domingo, 20 de octubre de 2013

Tragedias e impunidades... De Alguna Manera...


Sin políticas de Estado…

La semblanza de la sospecha. Dibujo: Pablo Temes.

El accidente en Once y las sombras de los narcos reflejan temas cruciales que no se toman en serio. ¿Hasta cuándo?

En Olivos, la Presidenta cursa su convalecencia sin ninguna complicación. Es una muy buena noticia. Nada de diarios, nada de noticieros, nada de problemas para Cristina Fernández de Kirchner, orden médica que sus hijos Florencia y Máximo se encargan de hacer cumplir a rajatabla. Por eso no se le informó sobre el nuevo accidente ferroviario ocurrido ayer en Once. Y estuvo bien que así haya sido. La ausencia pública de la jefa de Estado, unida al natural impacto que produjo su enfermedad, le ha reportado una mejoría a su imagen ante la opinión pública. Es una mejoría que le ha traído algún beneficio mínimo a Martín Insaurralde. El intendente de Lomas de Zamora y primer candidato a diputado nacional por el FpV en la provincia de Buenos Aires lucha a brazo partido para revertir un resultado que lo deja al kirchnerismo sin futuro de poder.

En realidad, la campaña se la ha cargado sobre sus espaldas Daniel Scioli. El gobernador bonaerense, hasta ayer nomás denostado por el kirchnerismo, está haciendo lo imposible por remontar una cuesta difícil. Y ahí va, entonces, de inauguración en inauguración de muchas obras ya inauguradas y de anuncios y promesas, algunas de ellas de dudosa concreción. Así, Scioli ha pasado de ser un traidor vapuleado desde el círculo áulico que rodea a la Presidenta a un leal de toda la vida. Nunca más cierto aquello de que la necesidad tiene cara de hereje.

En este derrotero de una campaña tan pobre como tantas otras del pasado, el gobernador no ha dudado en adherir al sistema de premios y castigos que el kirchnerismo usa con quienes no le son adictos. Eso es lo que se está viendo, por ejemplo, con la distribución del personal de Gendarmería asignado a realizar tareas de policía. Para los municipios K hay mucho; para los otros, la nada misma.

En el medio de esta lucha apareció el video de Juan Cabandié del que ya no se sabe cuántas versiones hay. Atravesados por ese fárrago del vale todo, lo que sí se sabe es que hay cuatro hechos ciertos: la frase “yo me banqué la dictadura” pronunciada por el legislador porteño como estandarte de un pretendido escudo de indemnidad –la palabra justa es impunidad– según el cual en nombre de ello la persona se siente con derecho a estar por arriba de todo y de todos; la utilización de la palabra “correctivo” para sancionar a la agente municipal que estaba cumpliendo su trabajo, concepto que retrotrae al lenguaje siniestro de la dictadura; el llamado a Martín Insaurralde, primero negado, en busca de una protección de privilegio; y el hecho de que a la agente Belén Mosquera la echaron.

En el Gobierno se enojan porque es evidente que quien acercó el video a los medios lo hizo con la intención de dañar la candidatura de Cabandié y complicar, a la vez, la de Daniel Filmus. ¿No hizo el Gobierno lo mismo con Francisco De Narváez en la campaña de 2009 con una denuncia por medio de la cual intentó vincularlo a la ruta de la efedrina y al triple crimen de General Rodríguez? La diferencia es que en el caso de De Narváez la denuncia resultó ser falsa mientras que en el caso de Cabandié, el hecho existió. Y ahí está el problema para el kirchnerismo.

El accidente en la estación de Once desnudó otra vez el estado de precariedad de los ferrocarriles. Como siempre, el oficialismo ha salido a victimizarse y a culpar a otros. Otra vez, pues, se ha desempolvado la hipótesis del complot. Lo que no llega a comprender el Gobierno es que el deterioro del servicio es una penuria que los pasajeros padecen todos los días. Según narraron varios pasajeros, el tren que ayer siguió su marcha venía teniendo problemas de frenado en varias estaciones. ¿Nadie avisó de esto? Por otra parte, y siguiendo la teoría conspirativa oficial, cabe preguntarse si el Sarmiento está tomado por un grupo de maquinistas suicidas a los que el Gobierno no puede controlar o es que está copado por un grupo de saboteadores que se mueven impunemente por sus talleres sin que nadie los pueda identificar. ¿No será, tal vez, que muchos de los anuncios de mejoras en el Sarmiento son un bluf?

Otro hecho grave de la hora estuvo dado por el atentado que sufrió en su casa el gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti. Le tiraron a matar y, de hecho, lo pudieron haber asesinado. El origen de este acto propio de sicarios es uno: el narcotráfico. A los pocos días apareció una amenaza contra la vida del mandatario provincial. Si a este episodio le sumamos el hecho que se produjo en Córdoba, con el desbaratamiento aún en curso de investigación de una red de narcopolicías, tendremos la idea cabal e inquietante del avance vertiginoso del narcotráfico. La reacción del gobierno nacional, intentando utilizar el atentado para dañar la imagen de Bonfatti, ha sido la peor posible. Parece mentira que no haya desde la Casa Rosada una comprensión de la dimensión de este problema, que exige un trabajo codo a codo y sin fisuras de toda la dirigencia política. Es esta una cuestión primordial que debería generar políticas de Estado consensuadas y sostenidas. Si esto no se logra, nuestro país corre el riego serio de quedar a merced de estas bandas de mercenarios y sicarios. Es lo que ya ocurre en varios lugares en los que la ausencia del Estado es creciente, y como tal, ominosa. No hace falta irse lejos para comprobarlo.

Basta escuchar los testimonios de los curas villeros que, con sus conductas heroicas y en soledad, son el único freno al accionar de esas bandas que se saben impunes y que, de prosperar, harán de la Argentina un lugar invivible.

¿Tan difícil es darse cuenta de ello?

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 20/140/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Amores y odios... De Alguna Manera...

Amores y odios...

Scioli, Tinelli e Insaurralde en la tapa de ayer de Perfil. 


Resultaba paradójico ver el viernes C5N transmitiendo en directo la inauguración del cine que Tinelli le donó a su ciudad natal y el ninguneo de ese acto en TN o El Trece, siendo Tinelli la principal figura del Grupo. Es que la inauguración del cine de Bolívar fue una especie de pre acto de cierre de la campaña electoral kirchnerista, porque asistieron Scioli e Insaurralde más parte del gabinete del gobierno nacional.

Para ir, Insaurralde faltó al debate de los candidatos a diputados en el Coloquio de IDEA –donde sí participaron Massa, Stolbizer y De Narváez–, y así pudo tener su foto con Tinelli. También resultaba paradójico que uno de los principales patrocinadores del Coloquio de IDEA fuera, justamente, Cristóbal López.

Pero el lunes 28 cambiará todo. Scioli volverá a ser valorado por Clarín y La Nación, Massa comenzará a no ser infalible y la economía no estará por explotar porque sea inminente que la inflación se dispare como en Venezuela o el dólar blue se vaya a 15 pesos antes de fin de año.

¿Qué habrá pasado para entonces? Nada más que las elecciones ya habrán concluido y todo el daño que electoralmente se le pudiera hacer al kirchnerismo ya habrá sido producido. Existirán otros daños, claro, pero habrá cambios respecto de Scioli, quien muy probablemente deje de ser “forro” o “felpudo” para los anti K.

La semana pasada, al terminar el reportaje a Scioli para la edición de Perfil en la que se publicó la encuesta que indicaba que la imagen positiva de la Presidenta había mejorado ocho puntos y la diferencia entre Massa e Insaurralde se había achicado a siete, Scioli me preguntó: “¿Cómo puede ser que ustedes (por Perfil) hayan sido los únicos que desde el mismo momento en que se lanzó Massa vieran que mi decisión de no formar una alianza opositora con Massa y Macri no era un error político?”. Y sin dejarme responder, agregó: “Quiero agradecerte mucho esa actitud”. Le dije: “Primero no agradezcas, que ya nos vas a odiar más que a nadie si llegás a ser presidente porque te vamos a criticar igual que a todos los presidentes. Segundo, que hayamos escrito que tenías más posibilidades de ser presidente no habiendo hecho esa alianza con Massa que habiéndola hecho no es fruto de ninguna capacidad de análisis especial, sino simplemente de que nuestros pensamientos no están guiados por odios”.

Odios que, desgraciadamente, sí tiene parte de nuestra audiencia que se expresa por Twitter. Por ejemplo, @savjiv escribió: “me había preocupado al leer perfil y q insaurralde sube pero segui leyendo termine en fontevecchia, ahí me calmé, entendí todo”. Más elegante, @namiojorengueki agregó: “el putito @Fontevecchia creo que elogia a la yegua porq l gustaria ser una puta reventada como ella..ja ja”. Y @CesarChv1959 remató: “@Fontevecchia no se si es K pero se alquila barato, si?”. ¿Qué habrán pensado los autores de estos comentarios al ver los mismos resultados de la encuesta publicada por PERFIL una semana después en Clarín y La Nación?

Dictadura de la audiencia. Otro tuit permite ingresar en algo más permanente y de fondo, que son las redes sociales como nuevo sujeto político: @let0401 escribió: “lo de @Fontevecchia es una pelotudez, lo de Mempo es terrible llamado a la censura”.

Mempo Giardinelli, reconocido escritor traducido a más de veinte idiomas, quien vivió en México durante la dictadura (su primer trabajo al regresar del exilio en 1983 fue en Editorial Perfil), tuvo la ocurrencia de escribir una carta al diario La Nación solicitando que no se publicaran los comentarios ofensivos de la audiencia. Decía en uno de sus párrafos: “Esta carta quiere exhortarlos a ustedes a que discontinúen esos foros supuestamente democráticos en los que se fomentan la vulgaridad, el resentimiento y el odio militante. Y donde se mezclan amenazas de muerte, cobardes deseos criminales e infundios y groserías de todo tipo, y para colmo mal escritos. Los textos malsanos que con fuertes extravíos gramaticales es capaz de redactar esa caterva de forajidos verbales que La Nación prohíja, son, en realidad, verdaderas heces gramaticales que ustedes publican a diario bajo ese título eufemístico: ‘Comentarios’”.

La carta tenía otras consideraciones sobre la línea editorial de La Nación, que al no ser difundida por ese diario la publicó completa Página/12 el domingo pasado. Pero, en defensa del diario La Nación, hay que decir que Perfil.com también padece lo que en palabras de Mempo son “deposiciones lingüísticas entre los comentarios”.

¿Pero qué les pasa a los lectores que no pueden recibir sin enojarse siquiera la información de que mejoró la imagen de la Presidenta por su enfermedad o de que Insaurralde redujo su diferencia con Massa?
 
Las redes sociales, con su beneficiosa exponenciación de las herramientas comunicativas, generan como efecto secundario no deseado una especie de dictadura de la audiencia que influye sobre los periodistas que son naturalmente sensibles a las críticas que reciben de su público.

Hace pocos años se corporizaban en algunas decenas de llamados telefónicos a las radios quejándose; hoy, los periodistas que están al aire reciben en instantes toneladas de comentarios por redes sociales y en los muros de los medios, que resultan una forma de abucheo virtual que genera autocensura.

No estoy pidiendo que se censuren esos comentarios, sino promoviendo que los periodistas no nos sintamos influidos por esas críticas. Es cierto que vivimos una época de revalorización de los comentarios: los sitios web de turismo o restaurantes destacan el mérito de que son los propios usuarios los que conforman el ranking con “opiniones objetivas”, experiencias que resultan una gran guía a la hora de viajar o de salir, pero cuyo valor no es trasladable a la tarea periodística.

Si para “satisfacer al consumidor” los medios alimentamos el odio que cada bando tiene dándoles sólo noticias deseadas por ellos, estaremos prestando un pésimo servicio a la audiencia y a nuestra profesión porque el periodismo debe ser independiente no sólo de los poderosos, sino también de la histeria de su audiencia, que también es muy poderosa.


© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 20/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 19 de octubre de 2013

Mario Bunge: “El que no entiende el peronismo no entiende la Argentina”... De Alguna Manera...

 “El que no entiende el peronismo no entiende la Argentina”...


A los 90 años, lúcido y provocador como siempre, el reconocido físico y filósofo afirma que los intelectuales deben tomar distancia de los gobiernos, elogia a los Kirchner aunque cuestiona ciertas “irregularidades” y cuenta cómo fue que dejó de considerarse antiperonista.

¿Cuál es el secreto para llegar a los 90 años? La respuesta la tiene el físico, filósofo y epistemólogo Mario Bunge. “Es facilísimo -confiesa a Enfoques-. Primero, es cuestión de llegar a los 89 años. Después se le agrega uno y se llega a los 90. ¿Y cómo se llega a los 89? Trabajando siete días por semana, aprendiendo todos los días alguna cosa y absteniéndose de fumar, de beber y de leer a los posmodernos, es decir, absteniéndose de consumir tóxicos, sean materiales o espirituales.”

Bunge es así. Un milagro de la longevidad (nació el 21 de septiembre de 1919), pero también una confirmación de que el paso del tiempo no le quitó ni un segundo a su fama bien ganada de transgresor y de pensador polémico. Su cuerpo se mueve tan ágilmente como su cerebro. 

Editó en 2009 su último libro, Filosofía política: solidaridad, cooperación y democracia integral, de abrumadoras 600 páginas, pero ya terminó de escribir uno sobre materia y mente, y está corrigiendo algunos artículos que darán forma a otro. Se jubiló hace unos pocos meses en Montreal, Canadá, donde está radicado desde hace 44 años y donde daba clases siete horas por día, de lunes a domingo, en la Universidad McGill.

Volvió al país la semana pasada para dar cinco charlas en la ciudad de Rosario que despertaron pasiones: hubo 1200 inscriptos, por ejemplo, para escucharlo hablar sobre “Valores morales individuales y sociales”.

Este hombre de ojos celestes y abundante cabello canoso habla con sencillez y naturalidad de casi todos los temas, aunque reconoce cuando no sabe de algo. Parece estar lejos del estereotipo de alguien que ha sido catedrático de filosofía y de física tanto en la Argentina como en universidades norteamericanas, latinoamericanas y europeas, que ha recibido prestigiosas becas y que fundó desde la Universidad Obrera Argentina hasta la revista de filosofía Minerva , pasando por la Society for Exact Philosophy.

Los ocho tomos de su Tratado de filosofía básica , que aparecieron entre 1974 y 1989, lo hicieron tan famoso en el mundillo intelectual como sus ensayos periodísticos, muchos de ellos publicados en La Nación, en los que demuestra que su estilo es tan punzante como sus ideas.

Su padre fue un médico y diputado socialista y su madre, una enfermera alemana. Bunge tiene cuatro hijos: dos argentinos, de su primer matrimonio, y dos canadienses con su esposa actual, Marta Cavallo. “Los niños”, como les dice él, son todos profesores universitarios: Carlos, de 69 años, es físico; Mario, de 66, es matemático; Eric, de 43, arquitecto, y Silvia, de 37, neuropsicóloga.

-Siempre que vuelve al país está condenado a que le pregunten sobre la actualidad argentina. ¿Qué piensa de los Kirchner?
-No pienso nada, no estoy enterado, no entiendo una palabra de política argentina. Si antes, en la época de Perón, era difícil de entender, ahora es casi imposible, a menos que se sea politólogo. Esa pregunta se la tiene que hacer a un amigo de los Kirchner que es un eminente politólogo, el profesor José Nun, que ahora va a ir como embajador argentino a Gran Bretaña.

-Ya lo entrevisté el año pasado. Le dedicó grandes elogios a los Kirchner.
-¿Ah, sí? No sabía. Estuve en una reunión con él y me impresionó mucho lo que sabe. Me parece bien que los intelectuales, en particular los científicos, tomen posición, pero también que guarden su distancia respecto de la política partidista. Y, sobre todo, respecto de los gobiernos. Trabajar para un gobierno, compromete.

-¿Los intelectuales tienen que ser políticamente asépticos?
-Exacto.

-Pero usted no es aséptico, sino un intelectual de pensamientos políticos tajantes.
-No se debe perder la objetividad. Unos amigos me dijeron que el Gobierno es malo, pero los opositores son aún peores. La gente del Gobierno comete muchas irregularidades, tal vez deshonestidades, pero, al menos, no es reaccionaria.

-Muchos encuentran rasgos parecidos entre los gobiernos de los Kirchner y el primer gobierno peronista. ¿Es así?
-No lo sé. En la época del primer peronismo, y durante muchos años, yo fui gorila porque en el terreno de la cultura el peronismo no dejó nada positivo. Al contrario, arrasó con lo poco que había. Pero con el correr del tiempo comprendí que el peronismo tenía algunos aspectos buenos.

-¿Por ejemplo?
-El voto de la mujer, transformar los territorios en provincias, hacer un plan de construcción de empresas hidroeléctricas. Hablar sobre la reforma agraria estuvo bien, pero no la hizo. Prometió una cantidad de cosas que no realizó y así engañó a mucha gente. Ya no soy gorila, aunque lo fui, y el motivo principal fue porque Perón degradó la educación y la cultura y, además, realmente no fue muy democrático.

-¿Entonces dice que ya no es gorila?
-No, soy mono tití (risas). No soy ni gorila ni chimpancé.

-¿Y qué cambió en usted?
-Eramos tan apasionadamente antiperonistas que no fuimos capaces de hacer un análisis objetivo del peronismo. Más aún, usábamos categorías políticas europeas. Creíamos que el peronismo era una forma de fascismo. Y no lo es: es original, es un tipo de populismo. Creíamos también que Perón era bruto. Es falso. Era inteligente, no sólo habilidoso, y tenía cultura histórica, al fin y al cabo era profesor de historia militar en el Colegio Militar. Lo menospreciamos y por eso no lo entendemos. Gino Germani, que fue el fundador de la sociología moderna en la Argentina, se fue del país en 1966 y al año siguiente me visitó en Montreal. Le pregunté: “¿Por qué te fuiste de la Argentina? ¿Por la persecución? No -me dijo-, me fui porque fui incapaz de entender al peronismo. Todavía hoy no lo entiendo”. Y es así: quien no entiende al peronismo no entiende el país.

-La incomprensión del peronismo es casi lógica, por ejemplo, cuando se ve que conviven la izquierda, la derecha, el centro.
- Sí, pero hay ciertos aspectos que son muy originales. Por ejemplo, Perón quiso modernizar la Argentina. También otros militares progresistas como el general Savio o como el fundador de YPF, el general Mosconi. El partido dominante, conservador, no quería modernizar nada.

-En la Argentina tenemos siempre la sensación de estar comenzando una etapa nueva que nunca es exitosa. ¿Hay responsabilidad de los dirigentes o de toda la sociedad?
-Es una característica argentina: destruir y empezar después de nuevo.

-¿Y a qué lo atribuye?
-No lo sé.

-Entiende más al peronismo que a la sociedad argentina…
-Me fui hace más de medio siglo del país. Estoy mucho más enterado de la política norteamericana y canadiense que de la argentina. Y éste es un país muy complejo, mucho más que los Estados Unidos. Allá hay un solo partido con dos alas: el ala republicana y el ala demócrata. Y, a su vez, el ala demócrata se divide en dos partidos, republicano y demócrata (se ríe).

-Lo que no cambia en usted es su enfoque muy crítico de los Estados Unidos.
-Sí, aunque insté a mis dos hijos canadienses a que fueran a estudiar a los Estados Unidos porque las universidades son mejores que las canadienses. Ser completamente antigringo es absurdo, es de reaccionario: en Estados Unidos está lo mejor junto con lo peor.

-Quizá esté más cómodo en Estados Unidos que en Europa porque allí hay más pensadores posmodernos… ¿Tanto le molestan?
-Sí, paralizan el pensamiento. Cuando se repiten frases imbéciles como las de [Martin] Heidegger, o demenciales como las de [Edmund] Husserl, o muchas de [Georg] Hegel, no se puede pensar en forma racional. Por ejemplo, la definición que da Heidegger en su gran libro El ser y el tiempo : “El tiempo es la maduración de la temporalidad”. O en su Carta sobre el Humanismo dice: “El ser es ello mismo”. ¿Qué significa todo eso? Absolutamente nada. Es para engrupir a la gilada.

-¿Y usted se considera moderno?
-Soy preposmoderno (risas).

-Si critica a aquellos filósofos, ¿qué queda para los actuales? ¿Respeta a alguno?
-Los pensadores profundos hoy están refugiados en la matemática, la física, la química, la teología y en algunas ciencias sociales como la historia o la sociología. También faltan pensadores profundos en la economía: no hay ningún economista, de izquierda o de derecha, que le llegue a los talones a John Maynard Keynes, el fundador de la macroeconomía moderna. No hay nuevas teorías: falta un nuevo Keynes que no les tenga miedo a las matemáticas, a la estadística.

-¿Por que lo decepcionó el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama?
-No cumplió ninguna de sus promesas y, además, cometió un acto inmoral: aceptar el Premio Nobel de la Paz al mismo tiempo que era comandante en jefe de dos ejércitos invasores. Más aún: reforzó la cantidad de soldados en Afganistán y no cerró ninguna de las 860 bases militares que tiene Estados Unidos en el extranjero.

-¿Le parece que Obama nunca tuvo intención de hacerlo o se encontró con una maquinaria que se lo imposibilitó?
-Los científicos sociales no deberían especular sobre la mente de los personajes. Sabemos que cuando entró en la Casa Blanca, Obama entró en una prisión muy bien custodiada por la enorme burocracia, los militares, el Partido Republicano y la derecha de su propio partido. Tiene las manos atadas, pero en su caso yo habría denunciado eso y habría renunciado a la presidencia. Porque él llegó al poder con la consigna del cambio y nada esencial puede cambiar por los intereses creados, por la corrupción profunda.

-Algunos imaginaron que la crisis financiera internacional iba a permitir que surgiera un capitalismo distinto, más “sensible”. ¿Estamos a tiempo de esperar algo semejante?
-Hubo cosas positivas y negativas. Hay que empezar por averiguar por qué China y la India son los dos únicos países en el mundo cuya economía ha crecido en los últimos doce meses. Ambos son proteccionistas y no son neoliberales. La India se ha salvado de los tsunamis financieros, en particular, porque regula el mercado financiero y no permite las especulaciones. Y a China le falta democracia, pero también está avanzando en ciencia y técnica a pasos agigantados. A propósito de esto, ¿sabe cómo se manejan la finanzas internacionales en este momento? Hay un cuento que lo ilustra. En un pueblo turístico de Europa, llega de pronto un alemán muy rico al único hotel del lugar, deja en el mostrador un billete de cien euros y le dice al dueño: “Me gusta mucho el lugar y quiero estudiar la posibilidad de pasar una semana acá. ¿Me permite mirar las habitaciones?” “Sí, suba, las habitaciones están todas abiertas”, le responde el dueño del hotel, que sale corriendo y le lleva el billete de cien euros al carnicero para saldar una deuda. El carnicero sale corriendo con el billete para pagarle al proveedor de alimentos para sus cerdos. A su vez, el proveedor de alimentos para cerdos va corriendo con ese billete y le paga a la prostituta una deuda por sus servicios. La prostituta toma el mismo billete de cien euros y lo deja en el mostrador del hotel para pagar la deuda que tiene por haber alquilado las habitaciones. Entonces, al cabo de un rato, baja el turista alemán y le dice al dueño del hotel que no le gusta ninguna de sus habitaciones, toma el billete y se va. Han transcurrido nada más que cinco minutos, nadie hizo nada, nadie produjo nada, pero todo el mundo está feliz porque todas las deudas han sido saldadas (risas). En esto consisten las grandes finanzas. Detrás de estas grandes manipulaciones no hay nada. Hay gente que se arruina, pero nadie se beneficia. Es monstruoso.

-¿Le gustaría volver al país?
-Claro, me gustaría mucho. Pero invertimos el producto de la venta de una casa en un departamento en Montreal y no nos queda plata. Y acá, además, no me necesita nadie. En la Facultad de Filosofía, por ejemplo, no me han invitado. Me invitaron una sola vez, en 1985. Nunca más.

-¿No se siente reconocido por sus pares?
-No, para nada. Mis libros no son usados ni recomendados en ninguna facultad.

-¿Por qué?
-Porque no están al día. Además, mis libros huelen demasiado a ciencia y ese olor no es el perfume preferido de los filósofos argentinos. Y la filosofía de la ciencia estuvo dominada casi desde que me fui por gente que no tiene la menor idea de lo que es la ciencia y que, para peor, defendía a seudociencias como el psicoanálisis.

-¿Usted no tiene una fijación contra el psicoanálisis? ¿Lo habló con su psicólogo?
-(Risas) Es un fenómeno típicamente argentino. En el resto del mundo, el psicoanálisis ha sido olvidado. Pero la Argentina es un país muy conservador. Cuando yo tenía 16 o 17 años, cualquier adolescente se entusiasmaba con el psicoanálisis por el tema del sexo. Nos dábamos cuenta de que [Sigmund] Freud no tenía la menor idea del sexo y las pocas ideas que tenía eran equivocadas. Por ejemplo, el orgasmo vaginal o el complejo de Edipo no existen. Cualquiera se hace psicoanalista sin la menor formación científica.

-¿Cree que muchos no le perdonan ese tipo de posturas en la Argentina?
-Claro, porque les arruino el negocio. En 1985 vine al país invitado por una asociación de psicología y algunos justamente me pidieron: “Doctor, no nos arruine el negocio; vivimos de eso”. Lo mismo me dijeron en un congreso en España cuando ataqué a la microeconomía neoclásica y demostré que sus postulados eran falsos. Entonces dos profesores me dijeron: “¿Y qué vamos a enseñar?” Yo les dije: “¿Y por qué no enseñan algo inofensivo como trigonometría?”

Mano a mano

Mario Bunge me hizo sentir viejo. La charla que tuve con él me atrajo, me instruyó, me entretuvo, me despertó adhesiones y rechazos, pero en muy pocos momentos pude sacarme de la cabeza la imagen de ese veterano tan jovial soplando las 90 velitas. Mi sensación senil se acrecentó cuando Bunge me mostró su nuevo chiche tecnológico: un libro electrónico en el que lleva las obras completas de Tolstoi, Cervantes y Proust. 

El único indicio concreto de su edad es un ligero problema de audición. En el fluido diálogo abundaron sus recuerdos más remotos (lo envidié porque a veces no me acuerdo ni de lo que hice ayer) y sus incendiarias definiciones en las que destroza al peronismo (al que trató mucho mejor que en otras notas), el psicoanálisis, los economistas, la homeopatía y el rock. 

¿Es transgresor o se hace? No parece decir nada por compromiso ni para hacer honor a su fama. Al final, admitió con culpa que debería hacer más ejercicio: camina un poco y practica natación sólo en el verano. Hay algo que extraña de su juventud: practicar remo en el Tigre.

“Remar contra la corriente es único”, me dijo. Y allí entendí que eso es lo que él se pasó haciendo en estos últimos 90 años.

© Escrito por Ricardo Carpena el domingo 21/10/2010 y publicado en el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Un accidente, cincuenta informes y muchas dudas... De Alguna Manera...


Hay dinero que se quedó en el cajón de Jaime y Schiavi…

Leandro Despouy sobre Once: “Hay dinero que se quedó en el cajón de Jaime y Schiavi”

El titular de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy, no se privó este sábado de opinar acerca del nuevo accidente ocurrido en el tren Sarmiento, del cual quedó como saldo la friolera de 80 heridos.

El funcionario habló con el programa de radio que Christian Sanz conduce por MDZ Radio, Políticamente Incorrecto. Allí, aseguró que la entidad a su cargo realizó no menos de 50 informes, tanto sobre transporte de pasajeros como ferrocarriles de cargas. Aunque comparó la situación con lo sucedido el 22 de febrero de 2012, Despouy se mostró cauto al asegurar que se van a esperar las auditorias técnicas.

De todos modos, calificó el sistema ferroviario vernáculo como “una cosa tétrica”, al tiempo que recordó que “ha habido una enorme inversión por parte del Estado”. A ese respecto, dijo que los entonces concesionarios de TBA, los hermanos Cirigliano, recibieron más de tres mil millones de pesos en nueve años.

E insistió en trazar un panorama desolador respecto a los trenes, en el cual aparecen diez años de “desmantelamiento ferroviario de Menem”, a los cuales le siguieron diez años donde se vieron “desvíos y fondos que no se aplicaron para mantenimientos”, sino para prebendas.

En tal sentido, Despouy sentenció: “No se entiende cómo el Estado pudo entregar tanto dinero sin controlar”. Y recordó que para otorgar un subsidio hay que controlar qué se hizo con el subsidio previo.

Más adelante, el titular de la AGN reveló que “desde 2004 —y antes— veníamos diciendo, y sin embargo el Estado no tuvo el más mínimo cuidado”. Según el funcionario, los informes elevados al Ejecutivo nacional mostraban que podían suceder tragedias como la sucedida hoy.

No obstante, Despouy advirtió que “también mostramos que había descontrol en los fondos que se entregaban a TBA”.

En ese marco, advirtió que la CNRT también hizo observaciones y multas, las cuales jamás se aplicaron. “Ese dinero se quedó en el cajón de (Ricardo) Jaime y luego de (Juan Pablo) Schiavi”, agregó.

Sin embargo, el titular de AGN dijo que, desde que esta Florencio Randazzo, “se nota que se han llevado a cabo algunos emprendimientos, no hemos evaluado la dimensión”. No obstante, aseguró que no han sido lo suficientemente eficaces.

Luego, aseveró que, en su momento, la entidad que comanda hizo un informe sobre la compra de material ferroviario a España y Portugal. “Es para ir y detener al que lo hizo (…) Se compró material que no era ni chatarra”.

Y recordó que el entonces transportador “dijo que no podía cargar eso: ni como chatarra sirve (…) Es una burla, no es una compra”.

Finalmente, Despouy puso el foco en la sospechosa “actitud de entregar fondos a empresas que nunca dieron una respuesta adecuada”. Y dijo: “Eso solo cabe cuando el funcionario de Estado tiene un interés que no es el de mejorar el subsidio”.

Y culminó: “Se puede suponer, esperar, que hay otro interés. Sobre todo cuando la calidad del servicio es pésima”.

Escuchá la entrevista a continuación:



© Publicado por la Redacción de TDP el sábado 19/10/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.