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sábado, 4 de julio de 2015

El kirchnerismo como consecuencia y no como causa... @dealgunamanera...

El kirchnerismo como consecuencia y no como causa...

2003: Kirchner asume en un país desequilibrado emocionalmente. Foto: Cedoc Perfil

La dificultad que encontrará Scioli para satisfacer a los kirchneristas y Macri a los antikirchneristas, definida por el contexto. 

Tanto Scioli como Macri tienen límites de acción en función del contexto que encontrarán. Ni Scioli podrá satisfacer completamente a los kirchneristas, ni Macri completamente a los antikirchneristas. Karl Marx sostenía que cada generación construye su historia, pero con los materiales que le legaron las generaciones anteriores. En las crisis cada uno cae desde su altura, y en las recuperaciones sube desde la suya. Siempre hay una combinación entre lo dado y lo producido.

La Argentina que encontró Néstor Kirchner después de la crisis de 2002, a pesar de que en 1989 ya había habido una megadevaluación y una caída brusca de consumo, no es la misma que se encontró Menem al asumir. Nadie había depositado esperanzas en la economía de Alfonsín, había sido electo presidente por sus méritos republicanos, y su fracaso en lo que no era su fortaleza –como los 13 paros generales y el epílogo de su penúltimo ministro de Economía diciendo “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”– se justificó en un hombre sin experiencia ejecutiva que nunca había administrado una provincia ni una ciudad, porque los continuos golpes militares habían impedido a los políticos hacer esas experiencias.

Ni Scioli podrá satisfacer totalmente a los K, ni Macri completamente a los antikirchneristas

Menem sí cargó de expectativas económicas su presidencia de la mano de expertos en ese campo, aunque fueran los frustrados ejecutivos de Bunge & Born del comienzo y luego los cuadros de la Fundación Mediterránea con Cavallo a la cabeza.

El fracaso de la economía de Menem, con la convertibilidad estallando por el aire después de haber sido el mejor alumno del Fondo Monetario Internacional, produjo en la población una frustración distinta: la de haber creído y sentirse engañado.

No fueron Menem ni Cavallo los que entraron en descrédito sino el capitalismo, la economía ortodoxa y, por desplazamiento, cualquier ortodoxia. Todo pensamiento clásico pasó a ser puesto en duda. La falta de certezas sobre cualquier fundamento hizo que toda previsión de futuro careciera de valor y sólo pudiera ser palpable el presente. En una crisis terminal, donde cada uno se tenía que salvar como podía, se tuvo que crear un tácito pacto de tolerancia generalizada en el que todo valía.

Y de ese “vale todo” de 2002 al “vamos por todo” K hay un hilo conductor, un encadenamiento lógico donde se ve con claridad al kirchnerismo como consecuencia y no como causa de una nueva cultura de valores relajados, más básica y a tono con el clima de época.

También el menemismo fue consecuencia y no causa de época: emergió cuando caían el Muro de Berlín y el comunismo, había una tendencia mundial a reducir el Estado y privatizar empresas públicas, y Reagan y Thatcher eran las estrellas que se retiraban llenas de éxito. Y cuando Néstor Kirchner asume, el péndulo mundial estaba pegando la vuelta, después de 15 años de la generalización del neoliberalismo los resultados prometidos no aparecían y comenzaban a emerger las protestas y los movimientos sociales en todo el mundo, hasta llegar a 2007 con la mayor crisis financiera desde el crack de 1929.

Al quemarse los manuales también se crea una atmósfera indulgente sobre el cumplimiento de normas porque no se sabe bien cuánto valor conservan. La tolerancia y el relajamiento de los valores preexistentes comienzan a generalizarse y a cosechar adhesión. Pasan a tener fuerza electoral retroalimentando desde la cultura a la política. ¿Cómo no iban a creer que podían “ir por todo”, envalentonados por la subida de la marea del “vale todo”?

Hoy estamos en la resaca de ese ciclo y entenderlo como un estadio social más que político/ideológico ayuda a comprender que aunque la mismísima Cristina Kirchner estuviera por ser reelecta en octubre próximo no le sería posible en una tercera presidencia continuar de la misma forma.

Pero al tiempo que se produce una fatiga del “vale todo”, al haber estado instalado como valor durante tantos años dejará una estela en varias generaciones, que impediría que Macri, si fuera electo presidente, pudiera volver a ilusionar a la mayoría de los argentinos con la globalización, la productividad y hasta cualquier valor tradicional educativo, cultural y religioso. Por el contrario, la Argentina exporta al mundo su carácter de época iconoclasta con un Papa indulgente y modelos que van desde la política con Podemos en España hasta la economía con la deuda en Grecia.

El pequeño detalle del traje sin corbata de los líderes de Podemos en España y de los ministros griegos es otro pequeño significante de rebeldía a las sujeciones de la ortodoxia.

Entre "el vale todo" de 2002 y el "vamos por todo" K 
hay un encadenamiento lógico

El corrimiento hacia el medio que tanto haría el kirchnerismo con una presidencia de Scioli, como el que haría el PRO en una presidencia de Macri, también es una consecuencia del marco de posibilidades que ofrece el contexto. No es casual que todos aquellos que tienen posibilidad de suceder a Cristina Kirchner sean moderados y hagan gala de un discurso conciliador.

No es posible otra estrategia, como no hubiera sido posible privatizar en 2003 o estatizar en los 90. El populismo se dio simultáneamente en varios países de Sudamérica como resultado del excedente que generó el aumento del precio de las materias primas; no fue sólo un fenómeno argentino. Y se está agotando también en toda Sudamérica por las mismas causas compartidas.

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© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 04/07/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 22 de junio de 2013

La diferencia en hacerse o ser... De Alguna Manera...


Locura presidencial…
 

Es inevitable, pasado cierto tiempo en el ejercicio del poder todos los presidentes enloquecen. Por lo menos eso muestra la historia argentina reciente. Ninguna ideología desarrolló anticuerpos suficientes pues el virus ataca por igual a presidentes progresistas o conservadores, a democráticos o autoritarios. Es cierto que hay alguna diferencia entre los que son buenas y malas personas. Aunque sin ninguna garantía, los primeros tienen posibilidades de recuperarse pasado cierto tiempo como ex presidentes; así sucedió con Alfonsín, que algunos años después de la resaca del poder volvió a ser la misma persona profunda, bien humorada y tierna de cuando asumió la presidencia. En cambio, Menem nunca se sanó; tampoco llegó a la presidencia siendo un cúmulo de virtudes. Y quizás el mayor talento de Néstor Kirchner haya residido en algo poco valorado por sus seguidores: no haber querido ser reelecto inmediatamente. No vale el argumento de que si se intercalaban con su esposa podrían haber logrado 16 años consecutivos en la presidencia, porque si él hubiera sido reelecto y luego recién lo hubiera sucedido Cristina Kirchner habrían logrado la misma duración.


Megalónama
:

La megalomanía es un estado psicopatológico caracterizado por delirios de grandeza, poder, riqueza u omnipotencia. A menudo el término se asocia a una obsesión compulsiva por tener el control.


Pareciera que ningún presidente puede superar el resentimiento que debe producir haber sido primero adorado y premiado con índices de aprobación aplastantes y más tarde, cuando sus políticas dejan de ser útiles, pasar a ser descartado, ridiculizado e insultado. El primer mecanismo de defensa al que apelan los presidentes es la negación, que luego concluye con un autismo profiláctico. Pero antes la paranoia se transforma en odio generalizado al Otro.

Este proceso no es cronológicamente homogéneo; el resentimiento tiene una etapa de incubación en el que los síntomas no son muy expresados para luego producirse una aceleración de lo que vulgarmente llamamos “locura”, donde los presidentes parecen personas totalmente diferentes de las que fueron electas, desconocidas. Para ellos, los desconocidos son los votantes, que antes aplaudían lo mismo que ahora castigan. Igual que en las relaciones personales: cuando el cristal se rompe, el otro, más que extraño, parece siniestro, aquello que había sido familiar pasa a resultar tenebroso.

Eso le sucede a Cristina Kirchner con la sociedad: el despecho que le produce sentirse rechazada la lleva a retroalimentar el rechazo. Por momentos parece que provocara a propósito a la Corte Suprema para que le falle en contra. Auto cumple sus profecías. Carlos Zannini, pareja simbólica de la Presidenta, redobló la apuesta al decir que Lorenzetti tiene ambiciones presidenciales. Y para completar, Diana Conti agregó: “Hay países latinoamericanos que, por fallos de la Corte Suprema, han sacado a un presidente, hay que estar preparado para resistirlo”.

Ambos se refieren a que el presidente de la Corte Suprema llegue a la presidencia del país frente a una acefalía por renuncia de Cristina Kirchner, de su vicepresidente y los presidentes de las dos cámaras del Legislativo. El presidente de la Corte Suprema ocupa el cuarto lugar en la sucesión presidencial y el primer lugar entre los funcionarios no elegidos por voto popular. Esto último lo obligaría a ser presidente interino y llamar a elecciones en seis meses, pero una visibilidad extrema en un momento de crisis podría darle una altísima popularidad, como la que repentinamente tuvo Cobos en la época de la crisis del campo, y eventualmente ser él mismo candidato a presidente, manteniendo el cargo de presidente interino, y ganar la elección representando a una fuerza de unión nacional multipartidaria.

¿Pero para qué Zannini y Conti convocan a esos fantasmas? Últimamente sobran preguntas como ésa: ¿para qué promueven leyes contra la Corte Suprema sabiendo que tiene el poder de declararlas inconstitucionales? ¿Para qué la castigan públicamente si precisan de su benevolencia en fallos sustanciales para el kirchnerismo? ¿Para qué se comprometen con un 7 de diciembre que cambiaría la historia de los medios sabiendo que procesalmente esa fecha estaba fuera de su alcance? ¿Para qué sacan a Tinelli de El Trece para que no haya imitadores humorísticos en un año electoral y terminan con imitaciones más corrosivas para el kirchnerismo en el programa de Lanata? ¿Para qué colocan el fútbol en el mismo horario que Lanata aumentando su visibilidad? Justificaciones triunfalistas del tipo “las derrotas templan la militancia” esconden una acumulación de fracasos que pueden ser mejor explicados por una pérdida de lucidez.

La sinrazón encuentra alguna justificación formal en las palabras de la Presidenta cuando en Córdoba, tras el fallo adverso de la Corte Suprema, dijo: “La única batalla perdida es la batalla no dada”. Pero quizás lo definió mejor cuando al día siguiente, en el acto del Día de la Bandera en Rosario, comparó su lucha con la de Belgrano, de quien destacó que “lo tildaban de loco”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 22/06/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

sábado, 9 de junio de 2012

¿Cómo es el país de Cristina?... De Alguna Manera...

¿Cómo es el país de Cristina?...


Historiadores y politólogos caracterizan a los gobiernos según la inspiración filosófica de sus actos: las presidencias del último tercio del siglo XIX fueron liberales, con el golpe de 1930 se inició un régimen conservador y autoritario, Perón fue estatista, Frondizi desarrollista, Alfonsín socialdemócrata y Menem neoliberal. ¿Cómo es la Argentina de Cristina?

Ella dirige un país en el que es posible cambiar de sexo o elegir el género con el cual identificarse, pero en el que no se puede comprar dólares o viajar como se quiera sin dar explicaciones. Un país que se sumó a la vanguardia de los que admiten matrimonios entre homosexuales, aunque no favorece la misma libertad para acceder a cualquier libro editado , sin importar dónde haya sido impreso. Un país donde pronto se podrá fumar marihuana libremente y quienes soporten una agonía interminable atada a tratamientos y maquinarias ya no tendrán que excusarse para optar por una muerte digna, pero en el que no se puede acceder a cualquier medicamento que no haya sido fabricado en el país, y se pretende imponer con qué medios hay que informarse.

Mientras que muchas conductas de la vida privada fueron sustraídas a las sanciones de la ley, otras tantas –tan privadas como aquellas– soportan crecientes controles o hasta prohibiciones del Gobierno . Algunos presentan estas maniobras bajo la piel de una supuesta recuperación del rol del Estado. Pero si así fuera, esa intervención implicaría un despliegue de leyes, resoluciones y responsabilidades propias del aparato estatal y lejanas a cualquier arbitrariedad. No parece.

A su vez, la acción del Estado para proteger el bien común es la cara de una moneda cuyo anverso es el control ciudadano sobre sus gobernantes. Pero el Gobierno corre en dirección opuesta: no se aceptan preguntas ni se difunden datos básicos de la gestión –o se malversan–, los organismos de control fueron desactivados o son ignorados, y hasta el Congreso es asemejado con frecuencia a una mera escribanía. Entonces, ¿es Argentina un país liberal, estatista o autoritario? Habrá una respuesta para cada día, o tal vez haya que inventar otra, una nueva palabra suficientemente elástica para contener al gaseoso “modelo”.

© Escrito por Claudio Savoia y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 9 de Junio de 2012.


jueves, 19 de abril de 2012

La Casa está en Orden... A 25 años... De Alguna Manera...

Becerra: "Si mataban a Alfonsín, nos tenían 
que matar a nosotros"...

 
19 de abril de 1987 El presidente Raúl Alfonsín en un encendido discurso en defensa de la estabilidad institucional frente al cuestionamiento de los amotinados en Campo de Mayo, pronuncia la célebre frase "Felices Pascuas"..."La casa está en orden". Foto: Cedoc

A 25 años de la rebelión a Alfonsín de Semana Santa. El secretario del ex Presidente recordó a Perfil.com los tensos momentos en la Rosada ante el levantamiento carapintada. "Tuvimos que empuñar armas".

Carlos Becerra (63 años) era el Secretario General de la Presidencia en aquel otoño de 1987, cuando Aldo Rico y un grupo de militares del Ejército se acuartelaron para reclamar cambios en la cúpula castrense y, sobretodo, eludir los juicios por graves crímenes durante la dictadura.

Becerra es abogado y aún sigue ligado desde Córdoba a la Unión Cívica Radical. Durante la breve gestión de De la Rúa ocupó el mismo cargo y también fue jefe de la SIDE. A 25 años de la agitada Semana Santa, el ex funcionario recordó a este portal los momentos de máxima tensión en la Casa Rosada ante el levantamiento carapintada.

-¿Cómo se enteró del levantamiento? ¿Dónde estaba? ¿Quién se lo comunicó?
-Estaba en Buenos Aires, yo era secretario general de Presidencia y estaba “cama adentro” todo el día. Vivía en funciones. El capitán Barreiro citado por un tribunal de Córdoba por delitos de lesa humanidad fue un disparador del descontento que había dentro de las Fuerzas Armadas. El operativo de Rico y los Carapintadas se produjo y apareció con el Regimiento de Campo de Mayo. El disparador fue judicial y después fue institucional de altísima gravedad.

-Pocos años después de Semana Santa, Aldo Rico declaró que los asesores presidenciales le ocultaron a Alfonsín la rebelión hasta último momento. ¿Fue así?
-Esos dichos de Rico no son ciertos: el presidente Alfonsín estaba totalmente al tanto de lo que pasaba en cada una de las fuerzas, más en las fuerzas de seguridad. El ministerio de Justicia hacía un informe sobre cómo marchaban cada una de estas causas judiciales en los distintos tribunales del país que involucraban a los mandos castrenses. Lo que sucede es que públicamente los oficiales que dieron el no, reclamaban un cambio en el Ejército. Había una situación de crisis dentro de las Fuerzas. Se juntaron varias cosas: la derrota en Malvinas y el regreso de la democracia generaron discusiones permanentes sobre el rol del Ejército durante la dictadura. Se generó una situación de tensión al juzgarse primero las Juntas militares y luego el presidente cumplió con el Decreto de Enjuiciamiento: se determinó que tenían responsabilidades distintas, pero igualmente eran de responsable de los mandos intermedios. Los Tribunales Militares se apartaron y las causas se transfirieron a la Justicia Civil. Se empezaron a citar a comandantes como imputados... El escenario se tensó y se vivió zozobra.

-¿Recuerda su primera conversación con el ex Presidente o la primera “reunión de crisis” luego del levantamiento carapintada?
-Hubo una reunión con él y todo el Gabinete y el ministro de Justicia. Hubo varias reuniones. El estaba sumamente preocupado, pero con la entereza de un estadista, de un valiente, que estaba dispuesto a enfrentar la situación y a defender la democracia hasta las últimas consecuencias. Hasta en el ejercicio de su comando, yendo en persona a Campo de Mayo, demostró el ejercicio de un valiente que se fue a meter donde estaban los hombres armados para dialogar sin armas y lograr que las depusieran.

-Hubo funcionarios que confesaron empuñar armas. ¿Usted tuvo que tomar alguna en defensa propia en el '87?
-Hubo un momento, fue la noche del sábado. Teníamos una serie de dudas de cómo iban a reaccionar los mandos militares y obtuvimos una información concreta de que había un grupo de carapintadas que habían salido en dos camiones de Campo de Mayo y no sabíamos el destino. Al final fueron detenidos en la zona del Puerto. Tuvimos el dato que su intención era atacar la Casa de Gobierno. La Rosada fue desaloja, le dijimos al personal que se fuera y la mayoría de los funcionarios nos quedamos en la Casa de Gobierno empuñando armas para defenderla. Raúl Alfonsín estaba en su despacho también dispuesto a resistir. El Cuerpo de Ganaderos estaba cuerpo a tierra y preparándose para un virtual ataque que por fortuna no ocurrió.

- Ríos Ereniú dijo años después que Alfonsín ordenó la represión, pero que debía realizarse el domingo por la mañana si no se llegaba a una solución pacífica. ¿Estaba planeado “asaltar” Campo de Mayo?
-El escenario era muy complejo. La Plaza de Mayo estaba llena de ciudadanos y en miles de argentinos se habían apostado sobre Campo de Mayo dispuesto a “asaltarla. Afortunadamente, esto no ocurrió. Hubo una primera barrera de contención con legisladores de todos los partidos: habían peronistas, radicales, socialistas... Estaban Antonio Cafiero, Manzano, Miguel Ángel Toma, Federico Storani, Jesús Rodríguez, Leopoldo Moreau. De todas maneras, la esperanza del Presidente era que éste gesto de autoridad y valentía de Alfonsín para acudir a Campo de Mayo culminaba allí. Cuando vuelve y dice: “La casa está en orden”. Hay una ultima parte que no se repite en la historia y agrega a esa célebre frase: “Y no hubo derramamiento de sangre”. Un asalto a Campo de Mayo hubiese sido una carnicería. Alfonsín fue un hombre de la democracia y eso responde a lo dicho por Ereniú.

-¿Recuerda cómo se preparó esa escena ante la multitud?
-Ese discurso no se planificó. Alfonsín se bajó del helicóptero, no habló con nadie y se fue al balcón. Fue absolutamente improvisado, no lo preparó nadie.

-¿Cómo fue su rol y el de Enrique "Coti" Nosiglia los días posteriores como “superministros” de crisis?
-Sin duda que la participación de Nosiglia ha sido siempre de un gran patriotismo y una gran preparación institucional. Teníamos problemas en todo el país, con pequeños levantamientos y eso generó la necesidad de que el ministro de Defensa revea la situación de las Fuerzas Armadas y hacía falta analizar con profundidad los peligros a los que se sometió el sistema democrático y cómo íbamos a seguir.

-Se dijo que durante aquella Semana Santa, usted y Nosiglia prepararon un “plan B” en el caso que los rebeldes mataran a Raúl Alfonsín...
-Siempre existió la posibilidad de que alguien se le ocurriera hacer una cosa de esas. No es que hubiera un plan B. Pero matarlo a Alfonsín primero nos tenían que matar a nosotros, porque él estaba dando instrucciones en su despacho y nosotros alrededor de él.

-¿Le quedó grabada alguna palabra o frase que le haya dicho por esos días el ex Presidente?
-Tengo recuerdos lindos. La imagen más fuerte es cuando le informé los de dos camiones con efectivos para atacarnos. Alfonsín estaba descasando, se vistió, entró a su despacho, nos llamó a los dos o tres que estábamos por ahí. “A ver, ¿qué es lo que tenemos que hacer? Bueno. Si esto ocurre, está todo listo. Vamos, muchachos, tenemos que preparar las cosas que hay que preparar”. Era un demócrata cabal.

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el jueves 19 de Abril de 2012.

Carlos Becerra, durante la presidencia de Fernando De la Rúa, en la que también Secretario General de la Presidencia y jefe de la SIDE. Foto: Cedoc

16 de abril de 1987. Un grupo de soldados, con su rostro embadurnado y listos para el combate, se enfrentan a los civiles que repudian su rebelión. Foto: Télam


El líder golpista, Aldo Rico, enfrenta a los periodistas en forma arrogante luego de amotinarse en Campo de Mayo. Foto: Télam

19 de abril de 1987 Un padre mira preocupado hacia los balcones de la Casa de Gobierno. Su hijo sostiene un cartel que dice: "Quiero aprender en democracia. No me falle señor Presidente". Foto: Télam

17 de abril de 1987. Tropas leales, encabezadas por el general Ernesto Alais, detienen su marcha en el puente Zárate-Brazo Largo, debido a que se niegan a reprimir la sublevación. Foto: Télam

17 de abril de 1987, un grupo de soldados se muestran amenazantes ante los civiles que los repudian en Campo de Mayo, en una de las tres noches en las que el país estuvo en vilo a causa de la rebelión. Foto: Télam

17 de abril de 1987. Aldo Rico, líder de la sublevación, habla despectivamente con la prensa en Campo de Mayo. Foto: Télam


17 de abril de 1987,el juez de San Isidro, Alberto Piotti, llega a Campo de Mayo para dialogar Foto: Télam



17 de abril de 1987, un grupo de soldados en Campo de Mayo se muestran desafiantes ante la decisión de la justicia de investigar las violaciones a los derechos humanos de la anterior dictadura militar. Foto: Télam

17 de abril de 1987, El Gral. Ernesto Alais en el camino rumbo a Campo de Mayo, sus oficiales se niegan a reprimir a los camaradas. Foto: Télam


17 de abril de 1987. Las tropas leales al mando del general Ernesto Alais, detienen su marcha en Zárate, ante el planteo de los oficiales subalternos, de no reprimir a sus camaradas amotinados en Campo de Mayo. Foto: Télam


16 de abril de 1987, el presidente Raúl Alfonsín, durante su discurso ante la Asamblea Legislativa advierte al pueblo sobre la gravedad de la rebelión que encabeza el teniente coronel Aldo Rico. Foto: Télam


16 de Abril de 1987. El líder golpista, Aldo Rico, enfrenta a los periodistas en forma arrogante luego de amotinarse en Campo de Mayo. Foto: Télam


16 de Abril de 1987 El secretario general de las 62 Organizaciones, el metalúrgico Lorenzo Miguel, expresa en el Congreso el masivo apoyo a las Instituciones Nacionales. Foto: Télam


16 abril 1987 Todo el arco politico se abroquela en la defensa de las Instituciones Democràticas ante el amotinamiento militar en Campo de Mayo. Foto: Télam


16 de abril de 1987. El titular de la CGT Saúl Ubaldini y otros dirigentes sindicales expresan su apoyo y defensa al proceso democrático. Foto: Télam


16 de abril de 1987, dirigentes de todo el espectro político, refirman su adhesión a la democracia. Foto: Télam


El dirigente peronista Antonio Cafiero exhorta a los manifestantes, reunidos en Campo de Mayo, a defender el gobierno democrático del presidente Alfonsín. Foto: Télam



19 de abril de 1987, el presidente Raúl Alfonsín habla en los balcones de la Casa Rosada, antes de reunirse con el teniente coronel Aldo Rico, en un momento de máxima tensión de la rebelión. Foto: Télam



16 de abril de 1987, Masiva concentración en apoyo a la democracia inundó la Plaza de Mayo y sus adyacencias. Los manifestantes, con banderas de todo el arco político argentino, aguardan el discurso del Presidente. Foto: Télam


19 de abril de 1987 El presidente Raúl Alfonsin en un encendido discurso en defensa de la estabilidad institucional frente al cuestionamiento de los amotinados en Campo de Mayo, pronuncia la célebre frase "Felices Pascuas"... "La casa está en orden". Foto: Télam



19 de abril de 1987. Una multitud frente a Casa de Gobierno expresa su profundo respaldo a la democracia. En medio de un hormiguero de gente, se observan banderas argentinas y un cartel emblemático que dice: "Fuerza Raúl estamos con vos". Foto: Télam