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domingo, 3 de febrero de 2019

Aguantadero… @dealgunamanera...

Aguantadero… 

Ejemplo riojano. El gobernador Sergio Casas, uno de los que hacen cualquier cosa para quedarse. Fotografía: Redes Sociales 

¿Por qué 16 gobernadores quieren seguir al frente de sus provincias? ¿Nunca les alcanza el tiempo?

© Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 03/02/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Para esto no se pelearon centralistas y provincianos en el siglo XIX. Sus enfrentamientos no significaron solamente ambiciones personales; invocaban cuestiones institucionales, que no siempre eran pretextos para conservar el poder o alcanzarlo. Al reconocer los derechos de las provincias, los constituyentes de 1853 quisieron debilitar el localismo autoritario y feudal, que no ha perdido fuerza en el siglo XXI. En ocasiones, parece que esta larga historia hubiera transcurrido en vano. Las peleas políticas siguen impulsadas por una avidez revestida con “principios” y causas nobles. La semana pasada, 16 gobernadores vieron coronados sus esfuerzos reeleccionistas. Entre ellos, el fabuloso Gildo Insfrán, que va por el noveno período en Formosa.

En un acto escolar, una alumna de su provincia obsequió al gobernador con un poema que halagó su personalismo. No es para menos, porque Insfrán se vanagloria de que Formosa es la provincia que más habría invertido en educación. Los implacables controles de Chequeado.com muestran que, pese al poema recitado por la nenita de guardapolvo blanco, Formosa ocupa el lugar doce en inversión por alumno. Como curiosidad, el Cippec agrupa a Formosa, Buenos Aires y La Rioja en el medio de su cuadro de inversiones educativas, con datos del 2009.

Pero mejor no mirar mucho ese cuadro, porque Urtubey, que ahora tiene aspiraciones presidenciales (¿quién no las tiene?), fue tres veces gobernador de Salta y colocó a su provincia en el peor puesto de la tabla, allí donde menos inversiones se hicieron. Solo superan a Urtubey los Rodríguez Saá que, en amable o conflictiva alternancia, gobernaron décadas San Luis; y Alberto quiere seguir por cuarta vez.

Son 16. Vuelvo a Insfrán porque su caso es llamativo. Sin parar, es gobernador de Formosa desde 1995. En 2003, una Constituyente habilitó la reelección indefinida, un “permiso” que afecta el principio democrático de alternancia. También le sobró tiempo para otros menesteres: es socio de Boudou en Old Fund, que le facturó millones a Formosa por una asesoría; y, al parecer, la sociedad fue más activa que la recaudación de ese dinero, porque sobre ella planea la sombra del affaire Ciccone Calcográfica. En las elecciones de 2019, Insfrán corre de nuevo para batir su propio récord.

El domingo 27, el gobernador Sergio Casas de La Rioja celebró un plebiscito aprovechando el calor de enero. Se votaba para habilitar una reforma de la Constitución que permitiera al gobernador Casas un tercer mandato (poca cosa si se lo compara con el linaje Rodríguez Saá en San Luis o el amigo Insfrán).

Leo el diario y, aunque estoy acostumbrada a las noticias argentinas, me cuesta creerlo. ¿Por qué toda esta gente quiere seguir gobernando su provincia? ¿Por qué no ha habido la alternancia que cualquiera puede comprobar en la lista de los gobernadores norteamericanos del último siglo, para nombrar una nación profundamente federal? Hacer memoria: Dorrego y otros federalistas argentinos admiraron las instituciones norteamericanas. Eran unos soñadores que nunca entendieron el país que les había tocado.

Imagino respuestas a la pasión de los 16 gobernadores que van por la reelección: están orgullosos de lo que han hecho y no quieren dejar su obra a mitad de camino, una obra a la que, como a las catedrales y las pirámides, no le alcanzan quince años, ni veinte; o tal vez han delinquido demasiado y temen un sucesor adverso; quizá no alcanzaron a fortalecer su equipo, o se sienten irreemplazables y temen a sus sucesores no solo porque vayan a cortarles las piernas o mandarlos a la Justicia, sino porque se consideran a sí mismos los únicos capaces. ¿Y si son simplemente personalistas que no se conciben fuera del poder, al que necesitan como aguantadero?

¿Cambiemos? Los gobernadores de Cambiemos conversan hace meses con la Jefatura de Gabinete si conviene o no desdoblar las elecciones nacionales de las provinciales. Vidal quería desdoblarlas, persuadida de que ella podría salvar su ropa más fácilmente si no tenía que ayudar a salvar la de Macri. El Presidente, con toda la razón del mundo, la presionó para que las elecciones nacional y provincial sucedieran el mismo día. En primer lugar, él puso a Vidal en la provincia; y, en segundo, fue generoso con ella, como no lo había sido Cristina con Scioli: “Si Cristina me hubiera tratado como este ejecutivo nacional trató a su gobernadora, no estaría donde estoy ahora, de relleno en las revistas de chismes”, debe fantasear retrospectivamente Scioli.

Por su parte, Vidal quiere ser gobernadora y luego presidenta. Finalmente, el PRO acordó una sensata simultaneidad de ambas elecciones. Nadie pensó si los ciudadanos votarían más libremente si no se vieran obligados a elegir los dos cargos en el mismo día. Nadie creyó en este discurso que circuló por allí. Se discutió hasta que se convencieron de que, sin desdoblamiento, los dos resultaban favorecidos. Que se hayan equivocado o no, es otra cuestión que sabremos en las elecciones. Está claro que a nadie le importó cuál era la forma más libre y racional de plantear una elección. Todo lo que se haya dicho sobre la yuxtaposición o la separación de las fechas es doble discurso y retórica.

La “mesa chica” de Cambiemos quería prolongar hasta marzo el suspenso sobre elecciones conjuntas o desdobladas. Pero los consejeros de Vidal creyeron inconveniente que las vacilaciones se leyeran “como una especulación”. Es decir, no querían que se las interpretara como lo que eran: un cálculo político al que le faltó tiempo y apoyo. Pero, en vez de callarse la boca, siguieron hablando: “Hay que darles previsibilidad a los bonaerenses y decirles cuándo van a votar”. Esto es sencillamente una mentira, porque no se trata de la razón por la cual las elecciones finalmente no se desdoblaron. La razón es que Macri y su entorno creen que todo debe subordinarse a la elección de presidente y que, en consecuencia, no hay que perder los votos que podrían ir a Vidal y no a la reelección de Macri si cada uno jugara su destino por separado.

Juro que creo en mi mentira. El que miente a los otros necesita, por razones políticas, llegar a creer en lo que ha mentido. Gildo Insfrán no piensa que es una transgresión tan disparatada como descomunal ser gobernador de Formosa durante 25 años. Por un lado, conoce la profundidad de su afrenta a la democracia liberal. Por el otro, piensa que no es una simple transgresión, sino algo que está en la necesidad de las cosas, no solo en sus intereses mezquinos.

Por eso, hombres como Insfrán o como el riojano Casas, que será recordado por su plebiscito en plena canícula, no son simples mentirosos, sino algo mucho más dañino. Creen en lo que dicen, como si fuera verdad. Lo cual es mucho peor que la mentira. No son cínicos, como lo era Menem. María Eugenia Vidal y Macri repiten sus razones como si fueran las que más convienen a la gente. Hábiles gestores de una doble moral, creen en lo que dicen, aunque también sepan que son mentiras.

Los gobernadores que van por su reelección son responsables de la falta de sentido de la política argentina. Unen su suerte a su territorio. Son hombres de paja que no están en condiciones de enunciar claramente cuáles son sus motivos. En consecuencia, cualquier objeción y cualquier crítica cae desautorizada, porque no admite respuesta verdadera. Disfrazan la verdad de lo que saben y se justifican: no tengo ningún sucesor en quien confiar; necesito mantener el aguantadero de la casa de gobierno; los que vienen detrás de mí quieren destruirme; esta provincia no puede pasar a la oposición y soy yo el único en condiciones de impedirlo.

Las razones de Macri son diferentes. No puede decir: fracasé cuatro años y por eso necesito otros cuatro para demostrar que soy capaz de superar el fracaso. Tampoco  admite el razonamiento inverso: si fracasó cuatro años, no conviene darle otra oportunidad. La historia, además, muestra que los segundos períodos fueron siempre peores que los primeros. La reelección trae mala suerte.


(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

domingo, 20 de enero de 2019

Recalculando Electoral (II) - El tobogán de Massa y el social-radicalismo… @dealgunamanera...

El tobogán de Massa y el social-radicalismo...

Lavagna UCR, fórmula 2007 con Morales de vice. Lavagna-Massa, apoyo del Frente Renovador. Fotografías: Cedoc

“Massa es un candidato tobogán: comienza alto y se va desinflando”, repite Jaime Duran Barba, descontando que el futuro será igual al pasado. El oficialismo presume que en 2019, como sucedió en 2015, la existencia de las PASO transforma esas elecciones pensadas para ser una interna dentro de los partidos en una primera vuelta entre partidos. Y que si en agosto Cambiemos más Unidad Ciudadana, Macri y Cristina Kirchner, suman el 70% (37-33, sea quien fuere que supere al otro) y Alternativa Federal quedase tercero con el 15%, esos votos migrarían automáticamente para alguno de los dos primeros en la verdadera y vinculante primera vuelta electoral de octubre. Lo que de alguna manera sucedió después de las PASO de 2015, cuando quien más creció fue Macri bajo la consigna de “voto útil” para no perderlo con un candidato que seguro no podría ganar y votando por el menos malo o en contra del peor mal.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 20/01/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 
Sigue de ayer con: "Recalculando electoral (I). Todos en contra y a favor de Lavagna".

Pero el incansable Massa coincide con que las PASO funcionan como una primera vuelta, entre y no “inter” partidos, pero que en el contexto político actual en lugar de producir la fuga potencial del voto de quien salga tercero al primero o segundo, producirá la fuga de votos del primero o segundo al tercero porque la ciudadanía no querrá quedar prisionera de la opción Macri o Cristina. Imagina que si en las PASO de “los doce apóstoles de la oposición” (él, Pichetto y los diez gobernadores de Alternativa Federal) Massa obtuviera 15% (hoy se acerca a 10) y, por ejemplo, Urtubey 7, pero en cualquiera de los casos entre los dos sumaran el 20% (muy parecido a 2015 con 14% de Massa más 6% de De la Sota), votantes de Cambiemos y de Unidad Ciudadana que eligieron a uno u otro para que no ganase Cristina o Macri, al ver que habría una alternativa para lo mismo fugarían hacia Alternativa Federal. Dicen que Massa repite: “En 2015 comencé el año siendo banca y terminé siendo punto, en 2019 prefiero comenzar siendo punto y terminar de banca”.

Si la neurosis es no querer lo que se desea, o sea no estar dispuesto a hacer los esfuerzos necesarios para consumar ese deseo, Massa está vacunado de neurosis porque siempre está tratando de ser presidente e imaginando que lo puede ser más allá de los escenarios adversos que viene enfrentando últimamente. Desea con tanta energía que en su búsqueda de ventaja Macri pudo bautizarlo peyorativamente como "Ventajita". Macri comparte con Massa su misma vocación presidencial, aunque es más experto en el arte de disimular que está dispuesto a arriesgarlo todo.

Cerca de Urtubey temen que el crecimiento de Lavagna termine en un Massa Lavagna, pero Lavagna nunca aceptaría

Massa sabe que de él se dice que no mantiene la palabra, que un acuerdo con él tiene una validez de cinco minutos, que no es creíble ni confiable, y que uno de los síntomas de su ansiedad abortiva es que siempre llega tarde a todas las reuniones, vicio que estaría tratando de corregir. La primera sospecha sobre Massa es que esté dispuesto a negociar con Cristina Kirchner. Nuevamente Macri bautizó peyorativamente a Massa diciendo: “Urtubey soy yo, Massa es Cristina”. Sospecha muy fundada porque el propio intendente de Tigre, Julio Zamora, propuso que su jefe vaya como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires con Cristina Kirchner como candidata a presidente. 

Algo que Massa desmiente, de la misma forma que se acepte en Alternativa Federal que Cristina Kirchner compita en sus PASO porque la mayoría de los gobernadores votarían en contra: Gustavo Bordet de Entre Ríos, Juan Manzur de Tucumán, Sergio Casas de La Rioja, Mariano Arcioni de Chubut, Juan Schiaretti de Córdoba, Juan Manuel Urtubey de Salta, y, aunque no gobernador, Miguel Pichetto por su provincia, Río Negro. Más afines al kirchnerismo quedarían Domingo Peppo, gobernador de Chaco; Rosana Bertone, de Tierra del Fuego; y Hugo Passalacqua, de Misiones.

Pero quien sea su candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires como si se desdoblaran las elecciones provinciales es tan crucial como si se presenta o no Cristina Kirchner. Hay especulaciones cruzadas: que si Vidal adelantara la elección provincial ella gana seguro pero Macri podría perder y, a la inversa, si no desdoblara Macri aumenta sus posibilidades de ganar tanto como las de perder Vidal. Estas conjeturas se basan en que elecciones anticipadas independizarían a los intendentes peronistas de Cristina Kirchner porque hasta podrían ir con el candidato kirchnerista a gobernador, presumiblemente Kicillof, y después de haber sido reelectos intendentes, no acompañar a Cristina en su candidatura presidencial porque el cierre de listas nacionales sería tres semanas después de la elección provincial. 

Una alternativa que equilibraría los intereses contrapuestos de Vidal y Macri sería: elecciones provinciales y nacionales el mismo día pero con boleta única de papel como en Santa Fe, donde al marcar con una cruz sobre opciones se puede elegir presidente de un partido, gobernador de otro, intendente vecinal y legisladores de otro partido.

Sueño de Massa post PASO: que Cristina no pueda ganarle a Macri en ballotage y sus votos migren a él en octubre

Desde el massismo proponen como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por Alternativa Federal a una figura de fuera de la política o una fórmula casi compartida entre dos intendentes jóvenes. De fuera de la política rápidamente aparece la imagen de Tinelli, tantas veces descartada, pero si Lavagna fuera candidato presidencial Facundo Manes aceptaría acompañarlo  donde fuera más útil.

Lavagna es otro dilema de Massa, con quien se reúne cada 15 días, la última este jueves, pero a diferencia de las reuniones de Lavagna con Pichetto o con el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, son sin foto para mostrar el diferente grado de relación –permanente– que los une. Massa sostiene que si Lavagna viera “que hay agua en la pileta” y decidiera avanzar con su candidatura a presidente, él estaría dispuesto a bajar la suya y confía en que será al primero que le avisará. Pero no lo ve decidido ni tampoco pinchando el globo de expectativas que generó, sino dejando que se vaya desinflando poco a poco pero apoyando siempre al espacio alternativo de Macri y Cristina Kirchner.

No es esa la visión que tienen el socialismo de Santa Fe ni los radicales desencantados con Cambiemos que ven en Lavagna el candidato transversal ideal antigrieta rememorando aquel balcón de Alfonsín con Cafiero, habiendo sido Lavagna funcionario tanto del radicalismo como del peronismo. El 31 de marzo se cumplirán diez años de la muerte de Alfonsín, habrá actos de todo tipo en su memoria y será un momento en el que los radicales de Cambiemos y los abiertamente desencantados de Macri hagan un balance de su alianza con el PRO. ¿Esa tradición, no los une más al socialismo, o al GEN de Margarita Stolbizer o al ARI de cuando Elisa Carrió  descarrilaba menos, que a la derecha del PRO? Hasta Cornejo en Mendoza analiza anticipar las elecciones provinciales para no dejar al radicalismo atado a la suerte de Macri.

Otro mendocino, artífice fundamental de Cambiemos y hoy retirado en parte también por no sentirse cómodo con el PRO, Ernesto Sanz, piensa que hizo lo correcto al apoyar a Macri para que no continuará el kirchnerismo. Pero si apareciera otra alternativa que pudiera vencer al kirchnerismo, si este ya estuviera vencido o el día en que el PRO y Macri perdieran: ¿qué sentido tendría para los radicales continuar en Cambiemos? Paralelamente, ven con preocupación cómo el PRO coloca candidatos a competir en las provincias gobernadas por el radicalismo y sacan cuentas de cuánto y cómo alejarse. Hay un radicalismo socialista tan numeroso como el afín al conservadurismo. La tensión solo la aplacan los premios del triunfo, premios que desaparecerán en la derrota o cuando se la comience a dar por descontada.


(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a perfilcom@perfil.com