viernes, 26 de junio de 2020

Fallece Hermes Binner... @dealgunamanera...

Fallece Hermes Binner, ex candidato presidencial socialista argentino…


El político socialista y ex candidato presidencial argentino Hermes Binner falleció este viernes a los 77 años a causa de una neumonía aguda en la ciudad de Casilda, en la central provincia de Santa Fe, informaron a Efe fuentes del Partido Socialista.

© Publicado el viernes 26/06/2020 por el Diario La Vanguardia de la ciudad de Barcelona, República de los Españoles. Fuente: Agencia EFE

Vida y Obra de Hermes Binner

Binner fue gobernador de Santa Fe entre 2007 y 2011, año en que su figura cobró peso nacional como candidato presidencial del Frente Amplio Progresista pero quedó en segundo lugar, lejos de la peronista Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) que ese año consiguió su reelección.

Tras su derrota en las urnas, en las que recibió cerca de tres millones de votos, el socialismo no volvió a recuperar tal trascendencia a nivel nacional.

Primer Gobernador Socialista en Argentina

El dirigente se formó como médico y a través de su trabajo en la salud pública ingresó en el mundo político, donde su figura fue reconocida por todos los sectores gracias a su perfil sereno y sin escándalos y se convirtió en el primer gobernador socialista de una provincia argentina.

Se destacó por sus gestiones primero como alcalde de la ciudad santafesina de Rosario, la tercera más poblada del país con cerca de un millón de habitantes, y luego al frente de la provincia de Santa Fe, uno de los distritos más ricos de Argentina por su producción agroindustrial y sus puertos para la exportación de granos y derivados sobre el río Paraná.

Binner impulsó un papel activo del Estado al poner en marcha medidas de descentralización y participación ciudadana, la recuperación de la zona ribereña de la denominada "Chicago argentina" y un nuevo modelo de salud pública gratuita.

De médico a candidato presidencial

Binner había nacido el 5 de junio de 1943 en la ciudad santafesina de Rafaela, corazón de la mayor cuenca lechera de Argentina, donde sus abuelos se establecieron tras dejar su natal cantón suizo de Valais.

Militante en el socialismo desde los 18 años, se graduó en 1970 como médico en la Universidad de Rosario, en la que fue secretario de extensión universitaria.

Como médico, trabajó en la década de 1970 en la populosa periferia pobre de Rosario y se especializó en anestesiología, medicina del trabajo y luego en salud pública, formación que le permitió acceder por concurso a altos cargos directivos en hospitales públicos, hasta que en 1989 se convirtió en secretario de Salud Pública de Rosario.

Su primera experiencia electoral fue en 1993, cuando accedió por el voto popular a un escaño en el Legislativo municipal de Rosario, bastión tradicional del peronismo, y dos años después se convirtió en alcalde dos periodos consecutivos (1995-1999 y 1999-2003).

En 2003 compitió sin éxito por la gobernación de Santa Fe, pero dos años más tarde fue elegido diputado nacional como candidato del Frente Progresista, Cívico y Social, una alianza luego deshecha del Partido Socialista, la Unión Cívica Radical y Afirmación para una República Igualitaria, entre otras fuerzas de centro y de centroizquierda.

Como candidato de ese mismo frente, Binner ganó en 2007 las elecciones que le consagraron como el primer gobernador socialista de la historia argentina y que pusieron fin a 24 años consecutivos de gobiernos peronistas en Santa Fe.
Luego de su fallida postulación presidencial en 2011, en 2013 volvió a ocupar una banca en la Cámara de Diputados nacional, su último cargo público.

EFE



lunes, 22 de junio de 2020

Terry Butcher, "Lo odio con pasión"… @dealgunamanera...

Terry Butcher, el defensor inglés que no perdona a Maradona: "Lo odio con pasión"…

El gol del siglo: la obra de arte de Maradona ante Inglaterra cumple 34 años.

El ex defensor inglés reconoció hace un tiempo que le dolió más ese gol que La Mano de Dios porque a él lo eludió dos veces.


Como todos los 22 de junio, este lunes se cumple un nuevo aniversario del gol histórico de Diego Maradona Inglaterra por los cuartos de final del Mundial de México 1986 denominado "El Gol del Siglo" y que quedó para siempre grabado en la memoria de todos los argentinos y de los fanáticos del fútbol en todo el planeta, pero hay otra versión de la historia que la cuentan los que lo sufrieron como Terry Butcher.

"La Mano de Dios fue una cosa rara. Estaba más enojado por el segundo por la manera en que me eludió. A todo el resto de los jugadores los superó una sola vez, pero a mí me eludió dos. Pequeño bastardo...", confesó el ex defensor inglés años atrás.

En 2009, cuando Diego era el DT de la Selección argentina, visitó a Escocia para disputar un amistoso en la previa del Mundial de Sudáfrica y ambos dejaron en claro que el recuerdo del otro no era agradable: "¿Quién es Butcher?", se preguntó Maradona.


El ex futbolista era parte del cuerpo técnico escocés y vivía en ese país, donde la rivalidad con Inglaterra es muy grande y por ese motivo tomaron a Diego como símbolo: "Claro que lo aman aquí en Escocia, lo tengo sobre mi cuello casi todos los días", decía por aquellos días con la misma resignación que vio festejar a Diego tras convertir el gol más maravilloso en la historia de los mundiales.


En una estupenda jugada individual, Diego arrancó desde su campo y tras eludir a los seis jugadores ingleses Glenn Hoddle, Peter Reid, Kenny Sansom, Terry Butcher, Terry Fenwick y el arquero Peter Shilton mandó la pelota al fondo de la red.

El segundo gol a los ingleses, marcado por el barrilete cósmico –como lo denominó Víctor Hugo Morales en su relato- sirvió para que Argentina derrotara a Inglaterra por 2 a 1 y accediera a las semifinales de aquel Mundial de México.





domingo, 21 de junio de 2020

Corrupción pública y privada. Nunca Más... @dealgunamanera...

Corrupción pública y privada… Nunca Más

Sin destino. El Presidente recibió a los conductores de Vicentin para intentar arreglar algo que parece de muy difícil arreglo. Fotografía: Presidencia

No es necesario pensar que el capitalismo es siempre un irredimible sistema corrupto, porque tal evaluación pasaría por alto su funcionamiento en naciones como Alemania, donde en 2012 el presidente Christian Wulff tuvo que renunciar bajo la acusación de tráfico de influencias. En algunos países, las transgresiones se pagan y los castigos se cumplen.

© Escrito el domingo 21/06/2020 por Beatriz Sarlo y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Un pesimista o un escéptico podría sonreír al leer lo que arriba queda escrito. Y dirá: acá existe Vicentin, y su historia de favores recibidos durante diferentes gobiernos prueba que el empresariado y el Estado establecieron alianzas financieras más allá de todas las normas. De acuerdo. La historia de Vicentin fue publicada, entre otros medios, por un matutino al que difícilmente puede acusársele de izquierdismo.

Del lado de los políticos, las cosas no son más santas que del costado empresarial. La ex presidenta y hoy vicepresidenta Cristina Kirchner fue y seguirá siendo objeto de sospechas fundadas que pueden avalar un juicio y posible condena, si su amigo Alberto no interviene con alguna maniobra de esas que conocen los abogados penalistas.

¿Por qué usar a Cristina Kirchner como caso ejemplar, si hay tantos otros? Porque es una política de primera línea, que aspira a seguir ejerciendo su imperio sobre el Presidente a través de la troupe de secretarios, ministros y representantes que consideran más conveniente seguirla a ella que a Alberto Fernández. Porque sería un milagro y el comienzo de algo nuevo.

Juicio y castigo. Somos como somos y, sin una respuesta ejemplar, persistiremos. En 1986, el Juicio a las Juntas Militares y las condenas impartidas por el tribunal sobre los actos de sus integrantes, la cárcel que siguió a esas condenas, el repudio y el desprecio que merecieron los culpables trazaron una línea. El título del famoso informe sobre muertos y desaparecidos fue una orden: Nunca Más.

Del Juicio a las Juntas parece imposible volver hacia atrás. No hay retroceso salvo que se quiera negar la barbarie que el juicio demostró con testigos y pruebas. Los que no sabían o no se quisieron enterar durante la dictadura ya no tuvieron la escapatoria de declarar, con mirada ingenua como disfraz del cinismo, que no se sabía nada. Todo el juicio fue un revelador que actuó sobre una película que parecía velada para siempre. Mostró las caras, los lugares, los instrumentos de tortura, las fosas donde se tiraban restos humanos.

Como sí se hizo con el terrorismo de Estado, parece imposible un juicio que castigue a políticos y empresarios

En Argentina todavía no tenemos un Nunca Más de la corrupción. Y hoy parece una ilusión que algo así podría producirse. No existe un político que comprometa su nombre, su honor, su palabra, su futuro, y convenza a su propio partido de que, caiga quien caiga en ese juicio, se lo llevará adelante. No existe un Raúl Alfonsín, que le ganó las elecciones al justicialismo porque tenía fuerza moral, convicción y coraje.


Por el camino que vamos, será difícil que lleguemos a tener un político de esa cepa. La democracia que ganamos en 1983 nos acostumbró a sus virtudes y a sus defectos. Entre sus virtudes figura la justicia. Pero el trapicheo es uno de los defectos de nuestra democracia actual, que llega incluso a anular sus virtudes.

Nombres como el de Padoan, zar de Vicentin, en los cuadernos de las coimas que recopiló un chofer obsesivo, se encuentran en noticias que, si la Argentina no fuera un país acostumbrado a la corrupción, serían excepcionales. Pero no lo son. Con el mismo semblante austero que conocemos por las fotos de prensa, Javier González Fraga firmó créditos en serie para Vicentin, en una secuencia diaria que despierta todas las sospechas.

El Banco Nación fue dispendioso con esa empresa, sin pensar quiénes iban a terminar pagando la cuenta. La pagarán los argentinos, que no participaron ni en las sumas millonarias que se han fugado a paraísos fiscales, ni en el bienestar del que seguramente disfrutan los dueños y testaferros de Vicentin.

Sin un juicio a la corrupción, como hubo un juicio al terrorismo de Estado, este camino de barro seguirá siendo una pista asfaltada para los que formen parte de un grupo que, en nombre de los sueldos que pagan o del comercio exterior que dinamizan, obtienen los beneficios que son esquivos, si no imposibles, para el dueño de una empresa pequeña o mediana. Se podrá decir que el capitalismo es así en todas partes.

Pero no lo es. Los bancos públicos no reparten créditos sin las garantías debidas. Los gerentes que hicieran ese reparto saben que no solo eventualmente perderán su puesto sino que podrán terminar en la Justicia. Los políticos no están comprometidos en esas maniobras. El actual funcionario del Banco Nación, Claudio Lozano, afirmó que Vicentin recibió un trato privilegiado, y superó todos los límites de endeudamiento. Si Vicentin es un caso testigo, ¿habrá llegado el momento de cambiar las cosas?

Investigar la trama del delito. Estado y empresarios firmaron una alianza que les resulta provechosa a los que pueden ser aceptados en ella como participantes de los beneficios, si antes han colaborado en la estafa.

Imagino la indignación de un empresario que necesita créditos y, para conseguirlos, sube una cuesta empinada si no tiene los contactos, los amigos, la capacidad de suspender juicios morales, el temple para dialogar con delincuentes. Seis meses antes de entrar en cesación de pagos, según informa la agencia Télam, el Banco Nación le prestó a Vicentin 6 millones de dólares. Cualquier suspicaz se preguntará la razón que llevó a González Fraga a autorizarlo.

La responsabilidad es tanto de los que manejaron Vicentin, como de los directivos del Banco Nación

La trama debe ser investigada. ¿Qué tenía, prometía o repartía Vicentin para lograr esos préstamos diarios? Afirmar que se realizaban para que siguiera pagando 4 mil salarios despierta todas las sospechas sobre el modo en que el argumento salarial es usado en beneficio de los empleadores. Hay depositadas decenas de miles de salarios no en el bolsillo de los trabajadores, sino en los paraísos fiscales. Estados Unidos ya comenzó una investigación. Un juez de Nueva York, en respuesta a la solicitud de los acreedores bancarios de Vicentin, examinará el destino de las transferencias de fondos realizadas por la empresa en los últimos tres años. Son varios cientos de millones de dólares que descansan en paraísos fiscales. Que dios ilumine al juez, porque es difícil que esas cosas podamos llegar a saberlas por el accionar de los magistrados argentinos.

La ausencia de responsabilidad moral es el límite que han traspasado estos manejos corruptos del capitalismo. Un caso como el de Vicentin obliga a juzgar duramente la ética pública de los sujetos intervinientes y de quienes sabían y callaron. Como dice el sentido común: la fiesta de Vicentin la pagamos todos.  

Hasta que no se destruya la trama corrupta del capitalismo local, como se destruyó la de las Juntas Militares, no habrá Nunca Más de la corrupción. Alguien tiene que ir preso.

El fiscal Pollicita ha pedido hace meses que se investigue a González Fraga. Los ingenuos suponían que su seriedad y sus modales distinguidos no podían sino trasmitir virtudes patricias. Se equivocaron.





Los enojos del Presidente… @dealgunamanera...

Los enojos del Presidente…

María Eugenia Vidal. Dibujo: Pablo Temes

La cuarentena ya golpea la popularidad de Fernández y el caso Vicentin muestra que el ‘volvimos mejores” es mentira.


© Escrito por Nelson Castro el sábado 20/06/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Los necios dan rienda suelta a su enojo, pero los sabios calladamente lo controlan”, es uno de los proverbios del Eclesiastés. Sería muy conveniente que el Presidente lo tuviera en cuenta. Sus enojos comienzan a ser una norma ante lo que lo disgusta: los runners, los comerciantes que en su necesidad de supervivencia desesperan por abrir sus negocios, la gente que necesita trabajar o ir a una consulta médica, o las preguntas de los periodistas que dejan expuestas la falta de fundamento de sus decisiones o su necesidad de una mejor lectura de la Constitución –algo increíble en un profesor de Derecho– como muy bien se lo hizo notar Cristina Pérez.   

La cuarentena, que supo darle al Gobierno altísimos niveles de aprobación, se ha transformado hoy en día en un galimatías que, a la manera de un boomerang, ha convertido ese apoyo en un hecho lejano. A esto contribuyen varias cosas demostrativas de una evidente planificación ausente o fallida que se verifica día tras día. Uno de los motivos para imponer la cuarentena temprana fue aprovechar el tiempo a fin de preparar al sistema  salud adecuadamente para hacer frente a la mayor cantidad de casos que se esperaba para esta época. Por eso sorprende escuchar que el Ministerio de Salud bonaerense hable de un posible colapso del sistema.

¿Qué pasó?

Uno de los problemas es que Axel Kicillof está en estado de pánico. Esa es una dificultad importante.   

Otro problema serio es el de las terapias intensivas. El inconveniente es doble porque no es solo la cantidad de camas sino también la disponibilidad de personal especializado –médicos, enfermeros y kinesiólogos intensivistas– y los cuidados que se les proveen.

Enfrentar esta previsible circunstancia –que no se habría solucionado con la ideológica idea de los médicos cubanos– demanda planificación.   

Un caso desgarrador ha sido el del fallecimiento del jefe de Terapia Intensiva del Hospital Julio Perrando de Chaco, Miguel Duret, quien contrajo el Covid-19 como consecuencia de haber tenido que intubar a un paciente que padecía la enfermedad provocada por el virus, sin poder contar con la protección adecuada. Curiosa –y lamentablemente– no se lo ha escuchado al Presidente esbozar ni siquiera una crítica al gobernador Jorge Capitanich por las penosas y peligrosas condiciones en las que los médicos y el equipo de salud deben trabajar en ese nosocomio.

Recuérdese que, ante la queja de una médica a causa de esas carencias, la directora del hospital, Nancy Trejo, amenazó con sancionarla. Tampoco se lo escuchó a Fernández alzar la voz contra ese apriete. En su carta, los médicos residentes del Perrando fueron lapidarios: “‘No usan los elementos de protección personal’”. Podrido de escuchar y leer eso. Más que nadie sabemos lo que tenemos que usar o no. No es el primer microorganismo contagioso que se nos cruza.

Desde el primer día, nosotros sí, estamos leyendo sobre protección personal, y lo que debemos hacer y no hacer… Colocar un tubo en tórax a un paciente Covid-19 que se está muriendo, con un barbijo de tela vegetal y uno quirúrgico encima, no es por elección señores. ‘No usan los elementos de protección personal’. Basta. No hay”. ¡Lapidario! El peronismo gobierna Chaco hace 17 años.


Los casos de los políticos contagiados –Martín Insaurralde y María Eugenia Vidal, entre otros– hablan de irresponsabilidad. Insaurralde es un paciente de riesgo considerable: padeció un tumor de testículo, es asmático y sufre de insuficiencia renal. Su delicado cuadro clínico –fiebre que no cedía y trastornos de la función respiratoria– obligó a darle plasma de convalecientes para proporcionarle los anticuerpos necesarios para combatir al virus. No se entiende cómo, con sus antecedentes, no observó una conducta más prudente por él, su familia y quienes trabajan con él. Igualmente imprudente fue Vidal.

Se entiende que los dirigentes con cargos se reúnan presencialmente –guardando las distancias y usando barbijos– en una sesión de trabajo. Pero el almuerzo del que participó Vidal con Rodríguez Larreta, Lousteau y Monzó fue una típica mesa de rosca política. ¿Cómo pedirle después al que no puede ir a trabajar que no se indigne?

El caso Vicentin.

A medida que el caso Vicentin se complejiza, su volumen político crece. Ahora que se conoce mejor su trama, la figura del Presidente se va desdibujando. No es novedad que fue un proyecto de la vicepresidenta. Se sabe ahora que AF no estuvo muy convencido de la conveniencia de avanzar con la medida. Si no estaba seguro, ¿por qué lo hizo? ¿No se animó a contradecir a CFK? ¿Le teme?

La reacción contraria que desde el primer momento generó esta iniciativa fue de alto impacto. Las manifestaciones de protesta de los habitantes de Avellaneda y Reconquista, donde la empresa tiene su sede, fueron el puntapié inicial. La postura firme de los empresarios cordobeses exigiendo a los cuatro diputados que responden al gobernador Juan Schiaretti a votar en contra de la expropiación, más la posición contraria y categórica de Roberto Lavagna, auguraban el fracaso del proyecto en la Cámara baja.

Era otra 125 en potencia. En un reportaje con el periodista Roberto Navarro, advirtió que la solución pasaba por la propuesta del gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, o por la expropiación. Se sabe que el kirchnerismo no se ha dado por vencido: “El objetivo principal es entrar en Vicentin, más allá de que no se pueda expropiarla”, es el textual que se escucha entre su filas. ¿Qué hará AF?

Promesas incumplidas. Éramos pocos y apareció Carlos Zannini. Zannini se desempeña como procurador general del Tesoro. Como ya se dijo aquí, la suya ha sido una de las peores designaciones que hizo Alberto Fernández.

El procurador del Tesoro es el abogado del Estado; es decir, el que debe velar por el cuidado de sus intereses. Siendo esa su función, no se entiende cómo ha expresado una opinión favorable a que con los dineros públicos se le pague una pensión vitalicia a Amado Boudou, condenado en primera y segunda instancia por el caso Ciccone no solo a la cárcel, sino también a una inhabilitación de por vida para ocupar cargos públicos.

La resolución de Zannini es una más en la búsqueda de impunidad, objetivo claro del kirchnerismo en el poder. Esta decisión del procurador del Tesoro demuestra que, cuando el Presidente dijo que volvían para ser mejores, mintió.





lunes, 15 de junio de 2020

A 65 años del bombardeo de la Plaza de Mayo... @dealgunamanera...

A 65 años del bombardeo de la Plaza de Mayo que precipitó la caída de Perón…

Bombardeo. Fueron cinco horas de ataques en varias oleadas.
Hubo unos 300 muertos y más de 700 heridos. Fotografía: Cedoc

Bombas sobre la Casa de Gobierno, ataque terrestre de la infantería de Marina, incendio de iglesias, agitación en las calles, detención y muerte de un médico comunista en Rosario: todo eso ocurrió en esas jornadas de junio del 55 que antecedieron al derrocamiento de Perón.

© Escrito por Santiago Senén González y Fabián Bosoer (*) el domingo 13/06/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República e los Argentinos.


Buenos Aires se estremeció esa mañana del 16 de junio de 1955 por el rugido de cuadrillas aéreas y el bramido de bombas y ruidos de metralla. No era un ataque de un ejército invasor sino de la propia Infantería de Marina nacional, por cielo y por tierra, en un nuevo levantamiento militar contra el gobierno del general Juan Domingo Perón, que había cumplido nueve años en el poder y transitaba el último tramo de su segundo mandato presidencial. Nunca había ocurrido en la Argentina un hecho de esas características, comparable con bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial en Europa o la Guerra Civil española. Un antecedente del bombardeo al Palacio de la Moneda en Chile, el 11 de septiembre de 1973, con el derrocamiento y muerte de Salvador Allende.

Corpus Christi. Así sucedieron los acontecimientos en aquella jornada sangrienta. Días antes, el 11 de junio se había producido una gran movilización opositora estimada en 250 mil personas durante la procesión religiosa de Corpus Christi, desplazándose desde la Catedral al Congreso Nacional. Grupos que simpatizaban con Perón chocaron con los núcleos opositores católicos; esos activistas dañaron placas conmemorativas a la figura de Eva Perón, la líder popular fallecida dos años antes por un cáncer, a quien los peronistas consideraban “santa y mártir de los pobres”. 

En el mástil del Congreso arriaron la bandera argentina e izaron la bandera pontificia (blanca y amarilla), reflejo del conflicto entre el Gobierno y la Iglesia –debido a las recientes leyes de Divorcio y de reconocimiento legal de los hijos extramatrimoniales, la supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, la regulación de las prostíbulos y la iniciativa impulsada desde el oficialismo de convocatoria a una convención constituyente que decidiera la separación de la Iglesia y el Estado.

La Policía Federal denunció que una bandera argentina fue quemada durante la procesión. Y al día siguiente se publicaría en los diarios la fotografía de Perón acompañado por su ministro del Interior Ángel Borlenghi observando los restos de la bandera quemada. El 13 de junio, Perón expulsó del país a los obispos Manuel Tato y Ramón Novoa, que partieron en avión el día siguiente con destino a Roma. El lunes 13 de junio, ambas Cámaras del Congreso entraron en sesión extraordinaria para repudiar la quema de la bandera. El martes 14 de junio hizo lo propio la CGT, en un acto en el que Perón agradeció a los trabajadores a través del secretario adjunto Hugo Di Pietro. Su titular, Eduardo Vuletich, se encontraba en Ginebra, en la asamblea anual de la OIT. 

Puerto Belgrano. Mientras tanto, en los ámbitos militares se ultimaban los planes para un nuevo levantamiento, con uno de sus epicentros en la Base Naval de Puerto Belgrano. El cabecilla era el jefe de la Infantería de Marina, el contralmirante Samuel Toranzo Calderón. Después de consultas con un sector del Ejército, encabezado por el general León Bengoa, se involucró a distintos núcleos de la Fuerza Aérea. Las operaciones mostraron fallas de coordinación y desajuste de los diversos grupos complotados. 

En la mañana del jueves 16, en el Ministerio de Marina los infantes sublevados se preparaban para tomar la Casa de Gobierno. La Aeronáutica mandó un helicóptero con un alto oficial para informarle a la Armada que efectivos de Punta Indio habían tomado el Aeropuerto de Ezeiza, y se disponían a bombardear Plaza de Mayo. A último momento, el contralmirante Aníbal Olivieri, a cargo del ministerio y con parte de enfermo, y el comandante de Infantería de Marina, vicealmirante Benjamín Gargiulo se plegaron a la conspiración. Como asistente de Olivieri se encontraba el teniente de navío Emilio Massera. El vicepresidente Alberto Teisaire también un hombre de la Marina retirado, buscaba una mediación con los insurrectos en la Escuela de Mecánica (ESMA).

El bombardeo tuvo un público que no esperaban sus ejecutores: era el acto de desagravio que había convocado el Gobierno en Plaza de Mayo para esa misma jornada antes del mediodía. El ministro de Aeronáutica, brigadier mayor Juan Ignacio de San Martín, dispuso que la aviación testimoniara su adhesión al presidente de la República en un acto cívico-militar. Para esto decidió que una formación de aviones sobrevolaría el área céntrica. El anuncio del desfile reunió a numeroso público. Se trataba de un acto en solidaridad con el Gobierno frente a los embates de la oposición. Pero sería una trampa mortal.

A la hora señalada. A las 12:40, del aquel jueves 16 de junio de 1955 la escuadra de treinta aviones de la Marina de Guerra (veintidós North American AT-6, cinco Beechcraft AT-11, tres hidroaviones de patrulla y rescate Catalina), inició la serie de bombardeos y ametrallamientos al área de la Plaza de Mayo. Muchos de los aviones habían sido pintados con el signo de “Cristo Vence”, una cruz dibujada dentro de una letra V. Perón había dejado su despacho al iniciarse el ataque y se refugió en la sede del Ejército, junto al ministro Franklin Lucero. 

Fueron lanzadas más de cien bombas –con un total de entre 9 y 14 toneladas de explosivos– la mayoría de ellas sobre las Plazas de Mayo y Colón y la franja de terreno comprendida entre las avenidas Leandro N. Alem y Madero, desde el Ministerio de Ejército (Edificio Libertador) y la Casa Rosada, en el sureste, hasta la Secretaría de Comunicaciones (Correo Central) y el Ministerio de Marina, en el noroeste. 

Mientras tanto, los sublevados intentaron asaltar la Casa Rosada. Su accionar se desarrolló ante una población sorprendida. Estos grupos de civiles armados, llamados “comandos civiles”, cuyo concurso estaba previsto en apoyo de las fuerzas militares atacantes, intervinieron solo en acciones colaterales. Una de ellas fue la ocupación momentánea de Radio Mitre, desde donde lanzaron una proclama que daba por muerto a Perón, tildado como “tirano”. No tuvieron el protagonismo previsto. Tampoco, los militantes convocados por la CGT para defender al presidente en medio del asedio. 

Cinco horas. El ataque aéreo se realizó en sucesivas oleadas durante cinco horas. Tuvo como objetivo la Casa Rosada –donde estimaban que estaba Perón–, la Plaza de Mayo y sus adyacencias, donde se registró el mayor número de víctimas, el Departamento Central de Policía y la residencia presidencial, que estaba donde hoy se encuentra la Biblioteca Nacional. Más de trescientos muertos y alrededor de setecientos heridos fue el saldo estimado del ataque. Al menos medio centenar de ellos se encontraban dentro de la Casa de Gobierno, en la que impactaron 28 bombas. Pero el levantamiento fue un fracaso. Los cabecillas huyeron a Uruguay o fueron detenidos. El contralmirante Oliveri fue destituido por un tribunal militar, Gargiulo se suicidó, tras entregarse a las fuerzas leales. 

Una imagen retrató la trágica jornada: la fotografía de un trolebús cargado de pasajeros, ardiendo en llamas tras el impacto de una bomba, a metros de la Plaza de Mayo. El reportero gráfico que produjo la foto, que es su ícono, que recuerda esta brutal acción de guerra contra la población civil fue una joven que caía cerca del vehículo, que muestra su pierna destrozada por la metralla. Quien la sacó era el reportero gráfico del diario Democracia, enviado para cubrir el desfile de aviones. Quedó tan traumatizado que nunca se refirió al tema. Años después, tras la recuperación de la democracia en 1983, era el jefe de fotógrafos de la agencia estatal Télam. También allí mantuvo su reserva y silencio sin brindar mayores detalles. 

Noche de Brujas. Esa noche, sofocado el movimiento insurgente, fueron atacadas y ardieron varias iglesias del centro de la Ciudad de Buenos Aires incluyendo la propia sede de la Curia metropolitana junto a la Catedral, por grupos de choque, exhibiendo la extrema radicalización del conflicto, mientras se especulaba sobre la intención de la CGT de distribuir armas para apoyar al Gobierno. Aconsejado por los altos mandos del Ejército, Perón lanzó un mensaje de conciliación. El Estado de Sitio fue levantado, cesaron los ataques a la Iglesia y se sustituyeron las figuras del gabinete más cuestionadas. Los dirigentes de la oposición fueron invitados a discutir una tregua. A sus seguidores, Perón declaró: “La Revolución Peronista ha terminado. Comienza una nueva etapa que es de carácter constitucional. Yo dejo de ser el jefe de una revolución para pasar a ser el presidente de todos los argentinos, amigos o adversarios”. Este llamado a la pacificación momentáneamente tuvo eco con el cambio de Gabinete y se ofrecieron espacios radiales a políticos de la oposición. 

El impasse solo duró un par de semanas. Los planes para su derrocamiento avanzaban y Perón, en una verdadera declaración de guerra, advierte el 31 de agosto ante la multitud en Plaza de Mayo aquello de que “por cada uno de los nuestros que caiga, caerán cinco de ellos”. El nuevo conflicto agregó nafta a las llamas. El secretario de la CGT Di Pietro, que reemplazó a Vuletich, propone la creación de milicias populares, lo que es rechazado de plano por el ministro de Guerra, Franklin Lucero. Pero la suerte parecía estar echada y la caída, inminente, se produciría tres semanas más tarde. 

De las bombas que cayeron en la plaza y los ametrallamientos al Palacio de Hacienda esa jornada del 16 de junio del 55 quedaron marcas visibles por largos años. Una placa colocada en el restaurado frente recuerda a los muertos por los trágicos sucesos. En 2005 se dictó la ley 26.564 de indemnización para los deudos de las víctimas. El bombardeo fue llevado al cine por Leonardo Favio, en Sinfonía de un sentimiento, estrenada en el 2000 en el cine Atlas Recoleta.

Desaparición y muerte de Ingalinella

El mismo jueves 16 de junio, la Policía de Rosario comenzó a detener a dirigentes opositores y al día siguiente se llevan de su domicilio al doctor Juan Ingalinella, un médico afiliado y militante del Partido Comunista. Lo condujeron a la División Investigaciones de la Jefatura de Policía junto con otras sesenta personas. La casa de Ingalinella había sido allanada en repetidas oportunidades y él había sufrido ya varias detenciones. Pero esta vez, sería diferente. Los detenidos fueron retornando a sus hogares, pero no el médico. 

Ante las gestiones de su esposa y de sus camaradas, la Policía aseguró que había salido por sus propios medios de la jefatura. Hubo protestas, movilizaciones y paros reclamando su aparición. Recién el 20 de julio el interventor federal de la provincia, Ricardo Anzorena –quien hasta entonces había negado la veracidad de la denuncia– ordenó la detención del jefe y del subjefe de investigaciones y de otros policías, así como el reemplazo del jefe de Policía de Rosario, Emilio Vicente Gazcón, por Eduardo Legarreta quien exoneró a los policías involucrados. El 27 de julio de 1955, el ministro de gobierno de Santa Fe dio un comunicado oficial: [Ingalinella] “habría fallecido a consecuencia de un síncope cardíaco durante el interrogatorio”. Murió en la sala de torturas.

Periodistas bajo fuego 

El periodista Roberto Di Sandro, que cubría en ese momento la actividad de la Casa Rosada (lo hace hoy todavía), llegaba con otros colegas (los hermanos Almonacid, Aulio Sila, de France Press y Enrique, de Clarín). Ellos fueron protagonistas y víctimas de las bombas de Plaza de Mayo. Las páginas de Di Sandro en su libro A mí no me lo contaron, testimonian esos sucesos. El colega las recuerda en muchas de las reuniones que se efectúan habitualmente con viejos periodistas del círculo conocido como Veteranos en su tinta”. 

Cuenta Di Sandro que escuchó al teniente coronel Oscar Goulú, jefe de la guardia, dar las órdenes para la defensa de la Casa Rosada. Mientras Perón, acompañado del general Sosa Molina se dirigía al Edificio Libertador, situado cruzando la avenida Paseo Colón, el personal de la Casa de Gobierno se refugió en los túneles aledaños al edificio donde hoy está el Museo del Bicentenario. En el camino se encontraron con el embajador Ildefonso Cabaña Martínez quien dijo “parece que es la Marina contra el Ejército”. Un juicio similar tuvo otro alto funcionario que compartió el refugio, el subsecretario del Interior, Abraham Krislavin, cuando salían del Patio de las Palmeras hacia los túneles. Era común entre los periodistas hablar del túnel que había facilitado a Perón su llegada al Ministerio de Guerra, donde lo esperaba el general Franklin Lucero, pero no fue así: llegó allí “a cielo abierto”, acompañado por Sosa Molina. 

Uno de los autores de este artículo (N. de la R.: Santiago Senén González) estaba acreditado en la Sala de Periodistas de la Policía Federal y acompañó al jefe de Prensa en una recorrida para ver los estragos de las bombas en Plaza de Mayo. Antes, pasó por la sede central de la Asistencia Pública, ubicada en Esmeralda al 100 y volvió a ver la misma escena de columnas de activistas disfrazados con atuendos religiosos, al parecer militantes de la Alianza Libertadora Nacionalista, y uno de ellos con el cáliz alzado como si fuera un partido de fútbol gritaba, eufórico…” ya quemamos cinco”.

*Periodistas e historiadores.

Fotografías: