Luces amarillas…
Don´t be stupid... Bill Clinton. Dibujo: Pablo Temes.
La economía
no repunta y la marcha al Congreso sólo lo hizo más evidente.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 20/11/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
"Es
la economía, estúpido”, fue el eslogan usado como leitmotiv por Bill
Clinton no sólo durante la campaña
electoral sino también durante sus dos exitosas presidencias. Ese mismo eslogan
tiene hoy una vigencia absoluta en nuestro país, y es el gran desafío que debe
enfrentar la administración de Mauricio
Macri. La realidad muestra que la
economía no logra despegar, hecho que ya preocupa tanto a
oficialistas como a opositores de todo el arco político. Los economistas –y no
sólo los más críticos del rumbo actual– aseguran que, con algo de fortuna,
podría tratarse de una cuestión de tiempo, pero resaltan que cuando hay
personas de por medio “el tiempo también es un bien escaso”.
Un ex presidente del Banco
Central insiste en que la palabra complicada sigue
siendo “inversión”, no porque no vaya a haberlas sino por la lentitud que
convierte el presente en un lapso agobiante. La consecuencia inevitable de esta
circunstancia es el endeudamiento que, si bien hoy en día es a tasas
de interés más bajas que en el último período kirchnerista (hoy se toma deuda al 6% o
7% y antes al 10%), igualmente repercute negativamente por el costo fiscal que
debe soportar todo el andamiaje económico del país. Una de las opciones
orientadas a “surfear la ola” es pensar en el estímulo financiero a aquellos
sectores que no requieren gran demanda de energía, que es hoy el otro problema.
Estos sectores son el campo y la obra pública.
“Macri,
en su calidad de ingeniero, es experto en obra pública; además le gusta, y a eso
apunta”, sostiene un economista que lo conoce bien de su época de
empresario. “Si a esto le sumamos el impulso del agro, se podrá retomar la
senda del crecimiento sostenido, pero no antes de mediados del año entrante. En
volumen, la cosecha 2016-2017 será un 20% mayor; habrá que ver a qué precio
sale”, reflexiona la misma fuente. En esa línea, y “prendiéndole
una vela a algún santo”, el año que viene se recuperarán los 120 mil
empleos privados formales que se perdieron este año, el problema es que se deberían
crear unos 200 mil puestos más por el crecimiento vegetativo de la población;
esto es ni más ni menos que la nueva gente que llega a edad de entrar al
mercado laboral, y esa creación de empleo es más difícil.
En este contexto hay que ubicar
los dos hechos políticos más relevantes que ocurrieron en la semana: la
sorpresiva media sanción por parte del Senado del proyecto de emergencia
económica y social y el acto organizado por los movimientos sociales con el
apoyo de la CGT frente al Congreso.
La intencionalidad política inmanente a la
iniciativa propulsada por el Frente para la Victoria es evidente. Es paradójico
que quienes gobernaron durante doce años aparezcan con una iniciativa de este
tipo. El kirchnerismo es la raíz de un país con 12 millones de pobres, más allá de que el número se haya
incrementado en lo que va de la actual administración. Impulsar este tipo de
leyes, que tiene además un costo fiscal enorme, es un sinsentido, teniendo en
cuenta que, en el presupuesto, 6 de cada 10 pesos están destinados a inversión
social. Difícil que ese incremento sea soportado por las arcas públicas. Uno de
los aspectos críticos del actual gobierno es el aumento del déficit fiscal. En
el pensamiento de los sectores más duros del FpV anida la idea de generar
expectativas de imposible cumplimiento con la intención de forzar el veto del
Presidente y buscar posicionar a Cristina Fernández de Kirchner.
“Estamos en contra de leyes de
este tipo porque no vamos al núcleo del problema, que es la falta de
crecimiento económico. Llegamos a un año de gobierno y no hemos tomado ni una
de las medidas que apunten a la reactivación de la economía. La
ley de emergencia no es la solución, porque nadie toma un empleado
si no tiene demanda, aunque se lo ofrezcan gratis”, afirma un notorio
legislador del Frente Renovador. Otro –igualmente notorio– sostiene una postura
distinta: “La ley de emergencia social no es una estrategia del FpV; también están
Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, que son cercanos a nosotros, y tomaron
partido la CGT y la CTA. El FpV tiene muy poca cosa para anotarse en esto.
Héctor Daer y Felipe Solá están inclinados a votarla. No es algo nuevo, viene
surgiendo, y va a ir dejando de lado cierta dirigencia del kirchnerismo”. Como
se ve , la situación dentro del FR es heterogénea. Por lo tanto, habrá allí
debate interno, con cierta tendencia a apoyarla.
Protesta contundente.
El acto del viernes fue importante. La
protesta social no necesita demasiadas explicaciones en cuanto a sus causas.
Los 127
mil puestos de trabajo perdidos –como
lo señala la cifra dada a conocer por el INDEC– es una contundente muestra de
una crisis socioeconómica que se ha agravado en los primeros once meses del
actual gobierno.
Los discursos y el escenario dejaron en
claro algunas cosas significativas:
- La falta de
protagonismo del kirchnerismo.
- La ausencia de
dirigentes de la CTA entre los oradores.
- Los “palos” al kirchnerismo.
- La clara voluntad
de la CGT de transformarse en la megaorganización que cobije a la estructuras
sindicales (trabajadores formales) y a los movimientos (trabajadores
informales y desocupados).
- La falta de
protagonismo del kirchnerismo.
Y eso representa un problema mayúsculo para
su gestión y su proyecto. Por más foros económicos que se organicen, hasta que
los emprendedores externos –de los que tanta necesidad tiene el país– no vean
consolidado el alejamiento del populismo de las aguas de la política vernácula,
nadie invertirá nada aquí. El corto plazo, pues, urge porque, como bien lo dijo
John Maynard Keynes, “a largo plazo estaremos todos muertos”.
Producción periodística: Santiago Serra.