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domingo, 19 de octubre de 2025

Entre Washington y Buenos Aires - La pulseada que sacudió al dólar y reavivó la desconfianza inversora… @dealgunamanera...

Entre Washington y Buenos Aires - La pulseada que sacudió al dólar y reavivó la desconfianza inversora…

El séptimo de caballería. Dibujo; Pablo Temes.

El 16 de octubre marcó un hecho sin precedentes: el Tesoro de Estados Unidos intervino en el mercado argentino para sostener el peso, pero los operadores locales le hicieron frente comprando dólares. La maniobra, ejecutada a través del Citi, no logró frenar la suba de la divisa. Mientras tanto, el gobierno de Milei espera con ansiedad la activación del swap de 20 mil millones de dólares prometido por Donald Trump, Scott Bessent y el propio FMI para evitar un default entre 2026 y 2027.


© Escrito por Carlos Burgueño, Periodista. Lic. en Ciencia Política. Máster en Economía y Sociología, el sábado 18/10/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad de Buenos Aires, República Argentina.

Los mercados tienen una metáfora que los describe con exactitud: el capital tiene la valentía de un ciervo y la velocidad de una liebre. Llevado a la realidad, el dinero invertido y manejado por profesionales de ocasión (los famosos traders) tiene una atención permanente al 100% mirando las circunstancias que rodean la apuesta, huelen a distancia el riesgo cuando este es demasiado alto y una opción que una vez produjo rentabilidades importantes ya tiene aroma a peligro y, finalmente, están a una tecla directa de huir de ahí hasta nuevo aviso. Se podría agregar que el capital no es rencoroso, y que ante una nueva oportunidad de negocios y renta, el ciervo volverá por los sabrosos líquenes que comió en el lugar de peligro y a estar atento para huir con la velocidad de una liebre en forma.

Y nada como el mercado argentino para demostrar esta teoría. El jueves se vivió una jornada vibrante y para la historia. Por primera vez desde que el jueves 9 comenzó a ejecutarse el plan de salvataje de los Estados Unidos a la Argentina, en su versión intervención del Tesoro en el mercado cambiario, el 16 de octubre las fuerzas locales (que no son las del Cielo) enfrentaron la embestida desde Washington, y compraron dólares al mismo tiempo que desde los Estados Unidos se compraban pesos. Se especuló con que el Tesoro compró ayer unos 100 millones de pesos más, y que ya completa un total de casi mil millones. La operación de ayer se realizó a través del Citi, que al cierre de esa rueda informó a sus clientes lo siguiente: “Acabamos de ejecutar operaciones al contado de USD/ARS en nombre del Departamento del Tesoro de Estados Unidos en el mercado local”. No obstante, el dólar mayorista volvió a subir ese día, igual que lo ocurrido en la rueda anterior. El tipo de cambio comercial ganó 22 pesos o un 1,6% este jueves, a $ 1.402 para la venta, el precio más alto desde el jueves 9, justamente cuando inició la intervención directa de la administración de Donald Trump en la plaza local.

Evidentemente, y por primera vez, hubo una decisión de los tenedores de pesos de desafiar la intervención del Tesoro de los Estados Unidos, de la misma manera que hasta el jueves de la semana pasada se desafiaba al Tesoro, pero argentino. Aquellos días tan lejanos (siete días atrás en realidad), y hasta el miércoles de la semana pasada el Ministerio de Economía, a través del Tesoro, había vendido unos 1.200 millones de dólares, y le quedaban poder de fuego por unos US$ 600 millones. Advirtiéndose además que antes de fin de mes, habría que pagar unos 300 millones a organismos financieros internacionales. Fue entonces cuando aparecieron las fuerzas de Washington mostrándoles a los operadores locales del mercado cambiario, que el Tesoro estaba dispuesto a comprar pesos (obviamente a pérdida), para sostener al gobierno local en su marcha hacia las elecciones legislativas del 26 de octubre. La situación se ordenó ese jueves al cerrar la rueda, se mantuvo controlada el lunes, se complicó el martes con las poco claras declaraciones de Donald Trump, pero, a fuerza de una nueva intervención del Tesoro norteamericano, se ubicaron en tiempo y forma ayer, con un dólar que cerró a 1.475, por debajo de la frontera psicológica de los 1.500 pesos.

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Sin embargo el 16, se registró el primer enfrentamiento directo entre el Tesoro de los Estados Unidos (el de la Argentina está fuera de juego) y los mercados locales, una batalla inédita en la historia de las finanzas y la política cambiaria criolla. Y quizá mundial. Se podría decir que este primer combate resultó positivo para las fuerzas criollas que lograron sostener el precio de la divisa por arriba de los 1.400 pesos, aun con la intervención del Tesoro a través del Citi.

Evidentemente, el hecho de haber quedado liberados luego de la licitación del miércoles de Letras del Tesoro unos 1,4 millones de dólares en pesos en moneda local que antes estaban en papeles no renovados, y que demandan dólares, no quedarse en pesos, fue una fuerza demasiado potente, aun para la intervención simbólica de Scott Bessent y sus muchachos.

El ciervo no se contentó con la seguridad teórica del Tesoro versión EE.UU., y eligió correr rápido como una liebre a los dólares de ocasión. Venciendo incluso al efecto confianza que intentaron mostrar las fuerzas de Bessent.

Algo quedó claro ese día. Los mercados solo esperan una noticia concreta y exacta: cómo será la activación del swap por unos US$ 20 mil millones que el gobierno norteamericano asegura, reafirma y repite se pondrá a disposición de la Argentina con un único objetivo simple, claro y concreto: que el país no caiga en default entre 2026 y 2027. Según lo negociado, divulgado pero no confirmado, Estados Unidos sería a disposición del país en alguna cuenta del Tesoro argentino en el Banco Central de la República Argentina (BCRA), se activará cada vez que llegue un vencimiento importante de los bonares y globales; y, también, los bopreales. Los dólares que pondrá a disposición del gobierno norteamericano a través de los DEG del Fondo Monetario Internacional (FMI), se activarán y podrán a disposición del país días antes de concretar los pagos correspondientes al 9 de enero y 9 de julio de 2026 y 2027. Serían unos 4.224 millones en el primer caso, y otros 4.213 en el segundo. En total, US$ 8.437 millones que se replican en ambos períodos sumando finalmente 16.874 millones. A este dinero hay que sumar 1.005 millones de bopreales (bonos emitidos para cancelar la deuda con los importadores incurrida durante el gobierno de Alberto Fernández) en febrero y otros 1.028 millones en mayo, con un total de 2.033 millones de dólares, en ambos casos solo para el ejercicio 2025. Los dos capítulos suman US$ 18.907 millones; unos US$ 1.093 millones menos que el dinero que los US$ 20 mil comprometidos en la ayuda de Estados Unidos y el FMI.

Los dólares se activarían unos días antes del pago, quizá, sin que la Argentina deba pedir autorización. Simplemente el país deberá anunciar al Fondo Monetario Internacional (FMI), que activará una cantidad predeterminada de Derechos Especiales de Giro (DEG, la moneda del organismo cotizante en dólares), los que se descontarán de los casi 110 mil millones de dólares que Estados Unidos aporta anualmente al organismo que maneja Kristalina Giorgieva. El dinero se utilizará exclusivamente para cumplir con el vencimiento de los bonares y globales o los bopreales. Solo para este motivo. Ni una divisa para sostener tipos de cambio o compromisos varios existentes o por inventar. Concretamente, la intención puntual y exclusiva, es que la Argentina no caiga en default durante los dos años que restan de gestión de Javier Milei. Luego, se verá.

Como se instrumentarían a través del FMI vía swap, piensan en ambos costados de las orillas donde se diseñó el plan; no se requerirá ni una ley en la Argentina ni una autorización del Congreso de los Estados Unidos. En el primer caso, porque significaría cambio de pasivos, ya que la deuda con bonistas muta en pasivo con el FMI; con lo cual, al no haber nuevo endeudamiento, se surfearía la necesidad de pasar por el Congreso. Al menos en la visión del oficialismo. Por el lado del gobierno de Donald Turmp, no hay dinero de la administración nacional para la Argentina, sino un giro de dólares desde el FMI con plata que, sí o sí, con o sin ayuda al país sudamericano, EE.UU. habría destinado al Fondo. Trump salvaría las críticas demócratas. Y mantendría a su aliado en sintonía con el capitalismo mundial.

Hasta que este anuncio no se concrete. Se anuncie. Se ponga en funcionamiento. Y, en lo posible, se muestren los papeles firmados por los dos gobiernos, el peso argentino será un ciervo atento y cobarde, a punto de huir al dólar como una liebre.




 

domingo, 12 de octubre de 2025

Los costos del «salvavidas»... @dealgunamanera...

Los costos del «salvavidas»

El Gobierno argentino, representado por su equipo económico, aceptó esta semana en Washington decisiones relevantes sobre el futuro del país, en perfecta sintonía con su par de la Casa Blanca, el secretario del Tesoro, Scott Bessent.

© Escrito por Carlos Heller, Dirigente Cooperativista, el sábado 11/10/2025 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

El plan de «ayuda» acordado se justificó por razones relevantes, explicitó Bessent. «El éxito de la agenda de reformas de Argentina –afirmó– es de importancia sistémica. Y una Argentina fuerte y estable que ayude a anclar un hemisferio occidental próspero es de interés estratégico para Estados Unidos».

 

Adicionalmente, para despejar dudas de «los mercados», aportó lo suyo la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. La Argentina, dijo en una conferencia, «está llevando adelante un programa de ajuste muy drástico. El éxito va a depender de lograr que la gente acompañe».

En esa expectativa, Georgieva no dudó en sugerir el camino a profundizar, al tiempo que les dijo a los funcionarios de La Libertad Avanza que encaran una tarea de valientes. «En mi parte del mundo, en Europa Central y del Este, tuvimos ejemplos de líderes valientes que hicieron cosas muy difíciles, recortaron pensiones y salarios en un 40% o 50%, y fueron reelegidos. ¿Por qué? Porque lograron que la gente los acompañara».

 

Un punto a destacar de Georgieva fue que advirtió que la reducción del déficit no puede basarse solo en el ajuste del gasto, sino que también se requieren políticas que expandan la actividad y, por consiguiente, la recaudación de impuestos. Escenario que para nada refleja la realidad actual de la Argentina, con su economía estancada, un sector productivo abandonado a su suerte y sometido a la apertura importadora, el achicamiento del mercado interno y desajustes financieros que se expresan en tasas de interés altas y volátiles y un tipo de cambio que genera desconfianzas. 

 

La titular del FMI insistió: «El paso más importante y el más difícil –dijo– es involucrar a la gente. Hacer que comprenda que el creciente déficit y el mayor gasto público no necesariamente les benefician». Y reconoció que «todavía no hemos descubierto cómo involucrar a la gente con nosotros en situaciones que son difíciles».

 

Ciertamente, la coyuntura es tanto o más difícil que la atravesada en la década de los 90, cuando sostuve algo hoy plenamente vigente: «El límite al ajuste radica en la capacidad de resistencia de los ajustados».

 

Urgencias.

Lo que se vivió en los últimos días en la Argentina fue preocupante, si se toma como referencia la sustancial venta de dólares de las reservas por parte del Gobierno, para mantener su esquema de bandas.

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La sangría duró hasta que Bessent confirmó, mediante un posteo, que «hoy compramos directamente pesos argentinos». Otra forma de decir que el Gobierno de EE.UU. vendió dólares en el mercado cambiario nacional para sostener las cotizaciones. Lo cual, aunque se lo quiera mostrar como una operación normal, fue una inaceptable intromisión en el mercado de cambios argentino.

 

Bessent anunció asimismo que «hemos finalizado un marco de swap de divisas de 20.000 millones de dólares con el Banco Central de Argentina». Y por si hicieran falta más señales, sostuvo que el Tesoro de EE.UU. «está preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados».

 

Cabe resaltar el agudo comentario del estadounidense Paul Krugman, premio Nobel de Economía, publicado en el New York Times. Señaló allí que el intercambio de monedas de Bessent «no solo fue un intento de rescatar a la versión argentina de Elon Musk, sino también a sus colegas de los fondos de cobertura». 

 

Por su parte, una de las principales referentes del partido Demócrata, Elizabeth Warren, expresó: «Trump cerró nuestro Gobierno. Pero está abierto a desembolsar US$ 20.000 millones para su aliado político en la Argentina. Tenemos un nuevo proyecto de ley para detener este rescate y poner a “Estados Unidos primero”».

 

A esta altura cabe preguntarse: ¿hasta dónde llegarán las concesiones no manifestadas aún, que el Gobierno argentino se comprometió a hacer? ¿Cuánto habrá que pagar, no solo en intereses por los fondos recibidos, sino en términos estratégicos? ¿Cuánta soberanía se resignará?

 

Al momento de pagar por los favores obtenidos, difícilmente la mayor parte de la población se vea beneficiada por reformas como la impositiva y la laboral, que en última instancia propician un cambio de precios relativos en contra del salario y recorte de sus derechos.

 

Límites.

El oficialismo, en tanto, trabaja en dos sentidos para mantener neutralizado al Parlamento. Junto con la apuesta al mejor resultado posible en las elecciones, se busca recomponer la relación con algunos gobernadores y con determinados espacios políticos.

 

Son preocupantes, en este sentido, las versiones que hablan de «un acuerdo para trabajar juntos» después del 26 de octubre, publicadas en la prensa tras el último encuentro entre Javier Milei y Mauricio Macri.

A su vez, los gobernadores «dialoguistas» dejan trascender que después de los comicios volverían a acordar a espaldas de la voluntad popular.

 

El Gobierno, por lo pronto, tratará de garantizarse el tercio de legisladores necesario para continuar su cadena de decretos de necesidad y urgencia y de vetos a leyes sancionadas por el Congreso.

 

En la sesión del miércoles pasado en Diputados se alcanzó el quorum para tratar la ley que limita el uso de los DNU, y se lograron las mayorías para la aprobación en general. No obstante, el proyecto volvió al Senado, debido al rechazo del artículo 3, que establecía un plazo de 90 días para que el Congreso deba tratar los decretos.

 

El Gobierno ganó tiempo hasta después de las elecciones, pero sobre todo morigeró una derrota política, al prorrogar momentáneamente el instrumento que utilizó todo este tiempo (los DNU) para avanzar con su programa de ajuste, endeudamiento y reformas, de espaldas a la opinión del Parlamento.

 

El voto de parte de la «oposición amigable» resultó crucial para que el proyecto volviese a la Cámara de origen. Lo ocurrido pone de manifiesto la importancia de votar en octubre a sabiendas de lo que está en juego.




miércoles, 1 de octubre de 2025

El fantasma del Default - La fragilidad política de Milei a un paso de las elecciones... @dealgunamanera...

El fantasma del Default - La fragilidad política de Milei a un paso de las elecciones...

Puercos negociados. Dibujo: Pablo Temes.

Trump lo apuntaló con apoyo financiero, pero las tensiones internas y la inseguridad golpean la campaña.

© Escrito por el Doctor Nelson Castro el domingo 28/09/2025 y Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad de Buenos Aires, República Argentina.

“Hay olor a default”, dijo desde el balcón de su prisión domiciliaria en la calle San José 1111, en el barrio de Balvanera, Cristina Fernández de Kirchner. Más allá de la intención claramente destituyente utilizada por la condenada expresidenta –nota al pie: esta es una muestra más de la actitud golpista que el peronismo en la oposición ha tenido siempre–, la frase representaba una realidad: la falta de reservas en el Banco Central ponía al país ante la dura realidad de la cesación de pagos. Esta falta de reservas –entiéndase, dólares– amenazaba seriamente al Gobierno. La catastrófica derrota sufrida por la alianza La Libertad Avanza-PRO en la provincia de Buenos Aires paralizó al Gobierno y generó un clima de desconfianza que trajo como consecuencia una abrupta alteración de los así llamados mercados.

El resultado de esto dio pie a un combo explosivo para la economía argentina: suba del dólar, aumento del riesgo país y caída de los bonos de la deuda. Así, en una semana, se disipó gran parte de los logros macroeconómicos alcanzados por el Gobierno. Fue recién en el fin de semana pasado cuando el Presidente pareció haber tomado conciencia plena de lo que estaba pasando y el abismo hacia donde se iba. Ahí, entonces, se pusieron en marcha los mecanismos de negociación que le terminaron abriendo a Javier Milei las puertas que le dieron el acceso a una ayuda fundamental para darle oxígeno al plan económico y tranquilizar así a los mercados. Esa ayuda –como no podría haber sido de otra manera– vino de la mano de Donald Trump. Hubo dos frases que marcaron la decisión firme de su gobierno de apoyar a Milei. Una provino del poderoso secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, cuando manifestó: “Estamos dispuestos a todo lo que sea necesario para apoyar al gobierno argentino”. La otra la expresó el mismo Trump durante el encuentro de veinte minutos que mantuvo con Milei. Dijo allí: “Tiene mi total respaldo para la reelección”.

El equipo gubernamental volvió exultante y haciendo gala de una soberbia que no sorprende. Casi como si se hubiera olvidado de la situación de indefensión y vulnerabilidad vivida apenas horas antes. A todo el apoyo recibido desde La Casa Blanca se le agregó el dato de la caída del índice de pobreza, que fue del 31,6%, es decir, casi 7 puntos menos que el del semestre anterior, que había sido del 38,2%. Si el Gobierno cree a pie juntillas que eso significa una baja real de la pobreza es porque está viendo otra realidad. La gente de a pie da testimonio de ello día tras día; esos son los verdaderos argentinos de bien.

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Al interior del oficialismo hay preocupación por la elección de octubre, mencionada en el comunicado del secretario Bessent. A propósito, los que supieron leer el texto interpretaron sin dudarlo que hay una exigencia para que se libere totalmente el mercado cambiario, es decir, que se levante completamente el cepo para que las empresas –en este caso, estadounidenses– puedan remesar sus dividendos a sus casas matrices. Vale recordar un ABC de las inversiones: la plata no entra donde no puede salir.

Pero volvamos a la elección de octubre, que será crucial para el Gobierno. El Presidente ya comprendió que necesita buscar acuerdos políticos. El problema es que ahora recoge tempestades después de haber sembrado tanto grito y maltrato contra sus naturales y lógicos aliados; es por eso que esos acuerdos son prácticamente imposibles antes de los comicios. “Hablaremos con el Gobierno después del 26 de octubre, con los resultados en la mano”, se escucha decir a muchos de los que supieron estar cerca del Gobierno, que los ninguneó y los marginó. La pelota ahora está del lado de los heridos y nadie está dispuesto a regalarla por un apuro que es ajeno.

El respaldo financiero alejó el fantasma de la cesación de pagos pero no las internas libertarias.

El Banco Central volvió sobre la restricción “cruzada” para las personas que quieran comprar dólares en el mercado oficial y luego operar con dólar MEP y el contado con liquidación. En el Gobierno buscan cortar con el “rulo” que da ganancias en dólares por la compraventa de moneda extranjera. “Ahora están tomándose las cosas más en serio. Por más que el ministro Caputo sostenga el tonito sobrador, sabe que tuvo que ajustarse el cinturón de seguridad”, graficó un economista que se distanció del Gobierno. Hay que cuidar las reservas. La película de la asistencia financiera de los Estados Unidos no puede terminar como en tiempos del macrismo.

El Gobierno sabe que inicia el proceso electoral con –al menos– dos frentes que le preocupan: la cruel interna libertaria que lo hace dudar hasta de los candidatos que se han elegido para sus listas –otra vez sopa– y los números de las encuestas, que son dispares y poco satisfactorios. En voz baja y no tanto, son cada vez más los que se animan a cuestionar la estrategia de Karina Milei de salir a competir con nombres propios incluso en territorios donde contaban con aliados que le facilitaban la estructura. “Vamos a prenderle una vela al riesgo Kuka”, dijo con ironía un legislador de LLA.

El triple crimen de La Matanza, que les arrebató la vida de manera brutal a Lara Gutiérrez, de apenas 15 años; y Morena Verdi y Brenda del Castillo, de 20, le dio un doloroso baño de realidad a la campaña. Narcotráfico, prostitución infantil, ruptura del tejido social, mezquindad política, ausencia del Estado y falta de empatía de una clase dirigente que vive de espaldas a la gente. Todos los candidatos quedaron pedaleando en el aire ante tremenda radiografía del Conurbano profundo. Algunos tuvieron tan poca vergüenza como para endilgar responsabilidades por jurisdicción.

Para frenar al narcotráfico y darles alguna posibilidad de progreso a miles de jóvenes que deambulan por las calles emborrachados de ocio sin saber qué hacer de sus vidas es necesario que, de una vez por todas, la Nación, la Ciudad y la provincia de Buenos Aires se pongan a trabajar juntas, independientemente de su color político. Algo que, a pesar de todo, parece poco probable.




lunes, 21 de abril de 2025

Tareas pendientes del buen alumno... @dealgunamanera...

Tareas pendientes del buen alumno...

El acatamiento, en exceso, del Gobierno nacional a las directrices del Fondo Monetario Internacional (FMI), junto con el respaldo del principal socio del organismo, mediante la reciente visita del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, son señales contundentes del regresivo encuadre socioeconómico presente y de la hoja de ruta que se pretende impulsar en el corto y mediano plazo. 

© Escrito por Carlos Heller, dirigente cooperativista, el lunes 21/04/2025 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad de Buenos Aires, República Argentina. 

El propio presidente Javier Milei definió el cuadro al comentar el encuentro con el funcionario norteamericano: «Los semejantes tienen que trabajar juntos, tanto para prosperar como para protegerse mutuamente, por eso la Argentina tiene la intención de ser un aliado firme de los Estados Unidos en la región». 

Resulta cuestionable esa afirmación, en medio de la arremetida arancelaria global dispuesta por la Casa Blanca, al igual que la idea de que un tratado de libre comercio con Estados Unidos (EE.UU.) beneficiaría por igual a ambos países.​​​​​​​

La argentina es una economía en desarrollo que necesita, entre otras cosas, un Estado que administre el comercio internacional para proteger y desarrollar la industria nacional, en particular el sector pyme.​​​​​​​

Mientras, la forma más beneficiosa de vincularnos al mundo debería ser fortaleciendo el Mercosur, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y otros acuerdos regionales, de modo de tener mayor poder de negociación. 

Más allá de la polémica calificación de «semejantes», lo cierto es que el apoyo de EE.UU. y el aval del FMI al rumbo emprendido no garantizan mejoras reales para la mayor parte de las empresas y de la población nacional. Todo lo contrario: casi siete décadas de permanencia de la Argentina en el Fondo y decenas de acuerdos previos (con endeudamiento creciente) no dejan demasiado margen para el optimismo.​​​​​​​

Por eso insistimos en que no hay razones para festejar. Menos aún cuando el trámite seguido para conseguir financiamiento volvió a incumplir leyes vigentes, al solicitar mediante un decreto de necesidad y urgencia la aprobación del Congreso (meta lograda) para las operaciones de crédito público.​​​​​​​

Los 20.000 millones de dólares comprometidos por el FMI se suman al megacrédito otorgado en 2018, el mayor de la historia para el país y para el organismo y, como siempre, el préstamo viene atado a mayores condicionamientos y costos financieros. 

Como ya se difundió, los recursos que empezaron a llegar esta semana tienen como contracara la promesa de los funcionarios locales de avanzar en la flexibilización laboral, la reforma jubilatoria, privatizaciones de empresas públicas y una profundización de la apertura importadora. 

Esos planes se contemplan para después de las próximas elecciones, suponiendo que las urnas mostrarán el éxito del camino libertario.​​​​​​​

El Gobierno y el FMI acordaron, además, un impulso a las inversiones en minería y energía, lo cual, junto con los grandes agronegocios, tiende a consolidar un modelo de economía dependiente del sector primario. 

Adicionalmente, y para mayor estímulo al arribo de divisas, el Banco Central dio luz verde a inversores extranjeros que ingresen dólares, los cambien por pesos y mantengan sus colocaciones por seis meses. Luego podrán hacerse nuevamente de dólares para remitirlos al exterior, es decir, tendrán una garantía para hacer «carry trade» hasta octubre. 

Entretanto, dada la incertidumbre ligada a la flotación del tipo de cambio, habrá que esperar para ver si los exportadores liquidarán divisas a los actuales valores exhibidos por la moneda estadounidense. 

De momento, para favorecer esa liquidación, quedó confirmado que a fin de junio finalizaría la reducción a las retenciones dispuesta meses atrás. 

Elogios​​​​​​​

La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, se apuró a justificar la nueva operación con la Argentina, tras elogiar la «rápida desinflación» y la «sólida recuperación económica», atribuidas a las políticas libertarias. Pero advirtió, a la vez, que el país aún enfrenta «vulnerabilidades externas y estructurales», por lo que, a su juicio, será clave mantener la «firmeza en las políticas y la flexibilidad para adaptarlas si el contexto global lo requiere». 

Desde sus oficinas en Washington, Georgieva también avizoró «incipientes mejoras sociales», que aquí no alcanzan a percibirse.​​​​​​​

Lo que sí se ve es que el pregonado «levantamiento del cepo», que arrancó con una devaluación del peso de 12% (luego levemente morigerada), podría derivar en un nuevo repunte inflacionario para perjuicio de la mayor parte de las familias nacionales.​​​​​​​

Esta situación coincide con el fuerte deterioro del empleo. Según informó el Indec, el 42% de los/as trabajadores/as estaba bajo condiciones de informalidad laboral en el último trimestre de 2024. Pero esa proporción de trabajo en negro se elevaba al 58,7% entre los jóvenes de hasta 29 años, mientras ascendía al 51,9% en el comercio y al 76,6% en la construcción. Se sabe que más informalidad implica menor posibilidad de aportar al sistema previsional, y menor calidad de los empleos disponibles. 

En este escenario, paradójicamente, las autoridades preparan reformas que se traducirán en una mayor desprotección y quita de derechos conquistados en decenios anteriores. A la vez, el probable rebrote inflacionario y los anticipos sobre un mayor ajuste fiscal desdibujan lo que deberían ser los objetivos centrales de la política económica. Esto es, crecer de modo equilibrado, con ejes en el fortalecimiento del mercado interno y las pymes locales, y con un Estado activo que intervenga en la economía para que los frutos de la eventual expansión se distribuyan más equitativamente entre la población.