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lunes, 4 de marzo de 2019

Confesión de la debilidad… @dealgunamanera...

Confesión de la debilidad…


Sirve comenzar por un contraste impresionante: la magnitud del ruidazo en Plaza de Mayo, el viernes a la noche, y la ignorancia de la mayoría mediática. Sirve porque hablaremos de debilidades, y esa ignorancia lo es. 

© Escrito por Eduardo Aliverti el lunes 04/03/2019 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

De manera causal, el discurso de Macri empalmó con una de las peores semanas noticiosas de su gobierno.

La paralización de la planta de Peugeot, durante todo marzo para empezar, es un ejemplo reforzado de que prácticamente no va quedando nada en pie aunque la afirmación pueda parecer exagerada. Por algún motivo, la situación similar en Honda no tuvo el mismo rebote mediático y, por una parte, en lo cuantitativo son sólo ejemplos agregados. Pero marcas de ese tipo son simbólicamente muy fuertes respecto del tamaño de la crisis, como en la semana anterior lo fue la embotelladora de Coca Cola. Se suman ahora los tarifazos recargados en la vuelta de las vacaciones, con la canasta escolar a bote para unas clases que tampoco empiezan. A decenas de pymes cerradas por día en todo el país y con cerca de 200 mil empleos formales perdidos desde que llegó la revolución de la alegría, el Presidente divagó sobre una realidad paralela, de una dimensión desconocida.

A esta altura, si lo hizo porque le habla a su nosotros, que son ellos, o porque vive en una burbuja indescriptible, es una discusión ociosa.  

Por si faltaba ratificarlo, y esto no corre “riesgo” de considerarse como una evaluación subjetiva, Macri habló rodeado de una soledad callejera estremecedora. No había nadie afuera del Congreso en su apoyo. Nadie. Y fueron muy pocos, por no decir ninguno, quienes en la escena de papel, audiovisual, o digital, salieron a defender sus desvaríos.

Apenas, en el círculo rojo mediático, hubo una columna extravagante de Joaquín Morales Solá.

El colega, digamos, habló de un cierre del discurso macrista emparentable con la “épica” de las apelaciones públicas de Raúl Alfonsín.

Increíble. Comparar siquiera en ápices la labia de Macri con la del ex líder radical, uno de los más grandes oradores de nuestra historia política, es de un volumen resistente a adjetivos. Esa genuflexión integra el tronco de mostrar debilidad.

El Presidente sabe –cabría suponer- que el desierto de manifestaciones en su respaldo no puede ser contrapuesto a través de los micros choriplaneros de la gestión previa, como acusan trolls y globertos en la cloaca de las redes y en la de los medios adictos. Sabe que la pasión infantiloide que intentó transmitir no mueve un pelo, ni apenas entre fogosos que no tiene excepto por el fanatismo del odio gorila. Ese aborrecimiento es hereditario, mucho antes que de barra propia. Y de eso se habló quizá sin la remarcación merecida: ni en sus mejores momentos –cuando la arremetida rumbo al balotaje de 2015, en sus primeros meses de gobierno e incluso al ganar las elecciones de 2017- Macri fue capaz de enamorar a sus más fieles.

Desde el viernes hay alguna polémica, en los circuitos del análisis de discurso, sobre si esta vez  el coaching duranbarbista fue adecuado.

Se dice que sí porque no se trataba de intervención parlamentaria sino del lanzamiento de campaña, para mostrar a un verdadero jefe de Estado que se ratifica en sus convicciones.

Se dice que no (en la interpretación de quien firma es así) porque no se puede couchear la autenticidad con alguien completamente carente de carisma.

Se dice que habrá que ver, porque falta observar en la cancha la tozudez de un Macri “cristinizado”, agresivo, con gestos infrecuentes dispuestos al golpe por golpe.

Se dice que lo entrenaron bien para eso, pero sin prevenir que las burlas de la bancada opositora lo sacarían de quicio más de la cuenta. 

Para reiterar lo ya publicado personalmente en este diario, al cabo de ese disparate discursivo frente a la Asamblea Legislativa, no hay fonoaudióloga ni entrenamiento -visto ya cómo gobierna, de sobra- que pueda transformar en convincente a quien asegura que estamos viviendo en Disneylandia.

Sin embargo, esas apreciaciones, todas, son secundarias frente a un hecho determinante: cualquier fuere la opinión de cada quien sobre el efecto eficaz u horrible de un Macri sobreactuado, lo principal es que la única carta que parecería quedarle es técnica. Publicitaria, pero ya con tres años y pico de gestión encima.

Lo constatable es que el Gobierno no tiene más nada que ofrecer desde datos estadísticos y/o perceptibles como síntoma de mejora colectiva. Que el debate-núcleo pase a ser, como ocurre en estas horas, si Macri enojado es una táctica apta, inútil o más o menos, refleja una notable ausencia de cartuchos cambiemitas. Por ahora.

Simultáneamente, contra las obviedades del quejismo descriptivo, el vacío y la irrespetuosidad del discurso de Macri insisten con devolver la pelota a campo contrario. Cuál relato se le opone, superador de sufrir y denunciar.

Más aún, es válido re-admitir que la indignación despertada desde el viernes a la mañana pasa por los politizados del palo. Los intelectualmente inquietos. Afuera de eso hay un mundo de indiferentes y desencantados que no escucharon el discurso ni durante ni después, que a lo sumo miran y no ven los títulos periodísticos, que no se conmueven sino por otras cosas de la penetración mediática hegemónica y de salvaciones individualistas.

Esa noticia es mala o buena, según sea que los displicentes ya no se conmueven por nada o que algo sea capaz de renovarles algunas expectativas. Aun las más módicas son imprescindibles en tiempos de semejante frustración, estupor, incertidumbre.

Macri abrió el juego de que no tiene más cartas, excepto la de probar con desencajarse. Curiosamente, entre tantísimas omisiones, no habló del campo ni de la cosecha. Sólo de confianza en y del Fondo Monetario.

Es un signo de debilidad, que podrá ser tremenda si la oposición sabe mover.


domingo, 3 de marzo de 2019

Oportunidad perdida… @dealgunamanera...

Oportunidad perdida…

Duranbarbísmo Explícito. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

El oficialismo y la oposición dejaron una mala imagen en el Congreso. Dudas internas e índices que preocupan.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 03/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El viernes pasado hubo un acto de campaña electoral. Y no fue en un estadio de fútbol. Fue en el Congreso. Ocurrió durante la lectura del discurso de apertura del período ordinario de sesiones por parte del presidente Mauricio Macri, largo momento durante el cual la Asamblea Legislativa se pareció más a una cancha que a lo que se supone debe representar el Poder Legislativo. Faltaron solo los barrabravas. Triste espectáculo institucional de un país que causa pena por doquier. Lo que se vio y se vivió en ese recinto poco tiene que ver con la democracia. El kirchnerismo y algún otro sector de la oposición a los insultos y a los gritos. El oficialismo, a los gritos también. Hasta hubo quien se hizo pasar por diputada –imposible no acordarse del diputado trucho– que interrumpió e increpó al Presidente. Lo que se vio allí fue la vigencia de la antinomia, que es estar  en las antípodas del pluralismo. Y sin pluralismo, no hay verdadera democracia.

En la antinomia, nadie respeta al otro. En la democracia, al otro se lo respeta. En la antinomia, al otro se lo silencia. En la democracia, al otro se lo escucha. En la antinomia, con el otro no se habla. En la democracia, con el otro se dialoga. En la antinomia, al otro se lo intenta destruir. En la democracia, del otro se aprende y con el otro se construye.

Chance. El Presidente perdió la oportunidad de dar un mensaje de unidad. El kirchnerismo, por su parte, demostró que nada aprendió de sus errores pasados. El viernes no sumó ni un voto.   

En la calle, en tanto, la vida continuaba. Un detalle no menor: mucha gente que marchaba a su trabajo no sabía por qué el tránsito estaba cortado en la Avenida de Mayo. Hubo quienes pensaron que el caos vehicular existente en la zona se debía a un piquete. Tamaña muestra de indiferencia, debería alertar a toda la dirigencia política sobre la disociación entre su realidad y la realidad del ciudadano de a pie.

No dejemos que los predicadores de la resignación y el miedo le ganen a la esperanza”, dijo Macri en el medio del barullo. Qué difícil hacerle entender eso al trabajador de la embotelladora de Coca-Cola que perdió su trabajo, o al de Metalpar cuya planta cerró o a alguno de los más de mil obreros de Peugeot que han sido suspendidos a causa de la acumulación de stock producido por la caída de las ventas.

El psicólogo de Macri y la mentirapor Jorge Fontevecchia

El episodio que vivió el Presidente en el barrio de Parque Patricios con Dante, el obrero que le reclamó en tono respetuoso y suplicante que “hagan algo” para detener esta brutal caída de la actividad económica, le puso rostro y voz a los números lapidarios que viene dando el Indec.

La inflación de enero fue alta. Pero, por si ello no bastara, el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, acaba de decir que la de febrero será aún más alta. Todo se dice con un tono de “no queda otra que aguantar” que no deja de asombrar y espantar a propios y ajenos.

Todo esto preocupa a muchos funcionarios del Gobierno. “Así, es dificilísimo que podamos ganar”, confiesan. La excepción es Marcos Peña. El jefe de Gabinete de Ministros, revivido políticamente por la campaña, derrocha un optimismo electoral sin límites. Desde su despacho se emiten señales esquizoideas cuando se dice que, salvo que produzca un “cisne negro”, la elección la ganan con cierta comodidad y que Macri tendrá un segundo mandato. De todas maneras, dentro del propio gobierno hay una pequeña grieta de descreimiento porque todos los que están más cerca del campo de batalla sienten que eso no es así. La opinión contraria al Gobierno es creciente y por eso María Eugenia VidalEmilio Monzó, Cristian Ritondo, y hasta el mismo Horacio Rodríguez Larreta, que están más con el ciudadano de a pie, no están muy de acuerdo con esta postura de que, así como están las cosas, la elección se gana sin mayores sobresaltos.

Hay una crisis interna fuerte en Cambiemos. La tranquilidad que desde el PRO se intenta mostrar es ficticia.

Eramos pocos. La aparición de Roberto Lavagna ha producido desconcierto en el oficialismo. En la provincia de Buenos Aires, Cambiemos está en una situación de alerta. Allí se tomó como un dato muy significativo la visita que hizo Axel Kicillof a la ciudad de Chivilcoy acompañado por los dos últimos intendentes –Darío Speranza y Ariel Franetovich– que responden a Florencio Randazzo. No es para menos. Si el peronismo se une, gana.  

En lo económico estamos asistiendo al plan "no hagan olas" ni interna ni externamente. Por lo tanto, no se van a producir grandes novedades. Las expectativas son modestas. Diríase, de supervivencia. Lo que espera el Gobierno es que la recesión no siga tan fuerte como hasta ahora. Hoy la inflación todavía sigue lejos de dar muestras de un descenso sostenido. Por lo tanto, este año habrá que convivir con un índice de inflación mensual más cercano al 3% que al 2%, que era el número que quería el Gobierno. Esto está obligando a recalcular algunas cuestiones. Entre ellas, está la pauta devaluatoria de 2% que está puesta como base de la banda de flotación. Este trimestre va a llevar 9-10 puntos de inflación. Por eso la estrategia del presidente del Banco Central de bajar la tasa de interés en forma paulatina encontró un freno brusco que generó discusiones dentro del equipo económico que llegaron hasta el Presidente. 

Fue cuando el mercado les hizo saber que debajo de una tasa del 50% no hay mundo ni paraíso. “Con una tasa de interés del 50% y con una inflación del orden del 30%, lo que se está diciendo es que, para quedarse en pesos, los inversores quieren 20 puntos por lo menos de tasa real de interés en relación a la devaluación esperada”, explica un economista que conoce al detalle lo que pasa al interior del Gobierno. Con ese esquema no hay negocio que aguante.

Las tribulaciones de la economía son de tal magnitud que han alterado hasta a los integrantes de la misión del Fondo Monetario Internacional a cargo de la Argentina. La complejidad del presente ha generado controversias entre ellos. Es que no hay recetas mágicas. Hasta hace diez días, Guido Sandleris era un genio. Hoy es el Erasmo de Rotterdam de varios de los funcionarios económicos de un gobierno abundante en tecnócratas con pretensiones de dioses.

Producción periodística: Lucía Di Carlo


  
(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a perfilcom@perfil.com

lunes, 15 de agosto de 2016

Revelan que es posible hackear 100 millones de VW para robarlos… @dealgunamanera...

Revelan que es posible hackear 100 millones de VW para robarlos… 


Un ingeniero informático de la Universidad de Birmingham asegura que, con una inversión mínima, se pueden abrir las puertas sin forzarlas. También afecta a otras marcas.

© Publicado el viernes 12/08/2016 por la Revista Parabrisas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Flavio García es ingeniero informático de la Universidad de Birmingham. Junto con la firma alemana Kasper & Oswald, publicó un informe en el que asegura que es posible hackear cerca de 100 millones de autos Volkswagen para que sus puertas puedan abrirse sin la necesidad de ser forzadas. Con el mismo sistema se podrían también robar unidades de las marcas Audi, Skoda, Alfa Romeo, Citroën, Fiat, Ford, Mitsubishi, Nissan, Opel y Peugeot.

Uno de los datos más alarmantes es que desarrollar este sistema de hackeo costaría al delincuente alrededor de 40 dólares, una cifra ínfima en relación con la mercancía que se sustraería. Por ese valor, el hacker podría comprar una placa Arduino y un receptor de señal “de diseño trivial”, que es lo que se requiere para interceptar el código del sistema de apertura construyendo un “aparato que funciona igual que el mando original”, asegura el propio García.

De todas las marcas nombradas, la más perjudicada si se divulga esta información es Volkswagen, porque con el sistema descubierto se podría abrir cualquiera de las 100 millones de unidades fabricadas por la firma en las últimas dos décadas. Según los investigadores, los VW comparten una misma llave criptográfica, y “a partir de ahí, se puede hacer la clonación del mando a distancia original que bloquea y desbloquea un vehículo tantas veces como se desee”.

Sin embargo, tampoco es tan fácil la tarea, porque para desencriptar es necesario poder captar la señal, lo que requiere que el hacker esté ubicado como máximo a 100 metros de distancia del auto en cuestión.

Por otra parte, las claves varían en función del año de fabricación y el modelo, detalle que pierde valor si se “asocian” varios delincuentes para descifrar el total de cuatro códigos que comparten más de 100 millones de vehículos VW. Solo el VW Gol 7 cuenta con una clave específica de cierre.

Otro de los descubrimientos de los investigadores es que, además de abrir varios autos, es posible hacer arrancar en menos de un minuto a aquellos que equipen tecnología HiTag, usada desde hace décadas en millones de unidades.

Según explicaron, con un equipo parecido al usado para hackear las puertas, el delincuente puede interceptar los ocho códigos que se van generando de uno en uno según el propietario va pulsando alguno de los botones de la llave. Los hackers podrían, previo al robo del vehículo, manipular el sistema para obligar a la víctima a presionar en repetidas ocasiones el botón y, así, poder llevárselo en forma más rápida. De conseguirlo, la seguridad del vehículo para poner en funcionamiento su motor puede ser sorteada en apenas un minuto.

Si bien los autores de la investigación no revelaron detalles de sus resultados, en las últimas semanas se sucedieron varios robos utilizando métodos similares. Por ejemplo, a comienzos de este mes más de 30 Jeeps fueron robados en Texas utilizando una computadora portátil para piratearlos.

Se trata de un problema que puede tornarse grave si las marcas “no son capaces de responder rápidamente con nuevos diseños de software” para evitarlos, aseguró García. “Si queremos tener vehículos seguros, autónomos e interconectados, eso tiene que cambiar”, finalizó.