domingo, 23 de junio de 2019

Festival de la rosca... @dealgunamanera...

Festival de la rosca…

Las últimas que me quedan... Juan Domingo Perón. Dibujo: Pablo Temes.

Las candidaturas dejan su trasfondo de claudicaciones y ascensos. De Alberto Fernández a Massa y Monzó.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 23/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Finalmente, las listas de candidatos se cerraron. Ya están los nombres de los hombres y las mujeres que competirán en octubre próximo por cada uno de los cargos electivos a cubrir, desde presidente de la Nación hasta consejeros escolares. Este proceso –el de cierre de listas– representa uno de los momentos en los que las miserias de la política quedan expuestas con absoluta nitidez. La lucha por acceder a un cargo es, en la mayoría de los casos, feroz. Y no importa cuán relevante sea el puesto en disputa. La intensidad de la pelea es mayúscula.

Sergio Massa, como se auguraba, encabezará la lista de candidatos a diputados nacionales por el kirchnerismo. El armador ha sido Máximo Kirchner. Así, el ex intendente de Tigre, que hizo de la idea de la gran avenida del medio su leitmotiv político hasta hace dos semanas, será el que les asegure el acceso a las bancas a tres dirigentes de La Cámpora, que son genuinos exponentes de la grieta que divide a la sociedad argentina. Ni que hablar de Axel Kicillof, candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Massa o menos. A medida que pasan los días se entienden menos los objetivos de este regreso de Massa al redil del kirchnerismo, una verdadera claudicación. Si el Frente de Todos llegara a ganar las elecciones –algo que es probable según lo reflejan las encuestas hoy–, difícilmente le regale la cuota de protagonismo que supo tener, en medio de triunfos y derrotas, desde que decidió romper con Cristina Fernández de Kirchner hace seis  años. Y si perdiera, la factura que le pasará el peronismo no K será altísima.

Un dato curioso: a nivel nacional, el único triunfo que obtuvo Massa fue cuando se alió con Mauricio Macri, en 2013. Cuando compitió por el kirchnerismo, en 2009 con las listas testimoniales, perdió.

El ex intendente ha consumado un verdadero suicidio político. Alguien podría decir lo mismo de Alberto Fernández. Son dos casos distintos. El hoy candidato a presidente se encontró con una postulación hecha por CFK que nunca buscó. Su rol siempre fue el de un armador. Por lo tanto, si no ganara, nada cambiaría en su carrera política. En cambio para Massa, quien supo ser compañero de fórmula de Margarita Stolbizer en 2017, el costo político es y será alto. Y no por haber dicho cosas críticas del kirchnerismo y luego desdecirse, sino por las acciones que impulsó y que le valieron en su momento  la consideración de parte de la sociedad harta de la corrupción. Massa acompañó el proyecto de extinción de dominio que presentó el Gobierno y que fue rechazado por el Congreso. Hay que recordar lo que dijo entonces: “Argentina necesita la ley de extinción de dominio para recuperar los bienes de los que afanaron y se hicieron ricos robándoles la plata del Estado a los argentinos”. La alusión al kirchnerismo, al que se volvió a asociar, no necesita aclaraciones.

Anida en el universo del realismo mágico que representa el conurbano bonaerense una preocupación de los intendentes K. Sienten que en muchos casos se quedaron fuera del círculo del poder. Durante los doce años del kirchnerato no había necesidad de llamar a nadie de afuera. Hoy, en cambio, la dupla Fernández- Fernández necesita de todos. Y eso significa ceder lugares a los que vienen de afuera, llámense Massa, Felipe Solá, Hugo Moyano u otros.

Y por casa. No es muy distinta la situación en el oficialismo, ahora con el lema partidario Juntos por el Cambio. La incorporación de Miguel Ángel Pichetto y Martín Lousteau ha significado también ceder cargos. La idea de los así llamados “puros” ha debido retroceder ante el imperio de una circunstancia innegable: el oficialismo está en serio riesgo de perder las elecciones. Donde más se nota eso es en la provincia de Buenos Aires. Campea en los ámbitos cercanos a María Eugenia Vidal un ánimo de derrota y de enojo. El enojo es porque están convencidos de que si se hubiese desdoblado la elección provincial, la gobernadora habría sido reelecta sin mayores problemas.

Esta situación –la de una posible derrota– hizo que el cierre de Juntos por el Cambio fuera más difícil. Se entiende: más allá de la exhibición de un optimismo a toda prueba que se pretende infundir desde la Casa Rosada, para quienes figuran a partir del sexto lugar en la lista las chances de ser elegidos se complican. Por eso, Vidal llamó personalmente a cada uno de los legisladores para anunciarles a unos que quedaban afuera y a otros que debían ocupar lugares de menor preponderancia.

Para quien tampoco hubo contemplación alguna fue para Emilio Monzó. El viernes último, durante una reunión que mantuvo con Vidal, se anotició de que no habría lugares para sus acólitos en la lista de candidatos a diputados provinciales. Cuando todo esto sea historia –historia de tono muy menor, sin duda–, alguien explicará las razones por las que el oficialismo despreció tanto a un hombre que supo hacer un gran aporte a la gobernabilidad.   

Una de las premisas electorales que venía esgrimiendo el Gobierno es que aquel candidato que se hubiera presentado a una elección provincial para competir por la gobernación y hubiese perdido no podría aspirar a ser candidato a ningún otro cargo electivo. Pero como la necesidad tiene cara de hereje, las cosas cambiaron y esta prohibición ha sido dejada de lado. Así, Mario Negri podrá competir por una banca en la Cámara de Diputados por Córdoba. Como se ve, el decir un día una cosa y al día después otra no es patrimonio exclusivo del kirchnerismo.

El senador Pichetto ha trabajado a full en estos días. No todo el fruto de ese trabajo ha salido a la superficie como sí lo fue el caso de Alberto Asseff, quien, en su transfuguismo partidario hacia el oficialismo, dejó al economista y candidato presidencial José Luis Espert colgado de un piolín.

Consenso Federal tampoco fue la excepción. Las disputas por la integración de las listas generaron tensiones. La curiosidad es que en la provincia de Buenos Aires el tinte peronista se impuso por sobre los otros aliados: el candidato a gobernador va a ser Eduardo “Bali” Bucca –estuvo con el kirchnerismo, con Florencio Randazzo y con Alternativa Federal en tiempos de Massa y Pichetto, es decir hasta hace dos semanas– y la primera candidata a diputada, Graciela Camaño. Afuera quedó Margarita Stolbizer, nada menos.

Mientras la rosca de la política vive estas horas de frenesí, la realidad golpea de manera impía a la ciudadanía con el  10,1% de desempleo.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


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