…Y la cuarentena va…
"Lo importante es la salud..." Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes
Se ha instalado la idea falaz de que pandemia y república son conceptos incompatibles.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 26/04/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
No hubo misterio ni novedad: la
cuarentena sigue. Para algunos se asiste a una especie de enamoramiento por
parte del Presidente de esta medida que ha llevado su
popularidad por las nubes. En verdad, lo que hay es temor. El así llamado
“corrimiento de la curva” genera alivio e incertidumbre, al no saberse a
ciencia cierta cuándo llegará el pico. Por eso –y después de algunas
discusiones inútiles– se termina aceptando la iniciativa de los testeos
masivos.
Es la única manera que hay para
determinar cuál es el grado de circulación del virus en la comunidad.
Es indiscutible que el aislamiento
social preventivo viene dando hasta aquí los resultados esperados: la cantidad
de casos no se ha disparado. El desafío es y será cómo salir, algo nada fácil.
Uno de los datos inquietantes que la
pandemia arroja en nuestro país es la cantidad de integrantes de los equipos de
salud que están infectados con el SARS-Cov 2, que es el nombre técnico que se
le ha dado ahora al coronavirus.
No es casual. Es producto esencialmente de dos factores: la falta de
equipos de protección adecuados y del pluriempleo. Una verdadera paradoja en
relación con los aplausos que a las 9 de la noche la sociedad les brinda a
médicos, bioquímicos, enfermeras y paramédicos que arriesgan literalmente su
vida cada día.
Son muchos los profesionales de
salud que expresan su enojo ante los avatares que deben enfrentar en el
ejercicio de sus tareas: malos salarios, malas condiciones de trabajo, mal
trato y un largo etcétera de quejas.
La idea de traer médicos cubanos no
ha hecho más que ahondar esa disconformidad. Esta iniciativa carece de todo
fundamento serio. El uso político que hace Cuba de sus médicos y la explotación
a la que los somete es algo muy bien conocido. A eso se le debe agregar la
leyenda de la fabulación sobre un nivel de excepcionalidad de la medicina
cubana que no es tal. Como tampoco es excepcional la calidad de medicina al que
puede acceder el común de la gente en la isla. Los lugares de elite como el
Instituto Cardiovascular o el Cimeq son para los miembros del gobierno y para
los extranjeros que pueden pagarlo.
Por lo demás, lo que se ha dicho es
que los médicos que vendrán lo harán para actuar en la segunda línea, es decir
para atender patologías distintas a la del coronavirus. ¿Hará falta decirles a
los integrantes del Gobierno que para eso hay médicos de sobra en la Argentina?
¿A las puertas
del default? Nadie sabe cómo va a terminar la jugada del Gobierno en
su renegociación con los acreedores privados primero y con el Fondo Monetario
Internacional después. Lo que está claro es lo que representaría para el país
caer otra vez en default. El aislamiento del mundo dejaría al país y a sus
empresas sin crédito; los fondos buitre estarían otra vez al acecho, buscando
comprar bonos argentinos a precio vil para luego reclamar el pago de su valor
total ante tribunales extranjeros. Es decir, un escenario de ruina.
No son las únicas tensiones de la
economía. En el Gobierno hubo en la semana mucha discusión sobre la disparada
del dólar y el funcionamiento del sistema bancario, del que el Presidente es
muy crítico. El rumor sobre un posible cambio de la Carta Orgánica del Banco
Central inquietó a su titular, Miguel Pesce. Hay fastidio por la falta de
créditos a bajo costo para las empresas.
Pandemia y
República. Los graves incidentes del viernes en el penal de Villa
Devoto no fueron producto de la casualidad. Cuando se produjo la escandalosa
decisión de otorgarle el beneficio de la prisión domiciliaria sin ningún
fundamento serio a Amado Boudou, se encendió la mecha para una rebelión en las
cárceles. Para ello tampoco fue ajeno el insólito pedido hecho por el
secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti, para
que la Justicia procediera a liberar a Martín Báez y a concederle la
domiciliaria a Ricardo Jaime.
Nada que sorprenda de este
funcionario prohijado por Cristina Fernández de Kirchner, más preocupado en
proteger a condenados y a utilizar la bandera de los derechos humanos en pos de
un objetivo: la impunidad de condenados y acusados por graves delitos de
corrupción. Ante tanta arbitrariedad, la reacción de los internos de Devoto no
sorprendió.
Y mucho menos cuando se los proveyó
de teléfonos celulares con los que se pueden comunicar con quienes quieran. ¿A
quién se le ocurrió esta “brillante” idea –una verdadera bomba de tiempo– que
les permite a los presos actuar en red? Debería preocupar al Gobierno la
advertencia que hicieron los cabecillas sobre la posibilidad de una oleada de
motines en las distintas unidades penitenciarias del país.
El problema de la sobrepoblación y
de las malas condiciones de la mayoría de las cárceles es de vieja data. Los
internos deben ser alojados y tratados con respeto en aras de lograr su
reincorporación a la vida en libertad.
Eso no tiene nada que ver con lo
sucedido el viernes. En el acta acuerdo firmado se habla de reducción y de
conmutación de penas.
Si la consecuencia de todo ello es
también la impunidad, quedará instituido un precedente que pondrá en riego a
toda la sociedad.
La falta de actividad del Congreso
es también inquietante. Al oficialismo le interesa un solo tema referente al
funcionamiento del Poder Legislativo: la sanción del impuesto “por única vez” a
las grandes fortunas.
No hay en el horizonte ningún otro
asunto que mueva al Gobierno a darle vida a la actividad de diputados y
senadores. Así como los supermercados o los bancos, las instituciones son
también servicios esenciales a pesar de lo que muchos de sus miembros hacen día
a día para desprestigiarlas. Lo mismo vale para el Poder Judicial.
Parecería haberse instalado la idea
de que la República es incompatible con la pandemia. He ahí una falacia
tentadora y peligrosa.
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