Rumbo a las Paso. Gestos
que no dicen nada…
En ropa de combate. Patricia Bullrich. Dibujo: Pablo Temes.
Llega a su fin una campaña devaluada, en la que ya nada sorprende. Unos ignoran la realidad, otros privilegian la pelea fratricida.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 05/06/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“No puedo pagar la luz”. El testimonio de un
habitante del Conurbano Bonaerense que muestra ante las cámaras de televisión
la factura que lo ha dejado estremecido se reproduce por miles. También entre
los comerciantes de distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires.
Algunos de ellos piensan en cerrar. En
contraposición a esta realidad indiscutible y dura las mismas pantallas traen
la palabra de la inefable portavoz presidencial Gabriela Cerruti,
negando que ello sea así. Una vez más, kirchnerismo puro. Aquí no pasa ni ha
pasado nada.
En esa misma dimensión cabalga la campaña de Sergio Massa. El
candidato habla como si el ministro de Economía y el Gobierno fueran de otro.
Por eso, evita al máximo posible su contacto con periodistas que no le
responden. Cuando eso ocurre, la insustancialidad de sus respuestas queda
expuesta sin tapujos y su malhumor se hace indisimulable. Se enoja y, entonces,
a quien le formula preguntas y repregunta con agudez y fundamentos, lo único
que atina a decirle es que le está faltando respeto. Es lo que pasó en Córdoba
el jueves pasado. Vale la pena recordarle al ministro-candidato que el enojo,
es algo propio de los necios.
Es cada vez
más difícil hacer encajar la realidad en el relato. No hay peor
ciego que el que no quiere ver.
Mientras tanto, el deterioro de la situación
económica no se detiene. La euforia del anuncio del nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional tuvo
la duración y el efecto de un leve suspiro. No cambió nada. En el Gobierno
viven día a día o, mejor dicho, hora a hora. Nada se puede planificar en este
torbellino de impericia. Nada se puede prever. El dólar blue sigue imparable.
Ya nadie tiene dudas de que seguirá en ascenso hasta las elecciones. El cepo a
las importaciones y la falta de reservas del Banco Central dan testimonio en
ese sentido. No hay “¡Ah, pero Macri!” que alcance a parar esta debacle. Lo
único a lo que recurre el Gobierno es a estrangular aún más el cepo con el
consecuente aumento de las dificultades para la importación de insumos que son
esenciales para el aparato productivo. Aún así, el Presidente y el gobernador
de la provincia de Buenos Aires se solazan hablando de cifras de un crecimiento
económico que nadie ve. Otra vez, ¡kirchnerismo puro!
Un condimento extra alimenta la incertidumbre
política. La cantidad de encuestas que
pululan entre los diferentes candidatos no sorprende por la polarización entre
los competidores, sino por arrojar resultados muy dispares entre sí con
diferencias que, en algunos casos, llegan a los 10 puntos. Otro dato que abona
la falta de certezas: en las elecciones provinciales que ya se han celebrado
con un cronograma diferente del nacional hubo hasta el momento, más de un
millón de votos en blanco y un aumento exponencial del ausentismo. La gente no
está yendo a votar.
En el oficialismo temen que un resultado que
lo deje relegado al tercer puesto o una derrota contundente, dispare una
incontenible inestabilidad política, económica y social derivada de la falta de
poder real hasta las elecciones generales. Sergio Massa ya ha tomado nota de
esta posibilidad y se prepara para cubrir cualquier escenario. Puertas adentro
se sigue quejando por el fogoneo a la candidatura de Juan Grabois, que
distintos sectores estimulan a modo de fuego amigo. El tigrense está convencido
de que Máximo Kirchner y su madre, la vicepresidenta en funciones, están a la
cabeza de ese movimiento. La explicación es sencilla: el relato no puede
claudicar y la figura del actual ministro de Economía no puede crecer lo
suficiente como para acumular un poder tal que le permita borrar de un plumazo
lo que queda de kirchnerismo duro. CFK es experta en
los juegos de poder y sabe que Sergio Massa no es confiable para su futuro
inmediato. En este contexto, todo puede suceder. Incluso lo impensado: parece
una burla del destino, pero el principal candidato presidencial de Unión por la
Patria aún no pudo hacer pie con un acto en La Matanza, bastión histórico del
peronismo en general y del kirchnerismo en particular. Sucede allí algo muy
particular.
En el Movimiento Evita perciben cierta
inclinación del ministro por el intendente Fernando Espinoza, quien deberá
competir en la interna municipal con Patricia Cubría, esposa de Emilio Pérsico,
líder del movimiento. Massa prefiere no correr riesgos y dejar que Axel Kicillof siga
negociando para llegar a buen puerto. La otra razón por la cual el candidato
oficialista no hace pie en lo más profundo del Conurbano es la propia realidad:
con base en datos oficiales se estimó que la pobreza fue en el primer trimestre
de este año de 38,7%. Prácticamente 4 puntos porcentuales más arriba con
relación al mismo período de 2022 (34,3%). Peor aún, cerca de 100 mil chicos
cayeron en la indigencia en un año.
“En la Argentina no hay hambre”, había dicho sin inmutarse unos días atrás la vocera presidencial quien, además minimizó el impacto de la pobreza en los niños. Más de lo mismo. Es cada vez más difícil hacer encajar la realidad en el relato. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Dentro de No tan Juntos por el Cambio no existe la paz. La ex orgullosamente bonaerense María Eugenia Vidal lo sabe muy bien. Apenas se pronunció públicamente a favor de Horacio Rodríguez Larreta, una catarata de críticas de sus correligionarios le cayó encima. Uno de los más vehementes fue el diputado nacional Cristian Ritondo, quien aseguró que la exgobernadora le había dicho que se mantendría neutral. Ritondo fue ministro de Seguridad en el gobierno de Vidal, pero parece que la ferocidad de la interna está por sobre los vínculos y las lealtades. Es tiempo de pronunciamientos. Al menos eso creen en la coalición opositora. Jorge Macri le venía pidiendo un gesto inequívoco a HRL, y ahora Patricia Bullrich hace lo propio con Mauricio Macri. ¿Es acaso más importante forzar una declaración de un “compañero de equipo” que salir a buscar con propuestas y sentido común el apoyo de los votantes?
Ya nada sorprende en una campaña devaluada y llena de gestos que no dicen nada.
“En la Argentina no hay hambre”, había dicho sin inmutarse unos días atrás la vocera presidencial quien, además minimizó el impacto de la pobreza en los niños. Más de lo mismo. Es cada vez más difícil hacer encajar la realidad en el relato. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Dentro de No tan Juntos por el Cambio no existe la paz. La ex orgullosamente bonaerense María Eugenia Vidal lo sabe muy bien. Apenas se pronunció públicamente a favor de Horacio Rodríguez Larreta, una catarata de críticas de sus correligionarios le cayó encima. Uno de los más vehementes fue el diputado nacional Cristian Ritondo, quien aseguró que la exgobernadora le había dicho que se mantendría neutral. Ritondo fue ministro de Seguridad en el gobierno de Vidal, pero parece que la ferocidad de la interna está por sobre los vínculos y las lealtades. Es tiempo de pronunciamientos. Al menos eso creen en la coalición opositora. Jorge Macri le venía pidiendo un gesto inequívoco a HRL, y ahora Patricia Bullrich hace lo propio con Mauricio Macri. ¿Es acaso más importante forzar una declaración de un “compañero de equipo” que salir a buscar con propuestas y sentido común el apoyo de los votantes?
Ya nada sorprende en una campaña devaluada y llena de gestos que no dicen nada.
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