Doce días de violencia. Quito: represión brutal e
infiltrados…
En las calles. La represión de la policía y el ejército, que ha sido brutal
e indiscriminada, debe ser repudiada; el vandalismo de los grupos de violentos
que se infiltraron entre los manifestantes, también. La crisis no está aún
finalizada y su evolución aparece como incierta. Fotografía: ap / afp / dpa
La crisis desatada por las violentas protestas de organizaciones indígenas
ecuatorianas obliga a replantear los ajustes que el Fondo Monetario impone en
sus acuerdos con los países de la región.
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Escrito por Nelson Castro, desde la Ciudad de Quito, el domingo 13/10/2019 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Ecuador atraviesa
un momento dramático. El conflicto económico que ha derivado en una crisis
política se ha extendido por 12 días. La causa de todo este drama son las
medidas de ajuste que adoptó el presidente Lenín Moreno a comienzos de octubre
pasado por medio del Decreto 883. El decreto, que se publicó a las 12.30 del
miércoles 2, eliminó los subsidios al diésel y a la nafta, y liberó sus
precios.
La respuesta a
esos anuncios fue una serie de movilizaciones de protesta que fueron iniciadas
por los transportistas y ahondadas después por las distintas comunidades
indígenas que, en este país, tienen una cuota importante de poder territorial y
político. El martes, una muchedumbre entró al edificio de la Asamblea Nacional,
de la que fue desalojada con bombas de gases lacrimógenos arrojadas por las
fuerzas de seguridad, en un procedimiento que dejó varios centenares de
heridos. La gravedad de los hechos llevó a Moreno a decretar el estado de
excepción –equivalente al estado de sitio– con toque de queda.
Según la
Constitución ecuatoriana, el estado de excepción abarca la posibilidad de
suspender derechos y garantías que son esenciales para la vida de una sociedad
democrática. El toque de queda –desde las 22 hasta las 5 de la mañana– implica
una limitación a la movilidad de los ciudadanos.
Debilidad. Lenin Moreno es un
presidente débil. La historia de su llegada al poder no escapa a la de otros
líderes que, una vez que son electos, cambian y se distancian de quienes
supieron ser sus mentores. Vicepresidente de Rafael Correa entre 2007 y 2013,
Moreno fue electo en 2017 encabezando la fórmula de la Alianza País, el partido
del ex presidente Correa. Sin embargo, no bien asumió, se apartó de su
predecesor.
En las calles. La represión de la policía y el ejército, que ha sido brutal
e indiscriminada, debe ser repudiada; el vandalismo de los grupos de violentos
que se infiltraron entre los manifestantes, también. La crisis no está aún
finalizada y su evolución aparece como incierta. Fotografía: AP / AFP / DPA
Este hecho dio pie no solo a una estrepitosa ruptura y
pelea entre ambos sino también a una escisión del partido que llevó a la
aparición de dos facciones: morenistas y correístas. Correa acusa a Moreno de
traidor, mientras que Moreno afirma que el traidor es Correa. No solo eso:
también sostiene que el ex presidente es el que está detrás de muchas de las
protestas y los desmanes que se han producido a lo largo de estos días.
Los movimientos indígenas tienen en Ecuador una fuerza
singular. Cuando, en enero de 1997, el presidente Abdalá Bucaram intentó
implementar una serie de reformas económicas, los indígenas se rebelaron. Hubo
cortes de calles y barricadas en Quito. La magnitud de las protestas culminó
con el derrocamiento de Bucaram, quien además debió abandonar el país.
En enero de 2000, el presidente Jamil Mahuad adoptó
medidas económicas que fueron rechazadas de cuajo por las organizaciones
indígenas, varios de cuyos líderes, que contaron con el apoyo de militares
rebeldes, irrumpieron en el edificio de la Asamblea Nacional. Esto forzó a Mahuad a
abandonar su cargo.
En 2004 fue el turno del general Lucio Gutiérrez, quien
se vio forzado a renunciar a la presidencia de la República ante la rebelión de
los movimientos indígenas.
En 2015 la historia se repitió con el presidente Correa.
En agosto de ese año, se produjo la Marcha por la Vida y la Dignidad. En la
marcha, los indígenas –a los que Correa había dividido– pretendían llegar al
Palacio de Carondelet, sede del gobierno. Los movimientos afines al gobierno
lograron llegar sin dificultad, mientras que los más críticos sufrieron una
brutal represión.
Diálogo. No bien asumió la presidencia, Moreno intentó
abrir el diálogo con las organizaciones indígenas que, para aceptar la
proposición, exigieron veinte indultos y 117 amnistías de sus líderes. El
actual jefe de Estado dispuso el indulto de siete de esos líderes, hecho que
estuvo lejos de satisfacer a la dirigencia indígena.
La dolarización no ha traído al Ecuador las soluciones cuasi mágicas que
prometieron sus impulsores. La pobreza sigue siendo mucha y el desempleo, alto.
Las inversiones siguen siendo insuficientes. El sostenimiento del Estado es de
un costo creciente. A ello se agrega la maldita corrupción.
El gobierno de Correa le dejó al de Moreno una bomba de
tiempo y el actual mandatario no supo cómo desactivarla. La consecuencia de
esta circunstancia ha sido la necesidad de buscar un acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional. Es un acuerdo por 4.200 millones de dólares que
incluye un ajuste severo de la economía del país. Y son las medidas a las que
Moreno ha debido recurrir en base a ese acuerdo las que han desencadenado la
crisis.
Conflicto y represión. Al momento de escribir esta
columna, el conflicto continúa. El viernes, el presidente –por medio de una
breve alocución por cadena nacional– convocó a los dirigentes indígenas a un
diálogo directo con él para discutir el Decreto 883. La respuesta de los
movimientos –uno de cuyos dirigentes, Jaime Vargas, llegó a pedir a las fuerzas
armadas el derrocamiento del presidente– fue terminante: solo aceptarán la
invitación si se deroga el decreto.
La represión de la policía y el ejército, que ha sido
brutal e indiscriminada, debe ser repudiada; el vandalismo de los grupos de
violentos que se infiltraron entre los manifestantes, también.
A pesar de haberlo negado desde su exilio en Bélgica, las
sospechas sobre Correa y sus acólitos para montarse sobre la protesta y
provocar la caída de Moreno es una realidad que confirman todos los conocedores
de la vida política ecuatoriana. Por eso, la dirigencia indígena se apresuró a
denostar el intento del correísmo.
La eventualidad de la destitución de Moreno por parte del Congreso fue
analizada por un grupo de legisladores el miércoles por la noche. La idea era
convocar a la Asamblea Legislativa Nacional para votar la destitución del
presidente. Una filtración de la información le permitió al gobierno abortar la
maniobra.
FMI. La crisis no está aún finalizada y su evolución
aparece como incierta. El caso del Ecuador –así como el caso de la Argentina–
pone sobre la mesa de discusión el imprescindible análisis de todas estas
políticas de ajuste que el Fondo Monetario Internacional pone en práctica en
aquellos países que recurren a su ayuda.
Está claro que el
populismo tampoco es la solución de los problemas de nuestra región. Y para que
ese dilema se resuelva, hacen falta mentes abiertas, diálogo franco y voluntad
de acuerdos políticos sólidos. Es lo que está faltando en el convulsionado
Ecuador de estos días.