Sinceramente Hubris…
Cristina
Kirchner modelo 2019. Dibujo: Pablo Temes.
La aparición del libro de Cristina Fernández de Kirchner -verdadero suceso editorial del momento- representa un hito político significativo en el complejo panorama vernáculo. Su lectura es de gran utilidad no sólo para tener claridad sobre los planes futuros de la ex presidenta sino también de su personalidad. Pero, además, da el pie para reflexionar -una vez más- sobre uno de los males del poder que más castiga a la Argentina: el síndrome de Hubris. Y esto no se limita solamente a la ex mandataria: abarca también a Mauricio Macri.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 28/04/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Los males del poder son extensivos a todos sus grados y formas. No se circunscriben exclusivamente al ámbito político sino que incluyen al poder sindical, empresarial, deportivo, religioso y un largo etcétera.
Los males del poder son extensivos a todos sus grados y formas. No se circunscriben exclusivamente al ámbito político sino que incluyen al poder sindical, empresarial, deportivo, religioso y un largo etcétera.
El síndrome de Hubris tiene 14 síntomas que
han sido claramente definidos por el destacado neurólogo británico, David
Owen. Ellos son:
1- Una propensión narcisista a ver el mundo
como un escenario donde ejecutar su poder y su búsqueda de gloria.
2- Una predisposición para llevar adelante
actos que puedan dar al poderoso una oportunidad de mejorar su
imagen ante la opinión pública.
3- Una preocupación desmedida del
poderoso por su imagen y su aspecto.
4- Un modo mesiánico de
comentar los asuntos corrientes y una tendencia a la exaltación.
5- Una identificación con la nación o una
organización hasta el extremo que el individuo cree que su punto de
vista y sus intereses como idénticos.
6- Una tendencia a hablar de sí mismo en
tercera persona o usar la forma de “nosotros”.
7- Una excesiva confianza en
su propio juicio y un desprecio por los consejos y las críticas de los
demás.
8- Un enfoque personal exagerado y omnipotente de
lo que creen ser capaces de hacer.
9- Una convicción de que, antes de rendir
cuenta de sus actos al conjunto de sus colegas o la opinión pública, la
Corte ante la que deben responder es la Historia o Dios.
10- La idea inquebrantable de que esa
Corte los absolverá.
11- Una pérdida de contacto con la realidad,
a menudo vinculada a un aislamiento paulatino.
12- Agitación, imprudencia, e
impulsividad.
13- Una tendencia a privilegiar su visión de
las cosas, sin medir adecuadamente sus costos y beneficios.
14- Una incompetencia “hubrística”
cuando las cosas van mal a causa de las malas decisiones que tomó el
líder, basadas en su excesiva confianza en la sabiduría de sus decisiones.
La simple lectura de los ítems precedentes
permiten apreciar cuántos de ellos afectan a Macri y a Fernández de
Kirchner quienes, al día de hoy, son los dos precandidatos con mayores
posibilidades de ganar en las elecciones de octubre.
Macri cree que todo -absolutamente todo lo
que está haciendo- está bien. Que no hace falta cambiar una coma. Es una
conducta repetitiva: decía lo mismo al comienzo de su gestión.
Por eso afirmó alguna vez -equivocadamente- que lo peor ya había pasado. Y si bien hace un reconocimiento enunciativo de los problemas del presente, su postura denota ajenidad. La novedad que ha incorporado en los últimos días ha sido la de adjudicar culpa de lo que está pasando con la inestabilidad del dólar, exclusivamente, al posible triunfo de la ex presidenta, sin preguntarse qué se hizo mal en su gobierno para llegar a este punto. Son los síntomas de los ítems 7, 13 y 14 del síndrome de Hubris.
Por eso afirmó alguna vez -equivocadamente- que lo peor ya había pasado. Y si bien hace un reconocimiento enunciativo de los problemas del presente, su postura denota ajenidad. La novedad que ha incorporado en los últimos días ha sido la de adjudicar culpa de lo que está pasando con la inestabilidad del dólar, exclusivamente, al posible triunfo de la ex presidenta, sin preguntarse qué se hizo mal en su gobierno para llegar a este punto. Son los síntomas de los ítems 7, 13 y 14 del síndrome de Hubris.
Esta actitud ha
generado dos consecuencias: una, la pérdida de credibilidad del Presidente en
particular y de su administración en general; la otra, la decisión de María
Eugenia Vidal de
apartarse de la ortodoxia rígida del gobierno para tomar medidas que mejoren la
vida de la gente en lo inmediato.
“Sinceramente” representa el primer
paso de la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. Si
alguien tenía -o aún tiene- dudas sobre sus planes, el libro las despeja:
ella será candidata. Por lo tanto, el acto de presentación de su obra -en la
Feria del Libro, el jueves 9 de mayo- será el acto de lanzamiento de su
campaña electoral. Si los rumores que vienen desde el Instituto Patria se
concretan, será una campaña atípica. La idea es que la ex presidenta hable
poco. Ya se sabe que cuando habla la embarra y pierde votos. La idea es
que hable a través de sus escritos y sus libros.
“Sinceramente” es
el primero. Y, por lo que se lee, mucho no la va ayudar en su necesidad de
sumar votos.
La hechura del libro llevó un año.
Contrariamente a lo que algunos se apresuraron a señalar, no fue
CFK la que lo escribió. Lo que ella hizo fue lo que hacen los expresidentes:
dictarlo a un colaborador quien desgrabe el material que, luego de
ser revisado por el autor, es enviado a un “ghost writer”
(escritor en la sombra) que se encarga de la redacción final. En
este caso, esa tarea le correspondió a nuestra destacada colega, María
Seoane.
Conductas y expresiones dejan al descubierto
el síndrome que la domina.
El contenido de “Sinceramente” nos
lleva a través de un universo variopinto de anécdotas que terminan de
constituir una especie de “La Biblia y El Calefón”, algo absolutamente
representativo de la patológica personalidad de Cristina, del que surgen sus
conductas, actitudes y expresiones que dejan al descubierto los rasgos del
Hubris. Es, además, la demostración palmaria de que la ex presidenta no ha
cambiado. Los que pregonan la existencia de una persona distinta tienen su
desmentida rotunda en este libro. Nada que sorprenda: modificar las patologías
de la ex presidenta -como las de cualquier otra persona que las padeciera-
es una tarea con destino de fracaso en la mayoría de los casos.
Como una muestra de las muchas que provee
el libro sobre las conductas “hubrísticas” de Fernández de Kirchner, una
de las más significativas aparece en el siguiente párrafo: “Muchas veces,
después del balotaje, pensé en eso que finalmente no se dio: yo,
frente a la Asamblea Legislativa, entregándole los atributos presidenciales
a… ¡Mauricio Macri! Lo pensaba y se me estrujaba el corazón. Es más,
ya había imaginado cómo hacerlo: me sacaba la banda y, junto al bastón,
los depositaba suavemente sobre el estrado de la presidencia de la
Asamblea, lo saludaba y me retiraba.
Todo Cambiemos quería esa foto mía
entregándole el mando a Macri porque no era cualquier otro
presidente. Era Cristina, era la loca, la yegua, la soberbia, la
autoritaria, la populista en un acto de rendición”.
Este párrafo explica perfectamente la concepción
del poder que tuvo y tiene CFK. Una concepción manifiestamente
antirrepublicana y más afín con una monarquía.
Y, en este sentido se acerca a la idea que
expresa la frase célebre erróneamente atribuida a Luis XIV: “El Estado soy yo”.
La confusión de roles que expresa el párrafo citado del libro es brutal. La
investidura presidencial exige el cumplimiento de normas que van más allá de
las personas. En el acto de traspaso del mando lo que hay es el traspaso de los
atributos del poder, hecho que tiene un valor institucional. Poco le importó
eso a la entonces presidenta.
Conclusión, ese paso que contempla la ley no
se cumplió. Para Cristina, lo personal estuvo por sobre lo institucional. Lo
interesante, además, es que pasados ya tres años del episodio no hay ningún
atisbo de autocrítica. O sea, nada cambió. Esta conducta se corresponde a la
perfección con el tercero y el quinto síntoma del síndrome de Hubris.
El otro elemento que surge de “Sinceramente”
es la falacia. Hay falacias por doquier.
De ese verdadero vademecum, rescatamos unas
pocas. Hacerlo con todas haría necesario la escritura de un opúsculo adicional
los ya existentes sobre esta temática. Seleccionamos tres: “Debo admitir
que la cuestión de las cadenas nacionales fue todo un tema. Sí, el
hecho de que yo hablara por cadena nacional -bastante seguido, es cierto-
para comunicar la gestión de gobierno, obras, leyes, medidas, etc., tenía
una razón objetiva: si yo no utilizaba esta herramienta, lo que
nosotros hacíamos no aparecía en los medios de comunicación”.
La verdad -como tantas veces sucede con los
dichos de la ex jefa de Estado- es otra. Primero porque lo que normalmente
ocurre es que un gobierno democrático comunica a través de las conferencias de
prensa. Es paradójica esta queja de CFK que protestaba porque los medios
no comunicaban lo que hacía su gobierno. Y es paradójica porque ella, a su vez,
se encargaba de prohibirles a sus funcionarios que hablaran con los medios que
no le respondían.
Además, el kirchnerato contaba con una poderosa
estructura mediática -la TV Pública, Radio
Nacional, Télam, el Grupo Indalo, Radio Del Plata, Tiempo-
que hacían oficialismo declarado y militante. Por lo tanto, las cadenas -que se
instalaron como instrumento de gestión durante la crisis con el campo- tuvieron
dos objetivos: la acción de propaganda gubernamental y el ataque a los críticos
del gobierno.
Parece que la ex presidenta se olvidó de ese
“detalle”. Cómo no recordar -a manera de simple muestra- aquella alocución en
la que vilipendió a un abuelo por haberle querido regalar un dólar a su nieto,
idea de la que debió desistir porque el cepo se lo impidió.
Otra falacia es la referida al Papa. “Bergoglio trataba de verlo (a Kirchner) y hacía las gestiones
a través de Cancillería, pero también llamaba a Oscar
Parrilli, secretario general de la
Presidencia, sugiriéndole que Néstor lo visitara en la Catedral. Parrilli le
contestaba ‘Mire, usted llama y el Presidente lo recibe a solas, en secreto, en
público, en Olivos, donde usted quiera. Jorge le contestaba ‘Bueno, gracias
pero no’. El respondía ‘No, que venga él a verme a mí a la Casa de Gobierno’.
Del otro lado, Bergoglio contestaba: ‘No, que venga él a la Catedral. En
definitiva, ellos no se vieron porque ninguno quiso cruzar la Plaza de
Mayo”.
Una cosa es una buena posición económica y
otra la fortuna que amasaron en sus doce años en el poder.
En verdad, el problema fue otro. Néstor
Kirchner veía en el cardenal
Jorge Bergoglio a un enemigo político. Y esto dio pie a acciones mucho más
graves que la de no asistir a los Te Deum del 25 de mayo en la Catedral. El
expresidente buscó el desplazamiento del entonces arzobispo de Buenos
Aires. Esa una historia que aguarda ser contada con todo detalle. Y a
esa actitud se sumó CFK. Hay que recordar lo que fue la Casa Rosada aquel
miércoles 13 de marzo de 2013 cuando Bergoglio fue electo Papa. Y hay que
recordar también el lamentable discurso de la entonces presidenta en Tecnópolis
ese día: dijo que había sido electo un papa latinoamericano -no argentino-, a
quien no nombró.
La última falacia que merece ser subrayada es
la atinente a su fortuna. “Se cansaron de decir que Néstor y yo habíamos
llegado pobres al gobierno pero nos fuimos ricos. No es así. Nunca
llegamos pobres a ningún cargo de la función pública. Y menos a la
Presidencia de la Nación”.
Era sabido que los Kirchner tenían
una buena posición económica al llegar a la función pública. No se conoce
de nadie que haya dicho que eran pobres. De paso, viene bien recordar que esa
buena posición económica la cimentaron en la tristemente famosa 1050 de la
época de José
Alfredo Martínez de Hoz, por
la que mucha gente perdió las viviendas que había intentado adquirir por medio
de créditos hipotecarios.
Pero una cosa es una buena posición económica
y otra es la fortuna que amasaron durante sus doce años en el poder. La
legitimidad de esa fortuna es lo que deberá dirimirse en los juicios pendientes
de celebración. Son los que debieron haberse producido durante su gestión, de
los que la expresidenta habla falazmente en su libro.
No hubo ningún juicio por estas causas sino
sobreseimientos apresurados, hechos bajo presión, como lo reconoció el ex
juez Norberto
Oyarbide. Son los juicios que nunca
se van a substanciar si Cristina Fernández de Kirchner es reelecta en
noviembre.
Sintesis del Libro Sinceramente…
Imagen: AFP
Salió a la venta el libro de Cristina Kirchner, que se agotó en horas…
“Me llamaron loca, histérica,
orgásmica”
Las grandes cadenas adelantaron un
día la salida a la venta y fue furor. En el libro, la ex presidenta deja la
idea de que volverá a ser candidata.
En una época de
crisis profunda del mercado editorial, Sinceramente, el libro
de Cristina Kirchner, pinta como el gran suceso de los últimos tiempos. Ayer, las grandes cadenas de librerías
decidieron adelantar un día la salida a la venta y miles de ejemplares se
agotaron en cuestión de horas. Se suponía que el resto de las librerías lo
pondrían a la venta hoy, pero había dudas acerca de si se podría hacer frente a
la demanda. En la editorial Pengüin Random House avisaron que se están
imprimiendo más ejemplares, pero que no es un proceso veloz. En el libro de 600
páginas, la ex presidenta cuenta intimidades y da sus
opiniones sobre
distintos hechos ocurridos en los últimos años y de la actualidad. También
habla sobre la persecución judicial que sufre y el origen de la fortuna
familiar. Aquí van algunas de las cuestiones sobre las que escribió Cristina
Kirchner.
Dictadura
“En la madrugada
del 6 de enero de 1976, en Río Gallegos, nos detuvo la policía provincial por
orden del Ejército, junto a una pareja de amigos, Oscar ‘Cacho’ Vázquez y su
esposa Mabel Velásquez. La orden de detención era para Cacho, que había sido
delegado de la Regional VII de la juventud Peronista, y para todo aquel que lo
acompañara. Estuvimos presos 16 días. Recuerdo que nos reencontramos con Néstor
en la puerta de la vieja casa familiar de la calle 25 de Mayo. Nos abrazamos
muy fuerte y le dije: ‘Tenemos que irnos del país, esto va a ser una masacre,
nos van a pasar por arriba como una Caterpillar’. El quiso tranquilizarme y me
dijo: ‘No…no va a ser para tanto, va a ser como todos los golpes, los primeros
dos o tres meses habrá que cuidarse y después todos se aflojan’.
Lamentablemente, la historia se encargó de darme la razón”.
Derechos humanos
“Me causa gracia
cuando algunos afirman que instalamos la cuestión de los derechos humanos por
conveniencia, como si hubiera sido un tema que en la Argentina de aquellos años
diera rédito político. Al contrario, las dirigencias partidarias más relevantes
miraban para otro lado frente a las leyes de impunidad, y los únicos que
batallaban ese tema eran los organismos de derechos humanos”.
Néstor
“Si me preguntan
qué fue lo que más amé de Néstor, contestaría que todo. Era un personaje. Al
Teatro Colón, por ejemplo, Néstor decidió no ir jamás. Cuando en marzo de 2006
nos visitó la reina Beatriz de Holanda, acompañada por su hijo Guillermo de
Orange y su esposa, la argentina Máxima Zorreguieta, nosotros le ofrecimos una
recepción en los salones de la Cancillería, frente a la Plaza San Martín.
Todavía no teníamos el Museo del Bicentenario, que él no llegó a ver
inaugurado. Nos explicaron que luego, como retribución, la reina ofrecía una
fiesta al presidente y a su gobierno y que para eso decidió alquilar al Teatro
Colón. Pero el presidente… no fue al Colón. Y tuve que ir yo. No pude convencer
a Néstor. Literalmente le rogué: ‘Néstor, por favor, tenés que ir’. El me
retrucaba: ‘Al Colón no voy a ir, no se los voy a pisar’. Le supliqué: ‘Néstor,
tenés que entender que es una equivocación. El Colón es una de las salas
líricas más importantes del mundo y es nuestra. ¿Por qué no vas a ir?’. Me
contestó: ‘No pienso ir ni loco al teatro de la oligarquía argentina, no se los
voy a pisar, no les voy a dar el gusto’”.
Estudio
“Decidimos abrir
el estudio jurídico y de a poco empezamos a tener clientes muy importantes de
Santa Cruz, que era amigos de su padre. Entre los primeros, Cayetano Drisaldi,
concesionario de Citroën y agente oficial de YPF en
Santa Cruz. También los dueños de la concesionaria Dodge Chrysler: Pablo Sancho
y Victoriano Manzanares; este último además fue nuestro primer contador y padre
de Víctor Alejandro Manzanares, que años después no sólo fue síndico del banco
de Santa Cruz sino también, cuando su padre se retiró, nuestro contador. Fue a
partir de ese momento que comenzamos a crecer económicamente”.
Fortuna
“En el año 2003
Néstor presentaba su primera declaración jurada como presidente y en ella, en
el rubro 4.6 de ‘Depósitos y dinero en efectivo’, en la columna correspondiente
a tipo de cuenta, depósitos a plazo fijo en dólares americanos figuraba la suma
de U$S 4.387.674. Repito: en el 2003, Néstor ya declaraba tenencia de depósitos
en efectivo por más de 4 millones de dólares. Sin embargo, se cansaron de decir
que Néstor y yo habíamos llegado pobres al gobierno pero nos fuimos ricos. No
es así. Nunca llegamos pobres a ningún cargo de la función pública. Y menos a
la Presidencia de la Nación”.
Cajas
“Los plazos fijos
que estaban, como siempre durante todos aquellos años, en el banco Galicia, que
fue el que nos vendió los dólares en efectivo que se colocaron en las cajas de
seguridad… ¿de qué banco?… Galicia. El dinero nunca salió del banco, hay una
línea de continuidad sin ningún tipo de fisuras. ¿Por qué las cajas de
seguridad estaban a nombre de Florencia, mi hija? Muy simple: porque tanto
Máximo como yo estábamos viviendo en Río Gallegos y la única persona que vivía
en Buenos Aires para hacer ese trámite, que es personal, era Florencia”.
Retenciones
“Vino Martín
Lousteau con Gastón Rossi, su asesor, a explicarnos el tema de las retenciones
móviles que se basaban en el criterio de la renta extraordinaria. No me pareció
mal, porque es un criterio que comparto. Me acuerdo como si fuera hoy de
aquella reunión. Estábamos los tres: Alberto Fernández, Lousteau y yo. El jefe
de Gabinete le pregunta: ‘¿Estás seguro que no habrá problemas con eso?’. Y
Lousteau, muy seguro de lo que decía, contestó: ‘No, a ellos la soja no les
interesa’. Juro por la vida de mis tres nietos y mis dos hijos, que es lo que
más quiero en el mundo, que dijo eso”.
Clase media
“El 13 de
noviembre de 2012 el Banco Mundial publicó un informe que revelaba que la clase
media en Argentina se había duplicado en la última década y que se destacaba
como el país latinoamericano con el mayor aumento de su clase media como
porcentaje de la población total. Y pensar que me tuve que fumar que dijeran
que no había combatido la pobreza. ¡Justo a nosotros, que duplicamos la clase
media! O sea, una parte importante de los argentinos y las argentinas dejaron,
durante nuestros gobiernos, de ser pobres… y no lo digo yo, lo dijo el Banco
Mundial. Aunque también, a pesar de ello, una porción importante de esa misma
clase media terminó votando a Mauricio Macri”.
Macri
“Si alguien me
pidiera que definiera a Mauricio Macri en una sola palabra, la única que se me ocurriría es: caos. Sí…
Mauricio Macri es el caos y por eso creo firmemente que hay que volver a
ordenar la Argentina. Como se dice por ahí: que cada cosa esté en su lugar; la
heladera en la cocina y el inodoro en el baño. Esto exige a cada uno de los
argentinos y las argentinas, cualquiera sea su lugar en la sociedad, una
primera decisión casi actitudinal que permita encarar los problemas que el
gobierno de Mauricio Macri nos está dejando y que no existían en 2015”.
Atributos
“Muchas veces,
después del balotaje, pensé en eso que finalmente no se dio: yo, frente a la
Asamblea Legislativa, entregándole los atributos presidenciales a… ¡Mauricio
Macri! Lo pensaba y se me estrujaba el corazón. Es más, ya había imaginado cómo
hacerlo: me sacaba la banda y, junto al bastón, los depositaba suavemente sobre
el estrado de la presidencia de la Asamblea, lo saludaba y me retiraba. Todo
Cambiemos quería esa foto mía entregándole el mando a Macri porque no era
cualquier otro presidente. Era Cristina, era la ‘yegua’, la soberbia, la
autoritaria, la populista en un acto de rendición”.
Género
“Me llamaron
loca, histérica, orgásmica, desesperada por el poder. Mientras escribo, pienso
con dolor que a pesar de haber sido la primera mujer electa presidenta de la
historia, no se alzó ninguna voz feminista para condenar el ataque por mi
condición de mujer. Ojo, no digo para defender el gobierno, ni las políticas,
ni a ninguna persona en particular, sino el género que era agredido como tal”.
Aborto
“Yo antes era
una persona que decía ‘no soy feminista, soy femenina’. ¡Qué estupidez! ¡Qué
inmensa estupidez y lugar común! En la marcha de 2018 salieron las adolescentes
de 13, 14 y 15 años. Eran decenas de miles que salían de los colegios,
religiosos inclusive –porque se les veía los uniformes–, se sacaban la camisa y
se ponían pañuelos verdes. Ahí me puse a pensar… dentro de quince años yo voy a
tener 80, voy a ser una vieja y Helenita va a estar en quinto año, María Emilia
va a estar en cuarto y les van a preguntar las compañeritas: ‘Che, ¿qué votó tu
abuela?’ Y ellas van a contestar: ‘Esa vieja votó en contra’. ¡No señor! Eso no
lo voy a permitir”.
Legado
“El legado de
Néstor se proyecta en los jóvenes que tomaron las mismas banderas con firmeza y
que hoy resisten para que la patria no vuelva a estar de rodillas. Pienso que
tal vez ese sea mi rol, el de ser un puente entre las nuevas generaciones y las
anteriores; nosotros tomamos la posta de otros para construir la Argentina y, a
pesar del fuerte revés que nos acecha, serán los y las jóvenes quienes deberán
seguir adelante”.