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domingo, 13 de agosto de 2017

El Viento Nos Llevará… (Bod Mara Jahad Bord) Irán, 1999... @dealgunamanera...

El Viento Nos Llevará… (Bod Mara Jahad Bord) Irán, 1999


Dirigida por Abbas Kiarostami, con Behzad Dourani y los habitantes de la villa de Siah Dareh.

© Escrito por Josefina Sartora y publicado por https://www.cineismo.com

Ya es habitual que desde estas páginas yo exprese mi admiración por el cine iraní, por su peculiar manera de explorar sus propias limitaciones, extrayendo de ellas un cine totalmente renovado, fresco y original. No es una postura a priori, sino confirmada cada vez que asisto a una nueva proyección. En el panorama del cine iraní, la figura de Abbas Kiarostami es la más brillante, y ha iluminado a todos los demás realizadores. Por fin llega el demorado estreno de esta hermosa película, la más compleja y personal, que se inscribe en la línea de El sabor de la cereza (film que se evoca repetidamente) y en la que el director utiliza una vez más el cine para tratar sobre la vida, la muerte, la moral, la humanidad en suma.


Un grupo de la televisión acude a un pueblo distante 700 kilómetros de Teherán a filmar un acontecimiento popular: una ceremonia fúnebre, misión que mantendrán encubierta. El film trata sobre la espera, ese tiempo muerto que transcurre mientras la muerte de una anciana que "tiene 100 o 150 años" –según su nieto– demora en llegar. Las primeras imágenes anticipan todo el film: el camino pedregoso tan caro al director, sinuoso entre colinas, el que todos hacemos y deshacemos, y que no lleva a ninguna parte, o a todas.

La narración se centra en la figura de Behzad, el director del equipo, y en su vínculo con la gente del lugar: con cada uno comparte una experiencia, y lo que sucede está narrado a través de su punto de vista. Su grupo de trabajo, de tres colaboradores, nunca está en escena, se mantiene fuera de campo, o directamente desaparece cuando lo necesita. La gente de la ciudad nunca hace explícito el motivo de su visita al pueblo, se habla vagamente de un tesoro, y los residentes le adjudican al director el honroso título de ingeniero.

Durante la espera, Behzad recibe, desde la capital, llamadas apremiantes de su productora. La señal sonora no llega a su teléfono celular, por lo cual corre por todo el pueblo y debe manejar hasta una colina cercana, donde está el cementerio, para poder sostener una comunicación. Los días se suceden rutinariamente y sin novedad, las llamadas se vuelven más apremiantes, y una y otra vez Behzad debe repetir su viaje al cementerio. La cámara filma el recorrido de su camioneta por otro camino circular, permaneciendo fija en el mismo lugar, con la misma luz, captando los mismos movimientos, una y otra vez, hasta volverse un ritual. Pero la cuarta vez que sucede no resulta igual a la primera: para entonces, la impaciencia del director y su equipo ha ido en aumento, y se evidencia el extremo de incomprensión de la gente de la ciudad, que le exige la seguridad de que algo sucederá próximamente. La exasperación del director estalla y su enojo se vuelca contra los más débiles: el muchachito que lo asiste en la aldea y una tortuga, obvio símbolo, que se cruza en su camino.

El título proviene de la popular poetisa feminista Farough Farrukhzad: es el último verso de un poema citado en la escena más enigmática e inolvidable del film. Behzad acude a la casa de la novia del excavador que ha conocido en el cementerio, y con la excusa de conseguir leche, conversa con su novia, en un mágico momento de seducción. La escena tiene lugar en una caverna apenas iluminada por una lámpara a ras del piso, y sólo vemos las manos y la falda de la joven, quien conserva todo su pudor frente al extraño. En un país donde una mujer soltera no debe estar sola con un hombre, estos planos motivaron la prohibición del film, por su alto contenido erótico.

Si bien esta es una película de hombres, Kiarostami encara por primera vez la figura de la mujer –asombrosamente, una de ellas atiende el café del lugar– dejando el tema abierto a posteriores abordajes.



Aunque por momentos resulte morosa, los motivos de la película la hacen absolutamente inquietante: las repeticiones cíclicas, la situación ambigua, las llamadas crípticas que recibe desde la ciudad que también hablan de muerte, sus charlas con el enterrador, a quien nunca vemos, la conversación en la cueva a oscuras con su novia, quien tampoco se muestra, el poema que propone ser llevados por el viento, llenan el vacío creado por la espera.

Kiarostami intensifica en este film su crítica social: durante toda la historia subyace una mirada irónica hacia el hombre de ciudad, en absurdo contraste con la gente del pueblo, que tiene otros tiempos y sabe observar la naturaleza, vive el presente y respeta los ritmos naturales. El chiste del celular acentúa esa ironía: a la cuarta vez que sube la colina, la situación ha pasado a ser ridícula. El director, que está deseando hacer una filmación, no tiene los elementos ni la gente para cubrir la noticia cuando algo altera la paz del pueblo.

La importancia del fuera de campo adquiere mayor significación cuando nos enteramos de que a veces es el mismo Kiarostami quien está en lugar del protagonista: él es quien interroga al chico, al maestro, al joven que le confirma la importancia ritual del esa ceremonia fúnebre que están esperando. De esta manera, la identificación del director real con su personaje en la ficción es absoluta, y la ironía se transforma en autocrítica ácida hacia el vínculo entre los cineastas y la gente común, como hemos visto ya en Detrás de los olivos y La vida continúa.

Algunos objetarán que el más grande realizador iraní nos ofrece más de lo mismo. Kiarostami ya ha llegado a la categoría de clásico: como tal, volverá una y otra vez sobre sus temas y motivos, se cita a sí mismo recurrentemente, pero –y ésta es la clave– en una vuelta más de espiral. En esta obra maestra radicaliza aspectos elaborados en otros films: hay muy poca información, mayor ambigüedad, y un uso permanente del fuera de campo. La película puede verse en clave de Borges, quien decía escribir siempre el mismo poema.

En su conocida articulación entre ficción y documental, Kiarostami hace un film escamoteando casi la mitad de la realidad. Evita cuidadosamente el contraplano, y así el espectador debe completar los diálogos en su imaginación: nunca vemos a los colaboradores con los que habla Behzad, no vemos lo que él ve, nunca accedemos a la anciana enferma, ni vemos el rostro del excavador del cementerio con quien dialoga el ingeniero, ni el de su novia. Kiarostami hace un arte de la ocultación, y el espectador pasa a tener un rol activo en la obra. Si la primera toma es un camino zigzagueante, como los de El sabor de la cereza o La vida continúa, la sinuosidad se repite en el ascenso al cementerio, en el viaje en moto de un anciano que da lecciones de vida, en el increíble recorrido que hace una manzanita al caer en tierra, y por fin, en las curvas del arroyo de la toma final. La maravillosa arquitectura laberíntica del pueblo lleva a los habitantes a moverse entre casas superpuestas, arracimadas, pasando de una escalera a una terraza, y de ésta a una calle, en un itinerario que se hermana con los otros recorridos. Kiarostami fue también pintor, y como los clásicos, repite el rasgo en zigzag, como Cézanne reitera la diagonal.

Antes que sobrevenga la muerte, deberán cumplirse los infinitos gestos que la preceden, inexorablemente. Mientras tanto, ¿qué es lo que muere? Acaso un modo de esperar la muerte, una forma de vida que ya no será la misma después de esta invasión de operadores y teléfonos celulares. 

Película completa:


El Viento nos llevara (The Wind Will Carry Us Bad ma ra khahad bord - 1999). Premio Mejor Película en el Festival de Venecia de 1999.

El rodaje de una película en la pequeña localidad kurdo-iraní de Siah Dareh provocará una pequeña revolución entre los habitantes del pueblo, convencidos de que los miembros del rodaje son en realidad buscadores de un tesoro que se halla en el cementerio local.


domingo, 3 de marzo de 2013

Destinos... De Alguna Manera...


Destinos...

 Cristina Fernández y Héctor Timerman.

Lo más triste es que para muchos terminó siendo, en definitiva, “cosa de judíos”, resultado tenebroso, pero coherente con la Argentina profunda. No es saludable engañarse ante evidencias tan inocultables. El Gobierno avanzó porque lo dejaron. Nada especialmente fuerte consiguió frenarlo.

Odio mentar en temas graves situaciones personales. Pero si efectivamente la Argentina supo hace dos años que Cristina Kirchner negociaba pactar con Irán fue porque yo lo destapé aquí, en PERFIL. ¿Qué hizo entonces la AMIA? Su presidente, Guillermo Borger, aceptó el ultimátum oficial y dijo que mi primicia era un delirio, una mentira, algo inconcebible, la obra “de un loco”. Alberto Nisman, el fiscal de la causa, no se quedó corto: se valió de varias comisiones de la Policía Federal para citarme personalmente de manera perentoria. Me “exigía” concurrir a declarar munido de documentación que acreditara de qué fuentes me había valido para informar lo que hoy ya se consumó. La Argentina e Irán han pactado, es así. Cristina lo hizo.

Intimidadas, confundidas, poco preparadas, las conducciones comunitarias venían retrocediendo hace años. Cristina en este caso fue coherente. Contrató primero al oscuro y oblicuo Sergio Burstein como su agente preferido, y lo puso junto a la DAIA y la AMIA en las patéticas excursiones a la ONU en Nueva York.

Ambas entidades aceptaron en silencio la imposición. Después, Cristina resolvió que el delegado argentino ante la ONU permaneciera en la Asamblea General de la ONU escuchando la habitual logorrea venenosamente antisemita de Ahmadinejad. También eso aguantaron.

Finalmente, en diciembre Héctor Timerman se apareció en Pasteur 633 para explicarle a la conducción judía las bondades del acuerdo con Teherán. Lo recibieron bien, interesados y muy afables. Esa deferencia implicaba olvidarse de que, casi dos años antes, la decisión de pactar con Irán había sido admitida por la propia Presidenta.

El 30 de diciembre pasado escribí aquí: “La patraña funcionó. Habrá que reconocerle a Héctor Timerman que esta vez le fue bien. Succionada desde hace ya varios años por el Gobierno, que ha manejado su ‘cuestión judía’ con endiablada habilidad, la representación política de la colectividad recibió al ministro de Exteriores y en definitiva avaló sus tratos con Irán. Producto inexorable de una asombrosa candidez unida a una acendrada decisión de ser protegida por el Gobierno, la DAIA le permitió al emisario de Cristina Fernández configurar el escenario preferido por la Casa Rosada (…) para hacerse avalar en sus turbias gestiones con el régimen de la República Islámica de Irán”.

La respuesta de la DAIA no se haría esperar. A las pocas horas, el vicepresidente primero de la entidad, Waldo E. Wolff, me despachó una carta donde me dijo: “Tal vez usted pretenda a la DAIA como un instrumento al servicio de su posición opositora. Digo, la que ostenta hoy, señor Eliaschev. Es que siendo yo un demócrata, acepto, respeto y tolero que ande Ud. saltando de corriente en corriente política a lo largo de su vida todo lo que desee, tal cual en efecto lo ha hecho. Pero no utilice para sus excursiones partidistas a nuestra DAIA. Le hace daño. No a los dirigentes. Sino a la comunidad judía. Cuando nuestra independencia sirve a sus fines es ‘lógica’, y cuando no lo hace, es motivo de un agresivo usufructúo político mediático. Aunque no tengamos acceso a las vidrieras de exposición mediática que Ud. tiene, no me encontrará timorato ni silencioso ante agravios y ofensas. Es realmente triste ver cómo el atentado a AMIA/DAIA, que nos afectó a todos, aparece como funcional a quienes buscan pararse sobre los escombros y dictaminar quiénes son los dueños de la verdad y están limpios para denostar al resto” (subrayados míos).

El 11 de enero de 2013, el propio presidente de la DAIA, Julio Schlosser, fue al programa Código Político de TN y le dijo a Julio Blanck: “¿Con quién quieren que me siente a negociar, con Suecia? ¿De qué me sirve?”. Para el presidente de la DAIA, “sentarse a negociar con Irán”, en cambio, servía. Sigue hoy al frente de la DAIA.

Mezcla desafortunada de candidez, inexperiencia y alineamiento ideológico, las conducciones de la comunidad judía fueron cortejadas y mimadas por un kirchnerismo que en los primeros años no avalaba todavía la deriva antisemita de Luis D’Elía tras ser reclutado por el régimen de Irán.

Desde que, con el protagonismo alevoso de Timerman, se produjo la apertura a Irán, la colectividad titubeó y deambuló confundida. Cuando ya estaba todo cocinado, su reacción fue insuficiente e inexorablemente estéril. El Gobierno se ha manejado con sobresaliente astucia. Después de Timerman y Burstein, sólo le restaba el toque final, el agravio de los agravios, que los destinatarios de la matanza aceptaran asociarse con los victimarios. Curiosa versión criolla del síndrome de Estocolmo. Lo consumaron.

De los 257 diputados de la Cámara, se presentaron a la sesión 245 (hubo 12 ausentes). El pacto con Irán fue votado a las dos de la mañana por 131 diputados, contra 113 que se opusieron. Una curiosa cofradía le dijo voluntariamente sí a Teherán, incluyendo a los legisladores Mara Brawer, Isaac Benjamín Bromberg, Carlos Salomón Heller, Beatriz Graciela Mirkin y Adriana Victoria Puiggrós. En el Senado, ya lo habían hecho Daniel Fernando Filmus y Beatriz Rojkés de Alperovich.

Cada uno de estos argentinos ¿argentinos? (el senador Miguel A. Pichetto dixit) es dueño de su destino y de su odio consigo mismo. Tiempo al tiempo. 

© Escrito por Pepe Eliaschev el sábado 02/03/2012 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 17 de febrero de 2013

Comisión de la Verdad... De Alguna Manera...


“Una Comisión seria puede impulsar la investigación”...

Luis Moreno Ocampo.

Ex fiscal del tribunal de La Haya explica que todo depende de quién viaje a Teherán junto al juez y el fiscal. La desconfianza hacia Irán, la solución “a la Khadafi”.

El ex fiscal de la Corte Penal Internacional es ahora asesor legal de la DAIA y la AMIA en su cuestionamiento al Memorando de Entendimiento con Irán. Luis Moreno Ocampo no hizo una crítica irreductible del convenio con Irán que se está debatiendo en el Congreso, pero marcó que “la clave” es quiénes serán los miembros de la Comisión de la Verdad, los cinco juristas que junto al fiscal y el juez argentinos harán el viaje a Teherán.

–¿Qué postura tiene usted ante el Memorando?

–La DAIA me llamó para ayudarlos y les propuse tratar de encontrar una posición común con la AMIA. Por mi rol, yo nunca dije si había que tomar o rechazar el acuerdo, dije que había que analizar los riesgos y ver si se podían minimizar. Antes de que yo llegara a Buenos Aires, la DAIA y la AMIA consideraron que había que rechazar el acuerdo. Algunos piensan que no hay ninguna oportunidad, otros creen que el riesgo es muy grande, que no se puede confiar en Irán. Durante el debate, el canciller reconoció que él no confía en Irán, pero que no hay otra alternativa para impulsar la investigación.

–¿Hay antecedentes de una resolución como ésta?

–La AMIA y el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York muestran las nuevas formas del terrorismo internacional. Para investigar y castigar a los culpables no había más alternativa que ir a una guerra, como hizo Estados Unidos en Afganistán, o negociar con el Estado para el que trabajan los sospechosos, como plantea el Memorándum. Eso hicieron con Khadafi. Su caso muestra las posibilidades: él aceptó que su jefe de Inteligencia fuera juzgado en Holanda e indemnizó a las víctimas. Su caso también muestra los riesgos de negociar con líderes que usan el crimen para mantenerse en el poder. Khadafi continuó cometiendo crímenes en ciertas partes del mundo y consolidó su poder. En 2009 fue presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, miembro del Consejo de Seguridad y presidente de la Unión Africana. En 2011, cuando ordenó a sus soldados disparar contra los manifestantes desarmados y amenazaba con exterminarlos, el Consejo de Seguridad envió su caso a la Corte Penal Internacional que luego de investigar los hechos libró mandatos de arresto contra él, su hijo y su jefe de inteligencia. La Corte Penal Internacional es una nueva forma de enfrentar estos crímenes en la medida en que el ataque constituya un crimen de lesa humanidad, pero no tiene jurisdicción para delitos cometidos con anterioridad al 1º de julio del 2002.

–¿Cuáles son los riesgos?

–Que se use la Comisión para encubrir a los culpables y para cuestionar en Interpol la emisión de alertas rojas. Las órdenes del juez argentino seguirían vigentes, pero su legitimidad internacional cuestionada.

–¿Cuál es la oportunidad?

–Que una Comisión seria impulse la investigación y muestre que los intentos de encubrimiento confirman la culpabilidad de los sospechosos y la complicidad de miembros de su gobierno.

–Pero usted ¿tiene objeciones legales?

–Se podría haber diferenciado más el rol de la Comisión y el de los jueces para evitar confusión, pero pareciera que uno de los objetivos del gobierno argentino fue facilitar la toma de declaraciones indagatorias. La doctora Diana Malamud, que expresa a uno de los grupos más escépticos, sin embargo dio la bienvenida a esa posibilidad durante el debate en el Congreso. La DAIA, por el contrario, piensa que la actuación judicial en cooperación con la Comisión puede llevar a anular toda la causa. El Senado debatió el tema y va a resolver. Si se aprueba la creación de la Comisión, la selección de sus integrantes será el tema clave. De ellos y de la claridad del juez y del fiscal va a depender el futuro de la investigación sobre el atentado a la AMIA.

© Escrito por Raúl Kollmann el domingo 17/02/2013 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

AMIA, revelaciones exclusivas... De Alguna Manera...

La peor amenaza…
Cimitarra. Dibujo Pablo Temes.

Los detalles del mail que recibió Alberto Nisman, fiscal de la causa, son escalofriantes y reveladores.

“Rusito descerebrado, te vamos a matar a vos y a tus hijas. Judío hijo de mil putas, ¿no te das cuenta que cambió la mano?” La brutal amenaza que recibió Alberto Nisman, el fiscal de la causa por el atentado a la AMIA, provocó escalofríos en los empleados del Juzgado Nº 9 que encabeza Luis Rodríguez, donde se radicó la denuncia. No sólo por el texto, sino por algunas fotografías adjuntas al estilo de los carteles narcos mexicanos que no vale la pena describir para no ser funcionales a los cobardes que sólo persiguen intimidar a los que buscan verdad, justicia y condena.  

Uno de los empleados más entrenados en causas complejas subrayó algunas cosas llamativas del correo electrónico que Nisman recibió en la dirección de Yahoo! que medio mundo conoce:

1) En el párrafo donde le ordenan que renuncie a la investigación, le sugieren que busque trabajo en el exterior ya que “tus amigos los gringos te van a ayudar”. El lenguaje antiimperialista ortodoxo de nuestro país identifica a los norteamericanos como “yankys”. El concepto de “gringos” se utiliza sobre todo en países de la región del Caribe, como Venezuela y Cuba.

2) El repugnante texto, plagado del repertorio antisemita, lo firman con vivas a Irán y a Hezbollah. El nombre del grupo terrorista está escrito con la fonética del idioma original y al castellanizarlo colocan una “a” en lugar de la letra “o” para designar lo que literalmente significa el partido de Alá o de Dios. Dice “Hizbalá” y no “Hezbollah”, como en la grafía del inglés.

3) Cuando la amenaza se dirige a las hijas del fiscal, señalan la casa, el club, y mencionan algo muy reservado, con lo que demuestran que tienen un nivel de información importante: hacen una referencia a la mudanza de domicilio que están por concretar en estos días. Vale aclarar que las hijas viven con su madre, la ex esposa del fiscal, la jueza Sandra Arroyo Salgado, en un country muy tradicional pero que, por razones de estudio, efectivamente, decidieron cambiar de domicilio. Tanto el fiscal como la jueza tienen custodia especial de la Policía Federal.

4) Casi como una anécdota de tipeo, Perfil pudo observar en un despacho de un dirigente comunitario que el mail finaliza proclamando la “muerte al sionismo ursupador (sic)” en lugar de usurpador.

La lógica 6, 7, 8 consiste en acusar y apuntar con el dedo, y con foto si es posible, a los periodistas o medios que dan a conocer alguna información no querida por funcionarios, amigos y favorecedores del Gobierno. Si esos muchachos luego sufren algún inconveniente, escraches, abucheos o citaciones de la Justicia, de inmediato responsabilizan a esa prensa de haber provocado la acción. Así, la culpa de la cobarde agresión que sufrió Kicillof fue de Noticias y la silbatina que se comió Boudou fue culpa de Clarín y La Nación.

Si se siguiera ese mecanismo perverso que fomenta la autocensura, se podría decir, entonces, que fue Horacio Verbitsky el que incitó a que se produjeran las amenazas al fiscal Nisman.

Por suerte para todos, eso no es cierto y no existe, desde el lado del periodismo profesional, nadie que tenga la cabeza tan fanatizada como para atribuir cada hecho a una conspiración del enemigo ideológico.

El domingo pasado, en su habitual columna de Página/12, que suele ser un anticipo del pensamiento del Gobierno, mixturado con textos que parecen salidos de partes de inteligencia, el periodista publicó: “Ni Israel, ni Estados Unidos, ni el fiscal Nisman fomentan el acuerdo, por más que en público el fiscal diga que acompañará la nueva etapa. Luego de varios viajes a Israel y a Estados Unidos y de varios años de trabajo conjunto con funcionarios de la Secretaría de Inteligencia interesados en la cooperación con aquellos países en cuestiones de inteligencia y seguridad, se ha vuelto muy sensible a la trama internacional”.

En otro fragmento de su escrito, Verbitsky dice que “el atentado fue parte de una guerra que Argentina no libra pero de la que fue víctima” y perpetra una versión sui géneris de la teoría de los dos demonios cuando coloca al mismo nivel ético a Israel e Irán, porque plantea que “quedar en medio de dos gobiernos fundamentalistas con fuerte impronta religiosa es una calamidad para cualquier Estado democrático”.

Un argumento tan forzado que se transforma en chicana. Irán es un Estado explícitamente teocrático dirigido por un líder religioso supremo que conduce un gobierno político pero sometido a los clérigos. Hace falta mucha intencionalidad para igualar ese sistema con el israelí.

En las elecciones generales de hace 15 días, los partidos religiosos judíos Shas y Judaísmo Unido de la Torá obtuvieron un total de 18 bancas y El Hogar Judío, un partido ultranacionalista y pro religioso, logró 11. Es decir que del total de escaños de la Knesset (Parlamento), esas ideas representan 25 de las 120 que existen, apenas una más del 20%.

El planteo es más grave que la militancia de un periodista porque se trata de la confirmación del viraje chavista del gobierno de Cristina. Y porque recuerda la hermandad estratégica que hubo con Montoneros en los 70. Fue en el sur del Líbano, hoy ocupado por Hezbollah, donde tuvo lugar la famosa foto de Yasser Arafat con Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja, hoy ministro de Río Negro.

Varios pelotones, alguno encabezado por Rodolfo Galimberti, hicieron en ese lugar su entrenamiento foquista y la capacitación en la colocación de explosivos.

¿Hay una clara decisión de Cristina de integrar la Línea Fundadora del bloque bolivariano y, si el cáncer finalmente derrota a Hugo Chávez, ofrecerse ella misma para continuar el liderazgo? Rafael Correa y Evo Morales presiden dos países demasiado chicos para colocarse en el lugar de la locomotora. Fidel y Raúl están muy erosionados por su pensamiento jurásico y blindado.

Dilma Rousseff huye de esa posibilidad: es una estadista madura que quiere jugar en las ligas mayores del mundo para beneficiar con más justicia social a la mayoría de su pueblo.

Cristina, papisa frustrada, ocuparía con orgullo la comandancia del grupo de países que tienen una sólida alianza estratégica e ideológica con un jefe de Estado como Ahmadinejad, que niega el Holocausto y fomenta la desaparición del Estado de Israel.

Esta es la gran novedad desde el punto de vista político en la Argentina.

Los malabares y papelones que Héctor Timerman tiene que hacer para explicar lo inexplicable y para no soportar más los retos de Cristina son insólitos. Es que el Gobierno nunca pensó que, casi en su totalidad, las entidades más representativas de la comunidad judía, e incluso los no judíos, iban a rechazar en forma tan cerrada el Pacto de Etiopía.

Como dijo el senador tucumano José Cano, ni Luis D’Elía como canciller lo hubiera hecho mejor que Timerman. El piquetero, vocero de facto de Irán, siempre tiene una palabra de elogio para los acusados del peor atentado terrorista producido en la historia argentina.

Cuando se abrazó con Moshen Rabbani en Qom, la ciudad sagrada ubicada a 156 kilómetros de Teherán, y como el cristinismo todavía no había cambiado su opinión respecto del atentado, padeció el ninguneo de los medios K.

En aquel momento desató su ira contra Sergio Szpolski, al que acusó de ser “un sionista, coronel del Mossad” que recibe millones del Gobierno para hacer la comunicación kirchnerista”. Fue tristemente antológica aquella guerra santa por Twitter.

D’Elía dijo que iba a querellar al empresario, que lo acusó de “ser un ladrón” que recibía “cheques de Irán” para defender el régimen triplemente esdrújulo por “misógino, homofóbico y xenófobo”.

A propósito de Rabbani, hay que anticipar que el mayor impacto político lo va a producir el amenazado fiscal Alberto Nisman con un nuevo dictamen que dará a conocer dentro del próximo trimestre.

Se trata de un informe de más de 600 fojas, que después de dos años de trabajo encontró nuevas pruebas que fortalecen la acusación a Irán en general y al ex diplomático Moshen Rabbani en particular.

Incluso, uno de sus discípulos aparece vinculado al atentado en el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy. Esto desmiente rotundamente a la Presidenta y al canciller, que dicen que la causa está estancada.

Y hace todavía más cruel el volantazo que se pegó.

La que está congelada es la investigación de la Corte Suprema de Justicia, que sólo junta polvo y vergüenza ajena en los cajones. Cuesta creer que el juez Eugenio Zaffaroni se permita opinar sobre este tema sin esbozar aunque sea una mínima autocrítica.

Si Cristina y Timerman salen del pantano en el que se metieron, la nueva presentación de Nisman va a terminar de desnudar su sinrazón y va a quebrar, tal vez para siempre, la relación entre el oficialismo y la mayoría de las entidades de la comunidad judía.

© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 17/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 16 de febrero de 2013

Polémica por la causa AMIA... De Alguna Manera...

¿Por qué el apuro, Presidenta?...


En la reciente sesión del Senado el debate fue disperso. En lugar de concentrarse en preguntas, las intervenciones se internaron en pareceres y opiniones. Nada reemplaza la evidencia del error que comete el adversario. Ahí no hay nada que demostrar.  Y las preguntas existen en cantidad.

Se podría haber interrogado al ministro, por ejemplo, sobre algunas de estas cuestiones.

El vocero del canciller iraní dijo: “El tema de la indagatoria de un responsable es totalmente falso”. Esta afirmación es coherente con la que hizo inmediatamente después el canciller de ese país: “Mi país adhiere plenamente a las disposiciones del acuerdo sobre el caso AMIA”. No hay, como dice el Sr. ministro, ninguna desmentida al vocero. Los dos dicen lo mismo porque las disposiciones del acuerdo no contemplan la indagatoria.

Si no contemplan la indagatoria, ¿para qué se hace todo esto?

¿Usted cree que Irán va a permitir que actúe la Justicia si la Comisión de la Verdad sostuviera que hay sospechas fundadas contra alguno de los entrevistados?

¿Por qué usan la palabra interrogar cuando el texto que es tomado como válido dice en inglés preguntar?

¿No cree que hay mala fe en hacer creer que la Justicia argentina va a actuar, cuando no habrá interrogatorio y la ley iraní prohíbe que un ciudadano de ese país sea sometido a indagatoria por una autoridad judicial extranjera?

Repasando sus conocimientos jurídicos. Usted sostiene que todo documento entre países, incluso un comunicado de dos presidentes, constituye un tratado. En efecto, esa es la definición genérica que da la Convención de Viena de 1969. Pero, en sentido estricto, sólo son tratados los que generan obligaciones mutuas que están sancionadas en una ley. En nuestro ordenamiento jurídico, la jerarquía es: Constitución, leyes que derivan de ellas y tratados internacionales. Los tratados son jerárquicamente superiores a una ley común. Díganos, ¿un comunicado conjunto debería, porque usted dice que es un tratado, ser considerado superior a la ley común?

¿Quién pidió que este texto fuera un tratado?, ¿Irán o la Argentina?

Pero sobre todo quisiera que escuchara este razonamiento y nos diera su opinión.

La comisión puede expedirse en tres sentidos: a favor de la denuncia argentina, de manera neutra o en contra.

Si lo hace a favor, como es una comisión de la verdad y no una comisión de la justicia, no podrá hacer absolutamente nada más. Ni un paso más. El gobierno iraní pedirá perdón o disculpas, quizás indemnizará como Kadafi y dirá que, habiéndose sometido estrictamente a lo que decía al tratado, ha mostrado al mundo una prueba de su comportamiento impecable.

Es decir, si ganamos, no ganamos. Y si Irán pierde, gana.

Es innecesario explicar lo que sucedería en caso de un dictamen ambiguo o negativo.

Perdería la Argentina, ganaría Irán.

En un tratado donde no está contemplada la acción de la Justicia, lo único que puede ganar la Argentina en el caso lejano de que el presidente y los dos juristas nombrados por Irán lo decidieran, es un reconocimiento moral.

¿Podría la Argentina seguir reclamando en foros internacionales cuando aceptó, firmó y convirtió en tratado un texto que se aplicó plenamente?

En fin, la pregunta ya encierra un argumento y obliga a una contestación precisa. Las extensas opiniones habilitan la réplica con otras extensas opiniones.

Hace pocas horas se conoció un interesante artículo de la Iran Review. Editada en Teherán, la publicación pretende ser científica e independiente. Aun si no lo fuera, es interesante reproducir su visión del acuerdo. Me permito traducir los párrafos más relevantes:

“Las noticias que han estado circulando en algunos diarios en los días recientes acerca de que el fiscal y el juez argentinos viajarían a Teherán para entrevistar personas que están mencionadas en el caso AMIA son incorrectas e imprecisas.”

“La segunda cláusula del artículo 5 del memorándum ha estipulado que representantes (nota: los imputados)  responderán a las preguntas de la comisión. Por lo tanto, ninguna persona tendrá que estar físicamente presente ante la comisión para responder las preguntas.”

En el artículo 7, “ambos países anunciarán a Interpol que las diferencias bilaterales sobre el caso AMIA serán resueltas por la vía de la cooperación entre los dos países. Por lo tanto, Interpol puede revocar las alertas rojas”.

En fin, lector, como verá, el manipuleo de los textos se hace aquí y allá. Razón de más para que el Gobierno abandone el apuro, para que nos demos el tiempo de saber y ser claros en lo que se está haciendo. Nada más lejano a esto que el comentario del senador Pichetto al oído de Timerman  transmitiéndole la orden presidencial para que se concluyera rápidamente el debate.

En este marco sería grave que el ministro evitara estar presente en la Cámara de Diputados. Si huyera, temeroso de las preguntas y de la verdad, fortalecería todas las sospechas.

© Escrito por Dante Caputo el viernes 15/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.