La mano que mueve la lapicera…
En el acto de Tecnópolis fue muy evidente que los avances por subsanar la fractura en el Gobierno brillaron por su ausencia.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 04/06/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
La novela de encuentros y desencuentros del Presidente
con su vice, un grotesco que parece salido de alguna de las canciones de los
Pimpinela, sumó el viernes y el sábado un nuevo capítulo que –como no podía ser
de otra manera– no modificó en absoluto el fondo de la cuestión. Se
reencontraron luego de 95 días sin verse las caras en el acto de festejo por
los cien años de YPF. Una celebración paradójica: elogios, historia y orgullo
impostado para la petrolera estatal en medio de la crisis por falta de gasoil
que afecta al menos a ocho provincias y complica el abastecimiento y la
producción. Nada que festejar. Una muestra más de kirchnerismo en su estado
puro: relato y mentiras.
El protagonismo fue, como siempre, de Cristina Fernández
de Kirchner. Fue su yo y la historia. El síndrome de Hubris en toda su
dimensión. Eso agregado a su intención de dañar. Es algo irrefrenable en la
vicepresidenta. La alusión crítica a Techint, a semanas de la cena que AF tuvo
con su dueño, Paolo Rocca, fue un proyectil dirigido para torpedear las
negociaciones destinadas a asegurar la provisión de los tubos necesarios para
la construcción del gasoducto Néstor Kirchner por medio de las que, además, el
Presidente busca recomponer su relación con el sector empresarial.
Los reproches de la vicepresidenta fueron los mismos de
siempre. Los avances por subsanar la fractura en el Gobierno brillaron por su
ausencia. Cada uno ratificó posiciones, entre lapiceras, pedidos de unidad y
una frialdad que se vivió tanto en el escenario como en las plateas. Las caras
mustias de los ministros y secretarios de Estado que tuvieron que aguantar el
acto lo decían todo. Hasta la expresión del mismo Daniel Scioli, cuya presencia
allí no tenía ninguna explicación, contribuyó a ese marco de resignación y disgusto.
El que mejor reflejó el tedio reinante en Tecnópolis fue el ministro de
Defensa, Jorge Taiana, quien sucumbió y cayó en un sueño que, según mostraron
las cámaras de TV, pareció profundo.
“Aprendan a valorar la paciencia. Venimos pidiendo
cambios desde hace mucho y no nos escuchan. Nosotros ya sentamos nuestra
posición, si del otro lado nos siguen ignorando no habrá solución posible.
Pedimos un cambio de jugadores y nos responden con su empoderamiento, si
quieren morir en la suya que lo hagan, pero no nos van a arrastrar en su
fracaso”, dispararon desde el Instituto Patria. La estrategia del
kirchnerismo duro se mantiene en realidad porque no le quedan muchas opciones.
La tozudez de Alberto Fernández los dejó sin aliento.
Ante tanto ninguneo y mentira, del otro lado del Frente
de Todos Contra Todos aprendieron a no callarse. Una de las respuestas a la
perorata de CFK fue un mandoble dirigido directamente a La Cámpora, la agencia
de colocaciones para sus integrantes que, bajo el paraguas de un discurso con
ideología y militancia, utiliza los fondos públicos para vivir bien y construir
poder. Refiriéndose a la frase que la vicepresidenta le asestó al Presidente –
“ya te dije Alberto que uses bien la lapicera”– el albertismo arguyó que los
que no habían utilizado bien la lapicera habían sido los funcionarios de Ieasa,
la sigla de Integración Energética Argentina Sociedad Anónima que hace poco
volvió a llamarse Enarsa –Energía Argentina Sociedad Anónima–. Ieasa, que
estuvo a cargo de la licitación del gasoducto que tuvo infinidad de idas y
vueltas, es manejada por funcionarios que responden a CFK. Finalmente en los
pliegos de licitación se estatuyó que la chapa a utilizar tenía que ser de 33
milímetros de espesor.
Esa chapa la fabrica Techint en Brasil. “Pareció una
licitación hecha a medida de la empresa de Rocca”, señaló sin eufemismos una
fuente de la Casa Rosada. A punto de cerrar esta columna, las consecuencias
políticas de este off reproducido por parte del Ministerio de Producción y
Desarrollo acaba de costarle el cargo a su titular, Matías Kulfas, quien había
tomado la posta una vez más para resaltar que, efectivamente, la lapicera la
tiene el Presidente y responder las críticas a la gestión económica. “Nos
sentimos con una profunda desazón. Por un off que Cristina le atribuyó sin
pruebas a Kulfas, Alberto lo echó de un plumazo” –expresó con desconsuelo un
cercano del Presidente quien concluyó: “A partir de ahora sentimos que estamos
sin respaldo”.
El Presidente ha empoderado a Martín Guzmán y al equipo
que lo acompaña. Está decidido a ratificar el rumbo mientras CFK repite ante
quien quiera escucharla que “Guzmán está terminado”. Lo mismo ocurre con el
presidente del Banco Central, Miguel Pesce, por quien no siente ningún respeto
intelectual. A la luz de lo sucedido con Kulfas, habrá que ver cuánto más
pueden resistir. Más claro, agua. La mano que mueve la
lapicera es la de CFK.
En medio de esa decepción, hay coincidencia en que los
próximos tres meses serán la bisagra temporal para que el equipo económico
muestre resultados, al menos, en la contención de la escalada inflacionaria.
Algo que parece bastante utópico con las pocas herramientas que manejan los
encargados de pilotar la tormenta. Además es inevitable la pregunta por el
después. ¿Qué hará el Presidente si las metas no se cumplen? No hay respuesta.
¿Entregará a Guzmán y a Pesce cuando el reloj de arena esté pidiendo un giro de
180 grados? No hay Plan B y quizás esa sea la venganza más dulce del
Presidente. Ceder poder cuando ya no haya tiempo de maniobra. Es eso lo que
desvela a la ex presidenta en funciones.
Los gritos de un abotagado Dr. Fernández en el deslucido
acto de inauguración de la Variante Cañuelas –obra perteneciente al proyecto de
transformación de la Ruta Nacional 3 en autopista– que comprende solo 9,6
kilómetros, marcaron el comienzo de la campaña electoral. Recurrió, pues, al
manual de campaña del oficialismo que indica que hay que subir al ring a
Mauricio Macri. Es el “Ah, pero Macri” que usaron en el 2021 y que fracasó. En
ese discurso destemplado habló de los “ladrones de guante blanco” a los que la
Justicia no investiga. Errabundo en su gestión y en su decir, no advirtió que,
al fin y al cabo, estaba hablando de él mismo, que fue asesor legal de
Cristóbal López, quien evadió impuestos por $ 8 mil millones y acaba de ser
condenado a pagar una deuda del impuesto a los Bienes Personales por $ 156
millones.
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