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sábado, 27 de mayo de 2017

Reforma previsional… @dealgunamanera...

Reforma previsional…

Imagen: Guadalupe Lombardo

La reforma del sistema de jubilaciones que prepara el Gobierno contempla la segmentación de las prestaciones en tres niveles. El primero será de carácter universal y lo constituye la nueva pensión por vejez creada el año pasado con la ley de “reparación histórica”. Se empieza a cobrar a partir de los 65 años tanto en hombres como en mujeres, sin necesidad de aportes previsionales. El monto de ingresos equivale al 80 por ciento de la jubilación mínima.

© Escrito por David Cufré el sábado 27/05/2017 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciuad Autónoma de Buenos Aires.

En la práctica, este cambio constituye un deterioro notable para los adultos mayores respecto del estado de derechos que habían alcanzado con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, cuando se aprobaron distintas moratorias que les permitieron a más de 3 millones de personas saldar su deuda de aportes con la Anses –muchos no habían efectuado ninguno– y percibir como piso el haber mínimo. La diferencia es de más de 1200 pesos en este momento, ya que la jubilación mínima se encuentra en 6394 pesos y la pensión por vejez es de 5115 pesos.

Además, esta última no genera el derecho de pensión para los familiares del titular. En el caso de las mujeres, la modificación entraña un perjuicio sustancial porque implica un aumento de cinco años de la edad a partir de la cual pueden obtener ingresos, dado que con las moratorias podían jubilarse desde los 60 años y ahora tendrán que esperar hasta los 65 para cobrar la pensión por vejez. Es un recorte de gastos en línea con los reclamos de ajuste fiscal que el FMI y los mercados le formulan al Gobierno permanentemente.

Esta prestación será financiada por rentas generales. Los funcionarios de la Secretaría de Seguridad Social y de la Anses que diseñan el proyecto establecerían como línea de corte para la pensión por vejez un nivel de aportes previsionales inferior a los 15 años, aunque el número exacto todavía no está definido.

Esto significa que los hombres y mujeres que lleguen a los 65 años y queden por debajo de ese nivel de años de aportes tendrán la opción de pasar a cobrar automáticamente este beneficio, equivalente al 80 por ciento de la jubilación mínima, como se explicó más arriba. Sin embargo, la iniciativa les daría la posibilidad de mejorar esos ingresos al autorizar por ley que sigan trabajando y aportando más allá de los 65 años, sin que sus empleadores puedan forzarlos al retiro como ocurre en la actualidad. Todo lo que sumen por arriba de los 15 años de aportes –si finalmente fuera ésa la línea de corte– significaría un plus para su ingreso mensual, cuyo financiamiento saldría del régimen jubilatorio solventado con aportes y contribuciones.

Con esta medida, el Gobierno empezaría a correr los límites de la edad jubilatoria, haciendo caer en las espaldas de los trabajadores que padecieron la informalidad laboral o el desempleo la responsabilidad de trabajar más años para cobrar un haber más alto que la devaluada pensión por vejez. Para superar la resistencia empresaria, el Estado resignaría el cobro de contribuciones patronales por esos empleados cuando sigan trabajando más allá de los 65 años. De todos modos, estos puntos son aún materia de debate entre los funcionarios que trabajan en la reforma.

El segundo pilar del nuevo régimen jubilatorio, en tanto, seguirá siendo el sistema de reparto. La novedad en este caso viene por la modificación de la fórmula de cálculo para determinar el haber inicial de cada jubilado; es decir, lo que una persona empieza a cobrar cuando se retira. En lugar de los componentes actuales –PBU, PC y PAP–, se avanzaría con un esquema conformado por la prestación universal –la pensión por vejez– más el plus asociado a los años y al nivel de aportes al sistema. Un aspecto clave en este caso es si habrá un tope sobre la proporción del salario afectado a los aportes previsionales que sea más bajo que el actual.

Es una posibilidad, para incentivar a los trabajadores a realizar aportes voluntarios al tercer pilar del sistema y, sobre todo, para bajar la presión de gastos al Estado nacional, que pagaría a los nuevos jubilados haberes más bajos que los actuales.

El tercer pilar, en el proyecto en estudio, cumplirá la función de elevar los montos de las jubilaciones de aquellos trabajadores que hagan aportes voluntarios a este sistema. Estará constituido por cajas complementarias bajo un esquema también de reparto y, según dicen los funcionarios, no se baraja la posibilidad de volver a habilitar mecanismos de capitalización individual. Las cajas complementarias existentes –como las profesionales o de distintas actividades– o las que se creen ofrecerían a los trabajadores la administración de aportes voluntarios para mejorar sus jubilaciones.

El sistema financiero podría encontrar aquí una puerta para volver al negocio de la gestión de recursos previsionales. Por otra parte, fuentes del Gobierno sostienen que por ahora no se analizan cambios en la ley de movilidad jubilatoria, que va actualizando los haberes en marzo y septiembre de cada año.

Con esta división en tres pilares –universal, de reparto y complementario– se reproducirían en la tercera edad las diferencias salariales de la etapa activa, dándole un sesgo más marcado de diferenciación entre ciudadanos de primera –aquellos que pudieron completar los años de aportes para acceder a la jubilación plena, con haberes aún más altos para quienes realizaron aportes voluntarios– y de segunda, que deberían conformarse con la pensión por vejez.

En la Secretaría de Seguridad Social del Ministerio de Trabajo se reúnen un miércoles por mes el titular de esa dependencia, Juan Carlos Paulucci (un hombre que llegó al puesto de la mano de Gerónimo “Momo” Venegas), funcionarios de la Anses y de la AFIP, junto con delegados empresarios, sindicales (de la CGT, CTA y distintos gremios) y especialistas para debatir sobre los cambios que necesita el sistema jubilatorio.

Allí trascendió la posibilidad de que el Gobierno modifique también el régimen de autónomos y monotributistas en su aspecto previsional, unificando a esos sectores en una sola categoría. La “armonización” de las cajas jubilatorias provinciales con la nacional es otro de los objetivos del oficialismo. E

n varias provincias creen que ello implicará presiones del gobierno nacional para forzarlos a disminuir prestaciones y a subir la edad jubilatoria en línea con el régimen de la Anses. Gremios como el docente, a su vez, están alertas por si aparece la pretensión de las autoridades de modificar los estatutos especiales como el que tiene el sector.

Por otra parte, Paulucci informó en el último encuentro de esa comisión asesora que se creará otro cuerpo para elaborar un Código de la Seguridad Social. Sería un digesto de normas nacionales y provinciales. El funcionario indicó que fueron seleccionados para esa tarea dos ex camaristas de la Seguridad Social, Mabel Maffei de Borghi y Bernabé Chirinos, y el constitucionalista Félix Loñ.

La velocidad y profundidad de los cambios en materia de jubilaciones dependerá del resultado de las elecciones de octubre.

Una buena performance del oficialismo le dará margen para ir más a fondo. Como en los ‘90, las prestaciones de la seguridad social vuelven a estar en el centro de los planes de ajuste neoliberales.



domingo, 23 de abril de 2017

Murió la escritora y periodista Sylvina Walger… @dealgunamaenra...

Murió la escritora y periodista Sylvina Walger…

Sylvina Walger, durante una entrevista en Madrid en el año 2012. EFE/Gustavo Cuevas

Autora del destacado libro Pizza con champán, donde ilustraba las frivolidades del gobierno menemista, fue también una férrea crítica de Néstor y Cristina Kirchner. Falleció el último miércoles en el Hospital Ramos Mejía.

© Publicado el domingo 23/04/2017 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La periodista y escritora Sylvina Walger murió el miércoles pasado víctima de un cáncer de pulmón con el que batalló durante sus últimos años de vida.

Walger, también socióloga, supo trabajar en diversos medios como La Nación, Newsweek, la revista Humor y Gaceta Mercantil.

Recordada por sus críticos y polémicos análisis sobre la sociedad y la política nacional, también se destacó como escritora de varios libros, entre los que figuran Pizza con Champán, crónica de la fiesta menemista y Cristina, de legisladora combativa a presidenta fashion.

En Pizza con Champán Walger logró esbozar los elementos fundamentales del mandato menemista de la Argentina del fin de siglo.

“Menem fue un desastre para el país, pero lo extraño. Con ellos sabías quién era el enemigo. Todos sabíamos que era un chorro y estaba claro. Pero éstos son tremendos. Se han hecho una fiesta para ellos. Son absolutamente retrógrados, tienen ese pensamiento montonero, conspirativo”, dijo alguna vez en una entrevista con el diario La Voz del Interior haciendo mención al ex presidente riojano y trazando una diferencia con el matrimonio Kirchner, sobre el que escribió años más tarde en Cristina, de legisladora combativa a presidenta fashion.

Además de analizar la mutación de Cristina Kirchner desde sus años de legisladora provincial en la Cámara de Diputados de Santa Cruz hasta su tiempo como Presidenta de la Nación, Walger hizo foco en la mala relación de pareja de los Kirchner (llegó a denunciar la existencia de agresiones físicas), en el perfil de diva obsesionada por su apariencia de Cristina y en la enorme y nociva adicción al poder que les atribuía a ambos, haciendo hincapié en el sospechoso crecimiento de su fortuna.

Ex militante de la agrupación Montoneros durante los años ´70 (en una de sus últimas entrevistas llegó a dar como válida la polémica "teoría de"los dos demonios"), vivió exiliada en España por decisión de sus padres hasta el fin de la dictadura militar. A la vuelta se dedicó de lleno al periodismo y la escritura, actividades que durante el último tiempo debió interrumpir para tratarse por un cáncer de pulmón que había reaparecido tras un primer tratamiento exitoso.

El miércoles 19 falleció a causa de dicha enfermedad en el Hospital Ramos Mejía.





domingo, 2 de agosto de 2015

El odio… @dealgunamaenra...

El odio…


Nike es la cultura”, cantaba el Indio Solari en los 90 (“Vas corriendo con tus nikes / Y las balas van detrás / Lo que duele no es la goma sino su velocidad...”). Tiempos de pizza, champán y “zafar”, palabra clave del menemismo. ¿Cuál será la del kirchnerismo? “Justicia”, como reclamo y reparación, fue la más escuchada en alta voz. Frente a tribunales, en los actos de la AMIA, en las marchas por Nisman. Ni olvido, ni perdón, “justicia” dicen los familiares de las víctimas en la tele. “Pido justicia”, “quiero justicia”. “espero justicia”. 

“El odio es la cultura”, sería la canción de estos años (“Vas persiguiendo la justicia/ y los delincuentes van detrás/ lo que mata no es la verdad sino la impunidad”). Se ve en el fútbol. De tanto odiar al visitante se lo hizo “desaparecer” y los barras empezaron a odiarse entre ellos. Se lee en las crónicas policiales. El robo de un auto o un celular acaba en asesinato aun cuando la víctima no se resiste. O cuando linchan a un ladrón, o le dan una paliza brutal a un pibe en la puerta de un boliche. Se escucha en la calle. Dos autos que se rozan, un piquete que corta, y del odio salta una chispa que incendia todo.

En los foros de las redes sociales, en el maltrato personal, en la violencia de género. El odio que se transpira hierve en un río de lava espesa que corre por debajo de nuestra historia. Ciega, quema, desangra, destruye. ¿Desde cuándo? ¿Eramos así? ¿Fuimos siempre así?

Sé de un hombre grande que recuerda cuando, siendo un niño, los que regalaban juguetes de la fundación Evita se lo negaron porque, le dijeron, “tu papá no es peronista”. Y sé también que el dirigente sindical Julio Piumato estuvo casi siete años en la cárcel durante la dictadura, al mismo tiempo que otros delegados gremiales peronistas, como Gerardo Martínez, de la Uocra, eran informantes de los servicios de inteligencia de los militares y denunciaban a sus compañeros. Y sé de un hombre perseguido por el “vigilante político” de su barrio porque no quería llevar luto cuando murió Evita. Y sé que después de 1955, se prohibió hasta nombrar a Perón.

En el fondo de esa memoria hay un cruce de odios ancestrales. Perón, militar golpista, admirador del fascismo, derrocado por un golpe de Estado militar, se transforma en un símbolo civil de las fuerzas democráticas para enfrentar a la dictadura. El odio reencarnó con el matrimonio Kirchner, colaboradores, aprovechadores o cómplices según se mire de la dictadura militar, reconvertidos luego en “heroicos” millonarios liberadores de pobres. La peronista, como toda telenovela, se funda en la necesidad de recrear el odio para dividir y reinar con amor.

Miren el aviso de campaña. El peronista Felipe Solá acusa al peronista Aníbal Fernández de promover a los narcos. La vieja consigna “Liberación o dependencia” actualiza su sentido en el “Drogas sí o no” que propone Solá. Pero en octubre los verás a todos –Boudou, De Vido, los señores feudales de las provincias, Forster, González, Verbitsky, Menem, los que antes privatizaron y luego estatizaron YPF, Aerolíneas, y en el trámite se quedaron con la diferencia–, a todos los que decían odiarse, votando a Scioli y Karina, en fotos que evocan a Perón y Evita, a Néstor y Cristina, en nombre del amor.

El cóctel del odio se toma para olvidar. Lleva dos cucharadas soperas de traición y de promesas incumplidas que se revuelven como fracaso en más de un 25% de amargo obrero desocupado. Otro poco de ilusión perdida que deja en la boca ese criollo sabor a frustración, y una medida del deseo de lo que hasta ahora nunca jamás sucedió.

Cada día, en algún momento, la realidad te saca el increíble Hulk que todos llevamos dentro. Porque mueren pibes desnutridos, o se los condena a la miseria infinita, al paco, a la violencia, al crimen organizado, a morir por un celular, por viajar en tren, por querer vivir. Y encima, cada mañana, personajes miserables como Aníbal Fernández, Kunkel o Diana Conti hablan y echan odio a la inflamable hoguera del dolor.

© Escrito por Carlos Ares, Periodista, el sábado 25/07/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 4 de mayo de 2014

Tener el coraje... De Alguna Manera...


Tener el coraje...


Los exabruptos de Pablo Moyano exigían un repudio inmediato de los candidatos opositores.

Aun cuando Hugo Moyano haya relativizado y restado importancia a las gravísimas declaraciones de Pablo Moyano, la situación que se ha creado en Quilmes supera largamente la geografía de ese municipio del Gran Buenos Aires y alude e interpela a una de las cuestiones claves de la Argentina, hoy, mañana y pasado mañana. ¿Qué vamos a hacer con las instituciones? ¿Qué vamos a hacer con el estado de derecho? ¿En dónde va a quedar la noción del gobierno de la ley? Es una cuestión y un conflicto que, otra vez, supera y trasciende el marco de un gobierno. No se vincula estrictamente solo a lo hecho y dicho en estos once años por el kirchnerismo.

La problemática del deterioro de las instituciones y el irrespeto a la ley que acaba de dramatizar Pablo Moyano revela e indica que la cuestión es mucho más grave y más extensa.

Se planteó un problema en el municipio de Quilmes, donde la empresa recolectora de residuos se llama Covelia y su contrato vencía el 5 de mayo. A punto de terminar el contrato, el municipio, conducido por Francisco Gutiérrez, un hombre del kirchnerismo, le anticipó a Covelia –estrechamente asociada al Sindicato de Camioneros – que no le renovaría el contrato. En esta empresa de recolección de residuos de Quilmes prestan servicio 430 trabajadores. Pablo Moyano congregó a los camioneros frente al Municipio de Quilmes y declaró al periodismo de la zona: “Si tiene que haber muertos, va a haber uno, dos o tres”. “Muertos”, dijo, supuestamente en defensa de la fuente de trabajo.

El intendente de Quilmes ha dicho que su idea no es echar a nadie, sino que, sencillamente, como ha determinado que la gestión de Covelia es deficiente, va a mantener la mano de obra contratada, pero la empresa quedará en manos del Municipio, que hasta ahora pagaba 8 millones de pesos por mes por esa tarea concesionada.

¿Por qué asocio esto con cuestiones que trascienden largamente la geografía de Quilmes e inclusive la temática de los camioneros? Porque las declaraciones de Pablo Moyano, más allá de la relativización que su padre, Hugo, haya querido hacer (no es la primera vez que Pablo Moyano descarrila) revelan un fenómeno global del país: el desprecio por la ley. 

Este incidente interpela básicamente a quienes enfrentados actualmente con el Gobierno, tal vez no hayan tenido el coraje o la decisión de condenar este tipo de manifestaciones y proclamas violentas.

Creo que sería de un enorme valor para el país que hombres que aspiran a ser presidentes de la nación como Julio Cobos, Hermes Binner o Ernesto Sanz, por mencionar algunos, se pronunciaran claramente, sin ninguna especulación oportunista, sin prescindir de una condena a los dichos de Moyano.

No hay que olvidarse, por otro lado, de que Hugo Moyano y el gremio camionero estuvieron hasta hace apenas pocos años muy cerca del gobierno kirchnerista y compartieron más de un acto público junto con Néstor y Cristina Kirchner. No es una novedad, en consecuencia, lo que esta gente opina y hace: la técnica de los bloqueos y los piquetes, impedir la circulación de personas y mercancías, ha sido puesta en vigencia, con lenguaje belicoso y virulento, por los camioneros en más de una oportunidad. En algún momento fue Hugo Moyano, y ahora le toca el turno a su heredero Pablo, como si se tratara de una dinastía sindical, el hombre que dirige el día a día de la actividad del sindicato camionero.

Quiero asociar esto con un luminoso ensayo que publicó el 30 de abril en La Nación Luis Alberto Romero. (“Mas allá de izquierdas y derechashttp://www.lanacion.com.ar/1686389-mas-alla-de-izquierdas-y-derechas) un texto de lectura obligatoria, sobre todo para las fuerzas políticas que se han coaligado en el Frente Amplio UNEN y para hombres como Ricardo Alfonsín, Binner, Pino Solanas y tantos otros. Romero, con enorme lucidez, menciona el problema del autoritarismo dictatorial y la facciosidad que caracterizaron al gobierno de Juan Perón en la década del 50. Pero a continuación dice, y por favor prestar atención a este párrafo, maravilloso por lo preciso, de Romero: “En estas dos décadas largas, el Estado no sólo desertó de sus funciones básicas, sino que perdió la capacidad para limitar a sus gobernantes, limitar el saqueo o corregir los gruesos errores de gestión. Un Estado destruido y una máquina política gigantesca aferrada a un cuerpo exangüe es lo que dejan a quien tome la apuesta en 2015”.

La perspectiva de Romero es, en el mejor sentido de la palabra, provocadora, porque estimula el debate. Este episodio de Pablo Moyano anunciando muertes por la negociación de un convenio en un municipio del Gran Buenos Aires, ratifica la vigencia de los interrogantes de Romero. ¿Moyano y sus seguidores, son de izquierda o de derecha? En más de una oportunidad, dirigentes del radicalismo sostenían que Mauricio Macri era “el límite”, la frontera: hasta ahí no podían llegar, porque era de “derecha”. Sin embargo, en las elecciones de 2011 la UCR hizo arreglos y trapicheos con fuerzas de la derecha peronista, con hombres que provenían del menemismo, como Francisco de Narváez. En el caso que ahora preocupa, ¿qué decir de la acción directa? ¿qué de la práctica permanente, sistemática y deliberada de episodios de acción directa que, como en el caso de Quilmes, ponen en tela de juicio todo el estado de derecho?

La opción política principal –dice Romero, en otro párrafo que subrayo – pasa por la continuidad de este estado de cosas o su reversión, continuidad o reversión, que consiste en primer lugar en reconstruir el orden y las reglas, y también los partidos”.

Nadie le puede negar al profesor Romero su clara identificación con lo más progresista y transformador del pensamiento social. Nadie podría alegar que patrocine represión y  mano dura. Habla de reglas porque no hay posibilidad de cambio social alguno sin orden y sin reglas. Si dirigente social amenaza con muertes porque no se resuelve un problema sindical, no hay derecha o izquierda que valga. Hay un desafío al orden establecido.

Por eso, Romero subraya la importancia de considerar como valiosa y prioritaria la reconstrucción de las instituciones. Sin embargo, aparentemente, esto en la Argentina no se entiende cabalmente.

El episodio de Quilmes tiene el enorme valor de iluminar como gigantesco foco el escenario argentino. Si la Argentina quiere que, a partir de 2015, se inicie un proceso de reconstrucción del estado de derecho tan vulnerado en los últimos quince años y un proceso de recuperación, revalorización y puesta en valor del estado de derecho a través de las normas y el cumplimiento efectivo de la ley, no se puede andar con disquisiciones entre ilusorias “izquierda” y “derecha”, como si se condenara a algunos porque son “de derecha”, pero no a otros porque se cree que son “progresistas” y eso puede interpretarse como gesto de amistad para con “la derecha”.

El episodio de Quilmes es profundamente autoritario y conlleva el huevo de la serpiente. Hablar de muerte en la Argentina y propiciar enfrentamientos violentos, aun cuando se haga supuestamente en defensa de intereses de trabajadores, es valerse del peor, más reaccionario y retardatario de los lenguajes.

Nada sería más importante que el autodenominado progresismo argentino comprendiera que lo que está de por medio ahora no es una puja entre Estado y mercado. La Argentina tiene que tener Estado y tiene que tener mercado, las dos cosas. 

Pero, sobre todo, hay que reconstruir el plexo legal de la vida cotidiana.

El silencio en torno del episodio de Quilmes y la patoteada de Pablo Moyano es una manera, por omisión, de decir que, en ciertos casos, para algunos, violar la ley es “progresista”, algo negativo y pernicioso para el presente y para el futuro.


© Escrito por Pepe Eliaschev el Viernes 02/05/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 21 de abril de 2013

América, Vila, Manzano y el Periodismo Rentado... De Alguna Manera...


La operación mediática del periodismo y la SIDE para salvar a Báez...


Las grietas quedaron expuestas. Fue después del Fariña-gate que desnudó Jorge Lanata y que involucró al siempre sospechado Lázaro Báez.

A partir de entonces, la locura mediática llegó a los lugares menos pensados. Por un lado, el grupo Clarín llevó la historia a una hipérbole de bombardeo de información insistente, como si se tratara de un tema relevante a los intereses de la sociedad.

Por el otro, puntuales periodistas a sueldo de la Secretaría de Inteligencia —ex SIDE— montaron una vergonzosa operación a efectos de “farandulizar” la denuncia efectuada por Lanata.

A esos efectos, se conjuraron Rolando Graña, Facundo Pastor, Gustavo Sylvestre y Mauro Viale. Luego se agregaron Jorge Rial y Luis Ventura. Casi todos, cobran interesantes salarios por parte del Dirección de Reunión Interior de la Secretaria de Inteligencia, Fernando Pocino.

Bajo un libreto armado por Carlos “Chino” Zannini, secretario de Legal y Técnica del kirchnerismo, todos siguieron al pie de la letra una actuación casi perfecta del plan oficial. “Casi”, sí; pero no perfecta.

El primer tópico que levantó sospechas fue el sintomático silencio que se dio durante todo el lunes pasado. El mutismo fue tal que ni siquiera los siempre activos blogueros K se dejaron ver ese día.

Al mismo tiempo, comenzaron los reservados contactos entre Zannini y Leonardo Fariña a efectos de pergeñar el culebrón que se vería 24 horas más tarde. No sería en cualquier canal, sino en América TV, perteneciente a los operadores Daniel Vila y José Luis Manzano. Ambos siempre sedientos de negocios con el Estado.

Luego llegaría uno de los momentos más vergonzosos para el periodismo vernáculo: la sorprendente defensa periodística de las figuras de Fariña y el financista Fernando Elaskar, ambos asesorados por otro oscuro personaje, el abogado Fernando Burlando.

El encargado del trabajo sucio fue Graña, por instrucciones directas y precisas de Zannini. Él fue el que “bajó línea” a los periodistas arriba mencionados para que avanzaran en el plan de “farandulización” de la investigación de Lanata y, al mismo tiempo, blanquear las figuras de Fariña y Elaskar.

La estrategia jamás tuvo que ver con la protección de estos últimos, sino con la necesidad de detener la curiosidad periodística —y judicial— sobre la figura de Lázaro Báez, quien a su vez puede llevar hasta los incómodos rastros de Néstor y Cristina Kirchner.

Todos, cada uno a su manera, actuaron su papel estelar en esta pieza. Eso sí, lo hicieron tan desprolijamente que hasta copiaron sus argumentos entre sí a la hora de desacreditar el informe de Lanata. La postal cruda de la operación llegó de la mano de Mauro Viale, quien no solo colaboró en la farandulización del caso, sino que además criticó al conductor de Periodismo Para Todos con duros e innecesarios calificativos. Toda una sobreactuación que nadie le había pedido en realidad.

Así fue, en resumidas cuentas, cómo se llevó adelante esta operación que se armó en plena Casa Rosada y que contó con la participación de periodistas de la talla de Graña, Pastor, Viale y Sylvestre. Un verdadero muestrario de lo que es el antiperiodismo.


No obstante ello, a pesar de todo lo ocurrido, la ciudadanía no le termina de creer a Fariña y menos aún a Elaskar. ¿Cómo dar fe a un cambio de discurso tan repentino y sugestivo de ambos personajes?

Más allá de la prueba concreta, la ciudadanía insiste en respaldar a Lanata y a creer que la corrupción dentro del oficialismo es un hecho.

Mañana, Periodismo para todos promete evidencia concisa sobre esta misma trama. Más allá de lo que se muestre, la sociedad ya ha dado su veredicto: Báez es culpable y la corrupción oficial es innegable.

No es poco.

© Escrito por Christian Sanz el sábado 20/04/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



martes, 20 de noviembre de 2012

El lapsus de Nicols Chereis... De Alguna Manera...


Control editorial, un viejo sueño de los Kirchner...

El lapsus, sincericidio o metida de pata del funcionario que reveló en una FM de zona norte que el Gobierno quiere efectuar «un control a los diferentes medios», para evitar la presencia de testaferros que permitan evadir el límite de licencias que contempla la ley de medios, provocó una polémica que obligó a varias aclaraciones en pocas horas.

El funcionario de segunda línea no hizo más que refrendar un pilar básico del kirchnerismo, que es previo a su llegada a la Rosada, en 2003.

En Santa Cruz, donde los Kirchner hicieron los primeros palotes, lo saben bien: las únicas voces permitidas fueron las de quienes estaban de acuerdo con ellos. La diferencia fue que en su tierra natal Kirchner no necesitó una ley, bastó con la fuerza del dinero del Estado.

Fue allí que aprendió a disciplinar a medios y periodistas con la pauta oficial. Y le fue bien. La mayoría optó por someterse al imperio de ese dinero, salvo escasísimas excepciones. El 90% de los contenidos de los medios fueron acríticos o simples voceros del oficialismo. En un primer momento, cuando Kirchner llegó a la Presidencia, se intentó replicar el modelo. ¿La receta? Los dineros del Estado.

De los 6 millones de dólares de publicidad oficial en la época de la Alianza, el kirchnerismo aumentó a 300 millones de dólares en pocos años. Y comenzó a premiar y castigar a la prensa según la «calidad» de sus contenidos.

Pero el modelo Santa Cruz falló a nivel nacional . Los medios que comenzaron a depender de la publicidad oficial o los que se fundaron con ese modelo de negocio perdieron audiencia e influencia. En otros, no llegaron a tener ni lo uno ni lo otro. Y, aunque en todos los medios estatales y paraestatales el contenido editorial es el que promueve el Gobierno, no fue suficiente. Por eso van por más.

Cualquier ley de medios auspiciada por los Kirchner, estaba claro que no promovería multiplicidad de voces. En todo caso, multiplicidad de voces con el mismo relato .La declaración de Nicols Cherei, coordinador de la AFSCA del Conurbano norte, vino a revivir aquel viejo sueño kirchnerista nacido en Santa Cruz sobre los medios. «Si tienen diferentes dueños, vamos a controlar que haya también diferentes estilos editoriales», enfatizó Cherei.

© Escrito por Daría Gallo y publicado por OPI Santa Cruz el viernes 16 de Noviembre de 2012.