domingo, 17 de febrero de 2013

Ni sus compatriotas se salvan de Obama… De Alguna Manera...


Ni sus compatriotas se salvan de Obama…

 Drone, avión no tripulado.

Lo admitió él mismo: envió agentes de la CIA a Yemen para asesinar a un ciudadano estadounidense, a su hijo adolescente y al hijo de un amigo. Ocurrió en 2011 y dijo que lo había ordenado porque su compatriota adulto instaba a combatir contra EE.UU. y que los jóvenes apenas fueron “un daño colateral” (www.washingtonpost.com, 14-2-13). Se conocía lo ocurrido, pero es la primera vez que el mandatario lo acepta abiertamente. Agregó que haría lo mismo cada vez que estuviera convencido de que matar a estadounidenses era necesario para salvaguardar la seguridad de EE.UU. El adulto del caso no tenía antecedentes ni había sido procesado o condenado por jurado alguno. En cambio, fue ejecutado extrajudicialmente por un drone (avión no tripulado) de la CIA.

El ex juez de la Suprema Corte de Nueva Jersey Andrew P. Napolitano opinó en The Washington Post que “el derecho internacional y el derecho en tiempos de guerra, a los que EE.UU. está sujeto por pactos (vinculantes), así como el derecho federal y los valores judeo-cristianos que subyacen en la Declaración de Independencia (que garantiza el derecho a la vida) y la Constitución (que permite la injerencia gubernamental con el derecho (a matar) sólo después de una declaración de guerra del Congreso o un debido proceso individual), todos establecen que la certeza de la identidad de un blanco humano, la veracidad en que se basa el deseo de su muerte, la percepción de su culpabilidad y un peligro inminente son insuficientes para justificar que el gobierno utilice una fuerza letal contra él. El presidente sólo puede ejecutarlo legalmente después del debido proceso o en defensa propia o declarando la guerra”. Se ignora qué peligro inminente representaban las víctimas a miles de kilómetros de distancia de EE.UU.

Muchos observadores se preguntaban de qué base militar despegaban –y despegan– los drones que lanzan sus misiles en Yemen, Pakistán y Somalia cobrando la vida de centenares de civiles, mujeres y niños incluidos. Algunos medios descubrieron que está localizada en Arabia Saudita. Jay Carney, vocero de la Casa Blanca, explicó: “Damos estos golpes porque son necesarios para mitigar amenazas reales, para terminar con los complots, para prevenir ataques futuros y, nuevamente, para salvar la vida de estadounidenses” (www.telegraph.co.uk, 6-2-13). No la de todos los estadounidenses, por lo visto.

Algunos militares y funcionarios de los servicios de inteligencia de alto rango han expresado su preocupación por esta clase de guerra. El general (R) Stanley A. McChrystal, ex jefe del Comando de Operaciones Especiales que tiene a su cargo los operativos con drones, dijo en una entrevista con la agencia informativa Reuters que éstos “podían ser útiles, pero despiertan ‘un odio visceral’ en los lugares donde se producen y contribuyen a una ‘percepción de la arrogancia estadounidense’” (www.nytimes.com, 5-2-13). Y, tal vez, al reclutamiento de más militantes de Al Qaida.

Un informe presentado recientemente a la Corte Suprema de Peshawar –centro administrativo de las áreas tribales de Pakistán– da cuenta de que en los últimos cinco años 147 ataques de drones en Waziristan Norte, una pequeña zona rural del tamaño de Long Island, causaron la muerte de 894 personas, entre ellas, 35 mujeres y 24 niños (www.thenews.com.pk, 14-2-13). La mayoría de las víctimas pertenecían a la tribu local y los jueces expresaron su insatisfacción porque el informe del fiscal no distinguía entre militantes y civiles no combatientes, datos que era imposible obtener, de manera que todos pasaron a integrar la larga lista de “sospechosos de terrorismo”.

Una encuesta del Pew Research Center revela que no le falta razón al general McChrystal acerca de la opinión exterior sobre los ataques con drones (www.people-press.org, 6-2-13). Mientras en EE.UU. los apoya un 62 por ciento, incluso en Gran Bretaña los desaprueba un 47 por ciento y en Alemania el 59 por ciento. Ni hablar de los países árabes: en Túnez los condenó el 72 por ciento de los encuestados, en Egipto el 89, en Jordania el 85. Hasta en países como Brasil y Grecia se registraron altos índices de rechazo: 76 y 90 por ciento respectivamente.

Cabe, sin embargo, matizar la posición de los interrogados en EE.UU.: el 81 por ciento se mostró muy preocupado o algo preocupado porque esos ataques ponen en peligro la vida de civiles (www.people-press.org, 11-2-13), el 65 por ciento manifestó mucho o algo de temor de que provoquen la represalia de los extremistas y el 57 consideró que dañan la reputación internacional de EE.UU. Al mismo tiempo, el 66 por ciento estimó que son perfectamente o bastante legales. Al parecer, no todos los estadounidenses conocen la Constitución estadounidense.

© Escrito por Juan Gelman el domingo 17/02/2013 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Cadena Nacional del Desánimo... De Alguna Manera...

Fijación de creencias…


¿Cómo puede ser que, a pesar de los múltiples errores del Gobierno, la oposición no pueda construir una alternativa superadora? ¿Cómo puede ser que la continua difusión de noticias negativas –por lo que la Presidenta denomina “cadena nacional del desánimo”– no alcance para desilusionar a quienes todavía apoyan al kirchnerismo?

En “Desacuerdo, dogmatismo y la polarización de la creencia”, escrito por Thomas Kelly en 2008, en The Journal of Philosophy, se explica un fenómeno llamado “polarización de la creencia”, por el cual, lejos de que la exposición a una misma evidencia acerque las opiniones de quienes opinan diferente, usualmente el desacuerdo entre ellos será más pronunciado. Ambos creerán lo que ya creían, con más confianza. La evidencia es la suma de datos e informaciones relevantes, desde noticias en los diarios, testimonios de conocidos, datos de la realidad observables, estudios estadísticos y teorías de algún prestigio.

Un buen ejemplo es que los controles de precios no sirven para contener la inflación. Ayer, en su habitualmente provocadora columna de los sábados en Perfil, el encuestador preferido del oficialismo, Artemio López (ver en: http://e.perfil.com/latrampa), dio evidencia de por qué los controles de precios han sido eficaces en el pasado, contradiciendo la experiencia que tenemos todos los que pensamos muy distinto.

El ejemplo que utiliza Thomas Kelly para explicar la “fijación de la creencia” es otro: la controversia sobre si la pena de muerte es disuasiva de delitos graves, tema por el cual en Estados Unidos quienes opinan diferente llevan adelante debates interminables frente a las mismas evidencias. Todo aquel que apoye la pena de muerte interpretará cualquier evidencia que sugiera que la pena capital no es disuasiva como una evidencia engañosa. “Engañosa –dice Kelly– puede no ser sólo por ser malintencionada (el ejemplo de los controles de precios de Artemio López), sino en el sentido de que parece apoyar algo, pero en realidad no lo hace porque hay alguna otra cosa que no sabemos que muestra que ese vínculo de apoyo en verdad no era tal.”

Los individuos que participaron de los experimentos que cita el texto de Kelly no le prestan menos atención a la evidencia opuesta a lo que creen, por el contrario, le prestan más atención. Pero algo obvio es que, en general, los individuos tienden a detectar más falacias en argumentos cuya conclusión es contraria a lo que creen. Algo similar podría pasar con otros casos, como detección de problemas metodológicos en estudios estadísticos que probarían lo contrario de lo que uno cree: “Los participantes consideraron que el estudio que ofrecía evidencia consistente con sus creencias previas era una investigación correctamente conducida que brindaba evidencia importante en relación con la efectividad de la pena capital.

En contraste, descubrieron numerosas fallas en la investigación que contradecía sus creencias iniciales”. Para ello no precisaron “tergiversar la evidencia contraria a su posición, interpretándola como más favorable de lo que de hecho era, vieron los hallazgos hostiles correctamente como hallazgos hostiles. Tampoco simplemente ignoraron o desestimaron tales resultados negativos. En lugar de eso, escrutaron cuidadosamente los estudios que producían tales resultados inesperados y construyeron críticas que eran ampliamente adecuadas”.

Es que sometemos la evidencia a distintos niveles de análisis, somos más exigentes con la que contradice nuestra creencia y mucho más permisivos con la que favorece nuestro punto de vista. La predisposición a buscar explicaciones alternativas de los datos no es nunca independiente de la actitud previa que tengamos hacia la hipótesis. Y, lógicamente, cuantos más recursos cognitivos uno ponga en la tarea de buscar explicaciones alternativas, más chances uno tiene de dar con tales explicaciones, si de hecho hay tales alternativas, como las hay en la gran mayoría de los temas de la vida, más en aquellos a los que se dedican las ciencias sociales.

Si la evidencia aparece como favorable, las personas están dispuestas rápidamente a concluir que la explicación es correcta y a aumentar su confianza en ella como resultado. En caso contrario, tenderán a buscar una explicación alternativa.

Volviendo al ejemplo de los diarios que integramos “la cadena nacional del desánimo” y tomando el caso emblemático de Clarín: tras cada nueva edición con informaciones negativas sobre el Gobierno, a la luz de sus creencias anteriores, los partidarios de Kirchner encontrarán cada vez más evidencia que eleve su confianza porque el solo hecho de que lo publique Clarín “demuestra” que el Gobierno está en el camino correcto. Del mismo modo, quienes discrepan del kirchnerismo, si estuvieran expuestos a los mensajes positivos de 6, 7, 8 o a la cadena de medios oficialistas, reforzarán su creencia confirmando que se trata de un gobierno totalitario. El efecto neto es que cada sector se ve cada vez más alejado en sus posiciones.

“El grado de confirmación que una hipótesis adquiere de un cuerpo de evidencia –explica Kelly– depende no sólo de características intrínsecas del cuerpo y de la hipótesis, y de la teoría implícita que tengamos acerca de cómo funciona el mundo, sino que depende también de la presencia o ausencia de competidores plausibles en el campo. Por eso, la mera articulación de hipótesis alternativas plausibles puede reducir dramáticamente el grado de confirmación que un cuerpo de evidencia brinda a una hipótesis.”

La explicación psicológica es que “cuando nos topamos con datos que parecen ir en contra de lo que creemos, estamos dispuestos a destinar recursos al proyecto de generar hipótesis rivales que expliquen dichos datos. Por otro lado, cuando nos encontramos con evidencia que puede plausiblemente ser explicada por las cosas que ya creemos, típicamente no destinamos recursos adicionales que promuevan generar alternativas”.

“En un primer momento, el tratamiento desigual de información nueva –sostiene Kelly– le resulta a la mayoría de la gente completamente injustificado y potencialmente pernicioso”, característico de “personas de mente cerrada e individuos y grupos que adhieren a dogmas obsoletos. En un examen más minucioso, sin embargo, la cuestión de cuán imparciales debemos ser al evaluar información que confirme o refute nuestras preconcepciones es mucho más sutil y complicada, también porque es inapropiado y erróneo ir por la vida sopesando todos los hechos de igual modo y reconsiderando las creencias propias desde cero cada vez que nos topamos con un hecho antagonista”.

En síntesis, se puede ser igualmente racional y honesto, y sacar conclusiones opuestas frente a la misma evidencia. Ahora, una vez que uno está al tanto del fenómeno de la polarización de la creencia, sabiendo nuestra inconsciente tendenciosidad, podemos corregirla bajando el nivel de confianza en las evidencias que benefician nuestra posición, ejerciendo una discriminación positiva sobre evidencias negativas. Eso ya entra en el terreno de la discusión ética.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 16/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


AMIA, revelaciones exclusivas... De Alguna Manera...

La peor amenaza…
Cimitarra. Dibujo Pablo Temes.

Los detalles del mail que recibió Alberto Nisman, fiscal de la causa, son escalofriantes y reveladores.

“Rusito descerebrado, te vamos a matar a vos y a tus hijas. Judío hijo de mil putas, ¿no te das cuenta que cambió la mano?” La brutal amenaza que recibió Alberto Nisman, el fiscal de la causa por el atentado a la AMIA, provocó escalofríos en los empleados del Juzgado Nº 9 que encabeza Luis Rodríguez, donde se radicó la denuncia. No sólo por el texto, sino por algunas fotografías adjuntas al estilo de los carteles narcos mexicanos que no vale la pena describir para no ser funcionales a los cobardes que sólo persiguen intimidar a los que buscan verdad, justicia y condena.  

Uno de los empleados más entrenados en causas complejas subrayó algunas cosas llamativas del correo electrónico que Nisman recibió en la dirección de Yahoo! que medio mundo conoce:

1) En el párrafo donde le ordenan que renuncie a la investigación, le sugieren que busque trabajo en el exterior ya que “tus amigos los gringos te van a ayudar”. El lenguaje antiimperialista ortodoxo de nuestro país identifica a los norteamericanos como “yankys”. El concepto de “gringos” se utiliza sobre todo en países de la región del Caribe, como Venezuela y Cuba.

2) El repugnante texto, plagado del repertorio antisemita, lo firman con vivas a Irán y a Hezbollah. El nombre del grupo terrorista está escrito con la fonética del idioma original y al castellanizarlo colocan una “a” en lugar de la letra “o” para designar lo que literalmente significa el partido de Alá o de Dios. Dice “Hizbalá” y no “Hezbollah”, como en la grafía del inglés.

3) Cuando la amenaza se dirige a las hijas del fiscal, señalan la casa, el club, y mencionan algo muy reservado, con lo que demuestran que tienen un nivel de información importante: hacen una referencia a la mudanza de domicilio que están por concretar en estos días. Vale aclarar que las hijas viven con su madre, la ex esposa del fiscal, la jueza Sandra Arroyo Salgado, en un country muy tradicional pero que, por razones de estudio, efectivamente, decidieron cambiar de domicilio. Tanto el fiscal como la jueza tienen custodia especial de la Policía Federal.

4) Casi como una anécdota de tipeo, Perfil pudo observar en un despacho de un dirigente comunitario que el mail finaliza proclamando la “muerte al sionismo ursupador (sic)” en lugar de usurpador.

La lógica 6, 7, 8 consiste en acusar y apuntar con el dedo, y con foto si es posible, a los periodistas o medios que dan a conocer alguna información no querida por funcionarios, amigos y favorecedores del Gobierno. Si esos muchachos luego sufren algún inconveniente, escraches, abucheos o citaciones de la Justicia, de inmediato responsabilizan a esa prensa de haber provocado la acción. Así, la culpa de la cobarde agresión que sufrió Kicillof fue de Noticias y la silbatina que se comió Boudou fue culpa de Clarín y La Nación.

Si se siguiera ese mecanismo perverso que fomenta la autocensura, se podría decir, entonces, que fue Horacio Verbitsky el que incitó a que se produjeran las amenazas al fiscal Nisman.

Por suerte para todos, eso no es cierto y no existe, desde el lado del periodismo profesional, nadie que tenga la cabeza tan fanatizada como para atribuir cada hecho a una conspiración del enemigo ideológico.

El domingo pasado, en su habitual columna de Página/12, que suele ser un anticipo del pensamiento del Gobierno, mixturado con textos que parecen salidos de partes de inteligencia, el periodista publicó: “Ni Israel, ni Estados Unidos, ni el fiscal Nisman fomentan el acuerdo, por más que en público el fiscal diga que acompañará la nueva etapa. Luego de varios viajes a Israel y a Estados Unidos y de varios años de trabajo conjunto con funcionarios de la Secretaría de Inteligencia interesados en la cooperación con aquellos países en cuestiones de inteligencia y seguridad, se ha vuelto muy sensible a la trama internacional”.

En otro fragmento de su escrito, Verbitsky dice que “el atentado fue parte de una guerra que Argentina no libra pero de la que fue víctima” y perpetra una versión sui géneris de la teoría de los dos demonios cuando coloca al mismo nivel ético a Israel e Irán, porque plantea que “quedar en medio de dos gobiernos fundamentalistas con fuerte impronta religiosa es una calamidad para cualquier Estado democrático”.

Un argumento tan forzado que se transforma en chicana. Irán es un Estado explícitamente teocrático dirigido por un líder religioso supremo que conduce un gobierno político pero sometido a los clérigos. Hace falta mucha intencionalidad para igualar ese sistema con el israelí.

En las elecciones generales de hace 15 días, los partidos religiosos judíos Shas y Judaísmo Unido de la Torá obtuvieron un total de 18 bancas y El Hogar Judío, un partido ultranacionalista y pro religioso, logró 11. Es decir que del total de escaños de la Knesset (Parlamento), esas ideas representan 25 de las 120 que existen, apenas una más del 20%.

El planteo es más grave que la militancia de un periodista porque se trata de la confirmación del viraje chavista del gobierno de Cristina. Y porque recuerda la hermandad estratégica que hubo con Montoneros en los 70. Fue en el sur del Líbano, hoy ocupado por Hezbollah, donde tuvo lugar la famosa foto de Yasser Arafat con Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja, hoy ministro de Río Negro.

Varios pelotones, alguno encabezado por Rodolfo Galimberti, hicieron en ese lugar su entrenamiento foquista y la capacitación en la colocación de explosivos.

¿Hay una clara decisión de Cristina de integrar la Línea Fundadora del bloque bolivariano y, si el cáncer finalmente derrota a Hugo Chávez, ofrecerse ella misma para continuar el liderazgo? Rafael Correa y Evo Morales presiden dos países demasiado chicos para colocarse en el lugar de la locomotora. Fidel y Raúl están muy erosionados por su pensamiento jurásico y blindado.

Dilma Rousseff huye de esa posibilidad: es una estadista madura que quiere jugar en las ligas mayores del mundo para beneficiar con más justicia social a la mayoría de su pueblo.

Cristina, papisa frustrada, ocuparía con orgullo la comandancia del grupo de países que tienen una sólida alianza estratégica e ideológica con un jefe de Estado como Ahmadinejad, que niega el Holocausto y fomenta la desaparición del Estado de Israel.

Esta es la gran novedad desde el punto de vista político en la Argentina.

Los malabares y papelones que Héctor Timerman tiene que hacer para explicar lo inexplicable y para no soportar más los retos de Cristina son insólitos. Es que el Gobierno nunca pensó que, casi en su totalidad, las entidades más representativas de la comunidad judía, e incluso los no judíos, iban a rechazar en forma tan cerrada el Pacto de Etiopía.

Como dijo el senador tucumano José Cano, ni Luis D’Elía como canciller lo hubiera hecho mejor que Timerman. El piquetero, vocero de facto de Irán, siempre tiene una palabra de elogio para los acusados del peor atentado terrorista producido en la historia argentina.

Cuando se abrazó con Moshen Rabbani en Qom, la ciudad sagrada ubicada a 156 kilómetros de Teherán, y como el cristinismo todavía no había cambiado su opinión respecto del atentado, padeció el ninguneo de los medios K.

En aquel momento desató su ira contra Sergio Szpolski, al que acusó de ser “un sionista, coronel del Mossad” que recibe millones del Gobierno para hacer la comunicación kirchnerista”. Fue tristemente antológica aquella guerra santa por Twitter.

D’Elía dijo que iba a querellar al empresario, que lo acusó de “ser un ladrón” que recibía “cheques de Irán” para defender el régimen triplemente esdrújulo por “misógino, homofóbico y xenófobo”.

A propósito de Rabbani, hay que anticipar que el mayor impacto político lo va a producir el amenazado fiscal Alberto Nisman con un nuevo dictamen que dará a conocer dentro del próximo trimestre.

Se trata de un informe de más de 600 fojas, que después de dos años de trabajo encontró nuevas pruebas que fortalecen la acusación a Irán en general y al ex diplomático Moshen Rabbani en particular.

Incluso, uno de sus discípulos aparece vinculado al atentado en el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy. Esto desmiente rotundamente a la Presidenta y al canciller, que dicen que la causa está estancada.

Y hace todavía más cruel el volantazo que se pegó.

La que está congelada es la investigación de la Corte Suprema de Justicia, que sólo junta polvo y vergüenza ajena en los cajones. Cuesta creer que el juez Eugenio Zaffaroni se permita opinar sobre este tema sin esbozar aunque sea una mínima autocrítica.

Si Cristina y Timerman salen del pantano en el que se metieron, la nueva presentación de Nisman va a terminar de desnudar su sinrazón y va a quebrar, tal vez para siempre, la relación entre el oficialismo y la mayoría de las entidades de la comunidad judía.

© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 17/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Promesas incumplidas... De Alguna Manera...

Sin consenso...
Timer Man. Dibujo: Pablo Temes.

Promesas incumplidas. Además de desventajoso, el acuerdo con Irán muestra un estilo político.

Cuando en su preciso artículo del 26 de marzo de 2011, con pelos y señales, Pepe Eliaschev denunció en las páginas de PERFIL las negociaciones que, sobre el atentado contra la AMIA, mantenían el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y el de Mahmoud Ahmadinejad, muchos se resistieron a creer que eso fuera verdad. El canciller Héctor Timerman, con su desmesura habitual, lo tildó de pseudoperiodista. Es lo que pasa muchas veces en la profesión cuando un periodista de prestigio, con la responsabilidad y la seriedad que emana de un riguroso proceso de chequeo de las fuentes, debe dar a conocer hechos que, bajo los cánones del pensamiento lógico, resultan no sólo impensables sino inimaginables. ¿Quién podía imaginar que, luego de las claras incriminaciones hechas por la Justicia de nuestro país –repetidas por la Presidenta ante la Asamblea General de las Naciones Unidas– a dirigentes relevantes del régimen de Teherán, un acuerdo entre los gobiernos de la Argentina e Irán fuera posible? Pero, como lo expresa el dicho, la realidad supera –y con creces– a la ficción y, en la Argentina, mucho más.

La defensa del memorándum de entendimiento que hizo Timerman en la Comisión del Senado fue, sencillamente, lastimosa. “Hay que terminar rápido”, fue la orden que bajó Cristina Fernández de Kirchner al jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Angel Pichetto, tal como la captaron los micrófonos desplegados en la sala donde se realizaba esa, por momentos, tumultuosa reunión. Pura obediencia debida. Seguramente, la Presidenta estaba al tanto del penoso papel que estaba haciendo su canciller que, con algunas de sus respuestas, no hacía más que confirmar los peores presagios existentes sobre el alcance y real significado del acuerdo.

Una de las claves para evaluar ese alcance y ese significado pasa por saber qué interpretación se hace de este acuerdo en Irán. La diplomacia persa, curtida en mil batallas, tiene una historia milenaria que transforma a los advenedizos en la materia –Timerman lo es, y esto no es peyorativo sino descriptivo–, en presas fáciles. Por eso es que hay que prestar atención a lo que se dice y se escribe en Teherán a fin de conocer cómo se ve allí el acuerdo. Y cuando se realiza ese ejercicio se aprecia, claramente, que entre lo dicho por el vocero de la Cancillería iraní y lo después “desmentido” por su canciller –“desmentido” al que el Gobierno argentino hizo circular profusamente a través de su red multimediática– no hay ninguna diferencia. Recordemos: el vocero de la Cancillería iraní señaló que el ministro de Defensa no sería interrogado por el juez argentino que deberá desplazarse a Teherán. Ante el revuelo que esto produjo aquí, el canciller iraní dijo que su país cumpliría el acuerdo en su totalidad. En su edición del 5 de febrero, el Tehran Times dio pistas muy precisas que permiten dilucidar todo este embrollo, al expresar, desde el vamos, que el acuerdo está en línea con la postura del gobierno de Irán.

En primer lugar, se señala allí que el memorándum de entendimiento establece que los integrantes de la comisión de la verdad “deberían llevar adelante una profunda revisión de la prueba relacionada con cada acusado” (artículo 3). Una vez completada esta revisión de la prueba, los comisionados “expresarán sus opiniones y emitirán un informe”, el cual también contendrá recomendaciones en el “contexto de las leyes y regulaciones de los dos países” (artículo 4). Es decir, que la comisión de la verdad tendrá un rol activo en todo el proceso judicial, lo cual marca una diferencia sustancial con lo expresado por las autoridades argentinas, hecho que los siguientes artículos que se detallan más abajo confirma.

Se afirma luego que el memorándum de entendimiento contempla la posibilidad –no dice obligación– de que las personas acusadas sean interrogadas en sesiones que se llevarán a cabo en Teherán, con la participación de autoridades judiciales iraníes y argentinas, a la cual se le agregará la presencia de los comisionados (artículo 5). A este respecto, se aclaran varios puntos: el primero es que estos interrogatorios no podrán realizarse hasta que la comisión de la verdad no emita su informe; el segundo es que, como los interrogatorios se desarrollarán en territorio iraní, la ley que prevalecerá, entonces, será la de Irán; el tercero es que, como consecuencia de lo anterior, un juez iraní deberá no sólo estar presente sino presidir la sesión; el cuarto es que para que el juez iraní autorice al acusado a declarar debe haber en su contra una acusación hecha por una autoridad judicial de Irán; pero como esa acusación no existe, por ende, ningún ciudadano iraní –sea o no funcionario– estará obligado a someterse al interrogatorio del juez y el fiscal argentinos.

Por si quedara alguna duda, en el artículo 8 del memorándum de entendimiento se lee que “nada en este acuerdo deberá poner en riesgo los derechos de los individuos garantizados a ellos por la ley”. Entonces, según la Constitución iraní, los ciudadanos de ese país sólo pueden ser citados e interrogados por una corte de Irán en base a pruebas sólidas.

Por todas estas razones, nadie puede entender a ciencia cierta las verdaderas razones de un acuerdo tan desventajoso para la Argentina. Una de las posibilidades que deja abierta este pacto es que los acusados, si no son condenados, pueden llegar a demandar compensaciones a nuestro país. Esto sería el colmo, pero así es como están planteadas las cosas. Todo es ilógico y las argumentaciones del Gobierno son endebles.

Por lo general, este tipo de entendimientos exige, internamente, la búsqueda de consensos entre las distintas fuerzas políticas. Son acuerdos –aquí se habla nada más ni nada menos que de un tratado– de una dimensión tal que exceden a la de un gobierno. En estas instancias, lo que se debe lograr es el establecimiento de una política de Estado. Para ello, es esencial tener una actitud amplia para entender que la opinión del otro es también valedera en asuntos tan delicados, trascendentes y dolorosos como el atentado contra la AMIA que ocurrió en la Argentina, fue hecho contra una institución argentina y causó 85 muertes de argentinos y residentes en nuestro país.

La búsqueda de esos consensos fue lo que prometió la Presidenta en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre de 2012. El memorándum de entendimiento y la forma en que habrá de aprobarse van en el sentido exactamente opuesto a lo enunciado entonces. Nada que pueda sorprender. Esa es, al fin y al cabo, la esencia del kirchnerismo: decir una cosa y hacer exactamente otra.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 16/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Martín Gianola, mucho más que un actor... De Alguna Manera...


Recordando a Martín Gianola, mucho más que un actor...


Martín era Gianola, pero era Martín antes que nada. Era primo de Fabián, más célebre que él, pero así y todo no se hablaban. Nunca lo hicieron. “Lo vi un par de veces en reuniones familiares, pero no nos damos bolilla”, me dijo una vez.

Pocos saben que Martín era un irremediable ateo; no solo eso: era un gran refutador de pseudociencias y un voraz lector de libros de ciencia, especialmente los de Carl Sagan.

“Si nosotros no le abrimos la cabeza a la gente, no lo va a hacer nadie”, solía decir, con dureza en la voz y en la mirada. Así era él, un apasionado en todo lo que hacía. Basta leer las columnas que supo escribir en este portal para advertirlo.

Su postura era la de una persona con confianza en su propia persona, pero siempre dudaba, acerca de todo. “Ahora me va bien, pero ¿si mañana no me va tan bien?”, insistía en repetir.

Pasó más momentos malos que buenos. Fue busca, productor, director y hasta profesor improvisado de teatro en Tigre. Antes de eso, había logrado estrellato en la tira “Nueve lunas” que se emitía por Canal 13 a mediados de los años 90.

La voluntad de hierro de Martín fue lo que le permitió avanzar en la vida, aún cuando las puertas se le cerraban una tras otra. “Todo lo que uno desea se puede cumplir”, solía vociferar.

Y él mismo fue el que demostró que eso es así. Un día me dijo que soñaba con integrar la inmortal banda de rock Virus, creada por el siempre presente Federico Moura. “Yo sé que un día lo voy a lograr”, me dijo a fines de los 90 en un húmedo bar de San Telmo.

Yo solo atiné a reírme. “¿Qué es lo gracioso, tarado?”, me dijo con la firme voz que lo caracterizaba. No supe qué decirle.

Pocos años más tarde, el destino supo regalarle lo que más quería. Ahí estaba él tocando con la banda de sus sueños. “Te dije que lo iba a lograr”, me dijo. En ese preciso instante, me dio una gran lección de vida. Al mismo tiempo, me calló la boca.

Todo bien con Martín, pero seguía sin trabajo. Y lo peor: estaba preocupado por ello.

De pronto, su imagen imponente apareció en enormes carteles de la calle Corrientes, revelando su participación en la obra CincoGays.com, una deliciosa comedia dirigida por Rafael Pence. “Vos no vas a pagar, quedate tranquilo”, me sorprendió cuando le conté que tenía ganas de ir a verlo al teatro. Él sabía que, al igual que hoy, odiaba ver obras teatrales.

Su actuación fue imponente y jugada, destacándose una escena en la que le daba un intenso beso en la boca a Cristian Sancho.

Años más tarde, llegó la peor noticia: “Chris, tengo cáncer”, me dijo. Acto seguido, dijo la frase que jamás pensé escuchar de su boca: “Tengo miedo”. ¿Qué decirle a quien siempre tenía todas las respuestas? ¿Cómo darle esperanzas a quien no creía en nada ni nadie, siquiera en Dios?

Como pudo, Martín la peleó y superó sus peores miedos. Lo hizo de la manera menos pensada: trabajando. “Me parece que me cura más la clase de la noche que la quimio de la mañana”, escribió hace unos meses en su muro de Facebook.

Luego llegó un nuevo año y los comienzos de 2013 lo encontraron trabajando. “Escribiendo ‘Papel, Madera y Acero’, una comedia para una buena pareja de actores. La tengo en la mente desde hace tiempo. Hoy como parte de mis vacaciones, comienzo a divertirme bajándola”, volvió a comentar a través de las redes sociales.

El 7 de febrero fue su último reporte: “Tranquilo. Recuperando fuerzas. Besos a todos”, escribió nuevamente en Facebook. Como siempre, en lugar de buscar que alguien lo calmara, él buscaba una vez más tranquilizar a quienes lo queríamos.

La muerte lo encontró desprevenido, como casi siempre suele ocurrir. Pero también lo inmortalizó. ¿Cómo olvidar a ese actor cuyo rostro se negaba a envejecer? ¿Cómo no admirar a la persona que luchó, no solo contra su enfermedad, sino también contra su esquivo destino?

La historia de Martín es la de la superación, una lección para quienes creemos que no todo es posible. Él mismo lo demostró una y otra vez.

Siempre hizo lo que quiso y logró lo que se propuso, sin importar lo complicado que fuera. “Yo quiero que un día todos hablen de mí”, me dijo hace algunas semanas a través de un escueto correo electrónico.

Una vez más, logró lo que quería. Hoy todos hablaremos de él. Con la admiración de siempre.

Hasta pronto, querido amigo mío. Ya nos veremos por ahí para hablar las cosas de siempre.

© Escrito por Tomás Sanz el sábado 16/02/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas.

sábado, 16 de febrero de 2013

El tercer atentado es de índole moral... De Alguna Manera...


El tercer atentado es de índole moral...
Hubo en el pasado una industria de la muerte. Prosperó en los campos de concentración alemanes. Hay ahora una comercialización de la muerte. Acaba de convalidársela en el Parlamento argentino.

Ahmadinejad puede sentirse satisfecho. A su negacionismo de la Shoá se suma ahora la subestimación del dolor judío por parte del Estado argentino. Si se trata de renegar de lo sucedido, la coincidencia no podía ser mayor.

A los dos atentados materiales que ya tuvieron lugar se agrega ahora este tercer atentado que es de índole moral y que, una vez más, es cometido en la Argentina. Con él ha volado por el aire la máscara que cubría la cara del delito y la mentira. Hoy no hay conexión local en la siembra del espanto; hoy todos los responsables de lo ocurrido son argentinos y forman parte del gobierno nacional.

La defensa del acuerdo establecido con Irán es clara en su propósito: se trata de convertir a los verdugos en inocentes y a los inocentes asesinados en seres insignificantes.

Con este acuerdo humillante, la Argentina se aparta de la verdad y de la historia. De la historia, porque la historia pide que no haya olvido. De la verdad, porque la verdad reclama justicia y sólo se le brinda el encubrimiento del crimen y el desprecio del dolor.

¿Dónde está el progresismo de quienes se subordinan al mandato de los delincuentes?

¿Dónde está la política de derechos humanos de un gobierno que tiene oídos para los que violan esos derechos y no los tiene para quienes exigen su vigencia?

Ayer la verdad ha sido vendida al mejor postor por el Parlamento. Su responsabilidad era resguardarla. Y la ha rifado. Mayoría de la pequeñez y de lo infame. Mayoría de lo vergonzoso y lo perverso. Mayoría del desprecio por la soberanía nacional. Mayoría de la bajeza ejercida sin temblar y de la obediencia debida practicada con fervor.

Ni la justicia argentina ni la comunidad política del país ni la colectividad judeo-argentina están con el Gobierno. Pero el Gobierno no está solo. El Gobierno está con Irán.

Hay desde ayer una nueva clase de desaparecidos en la Argentina. Son los asesinados en la AMIA y la embajada de Israel.

El Gobierno ha decidido, con su acuerdo escalofriante, terminar con su significación como fundamento de la búsqueda de la verdad y la justicia. Los ha hecho desaparecer como límite intransponible de toda conducta indigna. Ha volatilizado su valor real y simbólico para convertir en un patético acuerdo la indignidad. El Gobierno lo sabe. Lo sabemos nosotros. El olvido no tendrá lugar.

Este texto fue leído por el autor en el acto de ayer frente al Museo del Holocausto.

© Escrito por Santiago Kovadloff el viernes 15/02/2013 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.