Vuelta al mundo en motorhome: el viaje soñado...
Después de 15 años de preparativos, la
familia Di Leo salió a recorrer el mundo a bordo de Libertad con un plan y sin
fecha de regreso. Galería de imágenes.
© Escrito por Noelia Graguela en Agosto 2017, en el
Nº 539 de la Revista Weekend
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Tal vez todo empezó esa fría noche de 1999 en
la Autopista 25 de Mayo, cuando Silvio Di Leo sintió a la muerte respirarle en
la nuca y la vida le dio otra oportunidad. Primero fue el impacto del adoquín
en las ruedas delanteras y la imagen de aquel hombre apuntándole con un arma en
la cabeza. Luego, el freno en seco del auto y tres jóvenes que bajaron a
socorrerlo. Finalmente, el ladrón esfumándose en la oscuridad y el aire helado
que le volvía a los pulmones. ¿Y si no me salvaba? ¿Y si moría esa noche con
mis sueños sin cumplir? A pesar de tener 38 años, cuatro hijos pequeños y una
vida armada, Silvio no podía sacarse de la cabeza aquel deseo que lo había
invadido desde la adolescencia, así que se armó de coraje y una tarde de
domingo, entre mate y mate le preguntó sin rodeos a su esposa Carla: “¿Dejarías
todo para ir a dar una vuelta al mundo con los chicos?”. “Sí, sería un sueño
hacerlo”, dijo ella. Él tenía un buen trabajo en el sector informático y hacía
sólo un año que la familia se había mudado a una casa quinta con parque, pileta
y cancha de fútbol en el barrio El Trébol (cerca de Ezeiza, Buenos Aires) que
tanto esfuerzo les había costado edificar. Sin embargo, los Di Leo decidieron salir
de la zona de confort y empezar a planificar el viaje de sus vidas.
El Plan
“Hicimos
una reunión familiar con los 4 abuelos y fue una mala experiencia porque se
enojaron, nos dijeron que estábamos locos”, recuerda Silvio. “Cuando uno está
decidido a hacer algo, tiene que hacerlo sin buscar la aprobación de nadie.”
Así empezaron diagramando rutas con el Google Maps, hablaron con viajeros que
pasaban por el camino, hicieron amigos virtuales a través del Messenger, iban
comprando guías de distintos lugares y se fueron nutriendo de historias que los
ayudaron a perder el miedo.
“Fueron 15 años de preparación, de trabajar y de luchar contra la opinión
negativa de la gente”, dice Carla. Y agrega: “Después de inagotables años de
esfuerzo, el 23 de agosto de 2012 partimos a bordo de Libertad, nuestra casa
rodante”. Silvio (51), Carla (44), Ornella (15), Lara (17), Fabricio (19) y
Patricio (21) comenzaban la aventura.
Encontrar
el vehículo ideal fue todo un tema. Tenía que ser algo seguro para la ruta,
seguro contra los robos, confortable como para vivir allí por muchos años, y
ecológico, ya que los Di Leo son fervientes defensores del cuidado del medio
ambiente y promueven el ahorro de energía. “Vimos cientos, pero ninguno era el
adecuado. También buscamos ómnibus para convertirlos en motorhome y pasó lo
mismo”, cuenta Carla.
Un nuevo hogar
Libertad
apareció recién en el año 2006. “Reunía todo lo que necesitábamos pero no
teníamos el dinero suficiente, así que debimos esperar. A los pocos días, el
dueño se arrepintió de la venta y levantó la publicación. Lo único que lo
convenció (¡¡¡3 años después!!!) fue nuestro sueño y nuestra historia”,
recuerda Carla. “Lo compramos en el 2009 con la idea de salir ya, pero al final
lo terminamos desarmando todo”, cuenta Silvio. El resultado fue una verdadera
casa rodante de 12 metros de largo divididos en tres sectores y con capacidad
para 6 plazas: dos adelante en el living-cocina (que es oficina y comedor) con
un sillón que se hace cama y tiene dos colchones de 190 por 80 cm. Dos camas
cuchetas en el medio, y atrás la cama matrimonial. Antes están los dos baños
(uno con ducha y otro con inodoro y lavatorio) y el placard. Además, el
vehículo cuenta con 8 cinturones de seguridad, un cómodo sistema de escritorios
de trabajo, heladera, lavadora, aire acondicionado y varios muebles a medida
que aprovechan cada recoveco para guardar un montón de cosas.
El recorrido
El plan
original de los Di Leo era hacer un viaje de 10 años para recorrer más de
300.000 km a lo largo de los 5 continentes y pasando por más de 110 países.
Llevan 5 años en la ruta y, si bien van respetando bastante el itinerario, ya
no se preocupan por el tiempo. “Nuestro viaje es muy lento y la verdad es que
nunca pensamos en la vuelta porque no es algo que queramos hacer en el corto
plazo. Seguiremos viajando mientras nos guste. Y por ahora nos gusta mucho”,
asegura Silvio. Partieron de Buenos Aires hacia Uruguay, donde “dimos una
vuelta corta” y volvieron al país para recorrerlo de norte a sur durante un
año. Cruzaron a Chile, después fueron a Ecuador, Perú y Colombia. En Medellín
trataron de entrar a Venezuela pero las fronteras se encuentran cerradas, así
que volvieron a Ecuador y ahora están en Lima, Perú. La idea es bajar por
Cuzco, entrar en Bolivia, ir a Paraguay, luego a Brasil e intentar una vez más
pasar a Venezuela. “Ahí vemos cómo seguimos. Una opción es subir la motorhome
en un barco hasta México, la otra es ir a Europa, pero tratamos de respetar el
recorrido lo mejor posible”, dice Silvio. Probablemente entre Brasil y
Venezuela vuelvan a la Argentina para lanzar el libro en el que están
trabajando. “Va a ser en papel, pero también interactivo, a través del celular,
donde la gente va a poder escuchar y ver las experiencias que vivimos en el
viaje”, explica Silvio.
Aventureros y no tanto
Si bien
los Di Leo se han lanzado a la aventura, no son ningunos improvisados. Cuentan
con todas las herramientas necesarias como para reparar el vehículo y conocen
toda la mecánica a la perfección. Armaron un sistema de purificación de agua
por ósmosis inversa a través de una bomba, que les permite usar agua de río.
También colocaron sistemas de bajo consumo, iluminación LED e islas solares, y
van consiguiendo Internet con unas antenas que amplían el espectro. Cuentan con
una cámara HD que atornillaron artesanalmente al frente del vehículo para ir
filmando el viaje. Piensan producir cerca de 2.000 horas de vídeo, grabar más
de 1.500 horas de audio y sacar cerca de 100.000 fotografías. Parte del
material lo van compartiendo en su página web y en Facebook (Los rodando ando, Página Web de los rolando ando...) y el resto lo van produciendo para
armar documentales.
Por más
que vayan conociendo gente en el camino y los inviten a pasar la noche en una
casa, ellos siempre duermen en el motorhome por seguridad. Para financiarse
durante el viaje van vendiendo artesanías, merchandising y hacen trabajos de
Internet a distancia para comprar combustible y los víveres. Han canjeado
atenciones médicas y trabajos de taller mecánico por publicidad en la web.
“Salí de viaje con 51 años, tengo 56 y en estos 5 años hice más amigos que en
toda mi vida”, dice Silvio y jura que jamás sintió miedo. “Lo único que te
limita a veces es el tema de las visas que tenés que negociar, comprar o
extender; pero después no hay limitaciones. Y con respecto a la educación de
los chicos, te puedo asegurar que viajando se aprende más de la gente y de las
cosas que en la universidad”. “Nos pasaron cosas difíciles, pero todo se
resuelve. Permanecer en la zona de confort es estar rodeado de gente que
conocés, ir de tu casa al trabajo en una autopista congestionada en hora pico,
volver por la misma autopista en la que te pueden robar como me paso a mí y
tener los problemas habituales. Cosa que está lejos de ser lo ideal. Lo
comprobamos a bordo de Libertad: nuestro Scania 1980 modelo BR 116 convertido
en hogar rodante.”
Nota
completa en revista Weekend 539, agosto 2017.