Euforia y
problemas
Amado decime que se siente… Amado Boudou. Foto:
Pablo Temes
La Selección aúna y alegra a la
sociedad argentina. Pero los deseos K chocan con realidades complejas.
La selección nacional está a pasos de hacer
historia en Río de Janeiro. El campeonato mundial de fútbol está a punto de
terminar. A estas horas, hay un asunto excluyente: el partido entre la
Argentina y Alemania en el Maracaná. Los triunfos obtenidos por el equipo
dirigido por Alejandro Sabella hicieron revivir las emociones de aquellas otras
conquistas de 1978 y 1986. Las escenas de júbilo y de unidad de una sociedad
ávida de alegrías fueron el común denominador de cada victoria del equipo
argentino. Son las mismas escenas de júbilo y unidad que se vivieron en cada
uno de los países que tomaron parte del certamen cuando sus selecciones
ganaron. El Mundial se ha transformado en un acontecimiento planetario que
impacta por igual a todas las sociedades a las que, por un momento –y sólo por
ese momento– une e iguala. Los sentimientos nacionales emergen con una fuerza
irrefrenable: se canta el Himno con emoción y se lucen las camisetas con los
colores de la bandera nacional con orgullo. Claro que mañana, todo esto habrá
ingresado al pasado de nuestras vidas.
Una de las enseñanzas de este Mundial es que, a
pesar de los triunfos que llevaron a la Selección hasta la final, la realidad
tuvo una presencia implacable y dejó sin cobertura a todos los que desde el
oficialismo se ilusionaron con la idea de que los goles de Messi, Di María e
Higuain, o los penales atajados por Romero, serían un bálsamo que pondría a
cubierto al Gobierno de las penurias que hoy padece. Es lo que, al fin y al
cabo, pasa siempre. En 2002, la selección de Brasil obtuvo por quinta vez la
Copa del Mundo, a pesar de lo cual, José Serra, el candidato oficialista de
aquel entonces –gobernaba Fernando Henrique Cardoso–, fue derrotado por quien fue
su oponente, Luiz Inácio Lula da Silva.
“Amado, de ahora en más, cada día será peor para
vos”. Esas fueron las palabras que uno de sus colaboradores más estrechos le
dijo al vicepresidente poco después de conocerse el procesamiento dictado por
juez federal Ariel Lijo en la causa por la supuesta apropiación de la empresa
Ciccone. A modo de confirmación de esa predicción certera, el bloque de
senadores del Frente para la Victoria ha firmado esta semana el certificado de
defunción política de Amado Boudou. Como lo reconoció en el reportaje que
concedió ayer a La Nación el senador Miguel Angel Pichetto, jefe de la bancada
oficialista, debió pedirle al vicepresidente que no presidiera la sesión en la
que se trató y aprobó el proyecto de ley de inmunidad para los bancos centrales
extranjeros. Tuvo que hacerlo en razón de una cuestión de Estado. La crónica
recoge que para obtener la mayoría especial que se requería a los fines de
tratar el proyecto sobre tablas, Pichetto habló con su par del radicalismo,
Gerardo Morales, quien le señaló que la única forma de lograrlo era sin Boudou
presidiendo la sesión.
Morales, quien en su condición de jefe de bancada
no tiene límite de tiempo para hablar durante el debate, amenazó con recordar
los puntos principales del dictamen del juez. En el primer intento por disuadir
al vicepresidente, Pichetto fracasó. Terció entonces la senadora Gabriela
Michetti, de muy buen trato con Juan Zabaleta, secretario de Boudou. La gestión
de Michetti fue exitosa y el vicepresidente no bajó al recinto.
Lo del miércoles, durante el acto de conmemoración del aniversario de la
declaración de la independencia, dejó a las claras el proceso de caída libre en
el que se encuentra el vice. Su presencia en el palco incomodó a todos. El que
nada pudo hacer para disimularlo fue el ministro del Interior y Transporte,
Florencio Randazzo. Se entiende: Randazzo viene mostrando un ascenso
persistente en las encuestas. Lo que menos quiere es verse mezclado con un
individuo a quien, como varios de sus colegas, desprecia. Boudou está
convencido de que el ministro es uno de los por él llamados “machos del off”.
La sobreactuación de Boudou en el discurso que
pronunció el 9 de Julio fue penosa. Según reveló WikiLeaks, la embajadora Wilma
Martínez despachó un cable el 5 de noviembre de 2009, en el que consignó, entre
otras cosas, las siguientes: “Durante la entrevista, Boudou se manifestó
abiertamente pronorteamericano, aunque agregó que debe cuidarse de no
manifestarlo en público”; “Boudou dijo que le gusta esquiar todas las
temporadas en Aspen y surfear en las playas del área de San Diego”; “también se
describió como un fanático del fútbol americano y habló más inglés de lo que
hemos visto hasta ahora, aunque claramente se siente más cómodo en español”.
Por eso, escucharlo decir en su pieza oratoria –si es que así se puede llamar
al desvaído parloteo del vicepresidente– que “en otras épocas teníamos
ministros que iban a Washington a sacarse fotos en la alfombra roja” y que “hoy
tenemos ministros que van a plantear las necesidades del país, con toda la
voluntad de pago, pero no lo vamos a hacer a expensas del pueblo”, hizo
recordar la famosa frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no
le gustan, puedo cambiarlos”.
En el vuelo que los traía de vuelta a Buenos Aires
desde Tucumán, la tensión era indisimulable. “Boudou abordó el avión exultante.
Nadie sabía qué festejaba”, señala una voz del kirchnerismo allí presente. “Al
fin y al cabo, es un disc jockey”, murmuró entonces uno de los ministros que
compartieron ese viaje, que se hizo interminable e insoportable. Al parecer,
Boudou y Randazzo quedaron sentados en la misma fila, sólo separados por el
pasillo. La tensión fue in crescendo. Por eso muchos funcionarios prefirieron
abrir sus tablets y los diarios para enfrascarse en lecturas aisladoras.
En el kirchnerismo, nadie sabe a ciencia cierta
hasta cuándo Cristina Fernández de Kirchner tolerará esta situación que afecta
no sólo a su gobierno y a ella, sino también a quienes vayan a ser sus
candidatos en 2015. De hecho, la semana que comienza le genera un verdadero
problema, ya que debe viajar el miércoles a Brasilia para tomar parte de la
trascendente reunión del grupo Brics, integrado por Brasil, Rusia, India, China
y Sudáfrica. Por lo tanto, Boudou quedará a cargo de la presidencia de la
Nación. ¡Qué bochorno!
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
© Escrito
por Nelson Castro el Sábado 12/07/2014 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.