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domingo, 17 de julio de 2016

La política social del Gobierno... @dealgunamanera...

La relación entre Emilio Pérsico y Carolina Stanley...


El fundador de Quebracho y la ministra "aristocrática": un vínculo inesperado.

© Escrito por Santiago Fioriti el domingo 17/07/2016 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

–Pensé que me iba a encontrar con una concheta– dijo él.

¿Sí? Y yo pensé que vos eras un fundamentalista– dijo ella.

En el piso 14 del Ministerio de Desarrollo Social la charla arrancaba por un costado más bien prejuicioso, pero eso sólo duraría unos segundos. Era el primer diálogo a solas después de tres encuentros más grandes y que incluyó un asado.

Pero para entender el inicio de un vínculo inesperado, hay que hacer historia.

Emilio Pérsico siempre fue menos reconocido por su nombre que por su larga barba, espesa y bicolor como los bigotes de Charly García. Tres matrimonios, diez hijos, católico, misterioso y desconfiado, amigo de Papa Francisco y piquetero favorito en el mundo K, el líder del Movimiento Evita llegó a admirar tanto la figura de Kirchner que a su último varón lo llamó Néstor en homenaje. Milita desde los 14 años, tiene 67: debutó en la UES de La Plata como paso previo a la Juventud Peronista y más tarde se acopló a Montoneros. Estuvo exiliado en Suiza y España y regresó a la militancia activa en los noventa, cuando se erigió en uno de los fundadores de Quebracho, una agrupación violenta que cortaba calles, incendiaba locales y escrachaba embajadas. Alguna vez, ya alejado de Quebracho, le preguntaron si no se arrepentía de haber arrojado bombas molotov.

Para nada: “¿Quién no lo ha hecho en algún momento en Argentina?”.

Se refería principalmente a los años setenta, cuando la revolución parecía posible. Con ese mundo soñaba Pérsico cuando Guillermo “Willy” Stanley, un histórico del Citibank –que hoy comanda un poderoso fondo de inversión que maneja empresas como Havanna– llevaba al Saint Catherine School a Carolina Stanley, la actual ministra de Desarrollo Social de Mauricio Macri. Intima de María Eugenia Vidal, habituada desde chica a descansar en Punta del Este, 41 años, madre de dos hijos y esposa del ministro bonaerense Federico Salvai, Stanley es la carta de Mauricio Macri para ablandar a los referentes sociales más duros. La acusan de no conocer el Conurbano. Con Pérsico, sin embargo, parece que algún éxito tuvo.

El diálogo cara a cara entre la hija del banquero y el piquetero sorprende a propios y extraños después de una vida con mundos cruzados. A Pérsico, según contó él a varios integrantes del Movimiento Evita, le gustó que ella lo recibiera de jeans y sin maquillaje.

Esto es como la canción que canta Silvio Rodríguez –le dijo Pérsico a Stanley parafraseando “Ojos color sol”–: los banqueros de hoy construyen casas y regalan comida”. La alusión del piquetero a “Willy” Stanley era evidente, pero la ministra prefirió pasarla por alto. No le agradan las comparaciones: “Trabajé toda la vida en temas sociales”, suele afirmar.

Cuentan en los pasillos del edificio de Desarrollo Social que entre ellos hubo sintonía de entrada. “Yo no voy a dar de baja el plan Argentina Trabaja”, le anticipó Stanley apenas lo conoció. El piquetero le detalló cuáles eran sus inquietudes, dónde están las principales necesidades de los sectores vulnerables y qué situaciones no pueden esperar en el Conurbano profundo.

Cuentan también en el ministerio que la funcionaria mandó a ver si todas las situaciones que le había transmitido eran exactas y que no encontró alteraciones. Un dirigente que habla seguido con Pérsico revela esta historia: “Si él pide ladrillos para hacer hornos y al tiempo llega la gente del ministerio al lugar ve que están construidos. No solo eso: se encuentran con jóvenes que le están enseñando a hacer pan a los vecinos”. Cerca de Stanley aseguran que Pérsico “cree en la economía popular y lo respetamos. Vamos a poder trabajar bien juntos”. Pérsico lo ha explicado con términos menos edulcorados: “La burguesía nunca va a entender a los pobres porque camina sobre alfombras”.

La ministra y el piquetero han acordado algunas bases del trabajo: recorrer casa por casa las zonas más pobres y revelar el porcentaje de indigencia “real”; tratar las adicciones y mejorar la situación en fábricas recuperadas.

En sus confesiones a la ministra, Pérsico ha retratado: “A un pobre le das leche y comida y llegás al barrio y ves que la militancia construyó la mesa y las sillas para poder sentarse”. Stanley ha hecho lo suyo para mostrar sintonía: “Yo no reniego de las cooperativas. Es una palabra que hay que recuperar porque el kirchnerismo se la había apropiado”. Uno de los compromisos que tomó Stanley para el corto plazo fue enviar alimentos para 600 comedores bonaerenses. “Hay situaciones dramáticas”, asumen en el Gobierno.

La militancia de la agrupación que conducen Pérsico y Fernando “Chino” Navarro desprecia a Macri. “Se quiere comer a los pobres”, dicen. Para Pérsico esa discusión hay que darla, pero sin dejar de negociar. Es la diferencia con otros referentes kirchneristas. Luis D’Elía, con el que Pérsico caminaba a la par, lo ha acusado de perder “la dignidad”. Lo mismo piensa Martín Sabbatella. Se refieren, entre otras cosas, al acto que Pérsico compartió con Macri en la Confederación de Trabajadores de Economía Popular hace algunas semanas en Almirante Brown. Ese día se produjo la foto que ilustra esta página. Pero hubo otra más atractiva: la de Pérsico saludando a Macri. El Gobierno prefirió no difundirla: un gesto sutil para devolver gentilezas.



sábado, 22 de febrero de 2014

Ni el volantazo alcanza… De Alguna Manera...


Ni el volantazo alcanza…


Tarde, el Gobierno baja sus banderas: drogas, dólar, Clarín, inflación, intendentes del PJ y hasta Venezuela. ¿Seguirá?

Nadie se atrevió nunca a decírselo a Cristina. Es que les temen a sus gritos y castigos. Pero como en el cuento de Andersen, la reina está desnuda. El modelo se fue descascarando hasta quedar, impúdicamente, con su esqueleto al aire. En los últimos tiempos las evidencias son de una contundencia irrefutable hasta para los que se fanatizaron por convicción o por dinero.

Veamos algunos ejemplos:

1) En la patética discusión pública que condenó al silencio a Agustín Rossi en un tema tan grave como la instalación del narcotráfico, nadie pudo explicar por qué Brasil, Chile y Uruguay tienen radarizado el 100% de su espacio aéreo y la Argentina, sólo el 10%. Y estamos hablando de radares 3D, que puedan detectar aviones que vuelan a baja altura. ¿Es tan grande el nivel de corrupción en la cima del Estado que son capaces de dejar desprotegido el futuro de varias generaciones que implosionan y multiplican la muerte cuando se consolidan los carteles de la cocaína? ¿O van a decir que no hubo dinero en esta década para atender algo tan estratégico, tan de vida o muerte? Tal vez no les importe la prostitución de las instituciones y la muerte cotidiana como resultado de la penetración de ese crimen organizado.

2) Axel Kicillof está tan desorientado y desesperado que no le importa mandar al muere a Tierra del Fuego y sus fábricas con tal de no soltar un dólar. Pero como también teme que colapsen en 15 días todos los teléfonos celulares por falta de insumos dice que es capaz de mirar para otro lado si las empresas les compran directamente a los grandes fabricantes en el exterior. Y eso que el relato productivista e industrialista sigue firme. Débora Giorgi –desde Ezeiza– y Cristina –desde Florencio Varela– recordaron que cuando llegó Néstor había ochenta parques industriales, “muchos de ellos eran potreros y hoy inauguramos el número 316”. ¿Alguien le preguntará al ministro Kicillof cómo puede seguir en el Gobierno después de haber dicho que Repsol le iba a tener que pagar a la Argentina por su daño ambiental y terminamos indemnizando a la empresa española con 5 mil millones de dólares? No fue un pequeño error de cálculo. Relató un penal a favor y terminó haciéndose un gol en contra.

3) Es extraño que el Gobierno diga en voz baja y sólo por boca del “ladriprogresismo” que derrotó a Clarín con la aplicación de la Ley de Medios. Si fuera cierto, ¿no deberían celebrar semejante toma del palacio de invierno? Algo no cierra. Fue planteada como la madre de todas las batallas. Martín Sabbatella y Víctor Hugo Morales dicen que ganaron, que el Grupo “se rindió ante el imperio de la ley”, pero nadie grita los goles. ¿Qué pasó? ¿O en realidad fue Cristina la que tiró la toalla? Fue tanto el odio que condujo esa pelea que los llevó a un callejón sin salida. Nadie le hizo caso, pero Teresa Parodi propuso el lunes pasado como “un día de festejo para los trabajadores de la cultura” porque “terminar con los monopolios mediáticos es un paso fundamental”.

4) El ajuste ortodoxo y conservador de Cristina deberá pasar esta semana la prueba de fuego con las paritarias de los trabajadores. La Presidenta pidió “responsabilidad” a los dirigentes sindicales. Roberto Lavagna se preguntó: “¿Qué significa eso? ¿Pedir el 20% cuando la inflación es más del 30% es responsabilidad?”. El ex ministro de Economía que rechazó por inexistentes todas las explicaciones conspirativas de Cristina dijo que un gobierno nacional y popular no tiene que tener como variable de ajuste ni el salario ni las fuentes laborales.

5) Acalorada como pocas veces, la Presidenta hizo ayer un esfuerzo hasta estético en Florencio Varela para evitar que huyan de su lado más intendentes o dirigentes justicialistas. Sentó a Daniel Scioli y a Julio Pereyra en lugares de privilegio, y La Cámpora tuvo menos cámara en esta ocasión. Tal vez sea demasiado tarde para lágrimas. La inmensa mayoría de los cuadros justicialistas ya piensa en un nuevo jefe, en alguien que les pueda garantizar la continuidad en el poder después de que Cristina vuelva al llano. Muchos piensan en Scioli, otros esperan la evolución de Sergio Massa. Sólo el núcleo duro confía en un candidato del palo, al estilo Sergio Urribarri. Es que el Gobierno camina por un peligroso desfiladero económico y lo hace en chancletas. De un lado tiene la hiperinflación, si no controla la puja distributiva, y del otro la recesión, si continúa con el enfriamiento de la actividad. Hay un debate encubierto entre las primeras espadas K. Algunos dicen que tienen que llegar de pie a 2015, aunque sea desangrados en su discurso revolucionario y mostrando la verdadera cara del modelo, y los más fundamentalistas apuestan al portazo victimizador.

6) Curiosamente, hasta en su apoyo a Nicolás Maduro la Presidenta actuó con prudencia. Comprendió que el tema divide aguas y crispa a grandes sectores sociales. Es verdad que no se atrevió a cuestionar el pedido de fusilamiento que hizo Luis D’Elía, sólo pidió “más tolerancia con nuestras lenguas”, pero tampoco apeló a la flamígera verba chavista.

7) Como contracara de lobo feroz frente al disfraz de cordero patagónico, el grupo antidemocrático Quebracho fue el autor material, acompañado y protegido por la Policía Federal, de los escraches violentos cuya autoría intelectual fue de la Presidenta. Hubo persecusiones y aprietes de todo tipo, muchos de los cuales silenciados por sus propias víctimas para “evitar que se produzca el efecto contagio”.

Lo nuevo es que tanto tiraron de la cuerda que no alcanza ni el volantazo a la derecha.

© Escrito por Alfredo Leuco el Sábado 22/02/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


martes, 9 de julio de 2013

Lará-lará-lará… De Alguna Manera...


Lará-lará-lará…

Las imágenes que derramaba la televisión al anochecer del miércoles eran fantasmagóricas. Unos treinta mochileros se habían apoderado de Plaza Constitución. Lanzaban piedras. Encendían fogatas. Zamarreaban las persianas metálicas de los negocios usando como arietes materiales tomados de las obras en curso en el lugar. 

Fueron y vinieron, descerrajando todo tipo de ataques contra el lugar. La noche, los chorros de agua de los hidrantes de la impotente y replegada policía, la luz amarilla rojiza de los fuegos, todo proyectaba una deprimente banalización. En la Argentina, la destrucción de los bienes públicos y privados no suscita hoy una intervención inmediata de las fuerzas de seguridad, que finalmente aparecieron, pero con cincuenta minutos de demora, cuando el lugar era zona devastada.

¿Pasajeros furiosos por el paro salvaje del pequeño sindicato de los privilegiados conductores de locomotoras? Las dos docenas de facinerosos eran de la misma calaña de agresores que en otras oportunidades han aparecido en situaciones de ira pública, para atacar, incendiar, romper y violar.

Quebrachos o servicios, lo mismo da. Son inconfundibles: gorra, jeans, zapatillas, gruesas mochilas cargadas de piedras. También bidones con nafta, propicios para incendiar todo en minutos.

En babia no sólo ella, como lo admitió la propia presidenta (la columna de Ricardo Roa el jueves es, en este sentido, memorable: http://www.clarin.com/opinion/mundo-visto-tuit_0_949705025.html), sino una sociedad para la que es normal lo anormal y tolerable lo inaceptable.

Esta huelga fue un chantaje de la peor especie, pero el Gobierno no puede castigarla con mínima autoridad moral, porque propició, o toleró sin mosquearse, los mismos métodos del sindicato del subte, que paralizó el servicio durante diez días en agosto de 2012. El ministro Florencio Randazzo quejándose del paro salvaje de esta semana tiene tanta autoridad moral como la ex kirchnerista Vilma Ibarra denunciando nada menos que en La Nación que el grupo gobernante al que ella sostuvo durante años se dedica “ahora” a acumular poder.

En la Argentina prevalecen las acciones y los hechos, se impone lo consumado, dogma dominante que derrama de arriba hacia abajo, sin parar. La Presidenta quiso tumbar el monumento a Colón y se salió con la suya. Quiso convertir la participación argentina en la Bienal de Venecia en un cambalache, y lo consiguió, con la ayuda, consciente o no, de la autora de la instalación. El ir por todo se aplica a un vasto rango de objetivos. Para el sí como para el no, domina el monárquico capricho. Tamaña épica de discrecionalidad anula toda pretensión de una política de Estado. Hay chantajes que convienen y otros “irracionales”; no hay gobierno de la ley uniforme y parejo. 

Este desorden emocional evidente se pone de manifiesto en las cada vez más disparatadas catilinarias presidenciales por Twitter y en el patoterismo sobreactuado y ominoso de Guillermo Moreno. Entre mohínes y zarpazos ajenos a la normalidad institucional, Moreno insulta a los gritos a periodistas en un cóctel diplomático y clausura supermercados, Ricardo Echegaray amenaza a Ricardo Lorenzetti, y para Cristina es risueña y válida la inolvidable máxima del progenitor serial Maradona (la-tenés-adentro), aunque ella la encubre tibiamente con un ridículo lará-lará-lará. ¿Episodio de proyecciones o cotilleo de entrecasa? Temperatura y marca de un tiempo, son escenas de la vida nacional que encarnan un país primitivo.

Es mentira que estos mecanismos vulgares y odiosos sean lo único o lo más relevante que destile la Argentina. Naturalmente, hay otro país, resignado y refugiado en el pudor y en una curiosa pasividad mística. El conventillo patotero que se ha instalado en el núcleo dirigente es explosivo. Aloja, con su intemperancia gruesa y chabacana, uno de los rostros de la Argentina, el más vulgar, grosero y autoritario, también el más violento. Pero no el único, ni el de más futuro.

No tiene ponderación electoral explícita, pero es una hipótesis atendible que muchos argentinos sienten una necesidad acuciante de retorno al imperio de la ley. Las huelgas salvajes se despliegan con impunidad total, la misma impunidad promulgada desde la cúspide del poder del Estado al sacralizar, con la ley de perdón fiscal votada por la mayoría legislativa en implacable obediencia debida, las ilegalidades del pasado. Como no hay ley que valga, ya no hay ley para nadie. Las canonjías de las mafias sindicales son un artefacto más del sistema de feudos coexistentes. El Gobierno tiene las manos poco limpias para condenar la irracionalidad gremial, pero sindicatos como La Fraternidad se han convertido en sociedades anónimas con fines de preservación de sus privilegios.

La Argentina no consigue o tal vez no quiere cuestionar un sistema ventajista implantado mediante el uso desvergonzado del apriete y el chantaje más rústicos. Sigue siendo impensable hablar de servicios esenciales y coberturas garantizadas en categorías de vital proyección social (seguridad, transporte, salud). Hasta las fuerzas opositoras se escabullen de estos reclamos, aterrorizados varios de sus referentes de ser llamados antipopulares o neoliberales. Esos prejuicios no los tiene el oficialismo, con su relativismo moral ilimitado. El núcleo gobernante se pliega, empalagosamente obsecuente, a las demandas incesantes de la insufrible arrogancia presidencial, caldeada más que nunca por esa tuitorrea asombrosa en la que se expresa y con la que se regocija la primera mandataria.

© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 07/07/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.