, había ya
sobrados motivos para pensar en la necesidad de considerar esta alternativa por
la ausencia de competencia interna. Desde ahora existe una razón más: el efecto
potencialmente negativo que puede tener sobre la gobernabilidad cuando se dan
resultados como los del último fin de semana.
Por
eso, Macri deberá priorizar ahora su condición de Presidente por sobre la de
candidato. Su objetivo es llegar al 10 de diciembre con una situación económica
controlada y sin desmadres. Alberto Fernández, a su vez, deberá actuar con
extrema prudencia. En los hechos, es un presidente virtualmente electo, por lo
que, lo que diga y haga, va a tener efecto no solo en lo que resta de aquí al
final del mandato del actual gobierno sino también de lo que vaya a suceder
después. De no ocurrir un cisne negro, los mercados –de los cuales va a tener
tanta necesidad como la que ha tenido la actual gestión– lo han consagrado ya
como el futuro jefe de Estado.
Impera
al interior de Cambiemos un ambiente de devastación. En la reunión del gabinete
ampliado del jueves en el CCK hubo funcionarios muy enojados que se fueron
antes de la finalización del acto. No querían escuchar a Macri. Ni qué hablar
del enojo de María Eugenia Vidal con Marcos Peña y compañía, quienes le
cerraron la puerta no solo al desdoblamiento de la elección provincial sino
también a la posibilidad de un acuerdo con Sergio Massa, quien fue un aliado
decisivo para aprobar leyes clave para su gestión como gobernadora.
Está
decidido que Vidal, cuya derrota es abrumadora –la palabra que se usa en su
círculo es “irremontable”– hará campaña desprendida del Presidente. La semana
que viene se reunirá con los intendentes de Cambiemos para los que habrá un
mensaje claro: “hagan lo que sea para ganar y, si eso significa esconder la
boleta de Macri y/o de Vidal, no duden en hacerlo.” El objetivo es unívoco:
retener territorio.
Lo
mismo hará Horacio Rodríguez Larreta, quien también quedó golpeado por el
tsunami anti-Macri. Los resultados adversos en la Villa –ahora Barrio 31– y en
la zona de Villa Lugano, zonas que se destacan por sus proyectos de inclusión
social con obras de urbanización y la construcciones de viviendas de calidad,
hablan a las claras del impacto y la dimensión de la crisis socioeconómica
Servido. El Frente de Todos
tiene todo por ganar. Si no comete errores, la victoria está al alcance de su
mano. El resultado del domingo también repercutió en el equilibrio de las
cuotas de poder a su interior. Por eso, Alberto Fernández tiene ahora un poder
propio del que carecía hasta entonces. Fue él quien logró la incorporación de
Massa y el apoyo de los gobernadores peronistas, quienes no querían saber nada
con Cristina Fernández de Kirchner y que, durante meses, fogonearon la
candidatura de Roberto Lavagna. Hay que recordar que los candidatos y
precandidatos a gobernador que respondían a la ex presidenta perdieron en todas
las elecciones en las que compitieron.
La
cosecha en votos de AF fue determinante no solo para ganar las PASO sino
también para alcanzar una cantidad y una diferencia tales que lo dejan ante la
perspectiva de una victoria en primera vuelta, objetivo primordial del
peronismo kirchnerista. Y aquí hay algo que hay que tener muy en cuenta:
algunos gobernadores del peronismo que, ante la incertidumbre del resultado que
reflejaban las encuestas, habían estado poco activos durante la campaña,
jugarán ahora decididamente a favor de la fórmula Fernández-Fernández. Nadie
querrá quedarse afuera de la posibilidad de subirse al carro del ganador. En
ese marco, habrá que prestar atención a lo que haga Juan José Schiaretti, a
quien sus dirigentes le están pidiendo que abandone su actitud de prescindencia
y apoye a AF.
En
ese universo, también le fue bien a Massa. “Para muchos votantes, Sergio es la
garantía de equilibrio frente a Cristina. Alberto solo es una cosa. Alberto con
Sergio, es otro frente a posibles embates del ala dura del kirchnerismo”,
señala un intendente bonaerense del massismo.
Números.
El principal problema que tiene ahora Cambiemos es la economía. Nicolás Dujovne
es uno de los grandes perdedores en la interna. De hecho, las últimas medidas
económicas las comunicó el ministro de la Producción, Dante Sica. Dujovne se
quiere ir –inclusive del país–, pero Macri no lo deja.
La
mezcla de soberbia y endogamia que imperó en los dos últimos años del Gobierno,
les impidió a muchos –empezando por el Presidente– leer la crudeza de una
realidad económica dificilísima para mucha gente y, especialmente, para la
clase media que, carente de medidas de ayuda social, ha sufrido un impresionante
deterioro en su calidad de vida. Cuando la gente no tiene para comer, temas
como la corrupción, la República, y hasta las obras de infraestructura pasan a
un segundo plano.
Macri
dejará su gobierno con tres devaluaciones, un índice de inflación récord, caída
sostenida de la actividad económica, aumento del desempleo y de la pobreza.
¿Alguien pensó seriamente que, con esos índices, se podía ganar la elección?