Kirchnerismo en acción… Gobiernos intervenidos…
El
nacional como el bonaerense están ahora bajo control de Cristina y de Máximo,
respectivamente.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 25/09/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Hay heridos,
ofendidos y humillados en los dos lados. “El caradura de Kicillof no puede
hacer como que no pasó nada y que está bajo el paraguas de los ganadores,
porque le coparon el gabinete.” La llegada de Insaurralde fue un mensaje bien
claro a favor de los que creen en la territorialidad que el gobernador
despreció.
Además, su trato con los
intendentes siempre fue frío. Máximo e Insaurralde venían tejiendo juntos hace
tiempo, ahí está el mensaje para el que se creía intocable. Otro de “los padres
de la derrota” –asegura una voz que recorre con frecuencia la Rosada. Como se
ve, no solo hay críticas internas; también hay descalificaciones. La de
“caradura” es de las más suaves y educadas.
Los dos gobiernos –el
nacional y el bonaerense– han sido intervenidos. Y éste no es un eufemismo o
una cita figurativa sino literal. A la administración de Alberto Fernández la
intervino directamente Cristina Fernández de Kirchner. A la de Axel Kicillof, Máximo
Kirchner.
El desplazamiento de
Carlos Bianco de su cargo como jefe de Gabinete ha sido un duro golpe para el
gobernador que viene sosteniendo una puja subterránea y creciente con el
primogénito de la ex presidenta en funciones. Kicillof es una persona
tremendamente desconfiada que, por ende, se apoya en un núcleo muy pequeño y
cerrado de personas. A Bianco lo conoce desde 1998, cuando fue su alumno en un
curso que el hoy gobernador dio en la Universidad de Quilmes sobre “Corrientes
Económicas Contemporáneas”.
El desembarco en
la Jefatura de Gabinete provincial del ahora ex intendente de Lomas
Zamora no fue solitario. Lo hizo acompañado de gente suya, entre los que se
cuentan Juan de Jesús, del Partido de la Costa, y Hernán Y Zurieta de Punta
Indio.
“Lo que está pasando con
el despilfarro de guita es lo que vas a ver en mayor o menor medida en todo el
Conurbano de acá hasta las elecciones.”
“Es lo que saben hacer
los pragmáticos de la vieja escuela. ¿Qué otra cosa se puede esperar de Manzur
y Aníbal? Ya lo reconoció Gollan. En el caso de Aníbal también optaron por
reciclar un tipo hábil en el barro que nunca se prende fuego. Pero no creo que
alcance. La gente la está pasando muy mal”–continúa el funcionario con despacho
en Balcarce 50 que no deja de acumular un enojo que no disimula.
El oficialismo ha
decidido emular lo hecho por el gobierno de los Rodríguez Sáa en San Luis en
2017. En ese entonces, luego de perder las PASO contra Claudio Poggi, hubo un
aluvión de fondos públicos en planes sociales, inodoros, chapas, colchones,
juegos de dormitorio y comedor, prótesis, sillas de ruedas, electrodomésticos y
ayuda para pequeños comerciantes que le permitieron dar vuelta el resultado.
Habían perdido por 19 puntos y ganaron por 12.
Las expresiones del ex
ministro de Salud bonaerense y segundo en la lista de candidatos a diputados
nacionales, Daniel Gollan, fueron un sincericidio que desnuda el pensamiento de
la mayor parte del kirchnerismo y el peronismo que lo acompaña. La dignidad de
la persona vale un electrodoméstico o un poco de plata en su bolsillo.
Es la radiografía del
pensamiento del populismo que necesita que haya mucha gente pobre como sustento
para sus ambiciones de permanencia indefinida en el poder.
“Un poco de platita en el bolsillo” habla de una vida de subsistencia.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla de personas cuya dignidad no tiene ningún valor para los que
gobiernan.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla de un desprecio por la educación.
“Un poco de platita en el bolsillo”
habla de un menosprecio hacia la salud pública.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla de una desestima hacia el sufrimiento de gente que durante la
pandemia lloró la pérdida de sus seres queridos.
“Un poco más de platita en el
bolsillo” habla de no asumir los garrafales errores cometidos por el Gobierno
durante la pandemia.
“Un poco más de platita en el
bolsillo” habla de no hacerse cargo del escándalo del “Vacunatorio vip”.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla del desdén hacia quienes se quedaron sin el fruto de una vida
de trabajo.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla de la convalidación del vale todo.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla de la apología de la inmoralidad.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla del vilipendio hacia la capacidad de pensamiento de quien se ve
sometido a las adversidades de la pobreza.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla del ideario de quienes hoy están al frente del Gobierno.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla del tiempo por venir que le aguarda a nuestro país si esto no
se modifica.
“Un poco de platita en el
bolsillo” habla de gente a la que dejan sin la posibilidad de soñar con un
futuro mejor para ellos y/o para sus hijos.
La elección no está terminada.
El oficialismo ha salido a la caza de los ciudadanos y ciudadanas que no
fueron a votar el 12 de septiembre pasado. Si todos ellos lo hicieran por el
“Frente de todos contra Todos”, el oficialismo podría dar vuelta la elección en
la provincia de Buenos Aires y otros distritos.
La oposición por estas
horas enfrenta dos grandes problemas: “El control y fiscalización de la
elección y la retención del que nos votó en las PASO, pero que siempre estuvo
más cerca del oficialismo. El voto bronca es muy fuerte, pero muy volátil, ahí
tenemos que trabajar”. Aseguran en Juntos.
Así planteada, la
elección del 14 de noviembre será no solo una contienda electoral sino también
una radiografía de una parte de la sociedad argentina, fundamentalmente de
aquélla sumergida en la pobreza.
Si con “un poco más de platita en el bolsillo”, una licuadora, un lavarropa, una heladera, una cocina y un largo etcétera de electrodomésticos, el Gobierno consiguiese su objetivo, el populismo habrá obtenido un triunfo que le permitirá dar alas a su proyecto de permanencia en el poder para siempre.