Un mundo con menos gente…
Cada vez
nacen menos niños. Mientras hay quienes se preguntan sobre los efectos de una
baja en la población, se renueva un debate en el que intervienen argumentos
políticos y filosóficos. Demografía, derechos y sociedad en la nota de la
semana de Revista Acción.
© Escrito por Florencia Vidal el miércoles
29/01/2025 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, República Argentina.
Cada vez
nacen menos niños. Mientras hay quienes se preguntan sobre los efectos de una
baja en la población, se renueva un debate en el que intervienen argumentos
políticos y filosóficos. Demografía, derechos y sociedad en la nota de la
semana de Revista Acción.
El fenómeno de la caída progresiva de la
natalidad que se registra a nivel mundial se manifiesta muy marcadamente en
nuestro país. Desde hace diez años, se comenzó a observar en Argentina una
notoria tendencia a la baja en la cantidad de nacimientos, con un descenso
–entre 2014 y 2022– de un 36%, el más pronunciado desde que se tiene registro.
«Lo
que vemos en Argentina es que, probablemente, estamos pasando la etapa final de
la transición demográfica de una forma exacerbada: la mortalidad bajó mucho
debido a mejoras en la salud, el crecimiento poblacional fuerte ya lo vivimos,
pero también la natalidad empieza a descender, entonces, se espera que se dé un
crecimiento más lento, como ocurre en otros países», explica Nicolás Sacco,
doctor en Sociología por la Universidad de Buenos Aires, especialista en
Demografía e investigador del Conicet.
Entre
las principales razones que impulsan este nuevo régimen, se señalan las
transformaciones en las preferencias sociales y culturales, y la mayor
accesibilidad a métodos anticonceptivos y a información. «Hay un cambio en las
aspiraciones y en los deseos reproductivos de las mujeres y también de los
varones, un cambio de ideas que tiene que ver con el rol histórico que se le
dio a la mujer como objeto reproductivo», sostiene Sacco.
Mario
Sebastiani, ginecólogo, obstetra, docente universitario y referente de la lucha
por los derechos sexuales y reproductivos, asegura que, en el 2013, cuando
escribió el libro ¿Por qué tenemos hijos?, la mitad de los niños que nacían no
habían sido buscados y que los cambios que hubo en estos años permitieron
detener lo que definía como «la automaticidad por la que tenemos hijos», algo
que tiempo atrás no creía posible. «El mandato de la maternidad, que era muy
importante, dejó de serlo, y hoy es frecuente que una mujer, con mucha soltura,
diga: “Me parece que no voy a tener hijos”. Por supuesto que pueden revocar la
idea, pero lo interesante es que ese ya no es el horizonte; hoy las mujeres
establecen una relación laboral importante y posponen la maternidad», expresa.
«Actualmente –agrega–, la mayoría de los hijos que nacen son programados y
deseados, con lo cual veo una ganancia muy importante en la dignidad de las
mujeres y en la sociedad».
Una lucha ideológica.
Sin embargo, desde distintos sectores resuenan discursos pronatalistas. Desde allí se propalan teorías, algunas ciertamente catastróficas, como las que dicen que no se podría sostener a la población que no esté en edad de trabajar porque el sistema previsional colapsaría por la menor cantidad de personas activas. En disidencia con estas visiones, Sacco afirma que, si mañana no hubiera más nacimientos en Argentina, se llegaría a tener la misma población que en 1998. «Ahí el problema no era demográfico, sino relativo al mercado de trabajo; había menos personas, obviamente la tecnología era distinta, pero había una alta desocupación». Al respecto, el demógrafo asegura que una menor cantidad de nacimientos no significa algo terrible, ya que el mundo, por millones de años, vivió con muchas menos personas.
«Actualmente –relata el sociólogo–, hay una explosión del tema del pánico sobre la caída de los nacimientos… Elon Musk dijo que el principal problema del mundo no es la guerra, no es la desigualdad social, no es la crisis ecológica, sino que las mujeres desean tener pocos hijos. El primer ministro de Corea del Norte también les pidió a las mujeres, por favor, que tuvieran más hijos, porque era un problema de seguridad nacional. Y el papa mencionó, hace unos años, que tener mascotas y no hijos era de egoísta».
Sacco sostiene que «hay gente muy poderosa que está fogoneando discursos pronatalistas que tienen implicancias sobre los derechos reproductivos». «No es casualidad que hoy en día se estén poniendo en tela de juicio, por parte de esta narrativa, muchos de los derechos que se lograron en Argentina; el tema de tener hijos no debería ser una política pública activa del Estado porque es una decisión individual de las familias, de las personas», expresa.
Hay países con una cantidad de habitantes relativamente baja que mantienen una calidad de vida aceptable. Entonces, el interrogante es: ¿qué factores motorizan el crecimiento de una sociedad independientemente de su estructura demográfica? Sacco asegura que, sin entrometerse en la vida privada, el Estado debería apoyar los proyectos de las personas, ya sea que tengan el deseo de tener hijos o no. «Para eso hacen falta políticas de educación de calidad, de acceso a la salud y a la vivienda, oportunidades laborales para todos, distribución de ingresos, todas cosas necesarias para cualquier proyecto de vida, que no tienen que ver con que si somos muchos o pocos ‒concluye‒, sino con políticas económicas, políticas de Estado, con política en el fondo».
Una lucha ideológica.
Sin embargo, desde distintos sectores resuenan discursos pronatalistas. Desde allí se propalan teorías, algunas ciertamente catastróficas, como las que dicen que no se podría sostener a la población que no esté en edad de trabajar porque el sistema previsional colapsaría por la menor cantidad de personas activas. En disidencia con estas visiones, Sacco afirma que, si mañana no hubiera más nacimientos en Argentina, se llegaría a tener la misma población que en 1998. «Ahí el problema no era demográfico, sino relativo al mercado de trabajo; había menos personas, obviamente la tecnología era distinta, pero había una alta desocupación». Al respecto, el demógrafo asegura que una menor cantidad de nacimientos no significa algo terrible, ya que el mundo, por millones de años, vivió con muchas menos personas.
«Actualmente –relata el sociólogo–, hay una explosión del tema del pánico sobre la caída de los nacimientos… Elon Musk dijo que el principal problema del mundo no es la guerra, no es la desigualdad social, no es la crisis ecológica, sino que las mujeres desean tener pocos hijos. El primer ministro de Corea del Norte también les pidió a las mujeres, por favor, que tuvieran más hijos, porque era un problema de seguridad nacional. Y el papa mencionó, hace unos años, que tener mascotas y no hijos era de egoísta».
Sacco sostiene que «hay gente muy poderosa que está fogoneando discursos pronatalistas que tienen implicancias sobre los derechos reproductivos». «No es casualidad que hoy en día se estén poniendo en tela de juicio, por parte de esta narrativa, muchos de los derechos que se lograron en Argentina; el tema de tener hijos no debería ser una política pública activa del Estado porque es una decisión individual de las familias, de las personas», expresa.
Hay países con una cantidad de habitantes relativamente baja que mantienen una calidad de vida aceptable. Entonces, el interrogante es: ¿qué factores motorizan el crecimiento de una sociedad independientemente de su estructura demográfica? Sacco asegura que, sin entrometerse en la vida privada, el Estado debería apoyar los proyectos de las personas, ya sea que tengan el deseo de tener hijos o no. «Para eso hacen falta políticas de educación de calidad, de acceso a la salud y a la vivienda, oportunidades laborales para todos, distribución de ingresos, todas cosas necesarias para cualquier proyecto de vida, que no tienen que ver con que si somos muchos o pocos ‒concluye‒, sino con políticas económicas, políticas de Estado, con política en el fondo».