Los chicos argentinos del capitán británico en Malvinas: "Cada vez que
identificaba a un caído, era una fiesta"…
Geoffrey
Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos
argentinos (Foto AP)
Una entrevista con el oficial del Ejército británico que trabajó en el
proceso de desenterramiento, identificación y enterramiento de los caídos en el
archipiélago.
© Escrito por Natasha
Niebieskikwiat el martes 02/01/2018 y publicado por el Diario Clarín de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Capitán del Ejército británico hacia
1982, Geoffrey Cardozo llegó a las Malvinas con 32 años. Entonces tenía una
misión: preservar la disciplina entre las fuerzas reales del Reino Unido,
Cardozo suele explicar que los soldados siempre quedan con una sensibilidad
mayor después del combate y ello puede generar problemas internos, como el
alcoholismo, depresión o exceso de entusiasmo.
Contenerlos fue su misión original.
Sin embargo, el destino hizo que terminara involucrado en otra misión: la de
encontrar, exhumar y volver a enterrar en Darwin los cuerpos argentinos que
quedaron dispersos por los campos de batalla de todas las islas.
Fue Cardozo quien levantó el
emblemático cementerio donde yacen los argentinos que pudieron ser enterrados.
Son 230 tumbas, algunas de las cuales tienen más de un resto. Entre ellas 121
no se habían podido identificar. A las que pudo, entonces, les hizo grabar el
nombre y apellido del soldado encontrado. A las que no, les puso la ya conocida
placa que rezaba la leyenda "soldado argentino sólo conocido por
Dios".
El año pasado, Cardozo colaboró con
el histórico trabajo del Comité Internacional de la Cruz Roja, que hacia fin de
año logró identificar 88 restos entre 122 muestras diferentes de cuerpos sin
nombre y que se pudieron inhumar para ser analizados. Aquí se reproduce una
extensa entrevista que Clarín le hizo desde Buenos Aires a Londres sobre
aquella experiencia única con los muertos argentinos en la guerra, y a quienes
con respeto y afecto él llama "mis chicos". Se reproducen también
imágenes del llamado "Informe Cardozo" sobre el proceso de
desenterramientos y enterramientos.
Primer Plano
de Darwin, elaborado por Geoffrey Cardozo al finalizar la guerra de 1982.
Aunque se recibió con alegría, en Argentina sorprendió que se identificaran
sólo 88 restos de los 122 que fueron exhumados y analizados entre 121 tumbas ¿A
usted qué le pareció ese número?
Esperable. Yo no soy un científico forense.
Tuve una educación normal. Pero después de 35 años, que podamos lograr un
resultado tan exitoso, para mí es un milagro. Hice ese trabajo con dificultad
en 1982 y 1983, y cuando encontré mi primer cuerpo, vi que era muy difícil
identificarlo con el viento, con el frío, con la nieve… También tenemos que
tener en cuenta que los chicos tenían múltiples capas de ropa y en general
guardaban sus objetos muy adentro de ellos. Era una escena de posguerra, no una
escena del crimen. No era una investigación policial o forense. Era algo normal
después de un conflicto, pero me ha dicho la Cruz Roja que fue extraordinario
ver los resultados.
Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el
cementerio de Darwin para los caídos argentinos.
¿Qué tendría que haber pasado para el número de
identificados fuera más alto?
Que hubiera un equipo de científicos argentinos en 1982,
datos dentales, huellas dactilares… Yo tenía mi determinación y mi amor por los
hombres, nada más. Tenía problemas para identificarlos, y cada vez que podía
identificar uno de mis chicos era una fiesta, euforia, un Eureka. ¡Era
maravilloso! “Aquí está su hijo, sabemos quién es”. Hubo otros de los que no
podía ver nada. Porque estaban en el suelo desde hacía tres e 3 o 4 meses, bajo
la nieve. Yo tengo las fotografías aquí y nunca, nunca, las daré a conocer.
Ellos pudieron verlas en mi computadora… Pero no quiero que nadie las vea. No
eran cadáveres muertos hacía una hora. A pesar de esto, yo los he puesto en una
sábana blanca de plástico para tomar sus vestidos, ver qué había en sus
bolsillos.
Darwin Primer Plano y un primer listado de los
argentinos enterrados allí. Esto es pare del "Informe Cardozo"
No tenían los instrumentos de hoy día, claro.
Era
muy difícil. Pero no teníamos en particular técnicas de Rayos X, muy avanzadas,
que nos permitieran ver si había algún objeto en capas muy profundas de su
ropa. Estuve en la morgue con la Cruz Roja estaba con ellos para ver los
primeros cuerpos que se exhumaron (se refiere a los trabajos de identificación
del CICR de este año). En las primeras semanas para mí todo muy conmovedor.
Después de 35 años ver a mis chicos salir y ver a los científicos de la Cruz
Roja, los argentinos también. Eran los mejores… Hicieron un trabajo maravilloso
con los cuerpos. Eran muy profesionales, muy bien equipados. Tenían rayos X. Y
había un tipo en un rincón de la morgue con una computadora. Podíamos ver cada
cosa que había en el cuerpo. Yo estaba tan avergonzado de ver que yo no había
observado… no sé, una lata, por ejemplo. Y ver este objeto en la
computadora.... El equipo de la Cruz Roja estaba todo vestido de blanco, como
una sala de operación especial. Había un silencio maravilloso, respetuoso. Yo
podía oír al doctor decir a su colega “cuchillo, tijeras”, como en las
películas. El doctor con la enfermera hablando… Es un monólogo del doctor, del
profesor, pidiendo objetos para ayudarlo con la operación. Un silencio, sólo
estas palabras cortándolo. El hombre de la computadora con los Rayos X.
Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el
cementerio de Darwin para los caídos argentinos.
¿Usted llama "mis chicos" a los argentinos caídos en Malvinas?
Sí.
Una pequeña armada de personas huérfanas, unos abandonados en los que nadie
estaba interesado. Eran mis chicos. Ahora están con sus familias. Tienen
nombres. Tienen padres. Pero en esta época eran cuerpos, eran chicos, mis
chicos.
Usted está conmovido por todas las
historias, pero ¿cuál recuerda que lo sorprendió en aquel momento?
Era
un momento muy doloroso para mí. Teníamos dificultades técnicas logísticas a
causa del tiempo, del frío con viento. Yo tenía que ir a una pequeña isla, la
isla de Borbón, y la isla de Jasón, para ver el sitio del choque de un Jet.
¿Se refiere al Learjet comandaba el vice
comodoro Rodolfo de la Colina que al ser derribado murieron también los mayores
Marcelo Pedro Lo tufo y Juan José Falconier, el suboficial Principal Francisco
Tomas Luna y Suboficial Ayudante Guido Antonino Marizza?
Exactamente.
Me acuerdo muy bien de ese día (en los primeros meses de 1983) No podía llevar
a ninguna otra persona conmigo. Era solamente el piloto de un pequeño
helicóptero y yo. Los otros de mi equipo, de mi grupo, estaban trabajando en
Darwin. Yo estaba solo. El helicóptero me quedó cerca del avión, y yo tenía una
radio para llamarlo cuando terminase. Estuve solo durante 2 horas, para ver lo
que podía hallar en este avión. Había 2 o 3 personas, que estaban ahí desde
hacía cinco meses. Había cuerpos entrelazados y una pila de huesos de
extremidades mezclados. No podía separarlos. Era un momento muy difícil para un
ser humano. No había viento, era muy pacífico, un cielo azul. Había dos o tres
albatros. Yo estaba ahí, totalmente solo, para recoger estos huesos, estas
extremidades, para ponerlos en una bolsa. Creo que fue el momento que más
problemas psicológicos me podría haber dado. Pero yo soy fuerte...
Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los
caídos argentinos (Foto AP)
¿Qué opina de algunas denuncias e investigaciones de que también en el
sector de identificados habría algunas inexactitudes y cambios por parte de la
comisión de familiares?
Usted
tiene mi informe, con mi firma. ¿No? Esa era la situación en febrero, cuando
terminé mi operación. Yo no estuve involucrado más tarde. La última vez que
estuve en Malvinas fue en febrero de 1983. Lo que pasó más tarde, yo no lo sé.
Pero cuando yo saludé el cementerio y tomé el avión de vuelta a Inglaterra, el
cementerio estaba ahí con cruces blancas. No sé lo que pasó después. Hay dos
tumbas con dos cueros y otra con cuatro cuerpos, el caso de los tripulantes que
estaban totalmente entrelazados, y yo no podía decir “esta es la mano de tal
hombre, tal es la pierna de otro”. Estos dos hombres, en un caso, y cuatro en
otro caso, yo los puse en una tumba conjunta. Hay algo semántico aquí. Yo he
utilizado la expresión “tumba conjunta”. No es una fosa común. La palabra “fosa
común” es muy desagradable, de limpieza étnica. Es de Auschwitz. No es la palabra
precisa. Es “tumba conjunta” la mejor descripción. Un lugar muy pequeño y con
dos o tres cuerpos. Porque eran tripulantes que estaban juntos. Mi madre y mi
padre están en una tumba conjunta, no en una “fosa común”. Es algo común en
cementerios de todo el mundo. Yo soy muy sensible a estas cuestiones.
El entonces capitán del Ejército británico,
Geoffrey Cardozo, en Malvinas.
Unos acusan a la Comisión de Familiares de haber cambiado nombres de tumbas
identificadas en 2009, por ejemplo, cuando se construyó el nuevo Cementerio.
Sí,
yo no estaba aquí, no lo sé. No es mi informe. No me involucré en la cuestión
de qué tumbas iban a ser inspeccionadas, qué cuerpos exhumados por la Cruz
Roja. Estos detalles que habían sido acordados, no sin dificultad, entre los 2
gobiernos, en la presencia de la Cruz Roja. No es mi asunto. Yo soy un simple
soldado.
¿Usted peleó en la Guerra de Malvinas?
No,
pero le cuento algo interesante. Para ustedes, los argentinos, el conflicto se
terminó con la rendición de las tropas en las islas (14 de junio de 1982). Para
nosotros, duró hasta octubre, noviembre, porque esperamos las noticias de
Argentina de una cesación de hostilidades que nunca venía. Había una atmósfera
de guerra para nosotros. Estábamos como esperando que “en un minuto viniera un
Pucará, un Mirage argentino”. La guerra para nosotros duró mucho más. Yo tengo
una condecoración de las Malvinas, porque estaba ahí en el período oficial de
la guerra, para los ingleses. Pero no participé del conflicto. Otros compañeros
sí, pero no yo.
Quizá por eso también usted se encuentra en
una posición afectiva distinta
Yo
llegué ahí con la misión de encargarme de la disciplina a nuestros soldados.
Era mi papel. Cuando termina una batalla, un conflicto, los soldados son muy
vulnerables. Tienen tanta sensibilidad... Hay un sentimiento de euforia. “Yo he
sobrevivido, no estoy muerto”. Una adrenalina en las venas de cada hombre, lo
que puede resultar en problemas muy difíciles: raptos de demasiado alcohol, de
combate entre hombres. Este era mi trabajo. No estaba ahí para encargarme de
los cuerpos. El asunto de los cuerpos era algo que se produjo más tarde.
Teníamos ingenieros militares británicos que estaban en el campo, en los
alrededores de Stanley, de Puerto Argentino, para hallar minas. Campos minados.
Minas que los argentinos habían puesto para defender sus posiciones y nuestros
ingenieros estaban trabajando para tomar estas minas, muy peligrosas. Ellos
fueron los que hallaron los primeros cuerpos. Yo estaba en mi oficina, en el
cuartel general, y recibía mensajes de estos hombres. “Ey, Capitán, hemos
hallado un cuerpo. ¿Qué hacemos?” Yo tomaba un helicóptero para ir al lugar
para enterrar al pobre chico que habíamos hallado. Yo hablo de “mis chicos”.
Eran “mis chicos” en este período.