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domingo, 30 de abril de 2017

Jugo de Trump… @dealgunamanera...

Jugo de Trump…

“Dame un limón...” Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

El Gobierno tomó el encuentro como una inversión, y espera cosechar. Ruido interno.

Algunos periodistas latinos que trabajan en los Estados Unidos describieron a un Macri algo retraído durante su reunión con Donald Trump. “Mauricio era el invitado y, si bien íbamos con la expectativa de un respaldo casi asegurado, no esperábamos señales tan precisas. Tampoco podíamos ir a coparle la escena al dueño de casa. Se optó por la sobriedad, algo que hace 12 años no se veía”, argumentó una fuente del riñón del PRO.

La historia de la relación política de la Argentina con los Estados Unidos es la expresión de una ciclotimia incesante. Así se ha pasado de las “relaciones carnales” al encono furibundo. Muchos –equivocadamente– refieren el comienzo de este fenómeno al enfrentamiento Perón-Braden. En verdad, es algo que viene desde tiempos aún más lejanos. El primer enfrentamiento fuerte entre ambos países se produjo durante la Primera Conferencia Panamericana, realizada en Washington en 1889.

La delegación argentina integrada por Manuel Quintana y Roque Sáenz Peña se opuso tenazmente a la propuesta de unión aduanera del presidente Benjamin Harrison. A nuestras dirigencias les ha costado entender la lógica y los códigos que se manejan en la Casa Blanca. Néstor Kirchner cometió un grueso error cuando maltrató a George Walker Bush durante la cumbre de presidentes que se hizo en Mar del Plata en 2005. Su actitud demostró su desconocimiento de esa lógica y de esos códigos y, además, pecó de ingrata. Bush tenía verdadera simpatía por los Kirchner –a la entonces legisladora Cristina Fernández de Kirchner la llamaba “la senadora más linda del mundo”–, simpatía que devino en ayudas concretas hacia el gobierno de entonces en su dura renegociación de la deuda externa.

“La actitud de Trump –que es un personaje cuya presidencia está atravesando por un sinfín de problemas– reflejó el optimismo que hay en Nueva York, en Ginebra y en Londres por el cambio en Argentina”, aseguró un economista de buen trato con el Gobierno, que prosiguió: “Lo más valioso no fue lo de Trump sino el haber estado el día anterior en Houston con los petroleros. Ese fue el gran logro del viaje porque está mostrando desde dónde van a venir las inversiones. Si todo sale bien, en 2020 debería estar resuelto el tema del déficit energético”.

En ese marco sí cobra valor una de las frases de Trump describiendo a Macri como “un viejo amigo”; en palabras de los norteamericanos fue lo que se conoce como this is the guy (“éste es el tipo”). La visita a Trump representa un mensaje de apoyo al gobierno argentino hacia el interior de los inversores norteamericanos y hacia el mundo. Ese es su valor. El gesto del presidente de los Estados Unidos de haber levantado la prohibición de importar limones argentinos grafica la intención de llevar ese apoyo al campo de los hechos.

Una de las cosas que impresionaron a Macri fue el Niágara de elogios que recogió en los ámbitos políticos y empresariales durante su breve periplo norteamericano. De todas maneras, comprobó allí que debe ganar las elecciones de octubre. Por otra parte, el contraste entre esos elogios y las críticas que recibe aquí, aun desde los sectores afines, lo tiene contrariado. Eso ya les pasó a varios de sus predecesores. Por lo tanto, no debería ni sorprenderse ni confundirse. Son vivencias y visiones absolutamente diferentes. Las dificultades de la economía siguen siendo muchas. Abril termina con un índice de inflación que será superior al planeado por el Gobierno.

El PRO parece tener un karma con los jefes policiales.

Ya lo vivió Mauricio Macri cuando tuvo la malhadada idea de nombrar al comisario Jorge “Fino” Palacios al frente de la Policía Metropolitana.

Igualdad ante la ley. En este contexto, no extraña que el karma continúe hasta el presente. A sólo cuatro meses de la creación de la nueva Policía de la Ciudad, su flamante director, el comisario José Pedro Potocar, quedó detenido, acusado de liderar una banda que cobraba coimas por protección policial. En los casos problemáticos, una coincidencia que habla de cierta improvisación a la hora de elegir: jefes y subjefes no pasaron los cuatro meses de actividad hasta que saltó su verdadero prontuario. En el caso de Potocar, sobre quien la Justicia tendrá la última palabra, el viento no está soplando a su favor.

El fiscal José María Campagnoli confía en la prueba que reunió, que, a su vez, fue refrendada por el juez Ricardo Farías. Desde el Gobierno de la Ciudad aseguran que chequearon los antecedentes y nada parecía fuera de lugar.

Para colmo de males, las fuentes que conocen el caso aseguran que “funcionarios de alto rango del Ministerio de Justicia de la Nación están haciendo lobby para sostener la teoría de que el fiscal es víctima de una operación derivada de las internas existentes en el seno de la Policía Federal”.

Esto es algo que parece poco probable en un hombre de la experiencia y la talla de Campagnoli. Es cierto que el nivel de prueba reunido al día de hoy no es el mismo que existía cuando Potocar fue nombrado –en verdad es mucho mayor– pero no es menos cierto que el ex titular de la Dirección General de Comisarías aparecía nombrado en la causa por pedido de coimas a comerciantes, empresarios y vecinos, desde el principio.

El famoso cuaderno con los pagos y las siglas DGC llegó a manos del fiscal en agosto del año pasado. Como se ve, tiempo más que holgado el transcurrido entre el inicio del escándalo y el nombramiento efectivo de Potocar. Un dato más cierra el círculo en este derrotero de idas y venidas: fuentes con acceso a la causa aseguran que “el principal expediente con pruebas irrefutables que comprometían al jefe policial hoy preso llegó a la fiscalía de Campagnoli vía Ministerio de Seguridad de la Nación”. Parece evidente que alguien no investigó bien los antecedentes o se hizo la vista gorda ante una situación semejante.

Che, esto no es el kirchnerismo, aflojen un poco”, escucharon decir allegados a Campagnoli de fuentes del gobierno nacional. A quienes así piensan, hay que recordarles que no se trata de kirchnerismo o antikirchnerismo, se trata de igualdad ante la ley. Las pruebas están y, como diría Perogrullo, las cosas son lo que son.

Producción periodística: Santiago Serra.



domingo, 5 de junio de 2016

Mauricio Macri. Trastienda de una intervención imprevista... @dealgunamanera...

Pasado, presente y futuro de la arritmia que aqueja al Presidente…

Mauricio Macri, analizado por el ojo clínico de Nelson Castro. Foto: Cedoc.

Los primeros malestares, al mediodía del viernes. La casi inmediata revisación médica. El pedido de reserva en la clínica. Qué se le hizo. La medicación que debe tomar. Lo que viene.

Un halo de fatalidad parece haberse posado sobre la salud de los presidentes argentinos a lo largo de la historia. Cuatro fallecieron en el ejercicio del mandato: Manuel Quintana (1906), Roque Sáenz Peña (1914), Roberto Ortiz (1942) y Juan Perón (1974). Hubo un quinto –Néstor Kirchner– cuyo deceso, ocurrido el 27 de octubre de 2010, correspondió al período en que cogobernaba con su esposa a la manera de un ex presidente en funciones.

A este grupo se le debe sumar el de aquellos presidentes que durante sus mandatos sufrieron enfermedades que representaron riesgos serios para sus vidas y que tuvieron alto impacto político. Son los casos de Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Menem padeció una suboclusión de la arteria carótida derecha; De la Rúa sufrió un neumotórax y luego la obstrucción de una de sus arterias coronarias, por lo que debió someterse a una angioplastia; Kirchner tuvo una úlcera erosiva gastroduodenal, una suboclusión de la arteria carótida derecha y una oclusión de la arteria coronaria circunfleja. Al margen de sus enfermedades de base –bipolaridad y atrofia frontal bilateral–, Fernández de Kirchner fue operada de un cáncer de tiroides que nunca tuvo, se le debió drenar un hematoma subdural de localización fronto-temporoparietal derecha y tuvo que ser internada por una diverticulitis complicada con una sigmoiditis.

En este grupo se ubica también Mauricio Macri. El Presidente debutó con un accidente doméstico mientras jugaba con su hija Antonia, que le produjo una fisura en algunas de sus costillas, afección que originó un ida y vuelta médico-político que aún debe ser narrado.

Alerta. El viernes 3, pasado el mediodía, Macri comenzó a sentir algunas molestias cardíacas. “Estoy con palpitaciones”, le dijo al jefe de la Unidad Médica Presidencial, doctor Simón Salzberg. Cardiólogo de gran prestigio, Salzberg lo examinó y diagnosticó de inmediato una fibrilación auricular.

La fibrilación auricular (FA) es una arritmia relativamente frecuente que consiste en una desorganización de la actividad eléctrica del corazón, que altera el ritmo cardíaco y que se observa tanto en personas con corazones aparentemente sanos como en aquellas que padecen distintos tipos de enfermedades cardiológicas. Hay dos tipos principales de FA: el paroxístico y el crónico. La fibrilación auricular en corazón sano tiene buen pronóstico y su principal complicación –que es baja–es el tromboembolismo que, a su vez, puede desencadenar un accidente cerebrovascular. En cambio, la FA crónica tiene más riesgos de complicaciones; la más común de ellas es el accidente cerebrovascular.

El tratamiento depende de las formas de presentación de la afección, de la existencia o no de patologías cardíacas concurrentes –cardiopatía isquémica, valvulopatías, insuficiencia cardíaca, hipertensión arterial, trastornos de la conducción del impulso cardíaco– y de su evolución. En algunos casos de aparición aguda, se hace necesaria la cardioversión eléctrica. En otros, se recurre a un tratamiento medicamentoso a base de drogas antiarrítmicas.

Solucionado el cuadro agudo, el paso siguiente es qué hacer para prevenir su repetición. Si se considera que el desencadenante fue el estrés, al paciente se le indica, además de la medicación específica, la toma de ansiolíticos.

Chequeo. Volvamos ahora a lo sucedido en la tarde del viernes en la Residencia de Olivos. Una vez hecho el diagnóstico, Salzberg le indicó al Presidente la conveniencia de su traslado a la Clínica Olivos para un chequeo más completo y para la instalación del tratamiento adecuado.

Ante esto, Macri respondió, después de algún breve cabildeo, que lo haría luego de realizar una entrevista off the record que ya había sido acordada con los colegas Edi Zunino, Eduardo Feinmann, Gloria López Lecube y Walter Curia. Una vez establecido esto, hubo una comunicación desde la Unidad Médica Presidencial con el centro médico, no sólo para avisar de la llegada del jefe de Estado sino también para arreglar sus detalles. Ahí fue cuando se produjo la filtración que dio origen a la primicia que difundió el área digital de la revista Caras a través de su sitio en Perfil.com alrededor de las seis de la tarde y en la que se informaba que Macri había sido internado. Esto dejó descolocados a los voceros presidenciales, que se apresuraron a desmentir un hecho que, en esencia, era cierto.


Completada la entrevista periodística, las palpitaciones que aquejaban al Presidente continuaban por lo cual, luego de un nuevo examen médico, se concretó su traslado a la Clínica Olivos. Una vez allí, se le practicaron diversos estudios cardiológicos. Uno de ellos fue un ecocardiograma transesofágico para descartar la presencia de trombos auriculares. Ello permitió concluir que el corazón del paciente está sano. Se decidió entonces realizarle una cardioversión eléctrica por medio de un desfibrilador, para lo cual se lo anestesió con Propofol. El primer intento no fue exitoso ya que la arritmia no se revirtió, cosa que sí ocurrió tras la segunda cardioversión. Una vez recuperado de la anestesia, el doctor Salzberg le aconsejó al Presidente pernoctar en la Clínica Olivos, sugerencia que fue rechazada, por lo que Macri se retiró finalmente de allí alrededor de las once y media de la noche del viernes. Durmió muy bien y el sábado 4 amaneció asintomático y de buen humor.

Tratamiento. En la mañana de ayer fue examinado nuevamente por Salzberg y su equipo, quienes decidieron instalar un tratamiento preventivo a base de un antiarrítmico y un anticoagulante por vía oral. El antiarrítmico elegido fue la amiodarona. Sumado a esas dos medicaciones, se instituyó un sedante de tipo ansiolítico, ya que los médicos presidenciales consideran que el estrés ha sido el principal factor desencadenante de la afección que aquejó a Macri.

Se le indicó también reposo y se le pidió que el fin de semana permaneciera en Olivos y no se trasladara a su quinta Los Abrojos por precaución, debido a que en la residencia presidencial hay equipamiento médico de emergencia para atender cualquier imponderable que pudiera presentarse en estas horas.

El plan del doctor Salzberg es evaluar al Presidente en un mes, momento en el cual seguramente se le realizará un Holter de 24 horas para chequear el ritmo cardíaco a fin de decidir cómo continuar el tratamiento. Podría ser antes.

El ejercicio del poder es un factor altamente estresante que afecta la salud de quien lo ejerce. Ese estrés es mucho mayor si ese ejercicio del poder transcurre en medio de las turbulencias de tiempos como los que se están viviendo en la Argentina. Es algo que los médicos de la Unidad Médica Presidencial saben y a lo que Macri debería prestar atención, porque su salud es, hoy en día, una cuestión de Estado.

Producción periodística: Santiago Serra.