Entre Washington y Buenos Aires - La pulseada que sacudió al dólar y
reavivó la desconfianza inversora…
El 16 de octubre marcó un hecho sin precedentes: el
Tesoro de Estados Unidos intervino en el mercado argentino para sostener el
peso, pero los operadores locales le hicieron frente comprando dólares. La
maniobra, ejecutada a través del Citi, no logró frenar la suba de la divisa.
Mientras tanto, el gobierno de Milei espera con ansiedad la activación del swap
de 20 mil millones de dólares prometido por Donald Trump, Scott Bessent y el
propio FMI para evitar un default entre 2026 y 2027.
Y nada como el mercado argentino para demostrar esta teoría. El jueves
se vivió una jornada vibrante y para la historia. Por primera vez desde que el
jueves 9 comenzó a ejecutarse el plan de salvataje de los Estados Unidos a la
Argentina, en su versión intervención del Tesoro en el mercado cambiario, el 16
de octubre las fuerzas locales (que no son las del Cielo) enfrentaron la
embestida desde Washington, y compraron dólares al mismo tiempo que desde los
Estados Unidos se compraban pesos. Se especuló con que el Tesoro compró ayer
unos 100 millones de pesos más, y que ya completa un total de casi mil
millones. La operación de ayer se realizó a través del Citi, que al cierre de
esa rueda informó a sus clientes lo siguiente: “Acabamos de ejecutar
operaciones al contado de USD/ARS en nombre del Departamento del Tesoro de Estados
Unidos en el mercado local”. No obstante, el dólar mayorista volvió a subir ese
día, igual que lo ocurrido en la rueda anterior. El tipo de cambio comercial
ganó 22 pesos o un 1,6% este jueves, a $ 1.402 para la venta, el precio más
alto desde el jueves 9, justamente cuando inició la intervención directa de la
administración de Donald Trump en la plaza local.
Evidentemente, y por primera vez, hubo una decisión de los tenedores de
pesos de desafiar la intervención del Tesoro de los Estados Unidos, de la misma
manera que hasta el jueves de la semana pasada se desafiaba al Tesoro, pero
argentino. Aquellos días tan lejanos (siete días atrás en realidad), y hasta el
miércoles de la semana pasada el Ministerio de Economía, a través del Tesoro,
había vendido unos 1.200 millones de dólares, y le quedaban poder de fuego por
unos US$ 600 millones. Advirtiéndose además que antes de fin de mes, habría que
pagar unos 300 millones a organismos financieros internacionales. Fue entonces
cuando aparecieron las fuerzas de Washington mostrándoles a los operadores
locales del mercado cambiario, que el Tesoro estaba dispuesto a comprar pesos
(obviamente a pérdida), para sostener al gobierno local en su marcha hacia las
elecciones legislativas del 26 de octubre. La situación se ordenó ese jueves al
cerrar la rueda, se mantuvo controlada el lunes, se complicó el martes con las
poco claras declaraciones de Donald Trump, pero, a fuerza de una nueva
intervención del Tesoro norteamericano, se ubicaron en tiempo y forma ayer, con
un dólar que cerró a 1.475, por debajo de la frontera psicológica de los 1.500
pesos.
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Sin embargo el 16, se registró el primer enfrentamiento directo entre el
Tesoro de los Estados Unidos (el de la Argentina está fuera de juego) y los
mercados locales, una batalla inédita en la historia de las finanzas y la
política cambiaria criolla. Y quizá mundial. Se podría decir que este primer
combate resultó positivo para las fuerzas criollas que lograron sostener el
precio de la divisa por arriba de los 1.400 pesos, aun con la intervención del
Tesoro a través del Citi.
Evidentemente, el hecho de haber quedado liberados luego de la
licitación del miércoles de Letras del Tesoro unos 1,4 millones de dólares en
pesos en moneda local que antes estaban en papeles no renovados, y que demandan
dólares, no quedarse en pesos, fue una fuerza demasiado potente, aun para la
intervención simbólica de Scott Bessent y sus muchachos.
El ciervo no se contentó con la seguridad teórica del Tesoro versión
EE.UU., y eligió correr rápido como una liebre a los dólares de ocasión.
Venciendo incluso al efecto confianza que intentaron mostrar las fuerzas de
Bessent.
Algo quedó claro ese día. Los mercados solo esperan una noticia concreta
y exacta: cómo será la activación del swap por unos US$ 20 mil millones que el
gobierno norteamericano asegura, reafirma y repite se pondrá a disposición de
la Argentina con un único objetivo simple, claro y concreto: que el país no
caiga en default entre 2026 y 2027. Según lo negociado, divulgado pero no
confirmado, Estados Unidos sería a disposición del país en alguna cuenta del
Tesoro argentino en el Banco Central de la República Argentina (BCRA), se
activará cada vez que llegue un vencimiento importante de los bonares y
globales; y, también, los bopreales. Los dólares que pondrá a disposición del
gobierno norteamericano a través de los DEG del Fondo Monetario Internacional
(FMI), se activarán y podrán a disposición del país días antes de concretar los
pagos correspondientes al 9 de enero y 9 de julio de 2026 y 2027. Serían unos
4.224 millones en el primer caso, y otros 4.213 en el segundo. En total, US$
8.437 millones que se replican en ambos períodos sumando finalmente 16.874
millones. A este dinero hay que sumar 1.005 millones de bopreales (bonos
emitidos para cancelar la deuda con los importadores incurrida durante el
gobierno de Alberto Fernández) en febrero y otros 1.028 millones en mayo, con
un total de 2.033 millones de dólares, en ambos casos solo para el ejercicio
2025. Los dos capítulos suman US$ 18.907 millones; unos US$ 1.093 millones
menos que el dinero que los US$ 20 mil comprometidos en la ayuda de Estados
Unidos y el FMI.
Los dólares se activarían unos días antes del pago, quizá, sin que la
Argentina deba pedir autorización. Simplemente el país deberá anunciar al Fondo
Monetario Internacional (FMI), que activará una cantidad predeterminada de
Derechos Especiales de Giro (DEG, la moneda del organismo cotizante en
dólares), los que se descontarán de los casi 110 mil millones de dólares que
Estados Unidos aporta anualmente al organismo que maneja Kristalina Giorgieva.
El dinero se utilizará exclusivamente para cumplir con el vencimiento de los
bonares y globales o los bopreales. Solo para este motivo. Ni una divisa para
sostener tipos de cambio o compromisos varios existentes o por inventar.
Concretamente, la intención puntual y exclusiva, es que la Argentina no caiga
en default durante los dos años que restan de gestión de Javier Milei. Luego,
se verá.
Como se instrumentarían a través del FMI vía swap, piensan en ambos
costados de las orillas donde se diseñó el plan; no se requerirá ni una ley en
la Argentina ni una autorización del Congreso de los Estados Unidos. En el
primer caso, porque significaría cambio de pasivos, ya que la deuda con
bonistas muta en pasivo con el FMI; con lo cual, al no haber nuevo
endeudamiento, se surfearía la necesidad de pasar por el Congreso. Al menos en
la visión del oficialismo. Por el lado del gobierno de Donald Turmp, no hay
dinero de la administración nacional para la Argentina, sino un giro de dólares
desde el FMI con plata que, sí o sí, con o sin ayuda al país sudamericano,
EE.UU. habría destinado al Fondo. Trump salvaría las críticas demócratas. Y
mantendría a su aliado en sintonía con el capitalismo mundial.
Hasta que este anuncio no se concrete. Se anuncie. Se ponga en
funcionamiento. Y, en lo posible, se muestren los papeles firmados por los dos
gobiernos, el peso argentino será un ciervo atento y cobarde, a punto de huir
al dólar como una liebre.





























