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miércoles, 20 de junio de 2018

Dante Caputo (1944 – 2018) Q.E.P.D. @dealgunamanera…

Dante Caputo (1944 – 2018) Q.E.P.D. 

A los 74 años, falleció el excanciller Dante Caputo. Fotografía: Twitter

Murió el excanciller Dante Caputo. Tenía 74 años y ocupó la Cancillería durante casi toda la presidencia de Raúl Alfonsín entre 1983 y 1989.

© Publicado el miércoles 20/06/2018 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A los 74 años, el excanciller de Raúl Alfonsín, Dante Caputo, falleció este miércoles. Fue el único ministro del presidente radical que se mantuvo en el cargo durante los seis años de gobierno entre 1983 y 1989.

Su figura cobró notoriedad cuando firmó el Tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile que dio fin al conflicto del Canal del Beagle, en cuyo curso mantuvo un histórico debate televisivo con el senador Vicente Saadi. 

Durante su gestión se concretaron los acuerdos con Uruguay y Brasil que constituyeron la base del Mercosur y en 1988 fue electo presidente de la 43.ª Asamblea General de Naciones Unidas.

En 1989 fue electo diputado nacional por la Unión Cívica Radical, y se desempeñó como vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores. En 1995 abandona la UCR y crea el partido Nuevo Espacio, agrupación que se suma al FREPASO y es electo diputado nacional. En 1997 fue expulsado del radicalismo.

Durante 2005  fue enviado especial de la OEA en Nicaragua para restablecer el diálogo entre el Gobierno, los liberales y los sandinistas con motivo de a las elecciones presidenciales del año siguiente. Fue condecorado por el presidente Bolaños con la orden "José de Marcoleta en el grado de Gran Cruz", máxima distinción que otorga el Estado a un diplomático. De 2006 a 2009 fue Secretario para Asuntos Políticos de la OEA.

Desde 2011 a 2013 fue columnista semanal en asuntos internacionales del Diario Perfil. En 2016, Caputo propuso suspender el reclamo de soberanía argentino sobre las islas Malvinas hasta 2033, año en que se cumplen 200 años de la ocupación británica del archipiélago. 




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domingo, 12 de mayo de 2013

Peste emocional y poder no autoritario… De Alguna Manera...

2015: peste emocional y poder no autoritario… 

 
Hoy preparé una ensalada. El lector deberá disculparme, pero pasé esta semana de viaje entre Londres, Munich y Buenos Aires y deseo compartir esas experiencias diversas.
 
Me fui con el reiterado eco del impacto que en el programa de Lanata producen los mismos temas que hace años publicaron la revista Noticias, el diario PERFIL y el propio Lanata en este diario, como señal –además de los enormes méritos del propio Lanata– de un cambio de época. 

Estando en el exterior, Dante Caputo me escribe el siguiente mail: “No tengo tendencias ‘catastrofistas’, excepto cuando veo una catástrofe muy cerca. Le escribía a Javier (Calvo) que las medidas que acaban de anunciarse suenan a fin de fiesta, aparte de ser el gran lavado de plata nacional. Hay buenos argumentos para sostener esto. Si bien lo vimos muchas veces, la novedad ahora es que las alternativas son pobres y aún faltan más de dos años para la conclusión del mandato. Vamos a entrar en un período de muy alta incertidumbre y peligro. El diario debería dar la dimensión de los riesgos que enfrentaremos. Pienso en una edición especial del domingo, articulistas invitados (más políticos que economistas), los escenarios; explicar qué quiere decir lo que se decidió; qué muestra, qué velo descorre sobre la realidad económica y la desesperación del Gobierno. Pero sobre todo, habría que inducir a pensar los caminos democráticos para dar respuesta a las situaciones que puedan explotar”.
 
Aprovecho para anticipar que desde el domingo próximo el ex canciller Caputo escribirá regularmente sobre política nacional. 

En el viaje en avión de regreso (y tras prometer que no duplicaría y devolvería el DVD que me prestaron sus celosos productores) pude ver la película políticamente más poderosa del último Bafici: El Olimpo vacío, que en forma de documental pasa a lenguaje audiovisual la esencia del libro de Juan José Sebreli Comediantes y mártires. Ensayo contra los mitos, premiado en España por Casa de las Américas. Sebreli –que escribió ese libro mientras era director del suplemento Cultura de PERFIL–, a partir del culto a Gardel, Evita, el Che y Maradona, construye una crítica al populismo que fabrica un relato que se enorgullece de lo que debería estar avergonzado. 

No se puede no ver en El Olimpo vacío una metáfora constante del kirchnerismo, como en la mentira que se precisa para construir un mito, no ver un espejo del engaño necesario para construir lo que hoy denominamos relato. 

Hay un concepto de Sebreli que se conecta con la perspectiva de país de Caputo. Sebreli llama “peste emocional” a esa necesidad argentina de emocionalizar lo que debería ser racional, convirtiendo en religión áreas de la vida que deberían estar guiadas por una ética agnóstica. En El Olimpo vacío, se argumenta que los líderes populistas trabajan freudianamente sobre la idea que todos llevamos desde chicos de que al padre, la madre y los hermanos se los defiende incondicionalmente abusando de las funciones de metáfora y metonimia para condensar la idea de familia con Nación, Nación con mayoría y líderes de la mayoría con padres. 

Para Sebreli, los populismos actuales son un resabio anacrónico de lo que en Europa quedó obsoleto a mediados del siglo pasado y que la Argentina, para desarrollarse, debe también superar. 

Para Caputo, la Argentina precisa superar el poder autoritario y crear un poder democrático donde la legitimidad no provenga de una fuerza construida con métodos cuestionables. Caputo, que tuvo durante seis años la experiencia del ejercicio del gobierno, coincide con la necesidad de un gobierno fuerte porque si no “se lo comen” las corporaciones –desde su perspectiva, principalmente los sindicalistas y los empresarios–, pero a diferencia del kirchnerismo Caputo les da tanta importancia a los medios como a los fines nobles. 

Aunque en otra dimensión, el debate actual en Europa tiene algunos puntos de contacto. La centenaria revista política de izquierda y una de las más influyentes de Inglaterra, New Statesman, tituló su tapa de esta semana con: “¿Por qué no podemos ser como Alemania?”, ironizando a partir de que dos equipos de fútbol alemanes llegaron a la final de la copa europea para criticar el estancamiento de la economía inglesa y de toda Europa a excepción de Alemania, que sigue progresando. 

Al revés, en Alemania, la polémica política actual se focaliza en si deben conformarse con ser fuertes o aspirar a ser grandes. O sea, si deben preocuparse por los demás o sólo por ellos mismos. 

Cuando Alemania perdió la Segunda Guerra, Estados Unidos no solamente fue fuerte, sino también grande al implementar el Plan Marshall y ayudar al desarrollo de los pueblos vencidos. ¿Debe ahora Alemania ayudar a las naciones del sur de Europa en recesión? Paralelamente, ¿deben las restantes naciones europeas imitar la disciplina y la contracción al trabajo de los alemanes? 

Sí es la respuesta a ambas preguntas. De la misma forma que la Argentina se desarrollará cuando simultáneamente erradique la “peste emocional” que invade la política y logre construir un gobierno que sea fuerte detentando un poder no autoritario (Menem decía de algunos políticos lo mismo que podría imaginarse diciendo a Néstor Kirchner: fulano “no sirve para la política porque no tiene la cuota de maldad suficiente”). 

“El mar sin historia es agua”, me decía un amigo italiano mientras recordaba que Giulio Andreotti, el padre de la Europa moderna fallecido esta semana, sostenía con sarcasmo antes de la caída del Muro de Berlín: “Me gusta tanto Alemania que hasta quiero que haya dos”. Que en Italia Berlusconi vuelva a ser el hombre fuerte de la política habla de la influencia que concede tener el control de muchos medios de comunicación. Berlusconi no sería posible en Alemania o Inglaterra porque Italia ha sido históricamente, a la par de productor de grandes artistas, el país más tolerante con la procacidad. 

“Lanata presidente” es hijo de la misma emocionalidad italiana, que precisa mitificar no sólo a Maradona, sino también a Kirchner. Por eso la mayoría votó al kirchnerismo, al menemismo, aplaudió la Guerra de Malvinas, aunque nos duela apoyó gran parte de los golpes militares del siglo XX y también ve a Lanata, sin que esto signifique ningún demérito para él. 

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 11/05/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 
 

domingo, 21 de abril de 2013

Cacerolázaro… De Alguna Manera...


Cacerolázaro…


Malos tiempos K. Impiadoso retrato del declive de Cristina. Con un alerta inquietante: falta lo peor.

¿Dónde está Sergio Acevedo?

Renunció a la gobernación de Santa Cruz en marzo de 2006. De sus medias explicaciones se desprende que se negó a poner el gancho en las obras públicas de Néstor Kirchner, Julio de Vido y Lázaro Báez. No quiso quedar pegado en ese “Triángulo de las Bermudas” donde desaparecen millones de euros y aparecen milagrosamente en Suiza. El periodismo está buscando a Acevedo para que aporte lo que sabe. Tenía la confianza de Néstor y por eso fue su vice gobernador y su jefe de inteligencia. Amigos cercanos al honesto abogado aseguraron a Perfil que su silencio es consecuencia de las amenazas y aprietes que Acevedo recibió.

Fabiana también sabe.

Es necesario que la gobernadora de Tierra del Fuego agregue sus datos. Fabiana Ríos escribió sobre Báez: “Nadie quiere hablar de él, pero todos lo conocen y, sobre todo, saben que hay puertas que solo él puede abrir, por su cercanía con el poder. Es amigo personal del presidente Kirchner y su entorno más cercano. El Presidente pasa en su estancia sus días de descanso cuando pisa tierra santacruceña. Es una pieza clave en la adjudicación de las obras públicas”. Es obvio que Ríos no dijo esto ahora que está apenas recostada en el calorcito del cristinismo. Fue en diciembre de 2005, 70 días antes de la renuncia de Acevedo y una semana después de la primera denuncia contra Lázaro realizada por Elisa Carrió que, en aquel momento era jefa política de Ríos. 


Fue una columna en Perfil que ayer sacó pecho con la primera nota que se escribió sobre Lázaro. Firmada por Marcelo Dimango decía en su copete: “Nadie se anima a tomarle una fotografía. Contrata un ejército de seguridad para su familia. Sus vecinos le temen. No le gustan los flashes ni los periodistas. Dicen que es el socio del presidente Kirchner”. Seis años y cuatro meses después todo se confirmó, y Lázaro –sin ser Evita– volvió y fue millones. ¿Es o no Yabrán? Finalmente, obligado por la realidad, Báez mostró su cabellera blanca en el hotel Patagonia, y en su comunicado Nro.1 dijo que los testimonios de Fariña y Elaskar fueron editados (una obviedad que ni esos malandrines dijeron) y le preguntó a los reporteros gráficos: “¿Para qué tantas fotos, chicos?”

La década ganada en Madero Center.

Parte de la militancia que aún cree que millonarios enriquecidos con los dineros públicos pueden liderar una revolución cuasi socialista están mortificados. Temen que la construcción emblemática de los diez años de kirchnerismo en lugar de ser el mausoleo de Néstor sea el edificio de Madero. Hay chicaneros de las redes sociales que proponen una nueva agrupación llamada “Lombard Odier es la patria liberada”. ¿Para cuándo la estatización de Madero Center? ¿O hay que privatizarlo? Tenemos que recuperar la soberanía monetaria.

Cristina sin voz.

Los problemas de comunicación no son solo por la disfonía recurrente de la Presidenta conseguida por retar a los gritos a sus ministros, según ella confesó. Desde que Lanata hizo popular a Báez enmudeció el aparato de propaganda y hasta el gabinete. Tanta concentración de poder de Cristina y tanto castigo al que comete el mínimo error los han dejado sin voceros creíbles. Un gobierno que tiene que recurrir a Mauro Viale se define a sí mismo. Ni siquiera hubo una orientación clara para minimizar lo de Lanata o el argentinazo callejero del 18A. Nada les dio resultado. Ocultar el tema llevó más rating al molino de TN y El Trece. Frivolizarlo masificó el interés entre el ciudadano menos politizado. Decir que el cacerolazo fue contra toda la clase política fue una mentira ridícula. Un vozarrón radial, recién llegado por interés a la política, dijo sin ponerse colorado que “fueron muchos más los que se quedaron en su casa”. 

Cristina es más inteligente que sus salieris. Si creyera en su gente debería estar tranquila: le dicen que fue menos gente a la marcha. Con su rigurosidad conocida, Nilda Garré dijo que en Capital caminaron 71 mil personas. Ni el INDEC lo hubiera hecho mejor. O Nik , que se burló planteando que el Gobierno no cuenta la gente, la pesa. No tienen un liderazgo común, vociferaban. Y es cierto. Solo coinciden en un par de cosas: jamás votarían a Cristina, están hartos del abuso de poder y la prepotencia, quieren vivir en libertad y son bastante más que ese 46% que sacaron en el 2011.

El peronismo perdió la calle.

En la batalla contra la 125, se podría haber explicado como un hecho coyuntural difícil de repetir. Pero cientos de miles protestando en una asamblea popular itinerante y en tres ocasiones en 7 meses, ya se transformó en un activo ciudadano que antes era monopolio del peronismo. Cristina lo hizo.

Ficción para todos y todas.

“El país está al garete / nos roba un trucho con rodete”, decía uno de los carteles más ingeniosos entre esa pasión de multitudes que estalló el jueves. Ironías para Leonardo Fariña, que le dio para que tenga y guarde ficción a Lanata. Igual no se va a salvar de pasar unos días en la cárcel, igual que su compañero de “La Rosadita, Federico Elaskar, aunque por otras causas pendientes que tienen en los tribunales.

El suicidio institucional.

Aún a riesgo de ser impreciso pienso que Dante Caputo es un intelectual honesto y lo ubico en la democracia social y republicana. Nada más lejos de un corrupto y golpista. Su texto publicado ayer en Perfil me inquietó porque no se trata de un pensador alarmista. Manifestó su preocupación porque “a partir de los que estamos viendo (no hay nada que imaginar) se creen situaciones de alta inestabilidad política, que puedan llevar a otras locuras mayores, por ejemplo, la interrupción institucional. El deterioro de nuestra organización republicana, el conflicto, la protesta, las reacciones de unos y otros, la insensatez de quienes tienen el poder político, puede transformar la fuga hacia delante en un suicidio institucional. (…) Dios nos libre que la locura de la presidenta Cristina Kirchner lleve a otros argentinos a una mayor”.

Todavía falta lo peor.

El deterioro económico, el desplome de la inversión, las reservas, el consumo y los puestos de trabajo; la cabriola en el aire que tuvo que hacer la Presidenta para recomponer con el Papa Francisco, la muerte de Chávez y el triunfo de penal sobre la hora de Maduro, las inundaciones y la llegada de la “corrupción” a los primeros puestos en todas las encuestas, conforman la realidad que Ella prefiere ignorar por twitter. Es el momento más complicado para Cristina en el poder, con excepción de la 125 y las elecciones de 2009. La noticia más grave es que lo peor está por venir. El Gobierno aún no encontró su piso y está cuesta abajo. Conclusión provisoria como todas: mientras más poder quiere concentrar, Cristina más se debilita.

© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 21/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 16 de febrero de 2013

Polémica por la causa AMIA... De Alguna Manera...

¿Por qué el apuro, Presidenta?...


En la reciente sesión del Senado el debate fue disperso. En lugar de concentrarse en preguntas, las intervenciones se internaron en pareceres y opiniones. Nada reemplaza la evidencia del error que comete el adversario. Ahí no hay nada que demostrar.  Y las preguntas existen en cantidad.

Se podría haber interrogado al ministro, por ejemplo, sobre algunas de estas cuestiones.

El vocero del canciller iraní dijo: “El tema de la indagatoria de un responsable es totalmente falso”. Esta afirmación es coherente con la que hizo inmediatamente después el canciller de ese país: “Mi país adhiere plenamente a las disposiciones del acuerdo sobre el caso AMIA”. No hay, como dice el Sr. ministro, ninguna desmentida al vocero. Los dos dicen lo mismo porque las disposiciones del acuerdo no contemplan la indagatoria.

Si no contemplan la indagatoria, ¿para qué se hace todo esto?

¿Usted cree que Irán va a permitir que actúe la Justicia si la Comisión de la Verdad sostuviera que hay sospechas fundadas contra alguno de los entrevistados?

¿Por qué usan la palabra interrogar cuando el texto que es tomado como válido dice en inglés preguntar?

¿No cree que hay mala fe en hacer creer que la Justicia argentina va a actuar, cuando no habrá interrogatorio y la ley iraní prohíbe que un ciudadano de ese país sea sometido a indagatoria por una autoridad judicial extranjera?

Repasando sus conocimientos jurídicos. Usted sostiene que todo documento entre países, incluso un comunicado de dos presidentes, constituye un tratado. En efecto, esa es la definición genérica que da la Convención de Viena de 1969. Pero, en sentido estricto, sólo son tratados los que generan obligaciones mutuas que están sancionadas en una ley. En nuestro ordenamiento jurídico, la jerarquía es: Constitución, leyes que derivan de ellas y tratados internacionales. Los tratados son jerárquicamente superiores a una ley común. Díganos, ¿un comunicado conjunto debería, porque usted dice que es un tratado, ser considerado superior a la ley común?

¿Quién pidió que este texto fuera un tratado?, ¿Irán o la Argentina?

Pero sobre todo quisiera que escuchara este razonamiento y nos diera su opinión.

La comisión puede expedirse en tres sentidos: a favor de la denuncia argentina, de manera neutra o en contra.

Si lo hace a favor, como es una comisión de la verdad y no una comisión de la justicia, no podrá hacer absolutamente nada más. Ni un paso más. El gobierno iraní pedirá perdón o disculpas, quizás indemnizará como Kadafi y dirá que, habiéndose sometido estrictamente a lo que decía al tratado, ha mostrado al mundo una prueba de su comportamiento impecable.

Es decir, si ganamos, no ganamos. Y si Irán pierde, gana.

Es innecesario explicar lo que sucedería en caso de un dictamen ambiguo o negativo.

Perdería la Argentina, ganaría Irán.

En un tratado donde no está contemplada la acción de la Justicia, lo único que puede ganar la Argentina en el caso lejano de que el presidente y los dos juristas nombrados por Irán lo decidieran, es un reconocimiento moral.

¿Podría la Argentina seguir reclamando en foros internacionales cuando aceptó, firmó y convirtió en tratado un texto que se aplicó plenamente?

En fin, la pregunta ya encierra un argumento y obliga a una contestación precisa. Las extensas opiniones habilitan la réplica con otras extensas opiniones.

Hace pocas horas se conoció un interesante artículo de la Iran Review. Editada en Teherán, la publicación pretende ser científica e independiente. Aun si no lo fuera, es interesante reproducir su visión del acuerdo. Me permito traducir los párrafos más relevantes:

“Las noticias que han estado circulando en algunos diarios en los días recientes acerca de que el fiscal y el juez argentinos viajarían a Teherán para entrevistar personas que están mencionadas en el caso AMIA son incorrectas e imprecisas.”

“La segunda cláusula del artículo 5 del memorándum ha estipulado que representantes (nota: los imputados)  responderán a las preguntas de la comisión. Por lo tanto, ninguna persona tendrá que estar físicamente presente ante la comisión para responder las preguntas.”

En el artículo 7, “ambos países anunciarán a Interpol que las diferencias bilaterales sobre el caso AMIA serán resueltas por la vía de la cooperación entre los dos países. Por lo tanto, Interpol puede revocar las alertas rojas”.

En fin, lector, como verá, el manipuleo de los textos se hace aquí y allá. Razón de más para que el Gobierno abandone el apuro, para que nos demos el tiempo de saber y ser claros en lo que se está haciendo. Nada más lejano a esto que el comentario del senador Pichetto al oído de Timerman  transmitiéndole la orden presidencial para que se concluyera rápidamente el debate.

En este marco sería grave que el ministro evitara estar presente en la Cámara de Diputados. Si huyera, temeroso de las preguntas y de la verdad, fortalecería todas las sospechas.

© Escrito por Dante Caputo el viernes 15/02/13 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


viernes, 8 de febrero de 2013

Ahmadinejad ama la verdad… De Alguna Manera...


Ahmadinejad ama la verdad…
Preguntas sin respuesta. El peligro de que lo firmado se convierta en un tratado que complique a la Argentina. Los errores de una Comisión de la Verdad que no podrá impartir justicia. Qué busca Irán. ¿Hacia un acto de estupidez histórica?

Hace unos días, los ministros de Relaciones Exteriores de la Argentina y de Irán firmaron un memorando de entendimiento sobre la cuestión del atentado a la AMIA. Los memorandos de entendimiento son una de las formas básicas utilizadas para acordar formalmente la voluntad de dos o más partes, por lo general representantes de gobiernos. La forma más elaborada y compleja es el tratado. A diferencia del memorando, el tratado compromete la voluntad de una nación, y su incumplimiento genera sanciones. Al obligar a la nación y no sólo al gobierno que ocasionalmente los firma, los tratados requieren la aprobación del Poder Legislativo.

Por lo tanto, lo que fue firmado en Etiopía no requiere aprobación legislativa. Pero, curiosamente, el texto firmado indica lo contrario: “Este acuerdo será remitido a los órganos relevantes de cada país, ya sean el Congreso, el Parlamento u otros cuerpos, para su ratificación o aprobación de conformidad con sus leyes”.

Esta dista de ser una cuestión formal. Si se sigue el procedimiento legislativo, el memorando devendrá tratado y se convertirá en ley. Su vigencia se prolongará en el tiempo con independencia de los gobiernos. Si, por ejemplo, al final de este oscuro sendero se acordara una indemnización a los familiares de las víctimas en lugar del enjuiciamiento y condena de los culpables (así sucedió en Libia con el atentado ordenado por Kadafi al vuelo 103 de Pan American), nunca podríamos volver atrás.

Una aprobación legislativa de este acuerdo significaría entonces que la Argentina, no sólo el Gobierno actual, habría aceptado la impunidad.

¿Qué busca el memorando-tratado? Al inicio del texto se señala el objetivo de la acción conjunta: “Se creará una Comisión de la Verdad compuesta por juristas internacionales para analizar toda la documentación presentada por las autoridades judiciales de la Argentina y de la República Islámica de Irán”.

Aquí se nota otra originalidad del memorando-tratado: la creación de una Comisión de la Verdad entre dos países. Este es el primer caso en que una comisión de este tipo no está compuesta por partes del mismo país. En todos los casos conocidos, una Comisión de la Verdad se forma entre dos o más sectores de una sociedad para que todos den su testimonio sobre un conjunto de hechos sucedidos, siempre violentos y que generaron muertes, persecuciones y destrucción.

Una Comisión de la Verdad se establece para saber lo que pasó, no para castigar a los culpables. Quienes la componen reconocen que los responsables de los delitos no podrán ser enjuiciados y acuerdan la reconstrucción histórica; se ponen rostros a los victimarios. Unos no tienen poder para enjuiciar y los otros poseen el suficiente para no dejarse enjuiciar.

Extrañamente, tras varias críticas, llegando a calificar el acuerdo de “trampa”, miembros de la DAIA y la AMIA dijeron hace cuatro días –en un llamativo cambio de posición– que “ahora que les habían aclarado lo que se quería decir en el texto, veían su utilidad”. Disculpe, lector, mis reiteraciones, pero lo hago tratando de evitar la engañosa ilusión de quienes sufren: la intención de los tratados no se aclara, se escribe. Si hay una intención por parte del Gobierno que va más allá del texto, esa intención no tiene valor. Lo que vale es lo que está escrito, no su interpretación.

El memorando-tratado reemplazará a la Justicia. Irán puede mostrar lo que acordó, y allí no hay una sola palabra que obligue o sugiera la posibilidad de un juicio.

La Comisión de la Verdad no es la antesala de la Justicia. Siempre ha sido así. El magistrado Raúl Zaffaroni sostiene que éste es el comienzo del camino judicial y que fue una equivocación hablar de Comisión de la Verdad. Qué error notable para un juez: el nombre designa correctamente lo que es, y no hay nada en el texto que indique la posibilidad de acción judicial posterior. Lo que no está en el tratado no está en el mundo.

Otro hecho llamativo, sobre el cual no se ha oído ninguna explicación, es la inexplicable razón por la cual el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, firmó este texto. A cambio de aceptar que sus funcionarios testimonien ante esta Comisión y autoridades judiciales argentinas, ¿alguien explicó qué gana Irán?

Hace casi 18 años que sucedió el atentado, uno de los más grandes actos terroristas antijudíos desde el final de la Segunda Guerra en el mundo. Sin embargo, el régimen iraní convivió con la sospecha sin que pareciera sacarle el sueño. ¿Por qué ahora este afán de purificación? Puede, lector, que mi información limitada me lleve a ignorar cosas obvias. Pero no imagino, ni vi que otros conocieran, la razón de la contrición.

El presidente Ahmadinejad, lamentable producto de la historia del último medio siglo de su país, no es un individuo con quien se pueda hacer un acuerdo. Es responsable de una brutal represión interna, de la muerte de muchos de sus compatriotas que objetaron los resultados electorales, es homofóbico y niega la existencia del Holocausto. Es un activista del negacionismo. Organizó en su país congresos “mundiales de expertos” para demostrar la falsedad histórica de la Shoah, la catástrofe humana del siglo XX. En esos congresos estuvieron presentes escritores, actores, políticos de varios países, casi todos ellos con condenas de cárcel en sus países por delitos raciales.

En el atentado a la AMIA murieron 85 personas. Eran trabajadores y estudiantes argentinos, chilenos, bolivianos y polacos. Y ahora, el Gobierno nos dice, lector, a usted, a mí y otros muchos, que deberíamos creer que no sólo no se podrá hacer justicia, sino que la verdad sobre las causas de esas muertes será indagada por representantes de un país que desconoce, rechaza y niega la exterminación de seis millones de personas.

Creo que cometeríamos un acto de estupidez histórica. Pero si Irán no buscó esto, ¿quién lo hizo? ¿Por qué?
En el pasado mes de octubre, la agencia de noticias iraní FARS publicó la siguiente información: “El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad dijo que una vez que las investigaciones tuvieran lugar de forma precisa e imparcial, recién entonces se habrá preparado el terreno para la expansión de las relaciones comerciales entre Irán y la Argentina”. Por lo tanto, el señor Ahmadinejad pone (¡él, no los argentinos!) como condición la investigación, y, una vez que quede bien claro todo, nuestro país podrá aumentar sus exportaciones.

El negacionista quiere la verdad sobre 85 muertes, la mayoría judía. Parece que, entonces, si nosotros permitimos que se conozca la verdad, tendremos como recompensa un comercio ampliado. Hoy vendemos por valor de 1.200 millones de dólares e importamos por veinte millones. ¿Cuánto más vale la verdad?

¡Qué historia rara, lector! Si el Congreso aprueba este memorando, será tratado y no tendremos vuelta atrás. Por lo menos, tratemos de no comprometernos para siempre con este “hecho histórico”. Que sea, sólo, una de las tantas cosas de este Gobierno, que serán desandadas. No le pongamos a la impunidad el sello de la nación.

© Escrito por Dante Caputo el domingo 03/03/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.