A quién le
alcanza…
Los votos de hoy
pueden ser reveladores de cuál será el futuro político de Macri, Vidal y
Cristina.
Las
primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) tienen dos consecuencias:
definen a través del voto los candidatos de cada de uno de los partidos para la
elección de octubre venidero y se transforman en una verdadera encuesta abierta
de alcance nacional que, a la manera de una foto, le permite a cada agrupación
política conocer cuál es la verdad de su presente electoral. De esas dos
consecuencias, la de mayor significación es la segunda ya que –salvo en algunos
casos– en nuestro país la primera se torna abstracta debido a la falta de
competencia interna que exhiben las alianzas partidarias. Por eso, los tres
interrogantes que se plantean en la jornada cívica de hoy – ¿Ganará Cristina Fernández de
Kirchner o ganará Esteban Bullrich? En caso de que CFK ganara, ¿con qué guarismos y con qué diferencia sobre
Bullrich? ¿Cómo le irá al oficialismo a nivel nacional?– van más allá de la
interna partidaria. Es algo que Mauricio Macri siempre supo y que, increíblemente,
algunos conspicuos miembros de Cambiemos, no. En ese marco, la batalla
electoral por la senaduría de la provincia de Buenos Aires es su desvelo.
La
campaña electoral, que ha sido en general mala, ha dejado sin embargo mucho
para el análisis. Ante la escasez de propuestas, las formas han sido casi todo.
Lo que se vio. Hemos asistido a una campaña que pareció
hecha a partir de las sugerencias e ideas de Jaime Duran Barba: actos en los que candidatos aparecen en
medio de un escenario rodeados por la gente; candidatos que pronuncian
discursos cortos que apelan a lo emotivo; spots publicitarios en los que habla
la gente. Donde más se notó el cambio fue en CFK. Nada
hubo de las largas peroratas de sus Aló presidenta. “Hemos decidido que había
que escuchar a la gente” –parece que antes no–, dijo la ex presidenta en su
discurso de cierre en La Matanza. Habló poco y se mostró poco. Su objetivo fue
mantener el caudal de sus votantes, ese núcleo duro del kirchnerismo que le es
absolutamente fiel y que, según exhiben la mayoría de las encuestas, le augura
buenas posibilidades.
El
precandidato a senador Esteban Bullrich representó, hasta aquí, un verdadero dolor de cabeza para el oficialismo. Su nominación fue producto del dedo del Presidente y, hasta aquí, en sus
cercanías muchos consideran que cometió un error. “Perdimos
un muy buen ministro que como candidato resultó malo”, se confesaba
en la mañana del jueves último un operador del Gobierno que, aun cuando se
esperanzaba con los guarismos de alguna encuesta de último momento, no paraba
de lamentarse por la mala performance que tuvo Bullrich durante toda la
campaña. La verdad es que un triunfo suyo sería un batacazo.
“De
no haber sido por sus disputas de protagonismo con María Eugenia, la candidata
debió haber sido Lilita”, reconoció otro funcionario de cercanía con el
Presidente. Por todas estas circunstancias, tanto la gobernadora como la
diputada debieron ponerse la campaña sobre sus espaldas. La fuerte imagen
positiva de Vidal –incluso superior a la del Presidente– llevó a Macri a
dejarle el rol central en la parte final. De hecho, si hoy se diera el
resultado positivo que sólo una o dos encuestas le dan al oficialismo, deberán
levantarles un monumento de gratitud tanto a la gobernadora como a Carrió.
Más allá de Buenos Aires.
El panorama luce
diferente para el Gobierno en el resto del país. Ahí, los pronósticos hablan de
buenos resultados que buscará capitalizar mostrando un crecimiento que lo
consolida como primera fuerza a nivel nacional. En ese marco, la aspiración es,
además, ganar alguna provincia más. En la mira están Santa Cruz, San Luis y
Santa Fe. Sergio Massa está lejos de la disputa central, y Florencio Randazzo, lejísimos.
Cada
elección plantea un escenario propio y, por lo tanto, hacer comparaciones con
las anteriores es casi siempre un error. Vale esto para los que intentan hacer
algún paralelismo entre esta elección y las de 2013 y 2015. En 2013, el triunfo
de Massa estuvo apuntalado por la decisión del macrismo de apoyarlo en aquella
cruzada que tenía como objetivo impedir la reforma de la Constitución Nacional
que buscaba darle vuelo al proyecto de reelección indefinida con el que soñaba
CFK. En 2015 se trató de una elección presidencial, cuya dinámica es distinta a
la de una legislativa.
Las
encuestas muestran que el tema central de las preocupaciones de la mayoría de
la gente pasa por la situación económica.
A
la hora de votar, la inseguridad pesa menos y la corrupción, mucho menos. En el
vasto territorio de la provincia de Buenos Aires, esto no solamente emerge como
dato en las zonas más carecientes del Conurbano profundo sino también en
ciudades de su interior como, por ejemplo, La Plata, Mar del Plata y Bahía
Blanca. En 2015, María Eugenia Vidal tuvo en esas tres ciudades un caudal de
votos notable, lo que le permitió compensar los que no tuvo en La Matanza. Fue
una performance extraordinaria que incluso superó a la de Macri.
Hoy
eso parece difícil de repetir. El impacto de la inflación y el ajuste de las
tarifas de los servicios públicos ha llevado a muchas pymes a bajar sus
persianas o a reducir su personal.
En
ese universo anidan muchos de los desencantados a los que apeló en sus últimos
discursos Vidal. Veremos si con eso alcanza para mantenerlos en el redil.
Más
allá de las encuestas, la volatilidad del dólar le ha mostrado en estas semanas
al Gobierno lo que la calle presiente: que
CFK gana. Por eso, no alcanzó con los millones de dólares que el
Banco Central lanzó al mercado para frenarlo. Es un adelanto de lo que pasará
si el Gobierno no hace una buena elección. Nada que sorprenda. Al Presidente se
lo han dicho en la cara muchos potenciales inversores extranjeros: no vendrá un
dólar a la Argentina mientras exista la posibilidad de que el proyecto
presidencial de CFK se mantenga vivo. Esto es lo que está en juego en estas
elecciones que se definirán en octubre y de las que en la noche de hoy
tendremos un adelanto.
Producción periodística: Santiago Serra.