martes, 9 de enero de 2018

Con y sin rumbo… @dealgunamanera...

Con y sin rumbo…

Ajuste perfecto. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

Macri avanza en su plan, pero lo esperan obstáculos. Las dudas de Massa y Cristina.

El resultado victorioso que el Gobierno obtuvo en las elecciones del 22 de octubre pasado fue una bisagra. El mensaje de Mauricio Macri del 30 de octubre en el CCK lo hizo explícito: había llegado el momento de actuar y avanzar con medidas que necesitaban el envión y del sustento político que solo podía dar un triunfo electoral. Los que saben lo que pasa en los pasillos del poder cuentan que, a mediados de 2017, el Presidente había recibido un documento que contenía un diagnóstico de situación de la economía y una serie de decisiones que deberían adoptar en busca de las soluciones de fondo que demanda la compleja realidad argentina. Aparecía ahí como tema central el déficit fiscal y su principal efecto adverso, la inflación. Todos entendieron que ese plan de acción se podía ejecutar luego de la elección y –para ser precisos– solo en caso de ganarla.

Producido ese resultado, Macri supo que no había tiempo que perder. Consciente del impacto negativo que producirían algunas de esas medidas, actuó siguiendo las reglas del manual: las decisiones debían tomarse e implementarse en estos meses, a fin de aprovechar el impulso de la victoria electoral y de alejarlas lo máximo posible de las elecciones presidenciales de 2019. “Las resoluciones más duras las tienes que adoptar no bien comiences tu mandato”, es la frase que con acento madrileño le dijo el rey Juan Carlos I al Presidente pocas horas antes de comenzar su mandato. Por los hechos hasta aquí ocurridos, se ve que Macri no olvidó el consejo y se dispuso a actuar en consonancia con el consejo del hoy abdicado rey de España.

Como era previsible, todo esto –el recorte de las jubilaciones y los aumentos de combustibles y transporte– ha tenido un costo político que bien grafican las encuestas que muestran una caída de ocho puntos en la imagen positiva del Presidente. “Pasó lo mismo con las tarifas del gas”, recuerda una voz del Gobierno a la que Macri escucha con atención.

La economía está en el centro de las preocupaciones del Gobierno y de la sociedad. El combate contra la inflación es la prioridad y, como lo expresa el bolsillo de los ciudadanos, el éxito aún queda lejos. Después del cimbronazo que representó el desplazamiento del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, de su rol central en la fijación de las metas de inflación, los remezones dentro del Gobierno no han cesado. De hecho, la semana terminó con rumores que hablaban sobre la incertidumbre existente acerca de la continuidad de Sturzenegger en el cargo.

Tan fuerte fue el rumor que hubo necesidad de que desde el Poder Ejecutivo se desmintiera la especie. Hay una norma de la política que dice que cuando hay que comenzar a ratificar a un funcionario es porque algo no anda bien.

Del paquete de medidas y leyes que el oficialismo trazó como hoja de ruta en el citado discurso presidencial del 30 de octubre pasado, queda la reforma laboral. La aspiración gubernamental es que esto sea tratado y aprobado por el Congreso en febrero venidero. La realidad es que, al día de hoy, esa posibilidad parece poco probable.

Palpitando la ley. 

Lo dijo con todas las letras y en voz bien alta el senador Miguel Ángel Pichetto. Sin la venia de Pichetto no hay ninguna posibilidad de que se aprueben las leyes que el Gobierno requiere del Congreso. Claro que, como casi siempre pasa en la Argentina, los imponderables juegan un papel importante en momentos cruciales. Algo de esto ha pasado en esta primera semana del año.

El caso Balcedo se inscribe en esa dinámica

La cinematográfica detención y las evidencias de una riqueza obscena de Marcelo Balcedo, secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados del Minoridad y Educación (Soeme) y empresario periodístico, ha convulsionado el mundo sindical y ha puesto la lupa sobre los turbios manejos de muchos de sus dirigentes. Ni lerdos ni perezosos, desde la Casa Rosada han aprovechado para insistir con un proyecto que, de concretarse, podría ser explosivo: la obligación de hacer pública la declaración jurada de bienes de los dirigentes sindicales.

En ese universo conviven dirigentes honestos con otros que no lo son. Esto no es novedad. Lo que sería novedoso e impactante es que saliera a la luz la riqueza de muchos de ellos. Esto sumado a la ley que impidiera su reelección indefinida –proyecto que presentó y fogonea el diputado nacional Facundo Moyano– serían pasos gigantes para cambiar un modelo de conducción sindical carente de transparencia y favorecedor de la corrupción.

La primera semana de enero ha dejado la foto del flamante titular del peronismo bonaerense, Gustavo Menéndez, con Sergio Massa. La foto denota una cruda realidad: si el peronismo no se une, sus chances de triunfo son nulas. También Máximo Kirchner ha tomado nota de esta circunstancia. El principal problema existente para ello tiene nombre y apellido: Cristina Fernández de Kirchner. Hay cosas que no tienen retorno.

Es difícil imaginar una mancomunión entre Sergio Massa y la ex presidenta. El principal problema entre ambos no es una diferencia política, de las que son naturales en ese universo de contornos muchas veces difusos. Allí hubo algo más, mucho más: maltrato personal de CFK, un robo en la casa del ex intendente de Tigre y operaciones de inteligencia en su contra. Massa sabe, además, que nada tiene por ganar y sí mucho que perder con esa foto.

Ante estas movidas, en el Gobierno, donde todos estos movimientos se siguen con atención, alguien recordó una famosa frase de Sun Tzu: “Nunca interrumpas a un adversario cuando está cometiendo un error”.

Producción periodística: Santiago Serra.



domingo, 7 de enero de 2018

Interna y relanzamiento… @dealgunamanera...

Interna y relanzamiento…

Brindis. Marcos Peña. Dibujo: Pablo Temes.

Además de disputas, los últimos anuncios son una señal de la puesta en marcha del plan poselectoral.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 31/12/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Un poco de historia reciente: en cada uno de los tres fines de año de su gestión, Mauricio Macri tomó decisiones económicas de alto impacto. En 2015, recién iniciado su mandato, eliminó las retenciones a las exportaciones de granos con excepción de la soja y, a la vez, levantó el cepo cambiario que había instituido Cristina Fernández de Kirchner en diciembre de 2011.

En 2016 se concertó el blanqueo de capitales más exitoso de la historia de la Argentina. Henchido de orgullo, el entonces ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, se sintió victorioso por el hecho de haber sido él quien piloteó todo ese proceso. Fue una victoria que tuvo un sabor personal para el ministro, quien estaba enfrentado con el presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Federico Sturzenegger

A Prat-Gay la alegría por esa victoria le duró poco.  A Macri no le gustan los funcionarios que intentan sobresalir y se rebelan contra un modelo de gestión que prioriza el concepto de equipo.

En 2017, luego del éxito político que significó para el oficialismo la aprobación de la Ley de Presupuesto, la presentación de las nuevas metas de inflación para el año que viene, representó un sinceramiento de las expectativas económicas que el Gobierno tiene para el año próximo. Lo ocurrido fue producto de una decisión del Presidente que estuvo en consonancia con la realidad: el índice de inflación planificado por BCRA –10%– era absolutamente imposible de cumplir.

En lo interno, son bien conocidas las disputas existentes entre Sturzenegger y la dupla de ministros económicos que conforman Nicolás Dujovne –Hacienda– y Luis Caputo –Finanzas–.   

Se viene hablando de Dujovne como “el ganador” de la pulseada entre Economía y el Central. En realidad, hay quienes dicen que no hay ganadores ni perdedores porque la idea que se impuso fue consensuada en la Rosada.

Sturzenegger venía haciendo lo necesario para alcanzar las metas impuestas previamente, no tenía opción y sabía lo que hacía. Cuando los límites se corrieron, todo cambió.

Puja saldada. 

En el off the record subrayan que, en realidad, hubo un reconocimiento implícito de que, tal como estaban las cosas, las metas eran inalcanzables sin perjudicar el crecimiento. Por eso se decidió recalcular. Además el presidente del Central ya venía sosteniendo la misma disyuntiva entre altas tasas e inflación desde la época de Prat-Gay. Venía sometido a un desgaste innecesario y sería injusto tildarlo de perdedor por decisiones que tuvo que mantener por el rumbo elegido.

Esas voces afirman que se seguirá apuntando al crecimiento bajo pero sostenido en el tiempo y que habrá nuevos “reacomodamientos” tarifarios de aquí hasta abril.

El revés de la trama conduce a un hombre de peso dentro del Gobierno: el secretario de Coordinación Interministerial –virtual vicejefe de Gabinete–, Mario Quintana, a quien no se lo vio en la conferencia de prensa del jueves.

Las disputas entre Quintana y Sturzenegger son ya un clásico dentro de la actual administración. Entre los varios rounds que protagonizaron en estos dos años, se recuerda el que hubo hacia fines de septiembre pasado en ocasión de la discusión sobre el Presupuesto y cuando ya se analizaban las medidas que buscaban alcanzar la reducción del déficit fiscal, que es el origen de todos los problemas de la economía argentina, circunstancia que se sabe es uno de los desvelos de Macri. La discusión pasó entonces por el impuesto a la renta financiera, algo a lo que el presidente del Banco Central se ha opuesto sistemáticamente. En aquella ocasión, la impetración de Quintana no encontró eco en el jefe de Estado. Para Sturzenegger, sin embargo, esa victoria duró poco.

En la Ley de Presupuesto que terminó aprobando el Senado en la noche del miércoles, una de las novedades fue, precisamente, el susodicho impuesto. Con todo, no era esa la única discusión existente entre Quintana y el presidente del BCRA. El vicejefe de Gabinete –hombre de empresa– hacía suyas las quejas de los empresarios acerca del obstáculo –un verdadero varapalo– que representaban las altas tasas de interés que el BCRA venía aplicando para intentar controlar la inflación. Con tasas del 27/28% que se pagaban por la Lebac, cualquier inversión productiva tenía como destino la nada. Esto derivó en la reaparición de la bicicleta  financiera –“carry trade”, en términos técnicos–, de la cual tantas experiencias nefastas hay en la historia de nuestro país.

Todo esto que ocurrió en el ámbito interno del Gobierno va más allá de lo puntual. Tiene valor político y marca cómo quedó el cuadro de poder interno.


Empoderado. 

Marcos Peña es un claro ganador. El año pasado logró deshacerse de  Alfonso Prat-Gay y este año doblegó a Struzenegger. Como se expresó en la conferencia de prensa, de ahora en más las metas de inflación no las va a fijar el Banco Central sino que lo hará el Poder Ejecutivo.      

El Gobierno ha completado así el verdadero relanzamiento de su gestión. Es en lo que trabajó desde el día después de su triunfo electoral del 22 octubre. Es lo que dio pie a los anuncios hechos por Macri en su discurso en el CCK del lunes 30 de octubre. El Presidente sabe que, de ahora en más, las invocaciones al pasado y a la pesada herencia ya no servirán como argumento para explicar o justificar la falta de soluciones. Los problemas más importantes que enfrenta son dos que están relacionados: inflación y pobreza.

El debate de la Ley de Presupuesto y la reforma tributaria ocurrido en el Senado dejó algunas cosas claras. Desde lo anecdótico, las chicanas de Cristina Fernández de Kirchner quien, por lo que se vio y escuchó, usará su banca no solo para criticar al Gobierno sino fundamentalmente para protegerse de las causas judiciales que ensombrecen su futuro. Su alusión al tema de los fueros exime de mayores comentarios. Su soledad quedó subrayada cuando el jefe del bloque del peronismo, Miguel Ángel Pichetto, se dedicó a refutar y dejar en evidencia  las contradicciones de varias de las afirmaciones de la ex presidenta. Desde lo político –que es lo trascendente–, quedó expuesta la importancia de la búsqueda de consensos como instrumento de gobernabilidad. Y esto es clave de cara al futuro de tolerancia y convivencia plural que reclama la solución de los graves  problemas que enfrenta la Argentina.

Producción periodística: Santiago Serra



jueves, 4 de enero de 2018

El impacto de la nuevas tarifas del transporte en AMBA... @dealgunamanera...

Mirá cuánto aumentan los colectivos y trenes en la Ciudad y el conurbano y compará las nuevas tarifas con otras ciudades…


El Ministro de Transporte anunció nuevos valores para los boletos y un nuevo sistema que regirá a partir de febrero, que incluye descuentos para quienes hagan más de un viaje. Mirá también la evolución de las tarifas considerando la inflación.

Escrito por Matías Di Santi y Lucía Martínez el jueves 04/01/2017 y publicado por el sitio http://chequeado.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Luego de un año de elecciones y con el objetivo de reducir los subsidios en el sector, el ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, anunció un aumento escalonado a partir de febrero en las tarifas de los servicios de colectivos y trenes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). El boleto mínimo de colectivo, que actualmente tiene un costo de $6, a partir de febrero costará $8; en abril, $9, y en junio, 10 pesos. El pasaje de tren también subirá de $2 a $3,25 entre febrero y junio para las líneas Roca, Belgrano Sur, Belgrano Norte y Urquiza, y de $4 a $6,75 para los ramales Mitre, Sarmiento y San Martín en el mismo período.

El anuncio para el transporte público representará en el primer tramo del aumento una suba del 33% para los colectivos y del 37,5% para los trenes (66% a junio para los colectivos y entre 43,75% y 62,5% a junio para los trenes). Este incremento se suma al de comienzos de 2016, cuando el Gobierno nacional dispuso una suba en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense del 100 por ciento. Antes de esa medida, por ejemplo, la tarifa mínima del colectivo valía tres pesos y pasó a valer seis.

Sin embargo, a pesar del aumento anunciado hoy, la tarifa de colectivos para el AMBA seguirá por debajo de la de la mayoría de las principales ciudades de la Argentina:

Map created by Chequeado

-Entre los centros urbanos más poblados del país, Córdoba tiene una tarifa urbana de colectivos de $15,38; Rosario, de $11,49; San Miguel de Tucumán, de $9,35; Mendoza, de $8,50; y en Mar del Plata el Concejo Deliberante aprobó días atrás un aumento que lleva la tarifa a 9,85 pesos.

La tarifa de colectivos más alta del país es la de Bahía Blanca, de acuerdo con un relevamiento realizado por Rafael Skiadaressis, especialista en economía del transporte. En la ciudad del interior bonaerense un boleto simple de colectivo cuesta 17,30 pesos. El segundo lugar se lo lleva Bariloche con un boleto inicial de $16,44 y, en tercer lugar, Río Gallegos con $15,90 por pasaje.

En el caso del subte, según informó Dietrich, la tarifa mínima pasará de $7,50 a $11 en abril y de $11 a $12,50 a partir de junio.
Al considerar una inflación del 19% (calculada por la consultora Elypsis) entre diciembre de 2017 y el mismo mes de 2018 y las tarifas de los ramales Mitre, Roca y un promedio de las líneas de colectivos del AMBA (desde la 1 hasta la 199), además de la mínima del subte, Skiadaressis calculó que en términos reales “los trenes exhiben la mayor disminución respecto a sus valores históricos, mientras que el subte se aproxima a valores de 2005 y los colectivos a los de 2010”.

La Red SUBE y la comparación regional

Por otra parte, Dietrich también anunció la implementación de un sistema llamado “Red SUBE”, un boleto “multimodal” en el que los que viajen más pagarán menos. Si bien señaló que “hay 15 millones de viajes por día en el AMBA que usan trenes, colectivos, Metrobus y subtes”, no dio cifras oficiales de cuántas personas se beneficiarían con esta medida.

Así, quienes hagan un segundo viaje combinando o no distintos medios de transporte en un lapso de dos horas pagarán un 50% de la tarifa y a partir del tercer viaje en adelante, siempre dentro del rango de dos horas, abonarán un 25% de la tarifa (hacé tu cálculo acá). Además, el Ministro confirmó que este sistema también funcionará para los beneficiarios de planes sociales que cuentan con la tarifa social y que hoy son alrededor de cuatro millones de personas.

Otras grandes ciudades de la región también cuentan con tarifas diferenciales que permiten combinar distintos medios de transporte público a un precio más barato. En Santiago de Chile, con un boleto de entre $18,50 y $22,50 argentinos aproximadamente según el horario, se pueden hacer hasta dos trasbordos entre bus, metro y tren durante dos horas.

Por su parte, en Bogotá, el servicio llamado “Transmilenio” permite hasta dos trasbordos entre diferentes servicios de colectivo dentro de la ventana de tiempo de 95 minutos. La tarifa varía entre $12,55 a $13,80 argentinos.

Por último, en San Pablo, el sistema de transporte público cuenta con colectivos, subtes y trenes. Un billete de aproximadamente $21,50 argentinos permite hasta cuatro embarques en ómnibus diferentes en un periodo de tres horas.




martes, 2 de enero de 2018

Los chicos argentinos del capitán británico en Malvinas: "Cada vez que identificaba a un caído, era una fiesta"… @dealgunamanera...

Los chicos argentinos del capitán británico en Malvinas: "Cada vez que identificaba a un caído, era una fiesta"…

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos (Foto AP)

Una entrevista con el oficial del Ejército británico que trabajó en el proceso de desenterramiento, identificación y enterramiento de los caídos en el archipiélago.

© Escrito por Natasha Niebieskikwiat el martes 02/01/2018 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Capitán del Ejército británico hacia 1982, Geoffrey Cardozo llegó a las Malvinas con 32 años. Entonces tenía una misión: preservar la disciplina entre las fuerzas reales del Reino Unido, Cardozo suele explicar que los soldados siempre quedan con una sensibilidad mayor después del combate y ello puede generar problemas internos, como el alcoholismo, depresión o exceso de entusiasmo.

Contenerlos fue su misión original. Sin embargo, el destino hizo que terminara involucrado en otra misión: la de encontrar, exhumar y volver a enterrar en Darwin los cuerpos argentinos que quedaron dispersos por los campos de batalla de todas las islas.

Fue Cardozo quien levantó el emblemático cementerio donde yacen los argentinos que pudieron ser enterrados. Son 230 tumbas, algunas de las cuales tienen más de un resto. Entre ellas 121 no se habían podido identificar. A las que pudo, entonces, les hizo grabar el nombre y apellido del soldado encontrado. A las que no, les puso la ya conocida placa que rezaba la leyenda "soldado argentino sólo conocido por Dios".

El año pasado, Cardozo colaboró con el histórico trabajo del Comité Internacional de la Cruz Roja, que hacia fin de año logró identificar 88 restos entre 122 muestras diferentes de cuerpos sin nombre y que se pudieron inhumar para ser analizados. Aquí se reproduce una extensa entrevista que Clarín le hizo desde Buenos Aires a Londres sobre aquella experiencia única con los muertos argentinos en la guerra, y a quienes con respeto y afecto él llama "mis chicos". Se reproducen también imágenes del llamado "Informe Cardozo" sobre el proceso de desenterramientos y enterramientos.

Primer Plano de Darwin, elaborado por Geoffrey Cardozo al finalizar la guerra de 1982.


Aunque se recibió con alegría, en Argentina sorprendió que se identificaran sólo 88 restos de los 122 que fueron exhumados y analizados entre 121 tumbas ¿A usted qué le pareció ese número? 
Esperable. Yo no soy un científico forense. Tuve una educación normal. Pero después de 35 años, que podamos lograr un resultado tan exitoso, para mí es un milagro. Hice ese trabajo con dificultad en 1982 y 1983, y cuando encontré mi primer cuerpo, vi que era muy difícil identificarlo con el viento, con el frío, con la nieve… También tenemos que tener en cuenta que los chicos tenían múltiples capas de ropa y en general guardaban sus objetos muy adentro de ellos. Era una escena de posguerra, no una escena del crimen. No era una investigación policial o forense. Era algo normal después de un conflicto, pero me ha dicho la Cruz Roja que fue extraordinario ver los resultados.

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos.

¿Qué tendría que haber pasado para el número de identificados fuera más alto? 
Que hubiera un equipo de científicos argentinos en 1982, datos dentales, huellas dactilares… Yo tenía mi determinación y mi amor por los hombres, nada más. Tenía problemas para identificarlos, y cada vez que podía identificar uno de mis chicos era una fiesta, euforia, un Eureka. ¡Era maravilloso! “Aquí está su hijo, sabemos quién es”. Hubo otros de los que no podía ver nada. Porque estaban en el suelo desde hacía tres e 3 o 4 meses, bajo la nieve. Yo tengo las fotografías aquí y nunca, nunca, las daré a conocer. Ellos pudieron verlas en mi computadora… Pero no quiero que nadie las vea. No eran cadáveres muertos hacía una hora. A pesar de esto, yo los he puesto en una sábana blanca de plástico para tomar sus vestidos, ver qué había en sus bolsillos.

Darwin Primer Plano y un primer listado de los argentinos enterrados allí. Esto es pare del "Informe Cardozo"

No tenían los instrumentos de hoy día, claro.

Era muy difícil. Pero no teníamos en particular técnicas de Rayos X, muy avanzadas, que nos permitieran ver si había algún objeto en capas muy profundas de su ropa. Estuve en la morgue con la Cruz Roja estaba con ellos para ver los primeros cuerpos que se exhumaron (se refiere a los trabajos de identificación del CICR de este año). En las primeras semanas para mí todo muy conmovedor. Después de 35 años ver a mis chicos salir y ver a los científicos de la Cruz Roja, los argentinos también. Eran los mejores… Hicieron un trabajo maravilloso con los cuerpos. Eran muy profesionales, muy bien equipados. Tenían rayos X. Y había un tipo en un rincón de la morgue con una computadora. Podíamos ver cada cosa que había en el cuerpo. Yo estaba tan avergonzado de ver que yo no había observado… no sé, una lata, por ejemplo. Y ver este objeto en la computadora.... El equipo de la Cruz Roja estaba todo vestido de blanco, como una sala de operación especial. Había un silencio maravilloso, respetuoso. Yo podía oír al doctor decir a su colega “cuchillo, tijeras”, como en las películas. El doctor con la enfermera hablando… Es un monólogo del doctor, del profesor, pidiendo objetos para ayudarlo con la operación. Un silencio, sólo estas palabras cortándolo. El hombre de la computadora con los Rayos X. 

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos.

¿Usted llama "mis chicos" a los argentinos caídos en Malvinas?
Sí. Una pequeña armada de personas huérfanas, unos abandonados en los que nadie estaba interesado. Eran mis chicos. Ahora están con sus familias. Tienen nombres. Tienen padres. Pero en esta época eran cuerpos, eran chicos, mis chicos.

Usted está conmovido por todas las historias, pero ¿cuál recuerda que lo sorprendió en aquel momento?
Era un momento muy doloroso para mí. Teníamos dificultades técnicas logísticas a causa del tiempo, del frío con viento. Yo tenía que ir a una pequeña isla, la isla de Borbón, y la isla de Jasón, para ver el sitio del choque de un Jet.

¿Se refiere al Learjet comandaba el vice comodoro Rodolfo de la Colina que al ser derribado murieron también los mayores Marcelo Pedro Lo tufo y Juan José Falconier, el suboficial Principal Francisco Tomas Luna y Suboficial Ayudante Guido Antonino Marizza?
Exactamente. Me acuerdo muy bien de ese día (en los primeros meses de 1983) No podía llevar a ninguna otra persona conmigo. Era solamente el piloto de un pequeño helicóptero y yo. Los otros de mi equipo, de mi grupo, estaban trabajando en Darwin. Yo estaba solo. El helicóptero me quedó cerca del avión, y yo tenía una radio para llamarlo cuando terminase. Estuve solo durante 2 horas, para ver lo que podía hallar en este avión. Había 2 o 3 personas, que estaban ahí desde hacía cinco meses. Había cuerpos entrelazados y una pila de huesos de extremidades mezclados. No podía separarlos. Era un momento muy difícil para un ser humano. No había viento, era muy pacífico, un cielo azul. Había dos o tres albatros. Yo estaba ahí, totalmente solo, para recoger estos huesos, estas extremidades, para ponerlos en una bolsa. Creo que fue el momento que más problemas psicológicos me podría haber dado. Pero yo soy fuerte...

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos (Foto AP)

¿Qué opina de algunas denuncias e investigaciones de que también en el sector de identificados habría algunas inexactitudes y cambios por parte de la comisión de familiares?
Usted tiene mi informe, con mi firma. ¿No? Esa era la situación en febrero, cuando terminé mi operación. Yo no estuve involucrado más tarde. La última vez que estuve en Malvinas fue en febrero de 1983. Lo que pasó más tarde, yo no lo sé. Pero cuando yo saludé el cementerio y tomé el avión de vuelta a Inglaterra, el cementerio estaba ahí con cruces blancas. No sé lo que pasó después. Hay dos tumbas con dos cueros y otra con cuatro cuerpos, el caso de los tripulantes que estaban totalmente entrelazados, y yo no podía decir “esta es la mano de tal hombre, tal es la pierna de otro”. Estos dos hombres, en un caso, y cuatro en otro caso, yo los puse en una tumba conjunta. Hay algo semántico aquí. Yo he utilizado la expresión “tumba conjunta”. No es una fosa común. La palabra “fosa común” es muy desagradable, de limpieza étnica. Es de Auschwitz. No es la palabra precisa. Es “tumba conjunta” la mejor descripción. Un lugar muy pequeño y con dos o tres cuerpos. Porque eran tripulantes que estaban juntos. Mi madre y mi padre están en una tumba conjunta, no en una “fosa común”. Es algo común en cementerios de todo el mundo. Yo soy muy sensible a estas cuestiones. 

El entonces capitán del Ejército británico, Geoffrey Cardozo, en Malvinas.



Unos acusan a la Comisión de Familiares de haber cambiado nombres de tumbas identificadas en 2009, por ejemplo, cuando se construyó el nuevo Cementerio.
Sí, yo no estaba aquí, no lo sé. No es mi informe. No me involucré en la cuestión de qué tumbas iban a ser inspeccionadas, qué cuerpos exhumados por la Cruz Roja. Estos detalles que habían sido acordados, no sin dificultad, entre los 2 gobiernos, en la presencia de la Cruz Roja. No es mi asunto. Yo soy un simple soldado.

¿Usted peleó en la Guerra de Malvinas?
No, pero le cuento algo interesante. Para ustedes, los argentinos, el conflicto se terminó con la rendición de las tropas en las islas (14 de junio de 1982). Para nosotros, duró hasta octubre, noviembre, porque esperamos las noticias de Argentina de una cesación de hostilidades que nunca venía. Había una atmósfera de guerra para nosotros. Estábamos como esperando que “en un minuto viniera un Pucará, un Mirage argentino”. La guerra para nosotros duró mucho más. Yo tengo una condecoración de las Malvinas, porque estaba ahí en el período oficial de la guerra, para los ingleses. Pero no participé del conflicto. Otros compañeros sí, pero no yo.

Quizá por eso también usted se encuentra en una posición afectiva distinta
Yo llegué ahí con la misión de encargarme de la disciplina a nuestros soldados. Era mi papel. Cuando termina una batalla, un conflicto, los soldados son muy vulnerables. Tienen tanta sensibilidad... Hay un sentimiento de euforia. “Yo he sobrevivido, no estoy muerto”. Una adrenalina en las venas de cada hombre, lo que puede resultar en problemas muy difíciles: raptos de demasiado alcohol, de combate entre hombres. Este era mi trabajo. No estaba ahí para encargarme de los cuerpos. El asunto de los cuerpos era algo que se produjo más tarde. Teníamos ingenieros militares británicos que estaban en el campo, en los alrededores de Stanley, de Puerto Argentino, para hallar minas. Campos minados. Minas que los argentinos habían puesto para defender sus posiciones y nuestros ingenieros estaban trabajando para tomar estas minas, muy peligrosas. Ellos fueron los que hallaron los primeros cuerpos. Yo estaba en mi oficina, en el cuartel general, y recibía mensajes de estos hombres. “Ey, Capitán, hemos hallado un cuerpo. ¿Qué hacemos?” Yo tomaba un helicóptero para ir al lugar para enterrar al pobre chico que habíamos hallado. Yo hablo de “mis chicos”. Eran “mis chicos” en este período.