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domingo, 20 de agosto de 2023

Tras las Paso. Hora de un baño de realidad...

Hora de un baño de realidad...


Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes.

Si llegara al gobierno, Javier Milei deberá negociar con la casta. Su modelo teórico es imposible de llevar a cabo.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 20/08/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

A una semana de las PASO la única certeza que domina a la Argentina es la incertidumbre. El shock político producido por el inesperado triunfo de Javier Milei ha dejado azorada tanto a la dirigencia como a la sociedad. Y que se entienda bien: no ganó La Libertad Avanza como partido; el que ganó fue exclusivamente Milei. Un hombre sin estructura ni equipo alguno para cubrir la cantidad de cargos necesarios para gobernar. Un verdadero cisne negro. Ninguno de sus ahora candidatos ganó nada. 


La semana fue toda de Milei. Él marcó la agenda. Él dominó los ratings de los programas de televisión a los que asistió. Se peleó con todo el mundo: políticos, economistas, científicos, artistas y periodistas. Sin embargo, en medio de toda esta borrasca fue el único de los tres candidatos con chances a la presidencia que dijo lo que piensa hacer. Claro que algunos de sus colaboradores tuvieron que salir a aclarar los dichos del candidato en vista de lo inviable de varias de sus propuestas. Cuando Milei dice que piensa romper con China y con Brasil porque son países comunistas, la economista Diana Mondino –su posible ministra de Relaciones Exteriores– debió aclarar que, en verdad, lo que se debe hacer es una reorientación de las relaciones con esos dos países y no una ruptura. Cuando Milei dice que planea cerrar el Conicet –por una supuesta baja productividad–, quienes lo asesoran tuvieron que aclarar que lo que plantean es una reestructuración del organismo. Cuando Milei dice que hay que cerrar el Banco Central, sus economistas corrigen y explican que su idea es la de reestructurarlo. Y así sucesivamente con varios de los enunciados del líder libertario. La reunión que mantuvo vía Zoom junto a tres de los miembros de su equipo económico –Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Darío Epstein– con los representantes del Fondo Monetario Internacional –Rodrigo Valdez, director del Hemisferio Occidental; Ashvin Ahuja, vicedirector de la misma sección; Luis Cubeddu, encargado de la negociación; y Bel Kelmanson, representante del organismo en el país– generó escepticismo en Washington. 


Todos compartieron los objetivos que se expusieron, pero una vez que terminó la comunicación, nadie de los que allí conocen la situación del país las vio viables. Dejó una sensación de voluntarismo atropellado con metas deseables, pero difícilmente cumplibles. Esa pintura no difiere mucho de lo que ocurre puertas adentro de nuestro país cada vez que el libertario se desata delante de algún micrófono. Es, por el momento, una gran incógnita que puede chocar de frente con la coyuntura propia de una Argentina intrincada y sitiada por líderes territoriales, punteros políticos, piqueteros y otros abúlicos del sistema. Las casta, pues, no sería tan fácil de dominar.


Una campaña vergonzosa    


Milei debe comprender –lo antes posible si quiere tener chances de éxito– que la complejidad del entramado que quiere desandar tiene un andamiaje aceitado de no menos de 40 años de rodamiento. La edad de la democracia. Y es la propia democracia la que le impone los desafíos más grandes a una hipotética presidencia suya. Para empezar, debe reforzar sus condiciones de gobernabilidad con un Congreso en franca minoría tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores. Si llegara al sillón de Rivadavia, incluso mejorando su performance de las PASO, no tendría más que 10 de 72 senadores y unos 40 diputados de un total de 257. En este sentido, deberá cerrar acuerdos mínimos de convivencia pacífica con no pocos miembros de la política tradicional, entrando en franca contradicción con su postulado de repudio a la casta. Pero, además, no tiene gobernadores propios, y es sabido que la Argentina no es un país viable para gobernar en minoría. 


En este sentido, el plebiscito es hasta ahora la herramienta que Milei propone para que las medidas de su plan de gobierno sean aceptadas. El líder libertario apuesta, una vez más, al apoyo popular. Hay quienes creen que no parecería descabellado, si no fuera por un detalle que echa por tierra sus posibilidades: las consultas populares emanadas desde el Poder Ejecutivo no son vinculantes. Es decir, pueden servir como método de presión social a la política tradicional, pero sus resultados no tienen la obligación de ser acatados. Volvemos entonces al punto de partida, al problema inicial de tener que negociar con la casta. Milei debería bajar la euforia por unos minutos y darse un baño de realidad. Su modelo es teórico, pero definitivamente imposible de llevar a cabo en la práctica. “Lo escuchamos decir que odia el teorema de Baglini, ¿pero cómo reaccionará fuera de las mieles de la campaña política cuando los bombos y la conflictividad social lo aturdan en las calles?”, se preguntó un hombre de JxC que tiene experiencia suficiente lidiando con el Conurbano. 

Gestos que no dicen nada    


Hablando de No tan Juntos por el Cambio, las PASO han dejado heridas y posiciones irreconciliables que ninguna foto impostada podrá borrar. “Horacio llevó las cosas a un punto de no retorno cuando presionó más de la cuenta intentando sumar foráneos al centro de la coalición”, dicen desde el interior de los equipos de la exministra de Seguridad. “Una Argentina ardiendo en medio de la grieta no hubiera sido beneficiosa para nadie”, apuntan desde Uspallata. 


Ni unos ni otros. Aun con los resultados a la vista, todavía se niegan a dar el brazo a torcer. Tímidamente se animaron a reconocer en público que esa interna estéril les restó poder electoral. En realidad, lo más honesto intelectualmente sería admitir que, por no escuchar la demanda de la gente que les imploraba dejar de enfrentarse públicamente día tras día, terminaron en segundo lugar. La responsabilidad fue estrictamente de ambos contendientes de la coalición opositora. Si Javier Milei llegara al ballottage con Sergio Massa, será una deuda impagable que JxC deberá afrontar.




   

domingo, 8 de noviembre de 2015

La leyenda de Carlos Monzón... @dealgunamanera...

La noche en que Monzón empezó a escribir la leyenda...


Hace 45 años, el santafesino derrotó por nocaut en el 12° round al italiano y se consagró campeón mundial mediano.

La derecha, recta e implacable, llegó limpia a la mandíbula de Nino Benvenuti, que ya no podía seguir retrocediendo porque las cuerdas lo arrinconaban. El italiano cayó de rodillas, con la frente sobre la lona del ring del Palazzo dello Sport de Roma. Cuando consiguió ponerse de pie, el árbitro británico Harry Gibbs ya había llevado su cuenta hasta 10. Corría el 12° round. Todo había terminado para Benvenuti. 

Todo estaba empezando para Carlos Monzón, que esa noche del 7 de noviembre de 1970, hace 45 años, se consagró campeón mundial mediano de la Asociación Mundial de Boxeo y del Consejo Mundial de Boxeo. Esas dos coronas le pertenecieron hasta que se retiró, en 1977, tras derrotar por segunda vez al colombiano Rodrigo Valdez y así poner el broche a una serie de 14 defensas exitosas.

Esa noche, el santafesino conquistó Italia, el primer destino durante un reinado que se extendió a Europa y Estados Unidos, una mezcla del glamour de Mónaco, las tardes jubilosas del Luna Park, el encanto de París y el examen del Madison Square Garden de Nueva York. Por entonces, nadie imaginaba la dimensión que iba a alcanzar Monzón salvo su vencido. "Subirse a un ring con él era un martirio. Era un boxeador tremendamente efectivo, que iba destruyendo a sus rivales de a poco", señaló Benvenuti, quien tuvo revancha en 1971 en Montecarlo y volvió a caer, esta vez en el tercer round. "Era magnífico dentro del ring y un gran hombre fuera de él. Lo sufrí entre las cuerdas y disfruté de su amistad fuera del boxeo", contó el italiano.


Una sólida campaña gestada principalmente en el Luna Park, con victorias ante varios rivales estadounidenses (Candy Rosa, Charlie Austin, Harold Richardson, Doug Huntley, entre otros), los títulos argentino y sudamericano de la categoría (ambos ganados ante Jorge Fernández) y una foja de servicios de 80 combates, con apenas tres derrotas, fueron las cartas de presentación que Monzón llevó a Roma para tratar de dar forma a su sueño.

El argentino no era favorito. Casi nadie creía en sus chances. Sin embargo, no solo llevaba buenos antecedentes a Roma sino también una potencia descomunal en sus manos y una excelente preparación. Esa noche, Monzón dominó el combate en la larga distancia, con la izquierda en punya y la derecha recta, y en también en la corta, con ganchos al cuerpo y uppercuts a la cabeza.

Sin embargo, las tarjetas, localistas como tantas veces, no lo favorecían al final del 11° asalto. Solo quedaban cuatro para cambiar la historia (en aquel tiempo, las peleas por título mundial eran a 15). Entonces salió decidido. Encadenó una serie de golpes que hizo retroceder a Benvenuti, lo llevó hasta su propio rincón y dio forma a su golpe maestro, ese que quedó en el recuerdo.

El que terminó con el italiano. Y empezó a dar forma a su leyenda. La leyenda de Carlos Monzón. 

© Publicado el sábado 07/11/2015 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.