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sábado, 16 de febrero de 2013

El tercer atentado es de índole moral... De Alguna Manera...


El tercer atentado es de índole moral...
Hubo en el pasado una industria de la muerte. Prosperó en los campos de concentración alemanes. Hay ahora una comercialización de la muerte. Acaba de convalidársela en el Parlamento argentino.

Ahmadinejad puede sentirse satisfecho. A su negacionismo de la Shoá se suma ahora la subestimación del dolor judío por parte del Estado argentino. Si se trata de renegar de lo sucedido, la coincidencia no podía ser mayor.

A los dos atentados materiales que ya tuvieron lugar se agrega ahora este tercer atentado que es de índole moral y que, una vez más, es cometido en la Argentina. Con él ha volado por el aire la máscara que cubría la cara del delito y la mentira. Hoy no hay conexión local en la siembra del espanto; hoy todos los responsables de lo ocurrido son argentinos y forman parte del gobierno nacional.

La defensa del acuerdo establecido con Irán es clara en su propósito: se trata de convertir a los verdugos en inocentes y a los inocentes asesinados en seres insignificantes.

Con este acuerdo humillante, la Argentina se aparta de la verdad y de la historia. De la historia, porque la historia pide que no haya olvido. De la verdad, porque la verdad reclama justicia y sólo se le brinda el encubrimiento del crimen y el desprecio del dolor.

¿Dónde está el progresismo de quienes se subordinan al mandato de los delincuentes?

¿Dónde está la política de derechos humanos de un gobierno que tiene oídos para los que violan esos derechos y no los tiene para quienes exigen su vigencia?

Ayer la verdad ha sido vendida al mejor postor por el Parlamento. Su responsabilidad era resguardarla. Y la ha rifado. Mayoría de la pequeñez y de lo infame. Mayoría de lo vergonzoso y lo perverso. Mayoría del desprecio por la soberanía nacional. Mayoría de la bajeza ejercida sin temblar y de la obediencia debida practicada con fervor.

Ni la justicia argentina ni la comunidad política del país ni la colectividad judeo-argentina están con el Gobierno. Pero el Gobierno no está solo. El Gobierno está con Irán.

Hay desde ayer una nueva clase de desaparecidos en la Argentina. Son los asesinados en la AMIA y la embajada de Israel.

El Gobierno ha decidido, con su acuerdo escalofriante, terminar con su significación como fundamento de la búsqueda de la verdad y la justicia. Los ha hecho desaparecer como límite intransponible de toda conducta indigna. Ha volatilizado su valor real y simbólico para convertir en un patético acuerdo la indignidad. El Gobierno lo sabe. Lo sabemos nosotros. El olvido no tendrá lugar.

Este texto fue leído por el autor en el acto de ayer frente al Museo del Holocausto.

© Escrito por Santiago Kovadloff el viernes 15/02/2013 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



viernes, 8 de febrero de 2013

Ahmadinejad ama la verdad… De Alguna Manera...


Ahmadinejad ama la verdad…
Preguntas sin respuesta. El peligro de que lo firmado se convierta en un tratado que complique a la Argentina. Los errores de una Comisión de la Verdad que no podrá impartir justicia. Qué busca Irán. ¿Hacia un acto de estupidez histórica?

Hace unos días, los ministros de Relaciones Exteriores de la Argentina y de Irán firmaron un memorando de entendimiento sobre la cuestión del atentado a la AMIA. Los memorandos de entendimiento son una de las formas básicas utilizadas para acordar formalmente la voluntad de dos o más partes, por lo general representantes de gobiernos. La forma más elaborada y compleja es el tratado. A diferencia del memorando, el tratado compromete la voluntad de una nación, y su incumplimiento genera sanciones. Al obligar a la nación y no sólo al gobierno que ocasionalmente los firma, los tratados requieren la aprobación del Poder Legislativo.

Por lo tanto, lo que fue firmado en Etiopía no requiere aprobación legislativa. Pero, curiosamente, el texto firmado indica lo contrario: “Este acuerdo será remitido a los órganos relevantes de cada país, ya sean el Congreso, el Parlamento u otros cuerpos, para su ratificación o aprobación de conformidad con sus leyes”.

Esta dista de ser una cuestión formal. Si se sigue el procedimiento legislativo, el memorando devendrá tratado y se convertirá en ley. Su vigencia se prolongará en el tiempo con independencia de los gobiernos. Si, por ejemplo, al final de este oscuro sendero se acordara una indemnización a los familiares de las víctimas en lugar del enjuiciamiento y condena de los culpables (así sucedió en Libia con el atentado ordenado por Kadafi al vuelo 103 de Pan American), nunca podríamos volver atrás.

Una aprobación legislativa de este acuerdo significaría entonces que la Argentina, no sólo el Gobierno actual, habría aceptado la impunidad.

¿Qué busca el memorando-tratado? Al inicio del texto se señala el objetivo de la acción conjunta: “Se creará una Comisión de la Verdad compuesta por juristas internacionales para analizar toda la documentación presentada por las autoridades judiciales de la Argentina y de la República Islámica de Irán”.

Aquí se nota otra originalidad del memorando-tratado: la creación de una Comisión de la Verdad entre dos países. Este es el primer caso en que una comisión de este tipo no está compuesta por partes del mismo país. En todos los casos conocidos, una Comisión de la Verdad se forma entre dos o más sectores de una sociedad para que todos den su testimonio sobre un conjunto de hechos sucedidos, siempre violentos y que generaron muertes, persecuciones y destrucción.

Una Comisión de la Verdad se establece para saber lo que pasó, no para castigar a los culpables. Quienes la componen reconocen que los responsables de los delitos no podrán ser enjuiciados y acuerdan la reconstrucción histórica; se ponen rostros a los victimarios. Unos no tienen poder para enjuiciar y los otros poseen el suficiente para no dejarse enjuiciar.

Extrañamente, tras varias críticas, llegando a calificar el acuerdo de “trampa”, miembros de la DAIA y la AMIA dijeron hace cuatro días –en un llamativo cambio de posición– que “ahora que les habían aclarado lo que se quería decir en el texto, veían su utilidad”. Disculpe, lector, mis reiteraciones, pero lo hago tratando de evitar la engañosa ilusión de quienes sufren: la intención de los tratados no se aclara, se escribe. Si hay una intención por parte del Gobierno que va más allá del texto, esa intención no tiene valor. Lo que vale es lo que está escrito, no su interpretación.

El memorando-tratado reemplazará a la Justicia. Irán puede mostrar lo que acordó, y allí no hay una sola palabra que obligue o sugiera la posibilidad de un juicio.

La Comisión de la Verdad no es la antesala de la Justicia. Siempre ha sido así. El magistrado Raúl Zaffaroni sostiene que éste es el comienzo del camino judicial y que fue una equivocación hablar de Comisión de la Verdad. Qué error notable para un juez: el nombre designa correctamente lo que es, y no hay nada en el texto que indique la posibilidad de acción judicial posterior. Lo que no está en el tratado no está en el mundo.

Otro hecho llamativo, sobre el cual no se ha oído ninguna explicación, es la inexplicable razón por la cual el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, firmó este texto. A cambio de aceptar que sus funcionarios testimonien ante esta Comisión y autoridades judiciales argentinas, ¿alguien explicó qué gana Irán?

Hace casi 18 años que sucedió el atentado, uno de los más grandes actos terroristas antijudíos desde el final de la Segunda Guerra en el mundo. Sin embargo, el régimen iraní convivió con la sospecha sin que pareciera sacarle el sueño. ¿Por qué ahora este afán de purificación? Puede, lector, que mi información limitada me lleve a ignorar cosas obvias. Pero no imagino, ni vi que otros conocieran, la razón de la contrición.

El presidente Ahmadinejad, lamentable producto de la historia del último medio siglo de su país, no es un individuo con quien se pueda hacer un acuerdo. Es responsable de una brutal represión interna, de la muerte de muchos de sus compatriotas que objetaron los resultados electorales, es homofóbico y niega la existencia del Holocausto. Es un activista del negacionismo. Organizó en su país congresos “mundiales de expertos” para demostrar la falsedad histórica de la Shoah, la catástrofe humana del siglo XX. En esos congresos estuvieron presentes escritores, actores, políticos de varios países, casi todos ellos con condenas de cárcel en sus países por delitos raciales.

En el atentado a la AMIA murieron 85 personas. Eran trabajadores y estudiantes argentinos, chilenos, bolivianos y polacos. Y ahora, el Gobierno nos dice, lector, a usted, a mí y otros muchos, que deberíamos creer que no sólo no se podrá hacer justicia, sino que la verdad sobre las causas de esas muertes será indagada por representantes de un país que desconoce, rechaza y niega la exterminación de seis millones de personas.

Creo que cometeríamos un acto de estupidez histórica. Pero si Irán no buscó esto, ¿quién lo hizo? ¿Por qué?
En el pasado mes de octubre, la agencia de noticias iraní FARS publicó la siguiente información: “El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad dijo que una vez que las investigaciones tuvieran lugar de forma precisa e imparcial, recién entonces se habrá preparado el terreno para la expansión de las relaciones comerciales entre Irán y la Argentina”. Por lo tanto, el señor Ahmadinejad pone (¡él, no los argentinos!) como condición la investigación, y, una vez que quede bien claro todo, nuestro país podrá aumentar sus exportaciones.

El negacionista quiere la verdad sobre 85 muertes, la mayoría judía. Parece que, entonces, si nosotros permitimos que se conozca la verdad, tendremos como recompensa un comercio ampliado. Hoy vendemos por valor de 1.200 millones de dólares e importamos por veinte millones. ¿Cuánto más vale la verdad?

¡Qué historia rara, lector! Si el Congreso aprueba este memorando, será tratado y no tendremos vuelta atrás. Por lo menos, tratemos de no comprometernos para siempre con este “hecho histórico”. Que sea, sólo, una de las tantas cosas de este Gobierno, que serán desandadas. No le pongamos a la impunidad el sello de la nación.

© Escrito por Dante Caputo el domingo 03/03/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


martes, 5 de febrero de 2013

Viaje al pasado… De Alguna Manera...


Viaje al pasado…

El dólar de ya no ser, CFK y GW. Dibujo: Pablo Temes.

Dólar, cortes de luz, aumento del mínimo no imponible y acuerdo con Irán: tarde o mal.

En el viaje al pasado al que día tras día va llevando Cristina Fernández al país, revivió en esta semana, como nunca desde el comienzo de la era de los Kirchner, la fiebre del dólar. En medio del mal humor producido por el calor agobiante y los cortes en el suministro de energía eléctrica, tanto el jueves como el viernes que pasaron, como sucedió otras veces en la historia argentina, el valor que hora tras hora alcanzaba la divisa estadounidense en el mercado paralelo fue marcando el pulso de la actividad económica. No importa si eran grandes inversores o el señor o la señora de barrio. Nadie estuvo, en esas horas, indiferente al destino del blue.

Es curioso este fenómeno generado por la mala praxis económica llevada adelante por funcionarios kirchneristas que, con sus medidas y sus dichos, contradicen uno de los postulados básicos –la estabilidad del dólar– que formaban algo así como el manual de la gobernabilidad que Néstor Kirchner aplicaba como un concepto casi “bíblico”. El ex presidente, que se había preocupado por estudiar economía y por aprender sus principios básicos, sabía también que el superávit fiscal era un pilar fundamental para asegurar una buena administración gubernamental. En fin, cosas de sentido común que Kirchner había tenido el tino de aprender y poner en práctica.

Todo eso se ha tirado por la borda. Y aparece aquí, entonces, un verdadero desafío para el Gobierno: la necesidad de hacer correcciones. Y ésta es una alternativa para la que la Presidenta ha demostrado tener poca aptitud. Y esa poca aptitud se manifiesta, entre otros hechos, en la manera como se reacciona desde el oficialismo cuando alguien se atreve a desnudar la citada mala praxis gubernamental que ha generado un enorme problema cuya solución habrá de ser cada vez más costosa. Es lo que le pasó a Mario Wainfeld a raíz de su última columna dominical en Página/12. Mario, a quien nadie podría tildar de opositor y al que se lo valora por su pluma y por su respeto a la pluralidad, no hizo más que narrar el sinsentido de lo que hoy vive la mayoría de los ciudadanos que quieren o necesitan comprar dólares. Ante la enunciación de esa realidad, el Gobierno actuó como siempre, es decir, la descalificación. Eso fue lo que significó la “respuesta” que le dio la AFIP, en la que lo que faltó fue una contestación al planteo hecho por nuestro colega. Fue un calco del caso de la carta de la Presidenta a Ricardo Darín en la que lo que menos hizo la remitente fue responder al interrogante sobre su fortuna personal que se había planteado el actor.

La desilusión reinante en las filas de la CGT Balcarce luego del anuncio hecho por la Presidenta a través de la cadena nacional de la suba del mal llamado mínimo no imponible ha sido un termómetro de lo insuficiente de la medida. Es más o menos lo mismo que pasa con una enfermedad: cuando un remedio se da a destiempo y en cantidades insuficientes, aun cuando contenga la droga adecuada para el mal en cuestión, terminará siendo ineficaz. Es lo que está sucediendo ahora con la decisión del Gobierno. La suba anunciada del mínimo no imponible –del 20%– llega tarde y es insuficiente. Es más, dependiendo de los aumentos salariales que se acuerden en las negociaciones paritarias, a muchos trabajadores los terminará perjudicando. Al lado de este problema que afectará a muchos asalariados, está el de la inflación, que también los perjudica. “Este dinero irá al consumo”, señaló Fernández de Kirchner el lunes pasado. El problema es que, en el marco dentro del que se desenvuelve la actividad económica, el aumento de la demanda es hoy un factor inflacionario más. Por otra parte, como consecuencia de esa dinámica, en la Argentina de hoy todo es consumo, nada es ahorro. Por eso es que la irrealidad de los índices del Indek ya no sirve más. Y esto va más allá de la censura que acaba de aplicarle al país el Fondo Monetario Internacional. El ministro de Economía acaba de anunciar que se creará un nuevo índice. ¿Quién le creerá?

El azoro de la semana lo produjo la inesperada decisión del Gobierno de disponer que tanto el juez como el fiscal que tienen a su cargo la investigación por el brutal atentado terrorista contra la AMIA deberán trasladarse a Teherán para interrogar a los funcionarios del gobierno iraní incriminados en el hecho. Al respecto, lo que no hay que olvidar es que ese atentado se produjo en territorio argentino, que fue hecho contra una entidad argentina, y que las víctimas fueron en su mayoría ciudadanos argentinos junto con algunos ciudadanos extranjeros residentes en la Argentina. No es, por lo tanto, similar al atentado contra el vuelo 103 de Pan Am que se desintegró, el 21 de diciembre de 1988, en pleno vuelo al estallar una bomba colocada en el Boeing 747 cuando se hallaba sobre la localidad escocesa de Lockerbie, durante la travesía Londres-Nueva York. En ese atentado murieron los 243 pasajeros, los 16 miembros de la tripulación y 11 personas más en tierra. La acusación por el hecho recayó sobre integrantes del gobierno del dictador libio, Muamar Kadafi. A pesar de que la aeronave pertenecía a una empresa estadounidense, el juicio lo llevaron adelante jueces de Escocia en un país neutral –Holanda– al que Kadafi entregó a los dos oficiales de inteligencia acusados.

Que la Presidenta haya hecho este anuncio de tamaña trascendencia por Twitter es una desagradable muestra de banalización de un tema grave y doloroso: una cosa es utilizar el contenido de 140 caracteres para apreciaciones críticas o sarcásticas y otra, hacerlo sobre el caso AMIA. Decir que aceptar que los interrogatorios se hagan en Irán es una reafirmación de la soberanía es como afirmar que lo que es blanco es negro. E imaginar que por esta vía se logrará que el régimen de Mahmud Ahmadinejad entregue a sus funcionarios parece quimérico. ¿Será el próximo paso del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner pedirle disculpas a Irán?

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 02/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.