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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Hybris, la enfermedad del poder... De Alguna Manera...

Hybris, la enfermedad del poder (I)...


Los griegos no tenían la noción monoteísta de “pecado”. Creían que el ser humano era mortal, que estaba determinado a vivir un destino contra el que no debía rebelarse. La peor falta que podía cometer era la hybris, la desmesura, que llevaba a los poderosos a competir con los dioses, que, enfurecidos, enviaban a Némesis para conducir al prepotente a la tragedia. En Grecia nació la democracia para evitar la tiranía, dividiendo los poderes, limitando a un año el período de sus gobernantes, prohibiendo toda reelección y escogiéndolos por sorteo para evitar la demagogia de los oradores y los sobornos de los ricos. Herodoto decía que los dioses atacan a los que presumen de su grandeza, destruyen con rayos a los árboles más altos y a las construcciones más ostentosas, humillan a los poderosos y nunca atacan a los más pequeños. La hybris es un concepto que cruza toda la cultura griega, explicando la derrota de Jerjes en Los persas de Esquilo, la tragedia de Icaro y la Guerra de Troya.

El tema de los desequilibrios psicológicos y la personalidad de los líderes se ha estudiado en muchos libros, como el de Freud sobre el presidente Wilson, el clásico Psychopathology and Politics de Harold Lasswell, algunos trabajos de Eysenck y dos libros publicados hace poco, El síndrome de la Moncloa, de Pilar Cernuda, y La salud mental de los políticos, de José Cabrera Forneiro. En el campo de la historia, Toynbee mencionó la hybris como una de las causas del colapso de las civilizaciones. Ian Kershaw, el mayor estudioso del nazismo, usó el concepto en la biografía en dos tomos Hitler, 1889-1936: Hubris y Hitler, 1936-1945: Némesis, que completa su monumental obra, estudiando fuentes abiertas recientemente por Rusia, como los diarios de Goebbels. En el primer volumen Kershaw recrea el mundo del joven Hitler, artista frustrado, poco atractivo intelectualmente, lector obsesivo, antisemita fanático, que se sintió llamado a cumplir una misión divina. Kershaw se pregunta cómo fue posible que alguien como él ganara las elecciones de 1933, consiguiera el apoyo fanático de la mayoría de los alemanes y llevara adelante un proyecto político tan brutal y sanguinario. El tomo termina en 1936, cuando la hybris que lo impulsó inicialmente cede su lugar a Némesis. En el segundo volumen, el extravío de la realidad y la prepotencia conducen a Hitler a la tragedia y Némesis castiga a quien desafió al destino. 

El libro de Riccardo Orizio Hablando con el demonio trae apasionantes entrevistas con encarnaciones de hybris que soñaron con modelos totalitarios: el mariscal de campo y vencedor del Imperio Británico Idi Amin Dada, el emperador de Africa Central Jean Bedel Bokkasa; la viuda de Enver Hoxha; Mengistu Haile Mariam y otros. No llegó a entrevistar a Muamar Kadafi, héroe admirado por los jóvenes revolucionarios de los 70 que creyeron en su compromiso revolucionario, que lo había llevado a vivir en una carpa, renunciando a todo cargo y a disolver el Estado para que nadie pudiera concentrar poder ni riquezas. Murió humillado, blandiendo un revólver de oro macizo, torturado brutalmente por un grupo de salvajes que lo sodomizó con una botella, mientras sus parientes huían de fastuosos palacios llenos de joyas y lujos extravagantes. Némesis fue con él tan cruel como había sido la enormidad de su hybris.

© Escrito por Jaime Durán Barba, profesor en George Washington University el domingo 08/09/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.


Hybris, la enfermedad del poder (II)...


En 2009, David Owen y Jonathan Davidson publicaron en la revista Journal of Neurology el artículo “Síndrome de hybris: ¿un desorden de personalidad adquirido?”, iniciando una polémica que creció con la edición de En el poder y en la enfermedad y The Hubris Syndrome: Bush, Blair and the Intoxication of Power. Owen es neurólogo, diplomático, militante socialista, ex canciller del Reino Unido; Davidson psiquiatra, profesor de la Universidad de Duke. Los libros fueron acogidos por intelectuales progresistas, y rechazados por cortesanos que dijeron que los autores acusaban a Bush y Blair de “locos”. 

Los incondicionales de los presidentes son con frecuencia bastante ignorantes, no están para pensar sino para adular y fueron incapaces de distinguir entre “síndrome” y la categoría “loco”, que desapareció hace años del lenguaje de los psicólogos. En el poder y en la enfermedad explica la política mundial desde una perspectiva holística, tomando en cuenta las enfermedades y el síndrome de hybris del Sha Reza Palevi, Kennedy, Hitler, Stalin y otros. Termina con una reflexión acerca de los problemas que padecen las sociedades como consecuencia de las dolencias físicas y psicológicas de sus líderes y las medidas que pueden tomar para protegerse. El libro sobre la intoxicación del poder es más completo, describe con detalle el síndrome de hybris de Bush y Blair, al que atribuye las graves equivocaciones que cometieron a propósito de la invasión a Irak. 

Las frases entre comillas están traducidas directamente del texto de Owen. “Los políticos víctimas del hybris tienen una propensión narcisista a ver la realidad como una arena en la que pueden ejercer el poder y buscar la gloria”. Se comportan de manera impulsiva, creen ser infalibles, hablan de sí mismos usando el plural mayestático “nosotros” o en tercera persona, como si fuesen voceros de un “presidente” a quien admiran. Se sienten responsables de un modelo o de una misión histórica, que los pone por sobre la ética que rige para la gente común, pero no para ellos, que encarnan la historia. Cuando Bush y Blair manipularon la información y mintieron acerca de las armas químicas, no creyeron que cometían una falta, por la trascendencia de los fines que perseguían. “Creían que no debían rendir cuentas a la opinión pública, sino solamente ante el tribunal de la historia y de Dios que les glorificarán”.

Los afectados por el hybris creen que son el centro del universo y que todos conspiran en su contra. Cuando el 11S Bush declaró “seguiremos defendiendo la libertad y todo lo bueno que existe en este mundo... Este enemigo ha atacado a todos los pueblos amantes de la libertad... ”. Para ellos todo lo que existe participa de la lucha entre ellos, que son el bien, y sus enemigos imaginarios o reales, que son el mal. Tratan de concentrar el poder que pueden, pero al mismo tiempo se presentan como víctimas potenciales de personas u organizaciones misteriosas. 

La categoría hybris es útil para estudiar el comportamiento de líderes de países democráticos como Bush y Blair, ayuda a entender a dictadores como Hitler y Stalin y también la psicología de algunos caudillos pintorescos del tercer mundo como Pol Pot, que asesinó a millones de camboyanos, o Abimael Guzmán, que produjo una masacre en Perú, ambos ciegos de vanidad, suponiendo que eran los líderes más esclarecidos de la historia de la humanidad. En esta época de la insoportable levedad del ser, unos pocos dictadores tropicales protagonizan la versión cantinflesca del hybris hablando con pajaritos y resucitando una caricatura grotesca de los 70. Los síntomas del hybris se agudizan cuando los líderes permanecen en el poder mucho tiempo y se rodean por incondicionales que nunca los contradicen, aplauden sus errores, les extravían de la realidad. Son los mensajeros de Némesis que les conducen a la tragedia.

© Escrito por Jaime Durán Barba, profesor en George Washington University el domingo 22/09/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.