En un punto de inflexión…
Radicales, kirchneristas y
peronistas varios se unieron en Diputados. Los mercados están inquietos. En el
fondo, hay un tema de confianza.
© Escrito por Nelson Castro el sábado
08/06/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, República Argentina.
En la Argentina suceden cosas que superan cualquier ficción. Una de ellas fue la votación de la mayoría de la oposición en la Cámara de Diputados por la que se busca establecer una nueva fórmula de actualización de los haberes de jubilados y pensionados. Kirchneristas, radicales y peronistas de variada denominación se unieron con un solo objetivo: asestarle al Gobierno un golpe para complicar su plan de déficit cero.
El objetivo de mejorar la calamitosa situación de los jubilados ha sido
una mera excusa. Vale la pena hacer un poco de memoria. Gran parte de quienes
alzaron la mano para aprobar este proyecto pertenecen a partidos que, cuando
estuvieron en el poder, hicieron exactamente lo contrario. Es menester recordar
que, el 14 de octubre de 2010, la entonces presidenta Cristina Fernández de
Kirchner vetó una ley, que había sido aprobada por la oposición, que
contemplaba el pago del 82% a jubilados. La decisión fue tomada, según se
explicó en aquel momento, porque la norma hubiera desfinanciado al Estado. Es
decir: los argumentos utilizados por CFK para vetar esa ley son exactamente los
mismos que hoy está esgrimiendo Javier Milei cuando advierte que va a vetar los aumentos
que cuentan con la media sanción de Diputados en la semana que pasó. Hay –sin
embargo– una diferencia en relación con lo que ocurrió hace casi 14 años: la
oposición carecía del poder suficiente para revocar el veto presidencial,
mientras que hoy en día sí lo tiene. Recordemos que la Constitución nacional
establece que para revertir el veto presidencial hacen falta los votos de los
dos tercios de los integrantes de ambas cámaras, número que hoy por hoy la
oposición está en condiciones de alcanzar. Esta situación representa una alerta
para el Gobierno porque podría ser el camino por el que desde el Congreso se
podría obstaculizar la mayoría de las iniciativas del oficialismo. Sin duda, la
política le ha marcado la cancha al Presidente.
Milei ha salido a defender a
su amiga, la ministra Pettovello, a capa y espada.
Javier Milei debería reflexionar seriamente acerca de las
dificultades crecientes que enfrenta su gobierno, sobre todo en materia de
gestión. El Ministerio de Capital Humano, que estuvo en boca de todos por no
haber repartido toneladas de alimentos almacenados en sus galpones, es una
muestra de ello. Ese error garrafal viene dado –entre otras cosas– por lo
inviable que resulta una estructura que aglutina tres ministerios en uno.
“Educación, Trabajo y Desarrollo Social es demasiado para una sola persona. La
ministra Pettovello hace lo que puede pero por momentos semejante estructura se
autogobierna”, admite una fuente que conoce la maraña burocrática que genera
fricciones inocultables.
A esto hay que sumarle la continuidad de militantes kirchneristas dentro
de esas carteras, que no tienen ningún interés en que al Gobierno le vaya bien
y la ola de renuncias de funcionarios afines. Alrededor de la ministra se va
escribiendo una novela de trama intrincada y final incierto. Milei ha salido a
defender a su amiga a capa y espada. Hay un axioma de la política que dice que
cuantas más veces debe salir un presidente a respaldar a un ministro, es porque
la fortaleza de este último ha comenzado a declinar. Petovello tiene enemigos no solo fuera del Gobierno sino
también adentro. “Los predilectos tarde o temprano se desmoronan. Es natural
que alguien que goza de la simpatía del Presidente genere celos y fricciones
que se transforman en una olla a presión que explota ante los primeros errores
no forzados”, reconocen dentro de La Libertad Avanza.
Los mercados han comenzado a mostrar su inquietud: caída de los bonos
argentinos, aumento del riesgo país, aumento del dólar blue. La administración
libertaria está empantanada en al menos tres puntos: el primero es el tortuoso
trámite del proyecto de ley Bases y Puntos de Partida para la Liberación de los
Argentinos; el segundo, el levantamiento del cepo, y el tercero, los problemas
de gestión y las internas que complican la marcha del Gobierno. Hay, en el
fondo, un tema de confianza. Cuando los mercados empiezan a presionar, su
accionar se convierte siempre en una señal de alerta. Sin embargo, desde el
Gobierno han cerrado filas para repetir una frase casi como un mantra: “Lo peor
ya pasó”.
Petovello tiene enemigos no
solo fuera del Gobierno, sino también adentro
Lo dijo el ministro Luis Caputo cuando trató de transmitir calma sobre el
futuro económico de la Argentina durante su discurso en la apertura del 10°
Latam Economic Forum, que se llevó a cabo a mitad de semana en Parque Norte. En
ese shock de optimismo agregó que “Argentina está en franca recuperación” e
inmediatamente condicionó la velocidad de ese proceso de mejoría a la
aprobación de ley Bases y a la capacidad del Gobierno para seguir contando con
el apoyo de la gente. Una vez más, todas las miradas están puestas en el
Senado. Guillermo Francos optó por la misma frase ante dirigentes de la Unión Industrial
Argentina (UIA) que se quejaban por la caída de la actividad. Es probable que
la primera etapa de recuperación planeada por el Gobierno esté llevándose a
cabo tal cual lo planeado, pero también es cierto que para frenar la inflación
y alcanzar cierto grado de estabilidad se “apagó” el aparato productivo.
Algunos sectores han empezado a mandar trabajadores a su casa por tiempo
indeterminado, en lo que podría leerse como la antesala de los despidos.
El Gobierno se encuentra en un punto de inflexión que no admite medias
tintas: o impulsa la puesta en marcha de la actividad económica o se acerca
peligrosamente al abismo de la inestabilidad.
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