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domingo, 29 de abril de 2018

Corrida y tropiezos… @dealgunamanra...

Corrida y tropiezos… 
TERMINEGGER Federico Sturzenegger. Dibujo: Pablo Temes.

Las tarifas y la suba del dólar dejaron al desnudo errores reiterados del Gobierno.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 29/04/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

No hay dudas: fue una de las semanas más difíciles que debió enfrentar Mauricio Macri en los casi dos años y medio que lleva de gestión. Si se analizan las causas, nadie debería sorprenderse: el Gobierno está pagando el costo de una inadecuada lectura de la dinámica de la realidad. Lo que no deja de sorprender es que esa lectura errónea se haga sobre inflación y tarifas, dos ítems sobre los cuales se supone este gobierno tiene abundancia de especialistas. En el centro del poder se pensó que el aumento de las tarifas no generaría tanta resistencia como la que se está viendo en distintos sectores de la población. Los muestreos de opinión pública revelan que la gente es consciente de que los valores que se pagaban durante el kirchnerato eran irreales. Lo único que pide es poder pagarlos.

Efectos. 

El malestar social trajo aparejada no solo una caída de la imagen del Presidente y de su gobierno al nivel más bajo en lo que va de su gestión, sino también cortocircuitos políticos dentro de Cambiemos. El descontento inicial lo manifestó Elisa Carrió, y al de ella le siguió el del radicalismo. Cuando en el peronismo observaron ese cuadro de situación comprendieron que debían pasar a la acción.

Eso fue lo que se vio en el Congreso en estas dos semanas. La sesión de la Cámara de Diputados del miércoles pasado puso al Gobierno en alerta. Desde el punto de vista reglamentario, en dos semanas la oposición estará en condiciones de aprobar alguno de los proyectos que buscan modificar el cuadro tarifario que motiva este complicado presente político. Esto ha alertado al Gobierno sobre la necesidad de recurrir a un eventual veto presidencial para frenar la promulgación de una ley que alteraría seriamente los planes presupuestarios del oficialismo. Por eso se ha puesto en marcha una serie de conversaciones con los gobernadores afines a la Casa Rosada para ver cómo, desde ahí, se frena a una veintena de diputados a fin de tornar inviable la aprobación de los proyectos opositores. ¿Le será posible al oficialismo lograrlo?

En la Argentina pendular hemos pasado de un gobierno que creía que la gobernabilidad pasaba por la comunicación –de ahí los insufribles Aló Presidenta por la cadena nacional de radio y televisión con los que agobió Cristina Fernández Kirchner– a este otro que, hasta aquí, ha mostrado desprecio por esta tarea. Las conferencias de prensa se han espaciado y los funcionarios hablan, en general, en ámbitos de confort. Esto puede estar en revisión en estas horas. En la reunión que hubo el viernes en la Casa Rosada encabezada por el Presidente, de la que participaron –entre otros– Jaime Duran Barba, su socio Santiago Nieto, el publicitario Joaquín Molla y el sociólogo español Roberto Zapata, se habló de esto. Zapata trajo información desde las provincias referidas a la imagen de Macri. Nadie adelantó ninguna cifra aun cuando algunos de los asistentes confirmó una caída de ese guarismo. Es lo que la totalidad de las encuestas corroboran.

Sobrevolaron en esa reunión las duras críticas que recibió desde distintos ámbitos del macrismo el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quien muy suelto de cuerpo dijo en el reportaje que concedió en la mañana del viernes a Radio Mitre que no había que ponerse nerviosos por la suba del dólar. Hizo acordar a la tristemente célebre frase de Lorenzo Sigaut –“el que apuesta al dólar pierde”–. Con esa declaración, el ministro demostró tener un desconocimiento sorprendente de lo que significa el dólar en la cultura económica de los argentinos. Pero no solo eso, porque además de los muchos que temen que el aumento de la divisa estadounidense se traslade a precios y/o a cuotas de créditos hipotecarios, también hay nerviosismo dentro del Gobierno por el impacto político que produce una corrida cambiaria como la que se vivió en estos días.

Alguna vez Macri explicará qué lo llevó a la designación en un cargo de tamaña relevancia a un funcionario de tan poca entidad política que, al final del día, le trae más problemas que soluciones. Tanta es la preocupación del jefe de Estado por la volatilidad del precio del dólar que el viernes ocurrió un hecho que tuvo consecuencias importantes: la conversación que tuvo con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Durante esa comunicación, se bajó una orden taxativa: poner freno a la corrida cambiaria que vino ocurriendo desde el comienzo de la semana. En términos concretos, se tradujo en dos medidas: se vendieron en el día US$ 1.382,1 millones y se aumentó la tasa de interés al 30,25% anual. Pero además, el hecho representó una reivindicación para Sturzenegger, cuya autoridad había quedado esmerilada luego de aquella conferencia de prensa del 28 de diciembre pasado en la que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, junto al ministro de Finanzas, Luis Caputo, y a Dujovne, hizo añicos la tan mentada independencia del Banco Central que meneaba el Gobierno. Macri reconoció que ese fue un error.

Endógenos. 

La corrida cambiaria es además una enseñanza para el Gobierno. Hubo sorpresas en la Casa Rosada por este hecho inesperado para muchos. “Dónde quedó la confianza de los mercados”, se preguntaba una voz que suele hablar con el Presidente. Hay una respuesta técnica para la corrida de estos días: el alza de la tasa de interés en Estados Unidos y la aplicación del impuesto a la renta financiera a partir del 1º de mayo. Pero, más allá de esto, aparecen en el Gobierno las conductas propias de la enfermedad de poder.

En el reportaje que les concedió a Eduardo van der Kooy y a Julio Blanck, Macri dijo “escuchamos mucho pero tampoco podemos escuchar todo”. La pregunta que surge a continuación es: ¿con quiénes lo analizaron? ¿Lo hicieron con especialistas de otros partidos? ¿Evaluaron algunos de los proyectos que están analizándose en el Congreso? No hay constancia de que así haya sido. Desde el radicalismo, por ejemplo, hubo quejas por no habérselos consultado. Sobrevuela en algunos funcionarios del Gobierno un cierto aire de infalibilidad. La infalibilidad y la soberbia van de la mano. Y la soberbia, ya se sabe, es uno de los siete pecados capitales.



lunes, 2 de octubre de 2017

Justicia se busca… @dealgunamanera...

Justicia se busca…

Alta Tensión. Julio De Vido. Dibujo: Pablo Temes

Impunidad y poder de dirigentes gremiales que contaron con protección política y judicial.

Comienzan a desplegarse los lineamientos de lo que será la esencia de la campaña electoral que desembocará en los comicios del 22 de octubre. En el oficialismo reina el optimismo. Los números de la incipiente y sostenida recuperación de la economía no podrían haber llegado en mejor momento. La caída de la pobreza y la reactivación de algunos sectores claves de la economía se aúnan para generar un ambiente de esperanza en aquellos sectores que decididamente no quieren la vuelta del kirchnerismo.

Esta combinación de factores ha generado una situación que motiva una paradójica preocupación dentro del oficialismo: que la dirigencia y la militancia se relajen, circunstancia que sería fatal a tres semanas de una elección que de ninguna manera está aún definida. “Nos dicen que estamos un punto y medio arriba de CFK pero las cifras verdaderas son más holgadas y están guardadas bajo siete llaves”, reconoce una fuente de Cambiemos. Desde la mesa chica del oficialismo bonaerense, compuesta por María Eugenia VidalFederico SalvaiJaime Duran Barba y su socio Santiago Nieto, se baja la orden de que se debe trabajar como si estuvieran un punto abajo. La tarea pues es levantar a los candidatos todos los días para ir a hacer campaña a los lugares más recónditos y adversos del conurbano bonaerense con toda la energía. El objetivo no es sólo electoral: se busca un cambio de la cultura política en esos bastiones cuasi inexpugnables del peronismo.

Las dos últimas semanas están guardadas para el Presidente. Volverán los escenarios en 360 grados y los encuentros cuidadosamente estudiados. Su presencia en el Gran Buenos Aires será preponderante en los lugares más ásperos en donde, de a poco, Cambiemos va haciendo pie.

Por su parte, Cristina Fernández de Kirchner concedió dos entrevistas como parte de su campaña. Tanto en la que realizó Carlos Cué para El País como en la de Chiche Gelblung para Crónica dijo cosas que indignaron y que lograron un efecto claro: no sumar un solo voto más. ¿Quién la asesora?


En las filas del randazzismo reina la calma. Allí la apuesta es a mediano plazo y comenzará a perfilarse mejor luego de la elección. La convicción es que, si no hay sorpresas, Cristina Fernández de Kirchner pasará a formar parte del pasado y a partir de allí comenzará una etapa de verdadera renovación dentro de las filas del peronismo. 

En el massismo, por su parte, la decisión es dejar de hablar de CFK. “Cada vez que volvemos sobre la corrupción, las denuncias y los discursos gastados de Cristina, le hacemos el juego al Gobierno”, señala una voz cercana a Sergio Massa.

La detención de Juan Pablo “Pata” Medina, el poderoso e intocable secretario general de la seccional La Plata de la Uocra, tiene un valor fáctico y otro simbólico.

El fáctico a los hechos de corrupción y de comportamiento mafioso sobre los que armó su emporio este nefasto personaje al que aguarda una larga estadía –años– en alguno de los presidios del país. Está claro que todo el entramado que armó para lograr el fenomenal poder del que hizo gala durante  los veinte años que duró su despótico reinado, contó con una escandalosa protección política y judicial. Ahí están los videos en los que se lo ve al ex gobernador Daniel Scioli agradecer a la Uocra La Plata.

Tanta impunidad fue posible también por la complicidad de jueces que dieron vergüenza. Son muchos los que recuerdan aquel cumpleaños del hoy destituido juez César Melazo, al que Medina fue invitado y en el que se codeó con el ex ministro de Justicia Ricardo Casal, y el entonces jefe de la Policía Bonaerense, comisario Juan Carlos Paggi.

El Pata Medina no sólo se enriquecía vilmente, sino que, con sus formas, tenía atemorizado a todo el vecindario de la sede de la Uocra La Plata que padeció durante años la prepotencia y el patoterismo que impuso en ese lugar. 


Claro que el hecho se proyecta más allá del dirigente sindical hoy preso. Es útil conocer cómo fue el proceso a través del cual Medina sumó poder y acuñó riqueza. La metodología la aprendió de sus mayores, y aquí mayores significa la conducción central de la Uocra. Las obras se cotizaban y después se arreglaban los sobreprecios con los empresarios. La Cámara de la Construcción –que sistemáticamente niega estos hechos– ha sido copartícipe de todo este engranaje de corrupción.

Tampoco hay que olvidar el caso de Omar “Caballo” Suárez, secretario general del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) y hombre de cercanía de CFK. Las sospechas sobre otros dirigentes gremiales a veces quedan transformadas en evidencias a partir de circunstancias impensadas. He ahí el  caso de Gerónimo Venegas, el histórico secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), de quien ahora se confirma un patrimonio enorme que se encuentra en disputa entre sus hijos. ¿Cuántos más hay en la misma situación?

¿Qué esperan jueces y fiscales para investigar y avanzar en causas que duermen hace mucho tiempo en cajones y archivos?

Las razones que se esgrimen desde algunos ámbitos tribunalicios para explicar semejante molicie es que este despertar se debe a que ahora  están dadas las condiciones políticas para avanzar en las causas e investigar. El argumento es ominoso.

Si hay algo que no puede resignar la Justicia, es su independencia. Si ese concepto no se modifica, la Argentina se queda sin un instrumento clave para combatir el grave delito de la corrupción. Y esto es peligrosísimo no sólo desde el punto de vista político e institucional, sino también social y personal, porque la corrupción mata. La tragedia de Once nos lo recuerda todos los días.

Producción periodística: Santiago Serra.