Festival
de la rosca…
Las últimas que me quedan...
Juan Domingo Perón. Dibujo: Pablo Temes.
Las
candidaturas dejan su trasfondo de claudicaciones y ascensos. De Alberto
Fernández a Massa y Monzó.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 23/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Finalmente, las listas de
candidatos se
cerraron. Ya están los nombres de los hombres y las mujeres que competirán en
octubre próximo por cada uno de los cargos electivos a cubrir, desde presidente
de la Nación hasta consejeros escolares. Este proceso –el de cierre de listas–
representa uno de los momentos en los que las miserias de la política quedan
expuestas con absoluta nitidez. La lucha por acceder a un cargo es, en la
mayoría de los casos, feroz. Y no importa cuán relevante sea el puesto en
disputa. La intensidad de la pelea es mayúscula.
Sergio
Massa, como se auguraba,
encabezará la lista de candidatos a diputados nacionales por el kirchnerismo.
El armador ha sido Máximo
Kirchner. Así, el ex intendente de
Tigre, que hizo de la idea de la gran avenida del medio su leitmotiv político
hasta hace dos semanas, será el que les asegure el acceso a las bancas a tres
dirigentes de La Cámpora, que son genuinos exponentes de la grieta que divide a
la sociedad argentina. Ni que hablar de Axel Kicillof, candidato a gobernador
de la provincia de Buenos Aires.
Massa o menos. A medida que pasan los días se entienden menos los
objetivos de este regreso de Massa al redil del kirchnerismo, una verdadera
claudicación. Si el Frente de Todos llegara a ganar las elecciones –algo que es
probable según lo reflejan las encuestas hoy–, difícilmente le regale la cuota
de protagonismo que supo tener, en medio de triunfos y derrotas, desde que
decidió romper con Cristina Fernández de Kirchner hace seis años. Y si
perdiera, la factura que le pasará el peronismo no K será altísima.
Un dato curioso: a nivel nacional, el único
triunfo que obtuvo Massa fue cuando se alió con Mauricio Macri, en 2013. Cuando
compitió por el kirchnerismo, en 2009 con las listas testimoniales, perdió.
El ex intendente ha consumado un verdadero
suicidio político. Alguien podría decir lo mismo de Alberto Fernández. Son dos
casos distintos. El hoy candidato a presidente se encontró con una postulación
hecha por CFK que nunca buscó. Su rol siempre fue el de un armador. Por lo
tanto, si no ganara, nada cambiaría en su carrera política. En cambio para
Massa, quien supo ser compañero de fórmula de Margarita Stolbizer en 2017, el
costo político es y será alto. Y no por haber dicho cosas críticas del
kirchnerismo y luego desdecirse, sino por las acciones que impulsó y que le
valieron en su momento la consideración de parte de la sociedad harta de
la corrupción. Massa acompañó el proyecto de extinción de dominio que presentó
el Gobierno y que fue rechazado por el Congreso. Hay que recordar lo que dijo
entonces: “Argentina necesita la ley de extinción de dominio para recuperar los
bienes de los que afanaron y se hicieron ricos robándoles la plata del Estado a
los argentinos”. La alusión al kirchnerismo, al que se volvió a asociar, no
necesita aclaraciones.
Anida en el universo del realismo mágico que
representa el conurbano bonaerense una preocupación de los intendentes K.
Sienten que en muchos casos se quedaron fuera del círculo del poder. Durante
los doce años del kirchnerato no había necesidad de llamar a nadie de afuera.
Hoy, en cambio, la dupla Fernández- Fernández necesita de todos. Y eso
significa ceder lugares a los que vienen de afuera, llámense Massa, Felipe
Solá, Hugo Moyano u otros.
Y por casa. No es muy distinta la situación en el oficialismo,
ahora con el lema partidario Juntos por el Cambio. La incorporación de Miguel
Ángel Pichetto y Martín Lousteau ha significado también ceder cargos. La idea
de los así llamados “puros” ha debido retroceder ante el imperio de una
circunstancia innegable: el oficialismo está en serio riesgo de perder las
elecciones. Donde más se nota eso es en la provincia de Buenos Aires. Campea en
los ámbitos cercanos a María Eugenia Vidal un ánimo de derrota y de enojo. El
enojo es porque están convencidos de que si se hubiese desdoblado la elección
provincial, la gobernadora habría sido reelecta sin mayores problemas.
Esta situación –la de una posible derrota– hizo
que el cierre de Juntos por el Cambio fuera más difícil. Se entiende: más allá
de la exhibición de un optimismo a toda prueba que se pretende infundir desde
la Casa Rosada, para quienes figuran a partir del sexto lugar en la lista las
chances de ser elegidos se complican. Por eso, Vidal llamó personalmente a cada
uno de los legisladores para anunciarles a unos que quedaban afuera y a otros
que debían ocupar lugares de menor preponderancia.
Para quien tampoco hubo contemplación alguna
fue para Emilio Monzó. El viernes último, durante una reunión que mantuvo con
Vidal, se anotició de que no habría lugares para sus acólitos en la lista de
candidatos a diputados provinciales. Cuando todo esto sea historia –historia de
tono muy menor, sin duda–, alguien explicará las razones por las que el
oficialismo despreció tanto a un hombre que supo hacer un gran aporte a la
gobernabilidad.
Una de las premisas electorales que venía
esgrimiendo el Gobierno es que aquel candidato que se hubiera presentado a una
elección provincial para competir por la gobernación y hubiese perdido no
podría aspirar a ser candidato a ningún otro cargo electivo. Pero como la
necesidad tiene cara de hereje, las cosas cambiaron y esta prohibición ha sido
dejada de lado. Así, Mario Negri podrá competir por una banca en la Cámara de
Diputados por Córdoba. Como se ve, el decir un día una cosa y al día después
otra no es patrimonio exclusivo del kirchnerismo.
El senador Pichetto ha trabajado a full en
estos días. No todo el fruto de ese trabajo ha salido a la superficie como sí
lo fue el caso de Alberto Asseff, quien, en su transfuguismo partidario hacia
el oficialismo, dejó al economista y candidato presidencial José Luis Espert
colgado de un piolín.
Consenso Federal tampoco fue la excepción.
Las disputas por la integración de las listas generaron tensiones. La
curiosidad es que en la provincia de Buenos Aires el tinte peronista se impuso
por sobre los otros aliados: el candidato a gobernador va a ser Eduardo “Bali”
Bucca –estuvo con el kirchnerismo, con Florencio Randazzo y con Alternativa
Federal en tiempos de Massa y Pichetto, es decir hasta hace dos semanas– y la
primera candidata a diputada, Graciela Camaño. Afuera quedó Margarita
Stolbizer, nada menos.
Mientras la rosca de la política vive estas
horas de frenesí, la realidad golpea de manera impía a la ciudadanía con
el 10,1% de desempleo.
Producción periodística: Lucía Di Carlo.