El tobogán de Massa y el social-radicalismo...
Lavagna UCR,
fórmula 2007 con Morales de vice. Lavagna-Massa, apoyo del Frente Renovador. Fotografías:
Cedoc
“Massa es un candidato tobogán: comienza alto y se va desinflando”, repite
Jaime Duran Barba, descontando que el futuro será igual al pasado. El
oficialismo presume que en 2019, como sucedió en 2015, la existencia de las
PASO transforma esas elecciones pensadas para ser una interna dentro de los
partidos en una primera vuelta entre partidos. Y que si en agosto Cambiemos más
Unidad Ciudadana, Macri y Cristina Kirchner, suman el 70% (37-33, sea quien
fuere que supere al otro) y Alternativa Federal quedase tercero con el 15%,
esos votos migrarían automáticamente para alguno de los dos primeros en la
verdadera y vinculante primera vuelta electoral de octubre. Lo que de alguna
manera sucedió después de las PASO de 2015, cuando quien más creció fue Macri
bajo la consigna de “voto útil” para no perderlo con un candidato que seguro no
podría ganar y votando por el menos malo o en contra del peor mal.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 20/01/2019 y publicado por el Diario Perfil de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sigue de ayer con: "Recalculando electoral (I). Todos en contra y a favor de Lavagna".
Sigue de ayer con: "Recalculando electoral (I). Todos en contra y a favor de Lavagna".
Pero
el incansable Massa
coincide con que las PASO funcionan como una primera vuelta, entre y no “inter”
partidos, pero que en el contexto político actual en lugar de producir la fuga
potencial del voto de quien salga tercero al primero o segundo,
producirá la fuga de votos del primero o segundo al tercero porque la
ciudadanía no querrá quedar prisionera de la opción Macri o Cristina. Imagina
que si en las PASO de “los
doce apóstoles de la oposición” (él, Pichetto y los diez gobernadores de Alternativa
Federal) Massa obtuviera 15% (hoy se acerca a 10) y, por ejemplo, Urtubey 7,
pero en cualquiera de los casos entre los dos sumaran el 20% (muy parecido a
2015 con 14% de Massa más 6% de De
la Sota), votantes de Cambiemos y de Unidad Ciudadana que
eligieron a uno u otro para que no ganase Cristina o Macri, al ver que habría una alternativa para
lo mismo fugarían hacia Alternativa Federal. Dicen que Massa
repite: “En 2015 comencé
el año siendo banca y terminé siendo punto, en 2019 prefiero comenzar siendo
punto y terminar de banca”.
Si la neurosis es no querer lo que se desea, o sea no
estar dispuesto a hacer los esfuerzos necesarios para consumar ese deseo, Massa
está vacunado de neurosis porque siempre está tratando de ser presidente e
imaginando que lo puede ser más allá de los escenarios adversos que viene
enfrentando últimamente. Desea con tanta energía que en su búsqueda de ventaja Macri pudo bautizarlo peyorativamente
como "Ventajita". Macri comparte con Massa su misma
vocación presidencial, aunque es más experto en el arte de disimular que está
dispuesto a arriesgarlo todo.
Cerca
de Urtubey temen que el crecimiento de Lavagna termine en un Massa Lavagna,
pero Lavagna nunca aceptaría
Massa sabe que de él se dice que no mantiene la palabra,
que un acuerdo con él tiene una validez de cinco minutos, que no es creíble ni
confiable, y que uno de los síntomas de su ansiedad abortiva es que siempre
llega tarde a todas las reuniones, vicio que estaría tratando de corregir. La
primera sospecha sobre Massa es que esté dispuesto a negociar con Cristina
Kirchner. Nuevamente Macri bautizó peyorativamente a Massa diciendo: “Urtubey soy yo, Massa es Cristina”.
Sospecha muy fundada porque el propio intendente de Tigre, Julio Zamora,
propuso que su jefe vaya como candidato a gobernador de la provincia de Buenos
Aires con Cristina Kirchner como candidata a presidente.
Algo que Massa
desmiente, de la misma forma que se acepte en Alternativa Federal que Cristina
Kirchner compita en sus PASO porque la mayoría de los gobernadores votarían en
contra: Gustavo
Bordet de Entre Ríos, Juan Manzur de Tucumán, Sergio Casas de
La Rioja, Mariano
Arcioni de Chubut, Juan
Schiaretti de Córdoba, Juan Manuel Urtubey de Salta, y,
aunque no gobernador, Miguel Pichetto por su provincia, Río Negro. Más afines
al kirchnerismo quedarían Domingo
Peppo, gobernador de Chaco; Rosana Bertone, de
Tierra del Fuego; y Hugo
Passalacqua, de Misiones.
Pero quien sea su candidato a gobernador en la provincia
de Buenos Aires como si se desdoblaran las elecciones provinciales es tan
crucial como si se presenta o no Cristina Kirchner. Hay especulaciones
cruzadas: que si Vidal adelantara la elección provincial ella gana seguro pero Macri podría
perder y, a la inversa, si no desdoblara Macri aumenta sus
posibilidades de ganar tanto como las de perder Vidal. Estas conjeturas se
basan en que elecciones anticipadas independizarían a los intendentes
peronistas de Cristina Kirchner porque hasta podrían ir con el candidato
kirchnerista a gobernador, presumiblemente Kicillof, y
después de haber sido reelectos intendentes, no acompañar a Cristina en su
candidatura presidencial porque el cierre de listas nacionales sería tres
semanas después de la elección provincial.
Una alternativa que equilibraría los
intereses contrapuestos de Vidal y Macri sería: elecciones provinciales y
nacionales el mismo día pero con boleta única de papel como en Santa Fe, donde
al marcar con una cruz sobre opciones se puede elegir presidente de un partido,
gobernador de otro, intendente vecinal y legisladores de otro partido.
Sueño
de Massa post PASO: que Cristina no pueda ganarle a Macri en ballotage y sus
votos migren a él en octubre
Desde el massismo proponen como candidato a gobernador de
la provincia de Buenos Aires por Alternativa Federal a una figura de fuera de
la política o una fórmula casi compartida entre dos intendentes jóvenes. De fuera de la política rápidamente
aparece la imagen de Tinelli, tantas veces descartada, pero
si Lavagna fuera
candidato presidencial Facundo Manes aceptaría acompañarlo donde fuera
más útil.
Lavagna es otro dilema de Massa, con quien se reúne cada
15 días, la última este jueves, pero a diferencia de las reuniones de Lavagna
con Pichetto o con el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, son
sin foto para mostrar el diferente grado de relación –permanente– que los une.
Massa sostiene que si Lavagna viera “que hay agua en la pileta” y decidiera
avanzar con su candidatura a presidente, él estaría dispuesto a bajar la suya y
confía en que será al primero que le avisará. Pero no lo ve decidido ni tampoco
pinchando el globo de expectativas que generó, sino dejando que se vaya
desinflando poco a poco pero apoyando siempre al espacio alternativo de Macri y
Cristina Kirchner.
No es esa la visión que tienen el socialismo de Santa Fe
ni los radicales desencantados con Cambiemos que ven en Lavagna el candidato transversal
ideal antigrieta rememorando aquel balcón de Alfonsín con Cafiero,
habiendo sido Lavagna funcionario tanto del radicalismo como del peronismo. El
31 de marzo se cumplirán diez años de la muerte de Alfonsín, habrá actos de
todo tipo en su memoria y será un momento en el que los radicales de Cambiemos
y los abiertamente desencantados de Macri hagan un balance de su alianza con el
PRO. ¿Esa tradición, no los une más al socialismo, o al GEN de Margarita Stolbizer o
al ARI de cuando Elisa
Carrió descarrilaba menos, que a la derecha del PRO?
Hasta Cornejo en
Mendoza analiza anticipar las elecciones provinciales para no dejar al
radicalismo atado a la suerte de Macri.
Otro mendocino, artífice fundamental de Cambiemos y hoy
retirado en parte también por no sentirse cómodo con el PRO, Ernesto Sanz, piensa
que hizo lo correcto al apoyar a Macri para que no continuará el kirchnerismo.
Pero si apareciera otra alternativa que pudiera vencer al kirchnerismo, si este
ya estuviera vencido o el día en que el PRO y Macri perdieran: ¿qué sentido
tendría para los radicales continuar en Cambiemos? Paralelamente, ven con
preocupación cómo el PRO coloca candidatos a competir en las provincias
gobernadas por el radicalismo y sacan cuentas de cuánto y cómo alejarse. Hay un
radicalismo socialista tan numeroso como el afín al conservadurismo. La tensión
solo la aplacan los premios del triunfo, premios que desaparecerán en la
derrota o cuando se la comience a dar por descontada.
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