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viernes, 22 de noviembre de 2019

Abuso Sexual. Caso José Alperovich… @dealgunamanera…

Una sobrina del senador José Alperovich lo denunció por violación…

José Alperovich. Fotografía: CEDOC

La joven de 29 años se presentó ante los tribunales de Tucumán y en la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM) en la Ciudad de Buenos Aires.

Una joven de 29 años denunció a su tío,  el senador de Tucumán, José Alperovich, por violación.  La presentación fue realizada en los Tribunales penales de Tucumán y en la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), en Buenos Aires. “Mi tío violentó mi integridad física, psicológica y sexual", señaló la joven que trabajó para él durante la campaña. El nombre de la mujer se mantendrá bajo el anonimato ante los medios.

Desde UFEM, confirmaron a Perfil que la denuncia fue efectuada esta mañana. La caratula de la causa es “Sobre denuncia”. Sigue su curso en el Juzgado Nacional, Criminal y Correccional N 35 y en la Fiscalía N 10. A través de una carta abierta, publicada por el diario La Gaceta de Tucumán, la sobrina de Alperovich relató los abusos que según ella sufrió de parte del exgobernador:

"Estoy segura que ninguna persona que haya sufrido violencia sexual quisiera estar en este lugar, desnudando la intimidad más dolorosa de su vida. Pero nos obligan a encontrar en esta manera la posibilidad de ser escuchadas. Ya no nos callamos más, pero tampoco queremos hablar por lo bajo de lo que nos pasa, de lo que sentimos, de lo que nos hicieron y de cómo hacemos para volver a la vida después de que hechos tan traumáticos nos la cambiaron para siempre.

No escribo para convencer a nadie de nada. Estoy aquí contra la opresión del silencio y por la necesidad de recuperar mi vida, de sanar llamando a las cosas como son, sin suavizarlas ni teñirlas, poniéndole al monstruo nombre y apellido. Cuando no le ponés nombre, no existe. El mío se llama José Jorge Alperovich, mi tío segundo y jefe, por quién fui violentada sexual, física y psicológicamente desde diciembre del 2017 hasta mayo de 2019. Durante un año y medio sufrí violaciones a mi integridad física y sexual. 

El avasallamiento fue demoledor. Tanto que ni siquiera pude ponerlo en palabras. Él oscilaba libre y cómodamente en los tres escenarios ante los que me posicionaba: el familiar, el laboral y el del horror de la intimidad que me forzaba a vivir con él. No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual. Inmovilizada y paralizada, mirando las habitaciones, esperando que todo termine, que el tiempo corra. Ya saldría de ahí y estaría en mi casa, ya habría más gente alrededor, ya el disimulo y el trabajo lo iban a alejar de mi. Ya se cansaría de mí, de que no quiera, de que sea “asexuada” como me llamaba. Pero su fijación no cesaba, durante mucho tiempo quiso más y más seguido, con más ganas, con más fuerza, con más violencia por mi resistencia.


La sensación de que nunca nadie iba a salvarme, de que no iba a haber una interrupción o algo que me sacara de esos lugares. Era expresamente su voluntad. Yo no podía salir sola del encierro porque sabía que tras la primera puerta había caseros, y policías y custodios armados. Todos sabiendo lo que estaba pasando adentro y cuidando las fronteras de él. Estaba completamente atrapada. Yo nunca elegí estar ahí de esa manera. Se lo decía en cada no. Pero mis no para él nunca fueron suficientes. No se trataba del ímpetu ni de la cantidad de veces que se lo decía ni de cómo se lo explicaba ni de cómo mezquinaba mi cuerpo ni de cómo intentaba defenderme ni si lloraba o no. Nunca en mi vida lloré tanto.

Durante todo ese tiempo no tuve ni un respiro. Trabajé sin parar, sin vacaciones, sin feriados. Solo me liberaba cuando él viajaba. Pero cuando regresaba, volvía también la pesadilla. Hasta que se detuvo, hasta que las situaciones en las que él disponía quedarse solo conmigo para tocarme y penetrarme se volvieron situaciones ya de violencia y maltrato público, delante de personas. Pero ya no más por dentro, ya no más al hueso, ya no más solos.

Pensar en quién era yo antes, sin miedo, con deseo de desarrollarme, de aprender, de vivir. Si me conocías pensarías que era una mujer a la que jamás le podría pasar algo así. El peligro cayó sobre mí todo junto, encubierto en el afecto familiar y en la seriedad de lo laboral. Quedé atrapada y atravesada para siempre. A mí esto me cuesta desde el día que empezó a pasar y en todos los sentidos. Sólo quiero justicia. Recuperar mi vida. Tengo 29 años, soy libre, soy joven. Quiero volver a empezar poniendo cada cosa en su lugar. Responsabilidad de acciones, consecuencias para quien corresponde. Hasta ahora, sólo las cargo yo. Sacarme esta mochila que ya no puedo sostener más y entregársela a su dueño.

No miento, no busco fama. Nadie quiere hacerse famosa por contar el horror que vivió. No quiero dinero ni hay un trasfondo político detrás de mi denuncia. Soy mucho más que todo eso que se pueda especular. Esto es por mí. El motivo más importante de mi vida es mi renacimiento, mi sanación y la búsqueda de justicia. ¿Qué motivo más importante que el valor de mi propia vida puedo tener? 

Estoy acá contando lo que viví por mi seguridad pero también para que otras mujeres se animen a hablar. Esto no me mató, me puedo proclamar y me puedo defender. Me puedo recuperar, me puedo cuidar, me puedo elegir. Hoy elijo no callarme nunca más. A pesar de que me decía, en pleno horror: “Callate, ¿no ves cómo estoy?”, para tapar todos mis no. No me callo nunca más. Este es mi nunca más. Ojalá también sea el nunca más de todas aquellas que queremos dejar de callar.


Elijo cerrar con estas palabras de Zuleika Esnal: “A las que denunciaron. A las que no. A las que pudieron salir. A las que no. A las que me escriben pidiendo que escriba. A las que me escriben pidiendo que no, que solo quieren probar qué se siente que alguien más sepa su infierno. A las todavía no. A las ahora sí. A las no puedo. A las sin nombre ni apellido. A las no pongas mi ciudad, por si me encuentra. A las mi vieja sabía y no hizo nada. A las de huesos rotos. A las que ya no están para contar su historia. A las que están acá pero no pueden contarla. A las que escriben paredes. A las que no. A las que salen a la calle. A las que no. A las que me va a sacar el nene si denuncio. A la memoria de todas. A sus mamás. A todas las mamás. (…) A las callate y aguantá. A las no aguanto más. A las me quiero morir. A las de sexo anal para no quedar embarazada de mi viejo en sexto grado. A las viajeras que no vuelven. A las que vuelven y es un lujo. A las te escribo ahora que duerme. A las te dejo que volvió. A las me mata si se entera. A las no sé a quién recurrir. A las te escribo porque yo no tengo a nadie”.

Silencio. El denunciado José Jorge Alperovich fue tres veces gobernador de Tucumán entre 2003 y 2015, fue reelecto en dos oportunidades. Luego de gobernar Tucumán, en diciembre de 2015 asumió nuevamente como senador nacional. Este medio se comunicó con sus voceros y guardaron absoluto silencio. La joven trabajó en 2016 dentro del ámbito del Ministerio de Gobierno, Justicia y Seguridad de Tucumán. En marzo del 2019 fue nombrada como asesora de la senadora Beatriz Mirkin, aliada de Alperovich. Según fuentes de la Cámara, se dedicó de lleno a la campaña electoral.


domingo, 18 de noviembre de 2018

Internas y demandas… @dealgunamanera...

Internas y demandas…

A boxes… Jorge Triaca. Dibujo: Pablo Temes

Deserciones y unidad en el PJ; renuncia y grieta en Cambiemos. La economía sigue estando en deuda.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 18/11/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La campaña electoral por la presidencia ha comenzado. El punto de partida fue el debate en el Senado por el proyecto –finalmente convertido en ley– del Presupuesto 2019. Como en toda campaña, el primer paso es la interna. Y esta no es la excepción. La de la oposición es ruidosa y visible. La del oficialismo, en cambio, silenciosa y subterránea.

Las divisiones en el Partido Justicialista tuvieron esta semana una vuelta de tuerca más con el abandono que los senadores tucumanos José Alperovich y Beatriz Mirkin hicieron del Justicialismo Federal que encabeza Miguel Angel PichettoCristina Fernández de Kirchner festejó esta movida. Se ve que hay poco por festejar. Fue, sin embargo, un festejo a medias. “Ella estaba convencida de que a Pichetto se le irían  seis y no dos como finalmente ocurrió”, cuenta alguien que sabe de lo que se habla en las oficinas del Instituto Patria.

En verdad, Alperovich no se fue tanto por algún problema con el senador rionegrino sino por su enfrentamiento a “matar o morir”con el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, quien supo ser su delfín y al que ahora considera un traidor. Ocurre que Manzur, alineado hasta aquí con Pichetto, pretende acceder a la reelección y dejar sin futuro político a Alperovich. En la ecuación binaria del presente peronismo, el que no está con Pichetto no tiene otra alternativa que estar con Cristina. Las encuestas muestran que Sergio Massa sigue sin futuro.

Nada que celebrar. 

El Gobierno festejó tanto el recrudecimiento de esa interna como su victoria política en la Cámara alta. Es que el Presupuesto fue aprobado por 45 votos contra 25 y una abstención. Fue un triunfo sólido. Sin embargo, al Gobierno el festejo también le duró poco. Primero porque el senador que se abstuvo fue nada menos que Eduardo Costa, la carta que tiene Cambiemos para buscar ganar la gobernación de Santa Cruz. Lo de Costa es la punta del iceberg de las tensiones con el radicalismo en donde las voces críticas crecen en volumen y cuantía. 

El segundo hecho que atemperó la euforia del Gobierno fue la pérdida de la mayoría en el Consejo de la Magistratura. 

Pero no fue solo eso sino que se produjo allí una novedad: la alianza entre el Frente Renovador y Unidad Ciudadana. “Eso es Cristina y Sergio Massa”, señala un “peronólogo” de rancia estirpe.

“Queremos frenar los carpetazos (contra los jueces)”, señaló el presidente del bloque de Unidad Ciudadana, Agustín Rossi. Curiosa queja si se recuerda que el kirchnerismo hizo del carpetazo un instrumento clave de la persecución política que ejerció contra quienes osaran criticarlos. El Gobierno –una vez más– se durmió. Cuando a Mauricio Macri le advirtieron el significado y las implicancias de la maniobra, ya era tarde. En su premura por evitar lo inevitable, el Presidente levantó el teléfono y lo llamó al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti para que no votara en contra. ¿Cómo querés que vote a favor de Negri si me vive insultando por todos lados? –dijo el gobernador. Tenés razón –fue la respuesta escueta de Macri, que se quedó sin argumentos.

Jorge Triaca ya no forma parte del Gobierno. La suya fue la crónica de una renuncia anunciada. El ex ministro venía muy golpeado tanto en lo personal –las denuncias en enero por las contrataciones de su hermana en el directorio del Banco Nación y de su cuñado Sergio Borsalino en el ministerio, como también su relación con la CGT a causa de lo que fue la frustrada reforma laboral–. Ese desgaste se ahondó cuando el ex secretario de Coordinación de Políticas Públicas de la Jefatura de Gabinete, Mario Quintana, se inmiscuyó en el asunto, cosa que no hizo más que complicar esa ya de por sí difícil relación.

La fusión de la cartera de Trabajo y su rebaja a secretaría dentro del Ministerio de Producción fue quitándole espacio, ya que algunas de sus funciones fueron asumidas por el ministro, Dante Sica, un hombre del peronismo con muy buenos vínculos empresariales y curtido en el manejo de las relaciones con la dirigencia sindical. Triaca tuvo un ofrecimiento para ocupar la embajada ante el Vaticano. Lo rechazó. Su idea es participar activamente en la campaña electoral del año que viene.

Todo esto pasa muy lejos de las necesidades de la vida cotidiana de la gente, angustiada por  la economía.

El problema es que se está atacando el problema inflacionario y tratando de evitar un traslado a precios a un costo de tasas altísimas y encajes bancarios por las nubes. El apretón monetario es salvaje y produce un efecto muy dañino en las finanzas de las empresas. Las que se salvan son aquellas que tienen su economía dolarizada. Estas tasas estratosféricas no solo no generan competitividad sino que complican a aquellas empresas que se han endeudado para invertir en la mejora de sus procesos productivos.

Varias compañías líderes del rubro alimentario que han tomado deuda en dólares para aumentar su producción  hoy están fuertemente afectadas por la devaluación, las altas de interés y la caída del consumo interno. A esta altura, hay que preguntarse también cómo quedarán las cosas cuando las tasas de interés bajen. Las tasas altas son como una gran inundación que, cuando se retira, deja a todas las empresas destrozadas –grafica un economista de consulta de muchas empresas y de cercanía con el Gobierno.

Por eso, los empresarios están pidiendo de manera muy particular un programa de mejoramiento productivo. Sin embargo, nada de ello ha ocurrido hasta ahora. Por el contrario, tras las altas tasas, el Gobierno implementó aumentos de impuestos para cubrir el 70% de los 3 puntos que va a bajar el déficit fiscal para lograr el déficit cero. Esto va a significar retracción de la economía de los privados, lo que, en lugar de mejorar la competitividad, la desmejorará.

Lo que están pidiendo los empresarios vinculados al consumo local (alimentos, bebidas, indumentaria, calzado, etc.) son soluciones para mejorar el consumo, todo lo contrario de lo que habrá de producir el programa de restricción monetaria impuesto por el Fondo Monetario Internacional. “La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar”, dijo Macri durante la campaña electoral de 2015. 

Producción periodística: Lucía Di Carlo. 


  
(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a perfilcom@perfil.com

domingo, 3 de marzo de 2013

Destinos... De Alguna Manera...


Destinos...

 Cristina Fernández y Héctor Timerman.

Lo más triste es que para muchos terminó siendo, en definitiva, “cosa de judíos”, resultado tenebroso, pero coherente con la Argentina profunda. No es saludable engañarse ante evidencias tan inocultables. El Gobierno avanzó porque lo dejaron. Nada especialmente fuerte consiguió frenarlo.

Odio mentar en temas graves situaciones personales. Pero si efectivamente la Argentina supo hace dos años que Cristina Kirchner negociaba pactar con Irán fue porque yo lo destapé aquí, en PERFIL. ¿Qué hizo entonces la AMIA? Su presidente, Guillermo Borger, aceptó el ultimátum oficial y dijo que mi primicia era un delirio, una mentira, algo inconcebible, la obra “de un loco”. Alberto Nisman, el fiscal de la causa, no se quedó corto: se valió de varias comisiones de la Policía Federal para citarme personalmente de manera perentoria. Me “exigía” concurrir a declarar munido de documentación que acreditara de qué fuentes me había valido para informar lo que hoy ya se consumó. La Argentina e Irán han pactado, es así. Cristina lo hizo.

Intimidadas, confundidas, poco preparadas, las conducciones comunitarias venían retrocediendo hace años. Cristina en este caso fue coherente. Contrató primero al oscuro y oblicuo Sergio Burstein como su agente preferido, y lo puso junto a la DAIA y la AMIA en las patéticas excursiones a la ONU en Nueva York.

Ambas entidades aceptaron en silencio la imposición. Después, Cristina resolvió que el delegado argentino ante la ONU permaneciera en la Asamblea General de la ONU escuchando la habitual logorrea venenosamente antisemita de Ahmadinejad. También eso aguantaron.

Finalmente, en diciembre Héctor Timerman se apareció en Pasteur 633 para explicarle a la conducción judía las bondades del acuerdo con Teherán. Lo recibieron bien, interesados y muy afables. Esa deferencia implicaba olvidarse de que, casi dos años antes, la decisión de pactar con Irán había sido admitida por la propia Presidenta.

El 30 de diciembre pasado escribí aquí: “La patraña funcionó. Habrá que reconocerle a Héctor Timerman que esta vez le fue bien. Succionada desde hace ya varios años por el Gobierno, que ha manejado su ‘cuestión judía’ con endiablada habilidad, la representación política de la colectividad recibió al ministro de Exteriores y en definitiva avaló sus tratos con Irán. Producto inexorable de una asombrosa candidez unida a una acendrada decisión de ser protegida por el Gobierno, la DAIA le permitió al emisario de Cristina Fernández configurar el escenario preferido por la Casa Rosada (…) para hacerse avalar en sus turbias gestiones con el régimen de la República Islámica de Irán”.

La respuesta de la DAIA no se haría esperar. A las pocas horas, el vicepresidente primero de la entidad, Waldo E. Wolff, me despachó una carta donde me dijo: “Tal vez usted pretenda a la DAIA como un instrumento al servicio de su posición opositora. Digo, la que ostenta hoy, señor Eliaschev. Es que siendo yo un demócrata, acepto, respeto y tolero que ande Ud. saltando de corriente en corriente política a lo largo de su vida todo lo que desee, tal cual en efecto lo ha hecho. Pero no utilice para sus excursiones partidistas a nuestra DAIA. Le hace daño. No a los dirigentes. Sino a la comunidad judía. Cuando nuestra independencia sirve a sus fines es ‘lógica’, y cuando no lo hace, es motivo de un agresivo usufructúo político mediático. Aunque no tengamos acceso a las vidrieras de exposición mediática que Ud. tiene, no me encontrará timorato ni silencioso ante agravios y ofensas. Es realmente triste ver cómo el atentado a AMIA/DAIA, que nos afectó a todos, aparece como funcional a quienes buscan pararse sobre los escombros y dictaminar quiénes son los dueños de la verdad y están limpios para denostar al resto” (subrayados míos).

El 11 de enero de 2013, el propio presidente de la DAIA, Julio Schlosser, fue al programa Código Político de TN y le dijo a Julio Blanck: “¿Con quién quieren que me siente a negociar, con Suecia? ¿De qué me sirve?”. Para el presidente de la DAIA, “sentarse a negociar con Irán”, en cambio, servía. Sigue hoy al frente de la DAIA.

Mezcla desafortunada de candidez, inexperiencia y alineamiento ideológico, las conducciones de la comunidad judía fueron cortejadas y mimadas por un kirchnerismo que en los primeros años no avalaba todavía la deriva antisemita de Luis D’Elía tras ser reclutado por el régimen de Irán.

Desde que, con el protagonismo alevoso de Timerman, se produjo la apertura a Irán, la colectividad titubeó y deambuló confundida. Cuando ya estaba todo cocinado, su reacción fue insuficiente e inexorablemente estéril. El Gobierno se ha manejado con sobresaliente astucia. Después de Timerman y Burstein, sólo le restaba el toque final, el agravio de los agravios, que los destinatarios de la matanza aceptaran asociarse con los victimarios. Curiosa versión criolla del síndrome de Estocolmo. Lo consumaron.

De los 257 diputados de la Cámara, se presentaron a la sesión 245 (hubo 12 ausentes). El pacto con Irán fue votado a las dos de la mañana por 131 diputados, contra 113 que se opusieron. Una curiosa cofradía le dijo voluntariamente sí a Teherán, incluyendo a los legisladores Mara Brawer, Isaac Benjamín Bromberg, Carlos Salomón Heller, Beatriz Graciela Mirkin y Adriana Victoria Puiggrós. En el Senado, ya lo habían hecho Daniel Fernando Filmus y Beatriz Rojkés de Alperovich.

Cada uno de estos argentinos ¿argentinos? (el senador Miguel A. Pichetto dixit) es dueño de su destino y de su odio consigo mismo. Tiempo al tiempo. 

© Escrito por Pepe Eliaschev el sábado 02/03/2012 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.