Implosión
oficial…
Mauricio Macri. Dibujo:
Pablo Temes.
Desbande en Gobierno.
Solo un error grave puede quitarle el triunfo a Alberto Fernández.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 18 de Agosto de 2019 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Desde
el domingo por la noche, cuando los resultados de las Primarias Abiertas,
Simultáneas y Obligatorias dejaron boquiabiertos a todos –oficialistas,
opositores, candidatos, militantes, ciudadanos independientes, votantes en
blanco, indiferentes, encuestadores y periodistas– comenzó una transición
virtual nunca vista en nuestra historia política reciente.
La
evidencia fáctica de esa transición se produjo el jueves por la mañana cuando,
no bien abrieron los mercados, el valor del dólar y el riesgo país comenzaron a
retroceder, trayendo calma luego de tres días de desasosiego. Esa calma
fue producto de dos hechos: el primero, la conversación telefónica que
mantuvieron Mauricio Macri y Alberto Fernández; el segundo, la afirmación de
Fernández, durante el reportaje con Marcelo Longobardi, de que el dólar a 60
pesos representaba un precio de equilibrio.
Resultados. Guste o no, tenemos
hoy un presidente real –Macri– y otro virtual –Fernández–. Esta malhadada
circunstancia lleva a una primera conclusión: las PASO deben ser derogadas sin
dilación. Hasta antes de conocerse los resultados del domingo, había ya
sobrados motivos para pensar en la necesidad de considerar esta alternativa por
la ausencia de competencia interna. Desde ahora existe una razón más: el efecto
potencialmente negativo que puede tener sobre la gobernabilidad cuando se dan
resultados como los del último fin de semana.
Por
eso, Macri deberá priorizar ahora su condición de Presidente por sobre la de
candidato. Su objetivo es llegar al 10 de diciembre con una situación económica
controlada y sin desmadres. Alberto Fernández, a su vez, deberá actuar con
extrema prudencia. En los hechos, es un presidente virtualmente electo, por lo
que, lo que diga y haga, va a tener efecto no solo en lo que resta de aquí al
final del mandato del actual gobierno sino también de lo que vaya a suceder
después. De no ocurrir un cisne negro, los mercados –de los cuales va a tener
tanta necesidad como la que ha tenido la actual gestión– lo han consagrado ya
como el futuro jefe de Estado.
Impera
al interior de Cambiemos un ambiente de devastación. En la reunión del gabinete
ampliado del jueves en el CCK hubo funcionarios muy enojados que se fueron
antes de la finalización del acto. No querían escuchar a Macri. Ni qué hablar
del enojo de María Eugenia Vidal con Marcos Peña y compañía, quienes le
cerraron la puerta no solo al desdoblamiento de la elección provincial sino
también a la posibilidad de un acuerdo con Sergio Massa, quien fue un aliado
decisivo para aprobar leyes clave para su gestión como gobernadora.
Está
decidido que Vidal, cuya derrota es abrumadora –la palabra que se usa en su
círculo es “irremontable”– hará campaña desprendida del Presidente. La semana
que viene se reunirá con los intendentes de Cambiemos para los que habrá un
mensaje claro: “hagan lo que sea para ganar y, si eso significa esconder la
boleta de Macri y/o de Vidal, no duden en hacerlo.” El objetivo es unívoco:
retener territorio.
Lo
mismo hará Horacio Rodríguez Larreta, quien también quedó golpeado por el
tsunami anti-Macri. Los resultados adversos en la Villa –ahora Barrio 31– y en
la zona de Villa Lugano, zonas que se destacan por sus proyectos de inclusión
social con obras de urbanización y la construcciones de viviendas de calidad,
hablan a las claras del impacto y la dimensión de la crisis socioeconómica
Servido. El Frente de Todos
tiene todo por ganar. Si no comete errores, la victoria está al alcance de su
mano. El resultado del domingo también repercutió en el equilibrio de las
cuotas de poder a su interior. Por eso, Alberto Fernández tiene ahora un poder
propio del que carecía hasta entonces. Fue él quien logró la incorporación de
Massa y el apoyo de los gobernadores peronistas, quienes no querían saber nada
con Cristina Fernández de Kirchner y que, durante meses, fogonearon la
candidatura de Roberto Lavagna. Hay que recordar que los candidatos y
precandidatos a gobernador que respondían a la ex presidenta perdieron en todas
las elecciones en las que compitieron.
La
cosecha en votos de AF fue determinante no solo para ganar las PASO sino
también para alcanzar una cantidad y una diferencia tales que lo dejan ante la
perspectiva de una victoria en primera vuelta, objetivo primordial del
peronismo kirchnerista. Y aquí hay algo que hay que tener muy en cuenta:
algunos gobernadores del peronismo que, ante la incertidumbre del resultado que
reflejaban las encuestas, habían estado poco activos durante la campaña,
jugarán ahora decididamente a favor de la fórmula Fernández-Fernández. Nadie
querrá quedarse afuera de la posibilidad de subirse al carro del ganador. En
ese marco, habrá que prestar atención a lo que haga Juan José Schiaretti, a
quien sus dirigentes le están pidiendo que abandone su actitud de prescindencia
y apoye a AF.
En
ese universo, también le fue bien a Massa. “Para muchos votantes, Sergio es la
garantía de equilibrio frente a Cristina. Alberto solo es una cosa. Alberto con
Sergio, es otro frente a posibles embates del ala dura del kirchnerismo”,
señala un intendente bonaerense del massismo.
Números.
El principal problema que tiene ahora Cambiemos es la economía. Nicolás Dujovne
es uno de los grandes perdedores en la interna. De hecho, las últimas medidas
económicas las comunicó el ministro de la Producción, Dante Sica. Dujovne se
quiere ir –inclusive del país–, pero Macri no lo deja.
La
mezcla de soberbia y endogamia que imperó en los dos últimos años del Gobierno,
les impidió a muchos –empezando por el Presidente– leer la crudeza de una
realidad económica dificilísima para mucha gente y, especialmente, para la
clase media que, carente de medidas de ayuda social, ha sufrido un impresionante
deterioro en su calidad de vida. Cuando la gente no tiene para comer, temas
como la corrupción, la República, y hasta las obras de infraestructura pasan a
un segundo plano.
Macri
dejará su gobierno con tres devaluaciones, un índice de inflación récord, caída
sostenida de la actividad económica, aumento del desempleo y de la pobreza.
¿Alguien pensó seriamente que, con esos índices, se podía ganar la elección?
Producción periodística: Lucía Di Carlo
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