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martes, 15 de julio de 2014
Con el Ártico no se juega... De Alguna Manera...
lunes, 14 de julio de 2014
Brasil, Argentina te dice qué se siente... De Alguna Manera...
Brasil, Argentina te dice
qué se siente...
La voluntad política de
forzar lazos en Latinoamérica no alcanza a salvar lo que el deporte separa. Los "irmãos" quedarán en la historia como los Judas del subcampeón.
Argentina perdió la Final, esa
misma a la que no llegaba desde hacía 24 años. Y repitió la
historia, como hace 24 años: logró un subcampeonato, sin la cuota de suerte que
necesitan los campeones, con un efímero error en defensa que fue su verdugo, y
con un árbitro que nos recuerda al nefasto Codesal. Pero llegó, se lleva el trofeo al mejor jugador de la Copa,
y una medalla que no está tan buena, pero es una medalla.
Argentina puede decir qué
se siente, Brasil. Terminado el partido,la
hinchada se quedó en las calles argentinas y en Copacabana,
llorando y cantando por los jugadores que quebraron la maldición de los cuartos
de final y que hoy reciben una ovación en el Maracaná. No
levantaron la Copa, pero la vieron cerca. Acaso mucho más cerca
que la verdeamarelha que los llevó a la histórica
humillación del 1-7.
En su magra campaña mundialista, Brasil tuvo cuatro
victorias: Croacia, 3-1; Camerún (4-1) y Colombia (2-1) y Chile (1-1, y
penales). Con México empató. El fin llegó con los de Löw y el Mineirazo. Los de
Scolari padecieron la mayor goleada de su historia. Incluso peor que el 6-0 con
el que cayeron ante Uruguay. Fue en Chile; no eran ni locales.
Por el contrario, previo a
la final, Argentina ganó todos sus encuentros: Bosnia, 2-1; Irán, 1-0; Nigeria,
3-2; Suiza, 1-0; Bélgica, 1-0. Con Holanda, definió un 4-2 en penales.
Ya fuera de la Copa, el temor se volvió celeste y blanco. El
apoyo de los irmãos fue para Bélgica, primero, y Holanda,
después. Lejos de los intentos de regionalización comercial y política, y la
insistencia de los líderes latinoamericanos en hablar de la Patria Grande, el
brasileño medio mutó en un mezquino mercenario. Deleznó a su
Selección, tildó al DT de “viejo imbécil”,
secó sus lágrimas por Neymar y lo aplastó luego de que confesara que prefería una
Argentina campeona. Hizo filas en las tiendas comerciales para
conseguir camisetas alemanas y modificó su bandera, que tomó los colores
germanos. Y ahora, en un resentido “fan fest”, no celebra la victoria germana,
sino la derrota argentina.
Como él, los medios, que llamaban a sus lectores a apoyar a
Alemania y, por estas
horas, preguntan a Argentina qué se siente. La Final se siente, Brasil.
Y, aun en la derrota, Argentina te lo dice.
© Escrito por Ursula Ures Poreda el Domingo 13/07/2014 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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domingo, 13 de julio de 2014
No tengas miedo cipayo, podés cantar (Humor Político)... De Alguna Manera...
No tengas miedo cipayo,
podés cantar…
Ok, no la voy a caretear más: soy futbolero y, si bien prefiero el olor a meo de nuestras canchas pasionales a los pulcros estadios educaditos de los Mundiales, debo reconocer que hace 10 días que no pienso en otra cosa que no sea la Selección. Me importa un corno Ciccone, la inflación, el autoritarismo, la impericia del gobierno, etc. etc. Eso no quita que uno no siga mirando todo de reojo.
Por suerte ya se diluyó, pero durante los meses
previos al Mundial hubo una idea bastante extendida de que un triunfo de la
Selección ayudaría al Gobierno y que una derrota lo complicará aún más. El “aún
más” es un bocadillo medio guacho, pero cierto.
Afortunadamente, la realidad demostró que esta
ecuación no era correcta. La euforia que ojalá vivamos hoy, nos pertenece a
todos. Y si la cosa no se da, la mufa y el orgullo también será de todos. El
Gobierno, en esta y por suerte, no tiene nada que ver.
Hubo sí, desde la Casa Rosada, un torpe intento por
chorearse a la Selección. Una idea del tipo “Sabella y sus muchachos son
nuestros, mientras que los alemanes, brasileños y holandeses son de los cipayos
opositores que los alientan en los ratos libres, entre que apoyan a los fondos
buitre, miran TN y tratan de llevarse el agua de la Patagonia a
Oklahoma”. Pero no les funcionó.
Nos abrumaron con los avisos de Presidencia que mezclaban
los goles argentinos con los logros del Gobierno. Un gol de Messi fundía a la
imagen de Kirchner bajando el cuadro y un pase de Mascherano se fundía con un
plan de viviendas en la Puna. Pero nada. Ni bola. La gente quiere que gane la
Selección y le importa tres carajos lo que haga el Gobierno al respecto. Es
más, le hincha bastante las pelotas.
En la desesperación, la falange de propaganda
oficial se la pasó mostrando cómo los cipayos habían criticado al equipo, al
técnico y a algunos jugadores antes del Mundial y ahora, frente a los éxitos,
los elogiaban. Como si esto no hubiera ocurrido, así o al revés, con todas las
selecciones argentinas y en todos los Mundiales. Recordemos los carteles de
“perdón Bilardo” en el ’86 o los injustos insultos a Verón en 2002. Esto es
fútbol y en el fútbol las cosas siempre han sido así.
“Chiquito” Romero no le inspiraba seguridad a nadie
hasta que el tipo nos tapó la boca a todos con los penales del miércoles. Los
hinchas de River se cansaron de putearlo a Batistuta cuando jugaba para ellos
(antes de que Batistuta sea Batistuta) y los de Boca lo puteamos a Gago desde
que debutó en primera hasta que nos demostró que era un fenómeno. Así es el
fútbol, así es el hincha. Por supuesto, alimentados por la derecha, los medios
concentrados, las corporaciones y obviamente, por Majul.
Como tantas veces, fueron muchos los que al
principio no creyeron en este equipo y ahora están fascinados. Nada que ver con
la coherencia del Gobierno Nacional y toda su falange de propaganda que, por
ejemplo, creyó en el papa Francisco desde el primer minuto y siempre lo
elogiaron.
Sin embargo, quedó cierto miedo entre el gorilaje
en el sentido de que el Gobierno pudiera manotear la Copa, si es que hoy la
ganamos, y que los goles que hace Messi van a tapar los goles que hace Boudou
(en contra, pero los hace).
Duerma tranquilo amigo gorila. No hay ninguna
chance de tapar nada. Aun si hoy le ganáramos a los alemanes, en el mismísimo
Maracaná, delante de todo el pueblo brasileño, incluyendo Dilma, Xuxa, Pelé y
el pibe, por 7 a 1, igual el Vice va a estar kaput, forfait, fané y
descangayado. Lo escribo así porque leído en lunfa suena un poco más suave que
leído directamente del expediente de Lijo.
Boudou selló su faena con el histórico discurso del
9 de Julio en Tucumán. El remate de “¡Gracias Néstor, Gracias Cristina!” será
inolvidable. Si el juez Lijo toma esto al pie de la letra, a más tardar el
miércoles o jueves van todos en cana. En el contexto de la causa Ciccone, un
“Gracias Núñez Carmona” vaya y pase, pero un “Gracias Néstor” ya es el acabose.
Para colmo, recordó la posición antiimperialista
del peronismo del 45 mientras la televisión mostraba las caras de los distintos
funcionarios y dirigentes peronistas, incluida la de un Kunkel azorado. Amado Boudou,
un canchero de la UCeDe le explicaba a Carlos Kunkel, un peronista de siempre,
lo bueno que había sido Perón. No hay idea de humor político que pueda superar
esta escena.
Ese mismo día, Boudou firmó el acta de visitantes
ilustres en la Casa de Tucumán, donde en 1816 se proclamó la Independencia,
flanqueado a su izquierda por Zamora, el dueño de Santiago del Estero, y a su
derecha por Alperovich, el dueño de Tucumán. Si esta es la representación
política del Gobierno nacional y popular, estamos en un problemón muchachos.
Faltaba el Gordo Valor, que no pudo ir porque justo cayó en cana la semana
pasada.
Amigo cipayo. Si usted cree que debe reprimir su
pasión nacional y perderse de festejar los triunfos argentinos para no hacerle
el caldo gordo al Gobierno, se equivoca de palo a palo. La sopa kirchnerista ya
no tiene gusto a nada. Ahora, lo único que les queda es salir a buscar un mango
para levantar el muerto.
Este finde vino Putin y en la semana llega el
presidente chino Xi Jinping. Apuesto lo que quiera que al toque aparecerá un
clásico del kirchnerismo: las famosas inversiones chinas, que ya están por
llegar.
Dicen que en la Casa Rosada hay una oficina
chiquitita con un cartelito en la puerta que dice Subsecretaría de “Ahí vienen
los chinos”. Adentro hay sólo un funcionario cuyo laburo es levantar el
teléfono y decirle a Zannini: “Hola Carlos, estamos en julio, recuérdele a la
Presidenta que ya es tiempo de volver a anunciar las grandes inversiones
chinas”. Nos tienen con ese cuento hace una década.
Relájese amigo gorila. Goce, sufra, salga y
festeje. Hoy somos todos iguales. Usted y el Cuervo Larroque, su cuñado y
Timerman, su vecino y Moreno. Todos bajo la misma bandera.
El lunes seguiremos emocionados, el martes y
miércoles posiblemente también. Y el jueves o viernes empieza de nuevo el
quilombo. Boudou volverá a Núñez Carmona, Báez a sus valijas, D’Elía al
antisemitismo y así cada uno a lo suyo.
Mientras tanto. Vamos Selección. Vamos Messi. El
que no salta es un alemán. Schweinsteiger decime qué se siente. Y cuando el
arquero Neuer vaya a patear el saque de meta, como hacemos siempre, como en
cada partido de cada domingo, como en cada cancha del país y desde cada rincón
de la Argentina, gritaremos todos juntos: ¡¡Puuuutoooo!!
© Escrito por Sebatián Borensztein el
Domingo 13/07/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
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Amado decime que se siente… De Alguna Manera...
Euforia y
problemas
Amado decime que se siente… Amado Boudou. Foto:
Pablo Temes
La Selección aúna y alegra a la
sociedad argentina. Pero los deseos K chocan con realidades complejas.
La selección nacional está a pasos de hacer
historia en Río de Janeiro. El campeonato mundial de fútbol está a punto de
terminar. A estas horas, hay un asunto excluyente: el partido entre la
Argentina y Alemania en el Maracaná. Los triunfos obtenidos por el equipo
dirigido por Alejandro Sabella hicieron revivir las emociones de aquellas otras
conquistas de 1978 y 1986. Las escenas de júbilo y de unidad de una sociedad
ávida de alegrías fueron el común denominador de cada victoria del equipo
argentino. Son las mismas escenas de júbilo y unidad que se vivieron en cada
uno de los países que tomaron parte del certamen cuando sus selecciones
ganaron. El Mundial se ha transformado en un acontecimiento planetario que
impacta por igual a todas las sociedades a las que, por un momento –y sólo por
ese momento– une e iguala. Los sentimientos nacionales emergen con una fuerza
irrefrenable: se canta el Himno con emoción y se lucen las camisetas con los
colores de la bandera nacional con orgullo. Claro que mañana, todo esto habrá
ingresado al pasado de nuestras vidas.
Una de las enseñanzas de este Mundial es que, a
pesar de los triunfos que llevaron a la Selección hasta la final, la realidad
tuvo una presencia implacable y dejó sin cobertura a todos los que desde el
oficialismo se ilusionaron con la idea de que los goles de Messi, Di María e
Higuain, o los penales atajados por Romero, serían un bálsamo que pondría a
cubierto al Gobierno de las penurias que hoy padece. Es lo que, al fin y al
cabo, pasa siempre. En 2002, la selección de Brasil obtuvo por quinta vez la
Copa del Mundo, a pesar de lo cual, José Serra, el candidato oficialista de
aquel entonces –gobernaba Fernando Henrique Cardoso–, fue derrotado por quien fue
su oponente, Luiz Inácio Lula da Silva.
“Amado, de ahora en más, cada día será peor para
vos”. Esas fueron las palabras que uno de sus colaboradores más estrechos le
dijo al vicepresidente poco después de conocerse el procesamiento dictado por
juez federal Ariel Lijo en la causa por la supuesta apropiación de la empresa
Ciccone. A modo de confirmación de esa predicción certera, el bloque de
senadores del Frente para la Victoria ha firmado esta semana el certificado de
defunción política de Amado Boudou. Como lo reconoció en el reportaje que
concedió ayer a La Nación el senador Miguel Angel Pichetto, jefe de la bancada
oficialista, debió pedirle al vicepresidente que no presidiera la sesión en la
que se trató y aprobó el proyecto de ley de inmunidad para los bancos centrales
extranjeros. Tuvo que hacerlo en razón de una cuestión de Estado. La crónica
recoge que para obtener la mayoría especial que se requería a los fines de
tratar el proyecto sobre tablas, Pichetto habló con su par del radicalismo,
Gerardo Morales, quien le señaló que la única forma de lograrlo era sin Boudou
presidiendo la sesión.
Morales, quien en su condición de jefe de bancada
no tiene límite de tiempo para hablar durante el debate, amenazó con recordar
los puntos principales del dictamen del juez. En el primer intento por disuadir
al vicepresidente, Pichetto fracasó. Terció entonces la senadora Gabriela
Michetti, de muy buen trato con Juan Zabaleta, secretario de Boudou. La gestión
de Michetti fue exitosa y el vicepresidente no bajó al recinto.
Lo del miércoles, durante el acto de conmemoración del aniversario de la
declaración de la independencia, dejó a las claras el proceso de caída libre en
el que se encuentra el vice. Su presencia en el palco incomodó a todos. El que
nada pudo hacer para disimularlo fue el ministro del Interior y Transporte,
Florencio Randazzo. Se entiende: Randazzo viene mostrando un ascenso
persistente en las encuestas. Lo que menos quiere es verse mezclado con un
individuo a quien, como varios de sus colegas, desprecia. Boudou está
convencido de que el ministro es uno de los por él llamados “machos del off”.
La sobreactuación de Boudou en el discurso que
pronunció el 9 de Julio fue penosa. Según reveló WikiLeaks, la embajadora Wilma
Martínez despachó un cable el 5 de noviembre de 2009, en el que consignó, entre
otras cosas, las siguientes: “Durante la entrevista, Boudou se manifestó
abiertamente pronorteamericano, aunque agregó que debe cuidarse de no
manifestarlo en público”; “Boudou dijo que le gusta esquiar todas las
temporadas en Aspen y surfear en las playas del área de San Diego”; “también se
describió como un fanático del fútbol americano y habló más inglés de lo que
hemos visto hasta ahora, aunque claramente se siente más cómodo en español”.
Por eso, escucharlo decir en su pieza oratoria –si es que así se puede llamar
al desvaído parloteo del vicepresidente– que “en otras épocas teníamos
ministros que iban a Washington a sacarse fotos en la alfombra roja” y que “hoy
tenemos ministros que van a plantear las necesidades del país, con toda la
voluntad de pago, pero no lo vamos a hacer a expensas del pueblo”, hizo
recordar la famosa frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no
le gustan, puedo cambiarlos”.
En el vuelo que los traía de vuelta a Buenos Aires
desde Tucumán, la tensión era indisimulable. “Boudou abordó el avión exultante.
Nadie sabía qué festejaba”, señala una voz del kirchnerismo allí presente. “Al
fin y al cabo, es un disc jockey”, murmuró entonces uno de los ministros que
compartieron ese viaje, que se hizo interminable e insoportable. Al parecer,
Boudou y Randazzo quedaron sentados en la misma fila, sólo separados por el
pasillo. La tensión fue in crescendo. Por eso muchos funcionarios prefirieron
abrir sus tablets y los diarios para enfrascarse en lecturas aisladoras.
En el kirchnerismo, nadie sabe a ciencia cierta
hasta cuándo Cristina Fernández de Kirchner tolerará esta situación que afecta
no sólo a su gobierno y a ella, sino también a quienes vayan a ser sus
candidatos en 2015. De hecho, la semana que comienza le genera un verdadero
problema, ya que debe viajar el miércoles a Brasilia para tomar parte de la
trascendente reunión del grupo Brics, integrado por Brasil, Rusia, India, China
y Sudáfrica. Por lo tanto, Boudou quedará a cargo de la presidencia de la
Nación. ¡Qué bochorno!
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
© Escrito
por Nelson Castro el Sábado 12/07/2014 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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