Ni sus compatriotas se salvan de Obama…
Drone, avión no tripulado.
Lo admitió él mismo: envió
agentes de la CIA a Yemen para asesinar a un ciudadano estadounidense, a su
hijo adolescente y al hijo de un amigo. Ocurrió en 2011 y dijo que lo había
ordenado porque su compatriota adulto instaba a combatir contra EE.UU. y que
los jóvenes apenas fueron “un daño colateral” (www.washingtonpost.com,
14-2-13). Se conocía lo ocurrido, pero es la primera vez que el mandatario lo
acepta abiertamente. Agregó que haría lo mismo cada vez que estuviera
convencido de que matar a estadounidenses era necesario para salvaguardar la
seguridad de EE.UU. El adulto del caso no tenía antecedentes ni había sido
procesado o condenado por jurado alguno. En cambio, fue ejecutado
extrajudicialmente por un drone (avión no tripulado) de la CIA.
El ex juez de la Suprema
Corte de Nueva Jersey Andrew P. Napolitano opinó en The Washington Post que “el
derecho internacional y el derecho en tiempos de guerra, a los que EE.UU. está
sujeto por pactos (vinculantes), así como el derecho federal y los valores
judeo-cristianos que subyacen en la Declaración de Independencia (que garantiza
el derecho a la vida) y la Constitución (que permite la injerencia
gubernamental con el derecho (a matar) sólo después de una declaración de guerra
del Congreso o un debido proceso individual), todos establecen que la certeza
de la identidad de un blanco humano, la veracidad en que se basa el deseo de su
muerte, la percepción de su culpabilidad y un peligro inminente son
insuficientes para justificar que el gobierno utilice una fuerza letal contra
él. El presidente sólo puede ejecutarlo legalmente después del debido proceso o
en defensa propia o declarando la guerra”. Se ignora qué peligro inminente
representaban las víctimas a miles de kilómetros de distancia de EE.UU.
Muchos observadores se
preguntaban de qué base militar despegaban –y despegan– los drones que lanzan
sus misiles en Yemen, Pakistán y Somalia cobrando la vida de centenares de
civiles, mujeres y niños incluidos. Algunos medios descubrieron que está
localizada en Arabia Saudita. Jay Carney, vocero de la Casa Blanca, explicó:
“Damos estos golpes porque son necesarios para mitigar amenazas reales, para
terminar con los complots, para prevenir ataques futuros y, nuevamente, para
salvar la vida de estadounidenses” (www.telegraph.co.uk, 6-2-13). No la de todos los estadounidenses,
por lo visto.
Algunos militares y
funcionarios de los servicios de inteligencia de alto rango han expresado su preocupación
por esta clase de guerra. El general (R) Stanley A. McChrystal, ex jefe del
Comando de Operaciones Especiales que tiene a su cargo los operativos con
drones, dijo en una entrevista con la agencia informativa Reuters que éstos
“podían ser útiles, pero despiertan ‘un odio visceral’ en los lugares donde se
producen y contribuyen a una ‘percepción de la arrogancia estadounidense’” (www.nytimes.com, 5-2-13). Y, tal
vez, al reclutamiento de más militantes de Al Qaida.
Un informe presentado
recientemente a la Corte Suprema de Peshawar –centro administrativo de las
áreas tribales de Pakistán– da cuenta de que en los últimos cinco años 147
ataques de drones en Waziristan Norte, una pequeña zona rural del tamaño de
Long Island, causaron la muerte de 894 personas, entre ellas, 35 mujeres y 24
niños (www.thenews.com.pk,
14-2-13). La mayoría de las víctimas pertenecían a la tribu local y los jueces
expresaron su insatisfacción porque el informe del fiscal no distinguía entre
militantes y civiles no combatientes, datos que era imposible obtener, de
manera que todos pasaron a integrar la larga lista de “sospechosos de
terrorismo”.
Una encuesta del Pew Research
Center revela que no le falta razón al general McChrystal acerca de la opinión
exterior sobre los ataques con drones (www.people-press.org, 6-2-13). Mientras en EE.UU. los apoya un 62
por ciento, incluso en Gran Bretaña los desaprueba un 47 por ciento y en
Alemania el 59 por ciento. Ni hablar de los países árabes: en Túnez los condenó
el 72 por ciento de los encuestados, en Egipto el 89, en Jordania el 85. Hasta
en países como Brasil y Grecia se registraron altos índices de rechazo: 76 y 90
por ciento respectivamente.
Cabe, sin embargo, matizar la
posición de los interrogados en EE.UU.: el 81 por ciento se mostró muy
preocupado o algo preocupado porque esos ataques ponen en peligro la vida de
civiles (www.people-press.org,
11-2-13), el 65 por ciento manifestó mucho o algo de temor de que provoquen la
represalia de los extremistas y el 57 consideró que dañan la reputación
internacional de EE.UU. Al mismo tiempo, el 66 por ciento estimó que son
perfectamente o bastante legales. Al parecer, no todos los estadounidenses
conocen la Constitución estadounidense.
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Escrito por Juan Gelman el domingo 17/02/2013 y publicado por el Diario
Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.