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viernes, 30 de diciembre de 2022

Murió Pelé, un ícono del fútbol… @dealgunamaneraok...

Murió Pelé, un ícono del fútbol…

A Pelé se lo asignaron al azar en el Mundial de Suecia 1958 y nunca lo volvió a soltar. Desde entonces, el dorsal "10" es el que siempre llevan los distintos, los mejores.

El astro brasileño Edson Arantes Do Nascimento falleció a los 82 años de edad en San Pablo, confirmó su hija mayor, Kely Nascimento. Fue el único futbolista en ganar tres veces el Mundial. 

© Publicado el jueves 29/11/2022 por el Diario Jornada de la Ciudad de Trelew, Provincia de Chubut, República Argentina.

"Todo lo que somos es gracias a vos. Te amamos infinitamente. Descansá en paz", publicó en Instagram la hija de Pelé, quien había sido internado a fines de noviembre tras un agravamiento general de su estado de salud por un cáncer de colon.

La familia hizo también una sentida despedida en las cuentas oficiales del crack brasileño: "La inspiración y el amor marcaron la vida del Rei Pelé, que falleció pacíficamente el día de hoy".

"A lo largo de su vida, Edson encantó a todos con su genialidad en el deporte, paró una guerra, hizo obras sociales en el mundo entero y repartió lo que creía era la cura para todos nuestros problemas: el amor", escribieron sus familiares.

"Su mensaje en vida se transforma en un legado para las futuras generaciones: amor, amor y amor, para siempre", cerraron.

Entre los comentarios y las reacciones espontáneas se destacaron las de jugadores brasileños de la actualidad como Vinicius (Real Madrid) y Arthur Melo (ex Barcelona y hoy en Liverpool) o de viejas glorias como Cafú y Ricardo Rocha.

Las redes sociales fue, durante los últimos tiempos, el canal de comunicación del ídolo, cuya última publicación había sido el 18 de diciembre, día de la final del Mundial de Qatar 2022 que la Selección Argentina le ganó a Francia por penales.

"Hoy el fútbol continuó narrando su historia, como siempre, de forma apasionante. Lio Messi alzó su primera Copa, como lo tenía merecido. ¡Felicidades, Argentina!", saludó entonces.

"Seguramente Diego está sonriendo ahora", escribió también en alusión a Diego Maradona, con quien a lo largo de toda su vida tuvo una "disputa" por el cetro de la historia del fútbol.

Pelé había sido internado hacía exactamente un mes, el 29 de noviembre, en el hospital Israelita Albert Einstein, de San Pablo, donde hace un año le descubrieron un cáncer de colon y comenzaron a tratarlo. Hoy, todos los médicos que lo atendieron firmaron el parte para comunicar su fallecimiento.

"El Hospital Israelita Albert Einstein confirma con pesar el fallecimiento de Edson Arantes do Nascimento, Pelé, en el día de hoy, 29 de diciembre de 2022 a las 15.27, como consecuencia de falencias en múltiples órganos, resultado de la progresión de un cáncer de colon asociado a su condición clínica previa".

"El Hospital se solidariza con la familia y con todos los que sufren con la pérdida de nuestro querido Rey del Fútbol", informaron los doctores Fabio Nasri, René Gansi, Alexandre Holthausen y Miguel Cendoroglo, responsables de la asistencia a Pelé.

La muerte del astro provocó la reacción inmediata del mundo del deporte en general y del fútbol en particular: Edson Arantes do Nascimento, tal su nombre real, forma parte del "Olimpo de la pelota" junto con los argentinos Diego Maradona, Alfredo Di Stéfano y Lionel Messi y el neerlandés Johan Cruyff.

Pelé había nacido el 23 de octubre de 1940 en Minas Gerais y debutó como futbolista profesional en 1956 en Santos, de San Pablo, donde jugó hasta 1974. El otro club por el que pasó fue el Cosmos, de Estados Unidos, entre 1975 y 1980.

Con su Selección fue tricampeón del mundo: ganó la Copa en Suecia 58, Chile 62 y México 70, esta última con un equipo que, para muchos hinchas del planeta, fue el mejor de toda la historia.  





   

domingo, 13 de julio de 2014

No tengas miedo cipayo, podés cantar (Humor Político)... De Alguna Manera...


No tengas miedo cipayo, podés cantar…


Ok, no la voy a caretear más: soy futbolero y, si bien prefiero el olor a meo de nuestras canchas pasionales a los pulcros estadios educaditos de los Mundiales, debo reconocer que hace 10 días que no pienso en otra cosa que no sea la Selección. Me importa un corno Ciccone, la inflación, el autoritarismo, la impericia del gobierno, etc. etc. Eso no quita que uno no siga mirando todo de reojo.

Por suerte ya se diluyó, pero durante los meses previos al Mundial hubo una idea bastante extendida de que un triunfo de la Selección ayudaría al Gobierno y que una derrota lo complicará aún más. El “aún más” es un bocadillo medio guacho, pero cierto.

Afortunadamente, la realidad demostró que esta ecuación no era correcta. La euforia que ojalá vivamos hoy, nos pertenece a todos. Y si la cosa no se da, la mufa y el orgullo también será de todos. El Gobierno, en esta y por suerte, no tiene nada que ver.

Hubo sí, desde la Casa Rosada, un torpe intento por chorearse a la Selección. Una idea del tipo “Sabella y sus muchachos son nuestros, mientras que los alemanes, brasileños y holandeses son de los cipayos opositores que los alientan en los ratos libres, entre que apoyan a los fondos buitre, miran TN y tratan de llevarse el agua de la Patagonia a Oklahoma”. Pero no les funcionó.

Nos abrumaron con los avisos de Presidencia que mezclaban los goles argentinos con los logros del Gobierno. Un gol de Messi fundía a la imagen de Kirchner bajando el cuadro y un pase de Mascherano se fundía con un plan de viviendas en la Puna. Pero nada. Ni bola. La gente quiere que gane la Selección y le importa tres carajos lo que haga el Gobierno al respecto. Es más, le hincha bastante las pelotas.

En la desesperación, la falange de propaganda oficial se la pasó mostrando cómo los cipayos habían criticado al equipo, al técnico y a algunos jugadores antes del Mundial y ahora, frente a los éxitos, los elogiaban. Como si esto no hubiera ocurrido, así o al revés, con todas las selecciones argentinas y en todos los Mundiales. Recordemos los carteles de “perdón Bilardo” en el ’86 o los injustos insultos a Verón en 2002. Esto es fútbol y en el fútbol las cosas siempre han sido así.

“Chiquito” Romero no le inspiraba seguridad a nadie hasta que el tipo nos tapó la boca a todos con los penales del miércoles. Los hinchas de River se cansaron de putearlo a Batistuta cuando jugaba para ellos (antes de que Batistuta sea Batistuta) y los de Boca lo puteamos a Gago desde que debutó en primera hasta que nos demostró que era un fenómeno. Así es el fútbol, así es el hincha. Por supuesto, alimentados por la derecha, los medios concentrados, las corporaciones y obviamente, por Majul.

Como tantas veces, fueron muchos los que al principio no creyeron en este equipo y ahora están fascinados. Nada que ver con la coherencia del Gobierno Nacional y toda su falange de propaganda que, por ejemplo, creyó en el papa Francisco desde el primer minuto y siempre lo elogiaron.

Sin embargo, quedó cierto miedo entre el gorilaje en el sentido de que el Gobierno pudiera manotear la Copa, si es que hoy la ganamos, y que los goles que hace Messi van a tapar los goles que hace Boudou (en contra, pero los hace).

Duerma tranquilo amigo gorila. No hay ninguna chance de tapar nada. Aun si hoy le ganáramos a los alemanes, en el mismísimo Maracaná, delante de todo el pueblo brasileño, incluyendo Dilma, Xuxa, Pelé y el pibe, por 7 a 1, igual el Vice va a estar kaput, forfait, fané y descangayado. Lo escribo así porque leído en lunfa suena un poco más suave que leído directamente del expediente de Lijo.

Boudou selló su faena con el histórico discurso del 9 de Julio en Tucumán. El remate de “¡Gracias Néstor, Gracias Cristina!” será inolvidable. Si el juez Lijo toma esto al pie de la letra, a más tardar el miércoles o jueves van todos en cana. En el contexto de la causa Ciccone, un “Gracias Núñez Carmona” vaya y pase, pero un “Gracias Néstor” ya es el acabose.

Para colmo, recordó la posición antiimperialista del peronismo del 45 mientras la televisión mostraba las caras de los distintos funcionarios y dirigentes peronistas, incluida la de un Kunkel azorado. Amado Boudou, un canchero de la UCeDe le explicaba a Carlos Kunkel, un peronista de siempre, lo bueno que había sido Perón. No hay idea de humor político que pueda superar esta escena.

Ese mismo día, Boudou firmó el acta de visitantes ilustres en la Casa de Tucumán, donde en 1816 se proclamó la Independencia, flanqueado a su izquierda por Zamora, el dueño de Santiago del Estero, y a su derecha por Alperovich, el dueño de Tucumán. Si esta es la representación política del Gobierno nacional y popular, estamos en un problemón muchachos. Faltaba el Gordo Valor, que no pudo ir porque justo cayó en cana la semana pasada.

Amigo cipayo. Si usted cree que debe reprimir su pasión nacional y perderse de festejar los triunfos argentinos para no hacerle el caldo gordo al Gobierno, se equivoca de palo a palo. La sopa kirchnerista ya no tiene gusto a nada. Ahora, lo único que les queda es salir a buscar un mango para levantar el muerto.

Este finde vino Putin y en la semana llega el presidente chino Xi Jinping. Apuesto lo que quiera que al toque aparecerá un clásico del kirchnerismo: las famosas inversiones chinas, que ya están por llegar.

Dicen que en la Casa Rosada hay una oficina chiquitita con un cartelito en la puerta que dice Subsecretaría de “Ahí vienen los chinos”. Adentro hay sólo un funcionario cuyo laburo es levantar el teléfono y decirle a Zannini: “Hola Carlos, estamos en julio, recuérdele a la Presidenta que ya es tiempo de volver a anunciar las grandes inversiones chinas”. Nos tienen con ese cuento hace una década.

Relájese amigo gorila. Goce, sufra, salga y festeje. Hoy somos todos iguales. Usted y el Cuervo Larroque, su cuñado y Timerman, su vecino y Moreno. Todos bajo la misma bandera.

El lunes seguiremos emocionados, el martes y miércoles posiblemente también. Y el jueves o viernes empieza de nuevo el quilombo. Boudou volverá a Núñez Carmona, Báez a sus valijas, D’Elía al antisemitismo y así cada uno a lo suyo.

Mientras tanto. Vamos Selección. Vamos Messi. El que no salta es un alemán. Schweinsteiger decime qué se siente. Y cuando el arquero Neuer vaya a patear el saque de meta, como hacemos siempre, como en cada partido de cada domingo, como en cada cancha del país y desde cada rincón de la Argentina, gritaremos todos juntos: ¡¡Puuuutoooo!!

© Escrito por Sebatián Borensztein el Domingo 13/07/2014 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




sábado, 4 de agosto de 2012

El poder simbólico del fútbol... De Alguna Manera...

Un juego que levanta pasiones...


El deporte rey, un gran negocio y una liturgia de sustitución, es presa apetecible para el poder.

El fútbol es más que un juego, y esto vale no solo para los culés. Para unos pocos es, desde luego, un gran negocio; y para otros muchos, una liturgia de sustitución con su día semanal festivo, la visita al templo, el culto a los santos del lugar y la plegaria constante para lograr el triunfo o, según el caso, evitar la perdición.

El triunfo de la selección española en el pasado campeonato del mundo ha incrementado la capacidad simbólica del fútbol. Se ha presentado el buen talante del seleccionador, Vicente del Bosque, como la necesaria virtud del político que al brillar por su ausencia entre la clase política explicaría el ruido que ensordece la vida pública española. Y el juego solidario y amistoso de un equipo compuesto de catalanes, vascos, andaluces y castellanos se nos ofrece como un modelo de relación entre las variopintas autonomías españolas.

Este exceso significativo del fútbol viene de lejos. John Huston estrenó en 1981 la película Evasión o victoria, interpretada por Sylvester Stallone, Michael Caine y el propio Pelé. La acción transcurre en el campo de concentración de Gensdorff. Un oficial nazi, entusiasta del fútbol, decide organizar un encuentro entre carceleros y prisioneros. Los prisioneros engatusan a los nazis, dejándose ganar en la primera parte para, durante el descanso, llevar a cabo la fuga prevista. Es una película, aunque lo cierto es que ese partido tuvo lugar en Auschwitz. Primo Levi escribe, en Los hundidos y los salvados, que se lo oyó decir a Miklos Nyiszli, un médico judío húngaro que trabajaba a las órdenes de Mengele. Fue un partido entre los SS que estaban de guardia en el crematorio y miembros de un sonderkommando, las unidades especiales encargadas de las tareas más detestables, como contribuir al engaño de su gente para la gasificación, extraer los cadáveres de las cámaras de gas, arrancarles los dientes de oro y cortarles la cabellera, quemarlos en los hornos crematorios... Por un momento, las víctimas olvidan su condición inhumana y se entregan a la pasión del juego, a la camaradería de la competición, a las bromas y chanzas del lance, a apostar con sus verdugos.

Es un juego macabro, pues en esa pérdida momentánea de la condición de víctimas ven los verdugos el momento de máximo triunfo. Levi verbaliza así ese momento de gloria de los nazis: «Os hemos abrazado, corrompido, arrastrado al polvo como nosotros. También vosotros, como nosotros y como Caín, habéis matado a vuestro hermano. Venid, podemos jugar juntos». Un agudo pensador italiano, Giorgio Agamben, comenta este episodio señalando que «ese partido no ha acabado nunca. Es como si todavía durase, sin haberse interrumpido nunca». Un partido de fútbol representaría el mayor horror de la experiencia humana porque los contrincantes no son rivales, sino víctimas y verdugos que en un momento determinado pierden conciencia de lo que son y se permiten fraternizar cuando nada les une.

Lo perverso del caso es hacer de un simple juego la trampa macabra con la que deshumanizar todavía más a las víctimas. El juego, que es libre y gratuito, queda desnaturalizado cuando se le obliga a representar esa farsa de confraternización. Por su capacidad de convocatoria, el fútbol es presa apetecible para el poder, que buscará, como hizo el dictador Videla, fotografiarse junto a la copa que enarbolaba Passarella, pero es también una tentación para el pueblo, que puede juzgar el complejo mundo de la política con las simplezas del reglamento futbolístico.

Lo realmente importante es que no deje de ser un juego. Y nadie como el que fuera alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván ha encontrado el tono justo para el relato futbolístico. En uno de sus famosos bandos, proclamado el 11 de junio de 1982 con motivo del Mundial de fútbol de España, definía el fútbol como un juego en el que «11 diestros y aventajados atletas compiten en el esfuerzo de impulsar con los pies y la cabeza una bola elástica, con el afán, a veces desmesurado, de introducirla en el lugar solícitamente guardado por otra cuadrilla de 11 atletas». Un juego, pues, de 11 mozos en calzones cortos contra otros tantos afanándose en dar puntapiés a una bola elástica para meterla entre tres palos. Al Viejo Profesor le maravillaba que semejante juego movilizara a tanta gente, pero ya puestos lo que él pedía a los vecinos de la Villa de Madrid era que fueran corteses con los forasteros, «conduciendo al perdido, orientando al perplejo, sosegando al inquieto, ayudando al que está en apuros, consolando a quienes la magnitud, complicación y desmesura de esta gran ciudad pueda llevar a la tribulación».

Hay sorna en este bando y clara conciencia de que los madrileños harán oídos de mercader -es decir, no harán caso- a sus recomendaciones. Nada podrá, en efecto, su buena prosa frente a las pasiones y los intereses que levanta el fútbol. Pero dice algo que nunca se debería perder de vista. Esta competición, cuyo triunfo abre palacios y sedes presidenciales a sus protagonistas, es un juego entre dos cuadrillas cuyo arte consiste en dar patadas a un balón. Aunque seduzca a tantos y nos apasione a muchos, eso es, ni más ni menos. Lo demás son añadiduras.

© Publicado por el Diario El Periódico de Cataluya, España el sábado 28 de Agosto de 2010.

martes, 10 de enero de 2012

Menotti y Pelé... De Alguna Manera...

"El más grande que vi fue Pelé”...


El ex DT de la Selección aseguró que el brasileño era “una mezcla de Di Stéfano, Maradona, Cruyff y Messi metido en un jugador”.

El ex entrenador del seleccionado argentino de fútbol y del Barcelona de España César Luis Menotti dijo hoy que fue Pelé el mejor jugador que vio en su vida.

Luego de la tercera consagración consecutiva del rosarino Lionel Messi como el mejor jugador del mundo, y en medio de la discusión instalada sobre quién es el mejor futbolista de la historia, Menotti se inclinó por el brasileño Pelé.

“El más grande que vi en mi vida fue Pelé. Una mezcla de Di Stéfano, Maradona, Cruyff, Messi, metido en un jugador”, dijo Menotti en declaraciones radio Marca, de España.

Por su parte, y al ser consultado sobre si le interesa seguir dirigiendo, Menotti respondió tajante: “¿Que si aún tengo ganas de ser entrenador? Pregúntale a Paco de Lucía si quiere tocar la guitarra”.

La última experiencia de Menotti como técnico fue en Tecos de Guadalajara, en 2007. Luego fue manager del fútbol de Independiente, entre 2009 y 2010.

© Fuente: DyN y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el martes 10 de Enero de 2012.