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sábado, 4 de junio de 2016

Psicología de un gobierno empresarial… @dealgunamanera...

La acción le arranca la desesperación a la angustia...

El cambio sería así, en la visión de la gestión empresarial. Foto: Cedoc

A Mauricio Macri le gusta el desafío y su mente está entrenada en la toma de riesgo, igual que un emprendedor.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 04/06/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

¿De dónde saca Macri su certeza? Ministros, secretarios de Estado y asesores del más alto nivel se desesperan frente a los reclamos de todo tipo por las consecuencias negativas que tuvieron sobre la actividad económica las medidas que tomaron este primer medio año de gobierno. Con ánimo de protegerlo, Ernesto Sanz trató de blindarlo legislativamente proponiendo un clásico acuerdo partidario con el PJ que le garantizara tranquilidad en el Congreso. Pero Macri lo desestimó y avanza en su método convencido del triunfo de sus ideas y técnicas.

¿Qué lógica es ésa, que no apela a las concesiones recíprocas tradicionales del poder? Se lo preguntarán desde Sanz hasta, en otro extremo, Cristóbal López, quien inicialmente trató de pactar con Macri, como se confirmó al conocerse la carta que le envió hace meses. ¿Provendrá del engaño que producen ciertos “senti-mientos” cuando las ideologías funcionan como formas de religión, algo tan visto en el alucinamiento de la política kirchnerista en los últimos años aunque en el PRO en sentido contrario?

"Segundo semestre" es un mantra que Macri repite para convencer de lo que él está convencido

Jaques Lacan –que había sido analista de marxistas como Louis Althusser y llegó a pensar que toda ideología era una patología colectiva– acuñó la frase: “El inconsciente es la política”. El reconocido profesor de Ciencias Políticas Fernando Mires acuñó otra frase: “Toda ideología es una patología colectiva así como toda patología es una ideología privada”.

Quizá categorías que no son del orden de la política sino de la psicología, y en el caso de Macri de la psicología de la mente empresarial, ayuden a comprender mejor de dónde proviene esa seguridad convencida de que en el segundo semestre la economía se recuperará fuertemente (hay chistes sobre que Macri es como los estudiantes con aplazos, que siempre les dicen a sus madres: “No te preocupes que lo recuperaré en el segundo semestre”).

Cabeza de CEO.

Hubo un coronel carapintada, Aldo Rico, que dijo: “La duda es la jactancia de los intelectuales”. No es casual que a comienzos del siglo XX, cuando aún no había escuelas de Administración, los primeros CEO de las grandes empresas mundiales fueran militares retirados, los únicos que por entonces tenían experiencia en organizaciones con gran número de personas.

Paralelamente, la psicología explica que no hay acción sin certeza. Y también que la acción engendra la certeza.

Simplificadamente: la angustia sería producto de la cavilación, de la duda. Más allá de que no puede conducir aquel cuyo estado es la duda, como De la Rúa, hay distintas fuentes de la certeza. La convicción en una ideología es una de ellas. La confianza en un método es otra.

Claramente, Macri no cree en la forma de hacer política a la usanza de los partidos políticos tradicionales. Radicales o peronistas, más allá de sus diferencias, comparten ser “lo viejo” a los ojos del Presidente.

Tanto foco en lo nuevo y el cambio de lo viejo también tiene una inspiración empresarial. Uno de los libros clásicos de gestión (para Macri gestión y gestión política es lo mismo) más recomendables para todo aquel que desee comprender la cabeza de los CEO es La estrategia del océano azul, del profesor de Harvard W. Chan Kim, el texto que mejor explica la asociación entre innovación (cambio) y éxito.

La metáfora de los océanos azules (lo nuevo) se contrapone a la de los océanos rojos (lo clásico), donde la competencia sobre los mismos paradigmas y productos conduce a una guerra que requiere enormes esfuerzos en espacios saturados.

La estrategia del océano azul en las empresas se parece en parte a la de Duran Barba en política: deconstruir las categorías existentes y reformular nuevas. Uno de los ejemplos preferidos de Harvard Business School es el del Cirque du Soleil: “Cuando apareció por primera vez, en 1984, los grandes circos, muchos de ellos centenarios, se dedicaban a compararse entre sí, exprimiendo los mismos actos circenses tradicionales: más payasos, más domadores famosos y más animales que elevaban sus costos sin modificar sustancialmente la experiencia del espectáculo, mientras caía en picada la demanda”.

Cirque du Soleil redefinió el problema en diferentes términos: viendo con otros ojos, abandonó el enfoque reactivo que mantenía hipnotizados a sus competidores siempre en lo mismo, creando una estrategia divergente que hizo foco en reinventar las prácticas del medio, desafiando las nociones convencionales existentes.

A Macri le gusta el desafío y su mente está entrenada en la toma de riesgo, igual que un emprendedor 

La innovación es la clave del éxito para un CEO moderno, y el mejor ejemplo dentro del Gobierno es el propio vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, quien modificó el concepto de farmacia al inventar Farmacity.

Desde esta visión, el “círculo rojo” de los grandes (y viejos) empresarios y otros poderes fácticos permanentes (sindicatos, medios, corporaciones) es el principal enemigo del cambio y una estructura anquilosada, que hay que transformar.

Pero no hay estrategia sin riesgo y, en el campo empresarial, los costos del fracaso son esencialmente materiales. En el político, las consecuencias son otras. Pero a Macri le gusta el desafío (o sea lo diferente) y su mente está entrenada en la toma de riesgo, igual que la de un emprendedor.

El segundo semestre del año comienza en un mes. El segundo semestre de Macri en el Gobierno comienza el próximo viernes 10 de junio.

La acción le arranca la desesperación a la angustia.


jueves, 19 de abril de 2012

La Casa está en Orden... A 25 años... De Alguna Manera...

Becerra: "Si mataban a Alfonsín, nos tenían 
que matar a nosotros"...

 
19 de abril de 1987 El presidente Raúl Alfonsín en un encendido discurso en defensa de la estabilidad institucional frente al cuestionamiento de los amotinados en Campo de Mayo, pronuncia la célebre frase "Felices Pascuas"..."La casa está en orden". Foto: Cedoc

A 25 años de la rebelión a Alfonsín de Semana Santa. El secretario del ex Presidente recordó a Perfil.com los tensos momentos en la Rosada ante el levantamiento carapintada. "Tuvimos que empuñar armas".

Carlos Becerra (63 años) era el Secretario General de la Presidencia en aquel otoño de 1987, cuando Aldo Rico y un grupo de militares del Ejército se acuartelaron para reclamar cambios en la cúpula castrense y, sobretodo, eludir los juicios por graves crímenes durante la dictadura.

Becerra es abogado y aún sigue ligado desde Córdoba a la Unión Cívica Radical. Durante la breve gestión de De la Rúa ocupó el mismo cargo y también fue jefe de la SIDE. A 25 años de la agitada Semana Santa, el ex funcionario recordó a este portal los momentos de máxima tensión en la Casa Rosada ante el levantamiento carapintada.

-¿Cómo se enteró del levantamiento? ¿Dónde estaba? ¿Quién se lo comunicó?
-Estaba en Buenos Aires, yo era secretario general de Presidencia y estaba “cama adentro” todo el día. Vivía en funciones. El capitán Barreiro citado por un tribunal de Córdoba por delitos de lesa humanidad fue un disparador del descontento que había dentro de las Fuerzas Armadas. El operativo de Rico y los Carapintadas se produjo y apareció con el Regimiento de Campo de Mayo. El disparador fue judicial y después fue institucional de altísima gravedad.

-Pocos años después de Semana Santa, Aldo Rico declaró que los asesores presidenciales le ocultaron a Alfonsín la rebelión hasta último momento. ¿Fue así?
-Esos dichos de Rico no son ciertos: el presidente Alfonsín estaba totalmente al tanto de lo que pasaba en cada una de las fuerzas, más en las fuerzas de seguridad. El ministerio de Justicia hacía un informe sobre cómo marchaban cada una de estas causas judiciales en los distintos tribunales del país que involucraban a los mandos castrenses. Lo que sucede es que públicamente los oficiales que dieron el no, reclamaban un cambio en el Ejército. Había una situación de crisis dentro de las Fuerzas. Se juntaron varias cosas: la derrota en Malvinas y el regreso de la democracia generaron discusiones permanentes sobre el rol del Ejército durante la dictadura. Se generó una situación de tensión al juzgarse primero las Juntas militares y luego el presidente cumplió con el Decreto de Enjuiciamiento: se determinó que tenían responsabilidades distintas, pero igualmente eran de responsable de los mandos intermedios. Los Tribunales Militares se apartaron y las causas se transfirieron a la Justicia Civil. Se empezaron a citar a comandantes como imputados... El escenario se tensó y se vivió zozobra.

-¿Recuerda su primera conversación con el ex Presidente o la primera “reunión de crisis” luego del levantamiento carapintada?
-Hubo una reunión con él y todo el Gabinete y el ministro de Justicia. Hubo varias reuniones. El estaba sumamente preocupado, pero con la entereza de un estadista, de un valiente, que estaba dispuesto a enfrentar la situación y a defender la democracia hasta las últimas consecuencias. Hasta en el ejercicio de su comando, yendo en persona a Campo de Mayo, demostró el ejercicio de un valiente que se fue a meter donde estaban los hombres armados para dialogar sin armas y lograr que las depusieran.

-Hubo funcionarios que confesaron empuñar armas. ¿Usted tuvo que tomar alguna en defensa propia en el '87?
-Hubo un momento, fue la noche del sábado. Teníamos una serie de dudas de cómo iban a reaccionar los mandos militares y obtuvimos una información concreta de que había un grupo de carapintadas que habían salido en dos camiones de Campo de Mayo y no sabíamos el destino. Al final fueron detenidos en la zona del Puerto. Tuvimos el dato que su intención era atacar la Casa de Gobierno. La Rosada fue desaloja, le dijimos al personal que se fuera y la mayoría de los funcionarios nos quedamos en la Casa de Gobierno empuñando armas para defenderla. Raúl Alfonsín estaba en su despacho también dispuesto a resistir. El Cuerpo de Ganaderos estaba cuerpo a tierra y preparándose para un virtual ataque que por fortuna no ocurrió.

- Ríos Ereniú dijo años después que Alfonsín ordenó la represión, pero que debía realizarse el domingo por la mañana si no se llegaba a una solución pacífica. ¿Estaba planeado “asaltar” Campo de Mayo?
-El escenario era muy complejo. La Plaza de Mayo estaba llena de ciudadanos y en miles de argentinos se habían apostado sobre Campo de Mayo dispuesto a “asaltarla. Afortunadamente, esto no ocurrió. Hubo una primera barrera de contención con legisladores de todos los partidos: habían peronistas, radicales, socialistas... Estaban Antonio Cafiero, Manzano, Miguel Ángel Toma, Federico Storani, Jesús Rodríguez, Leopoldo Moreau. De todas maneras, la esperanza del Presidente era que éste gesto de autoridad y valentía de Alfonsín para acudir a Campo de Mayo culminaba allí. Cuando vuelve y dice: “La casa está en orden”. Hay una ultima parte que no se repite en la historia y agrega a esa célebre frase: “Y no hubo derramamiento de sangre”. Un asalto a Campo de Mayo hubiese sido una carnicería. Alfonsín fue un hombre de la democracia y eso responde a lo dicho por Ereniú.

-¿Recuerda cómo se preparó esa escena ante la multitud?
-Ese discurso no se planificó. Alfonsín se bajó del helicóptero, no habló con nadie y se fue al balcón. Fue absolutamente improvisado, no lo preparó nadie.

-¿Cómo fue su rol y el de Enrique "Coti" Nosiglia los días posteriores como “superministros” de crisis?
-Sin duda que la participación de Nosiglia ha sido siempre de un gran patriotismo y una gran preparación institucional. Teníamos problemas en todo el país, con pequeños levantamientos y eso generó la necesidad de que el ministro de Defensa revea la situación de las Fuerzas Armadas y hacía falta analizar con profundidad los peligros a los que se sometió el sistema democrático y cómo íbamos a seguir.

-Se dijo que durante aquella Semana Santa, usted y Nosiglia prepararon un “plan B” en el caso que los rebeldes mataran a Raúl Alfonsín...
-Siempre existió la posibilidad de que alguien se le ocurriera hacer una cosa de esas. No es que hubiera un plan B. Pero matarlo a Alfonsín primero nos tenían que matar a nosotros, porque él estaba dando instrucciones en su despacho y nosotros alrededor de él.

-¿Le quedó grabada alguna palabra o frase que le haya dicho por esos días el ex Presidente?
-Tengo recuerdos lindos. La imagen más fuerte es cuando le informé los de dos camiones con efectivos para atacarnos. Alfonsín estaba descasando, se vistió, entró a su despacho, nos llamó a los dos o tres que estábamos por ahí. “A ver, ¿qué es lo que tenemos que hacer? Bueno. Si esto ocurre, está todo listo. Vamos, muchachos, tenemos que preparar las cosas que hay que preparar”. Era un demócrata cabal.

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el jueves 19 de Abril de 2012.

Carlos Becerra, durante la presidencia de Fernando De la Rúa, en la que también Secretario General de la Presidencia y jefe de la SIDE. Foto: Cedoc

16 de abril de 1987. Un grupo de soldados, con su rostro embadurnado y listos para el combate, se enfrentan a los civiles que repudian su rebelión. Foto: Télam


El líder golpista, Aldo Rico, enfrenta a los periodistas en forma arrogante luego de amotinarse en Campo de Mayo. Foto: Télam

19 de abril de 1987 Un padre mira preocupado hacia los balcones de la Casa de Gobierno. Su hijo sostiene un cartel que dice: "Quiero aprender en democracia. No me falle señor Presidente". Foto: Télam

17 de abril de 1987. Tropas leales, encabezadas por el general Ernesto Alais, detienen su marcha en el puente Zárate-Brazo Largo, debido a que se niegan a reprimir la sublevación. Foto: Télam

17 de abril de 1987, un grupo de soldados se muestran amenazantes ante los civiles que los repudian en Campo de Mayo, en una de las tres noches en las que el país estuvo en vilo a causa de la rebelión. Foto: Télam

17 de abril de 1987. Aldo Rico, líder de la sublevación, habla despectivamente con la prensa en Campo de Mayo. Foto: Télam


17 de abril de 1987,el juez de San Isidro, Alberto Piotti, llega a Campo de Mayo para dialogar Foto: Télam



17 de abril de 1987, un grupo de soldados en Campo de Mayo se muestran desafiantes ante la decisión de la justicia de investigar las violaciones a los derechos humanos de la anterior dictadura militar. Foto: Télam

17 de abril de 1987, El Gral. Ernesto Alais en el camino rumbo a Campo de Mayo, sus oficiales se niegan a reprimir a los camaradas. Foto: Télam


17 de abril de 1987. Las tropas leales al mando del general Ernesto Alais, detienen su marcha en Zárate, ante el planteo de los oficiales subalternos, de no reprimir a sus camaradas amotinados en Campo de Mayo. Foto: Télam


16 de abril de 1987, el presidente Raúl Alfonsín, durante su discurso ante la Asamblea Legislativa advierte al pueblo sobre la gravedad de la rebelión que encabeza el teniente coronel Aldo Rico. Foto: Télam


16 de Abril de 1987. El líder golpista, Aldo Rico, enfrenta a los periodistas en forma arrogante luego de amotinarse en Campo de Mayo. Foto: Télam


16 de Abril de 1987 El secretario general de las 62 Organizaciones, el metalúrgico Lorenzo Miguel, expresa en el Congreso el masivo apoyo a las Instituciones Nacionales. Foto: Télam


16 abril 1987 Todo el arco politico se abroquela en la defensa de las Instituciones Democràticas ante el amotinamiento militar en Campo de Mayo. Foto: Télam


16 de abril de 1987. El titular de la CGT Saúl Ubaldini y otros dirigentes sindicales expresan su apoyo y defensa al proceso democrático. Foto: Télam


16 de abril de 1987, dirigentes de todo el espectro político, refirman su adhesión a la democracia. Foto: Télam


El dirigente peronista Antonio Cafiero exhorta a los manifestantes, reunidos en Campo de Mayo, a defender el gobierno democrático del presidente Alfonsín. Foto: Télam



19 de abril de 1987, el presidente Raúl Alfonsín habla en los balcones de la Casa Rosada, antes de reunirse con el teniente coronel Aldo Rico, en un momento de máxima tensión de la rebelión. Foto: Télam



16 de abril de 1987, Masiva concentración en apoyo a la democracia inundó la Plaza de Mayo y sus adyacencias. Los manifestantes, con banderas de todo el arco político argentino, aguardan el discurso del Presidente. Foto: Télam


19 de abril de 1987 El presidente Raúl Alfonsin en un encendido discurso en defensa de la estabilidad institucional frente al cuestionamiento de los amotinados en Campo de Mayo, pronuncia la célebre frase "Felices Pascuas"... "La casa está en orden". Foto: Télam



19 de abril de 1987. Una multitud frente a Casa de Gobierno expresa su profundo respaldo a la democracia. En medio de un hormiguero de gente, se observan banderas argentinas y un cartel emblemático que dice: "Fuerza Raúl estamos con vos". Foto: Télam

domingo, 8 de abril de 2012

Felices Pascuas... La casa está en orden... De Alguna Manera...

"Semana Santa no provocó la Obediencia Debida"

 
"Los combatientes de Malvinas fueron ocultados a la opinión pública con la intención de aliviar la responsabilidad de las cúpulas castrenses."

A veinticinco años del levantamiento carapintada, quien fuera ministro de Defensa del presidente Raúl Alfonsín reconstruye los momentos de tensión y destaca el rol del mandatario radical.  Y niega que la aprobación de las leyes de Obediencia debida y de Punto Final se haya debido a la rebelión.

 El ex ministro de Defensa entre 1986 y 1989, Horacio Jaunarena, sostiene su libro sobre el levantamiento carapintada, "La casa está orden". Foto: Cedoc

Vuelve a las librerías, en una nueva edición, La Casa está en orden, el best seller en el que Horacio Jaunarena relata la famosa rebelión de Semana Santa. 

El doctor Horacio Jaunarena fue ministro de Defensa desde 1986 hasta 1989 y es fácil recordar que en aquel primer gobierno constitucional, presidido por Raúl Alfonsín, el equilibrio con las Fuerzas Armadas tropezó con mil escollos. Tan es así que el 14 de abril de 1987, se produjo el primer intento de golpe castrense.

—¿Cómo se enteró del levantamiento comandado por Aldo Rico?
Horacio Jaunarena recuerda las horas (posiblemente) más tensas de su vida:
—Me llamó el general Ríos Ereñú, jefe del Ejército, para comunicarme que en Córdoba había un oficial de inteligencia (Ernesto Barreiro) acusado por el secuestro y muerte de militantes en el campo de detención clandestino de La Perla, que se había negado a presentarse ante la Justicia refugiándose, en cambio, en el regimiento de la XIV Brigada de Infantería Aerotransportada. Muy rápidamente comenzaron los rumores acerca de la situación en los cuarteles. El coronel Aldo Rico se instaló en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo y ya, en aquel Jueves Santo, se confirmó la noticia que señalaba una rebelión. Ciertos episodios anteriores presagiaban una situación muy compleja en el orden militar. Por ejemplo, algunos oficiales se reunían para despedir a aquellos que iban a declarar ante la Justicia. Tan es así que en Córdoba, hubo gestos de marcada hostilidad frente a los miembros de la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) que iban a escuchar a aquellos hombres. El maltrato fue tan fuerte que tuvimos que pasar a retiro al comandante del III Cuerpo y a varios protagonistas de esos episodios. La inquietud militar, por lo tanto, se convirtió en un hecho importante. Yo diría que el primer episodio que revela la gravedad de la situación es el ocurrido en Córdoba, que culmina también con el pase a retiro del general Harguindeguy. Tampoco podemos olvidar los famosos discursos de los militares retirados que reivindicaban la dictadura. Esto, obviamente, provocaba respuestas e inquietudes. También tuvimos un problema en el hecho de que se daba un desajuste entre lo que Alfonsín había prometido en la campaña. Me refiero a la distinción entre los que habían impartido las órdenes y aquellos que las cumplieron y la implementación de esa situación.

—¿Por ejemplo?
—Bueno, cuando iba a los tribunales, la gente que había sufrido secuestros y torturas no notificaban a Videla. Claro, Videla no iba a los tribunales. Era quien había ordenado la represión y un oficial, un cabo o un teniente habían cumplido, luego, la orden. Esa misma gente también era responsabilizada por la derrota de Malvinas dado que, durante la dictadura, se produce una interna en el gobierno militar por la cual las cúpulas de Buenos Aires culpan a los que habían combatido en Malvinas por haber perdido la guerra. A su vez, cuando regresaron, los combatientes de Malvinas (mal equipados, muertos de hambre y frío) fueron ocultados a la opinión pública con la intención de distraer la atención y aliviar la enorme responsabilidad de las cúpulas castrenses. Y cuando se implementa la política de repudio a la represión ilegal, los primeros citados son aquellos que, en Malvinas, habían tenido que combatir. Salvo Videla y Massera, los demás responsables no aparecían en los tribunales porque los tribunales avanzaban sobre los que se identificaban. Esto produjo una situación muy compleja, de mucho resentimiento que dio origen a que tuviéramos que dictar leyes como la Ley de Punto Final previa a la de Obediencia Debida.

—La Ley de Punto Final se dicta antes del levantamiento de Rico.
—Sí. Le explico: había una indefinición en el tiempo y en las responsabilidades. Con la Ley de Punto Final se establecieron sesenta días durante los cuales aquellos que no fueran citados quedaban exentos de responsabilidad. Y los jueces (muy sensibles en aquel momento por la situación que se estaba viviendo) procesaron prácticamente a todo aquel que llevara uniforme. Quiero decir que lo que se intentó (acotar en el tiempo y en el límite de responsabilidades) fracasó. Luego, en el mismo sentido, cuando se pretendió apuntar a quienes habían impartido las órdenes, aparecen las instrucciones a los fiscales que también fracasan porque no se logra acotar la situación. Por orden del presidente Alfonsín se comienza, entonces, a estudiar lo que más tarde se llamó Ley de Obediencia Debida.

—Pero ya se había trabajado en esa ley.
—Sí. Antes de Semana Santa había sido estudiada y Alfonsín la anuncia en un acto en Las Perdices, en Córdoba, unos veinticinco días antes de que se produjera la rebelión. Tan es así que el diario Clarín, con anterioridad también a la Semana Santa del 87, recoge este anuncio de Alfonsín y lo publica en varias ediciones. Esto es interesante aclararlo porque, después de Semana Santa, se produce una situación muy compleja. Le explico: si bien Aldo Rico es vencido en Semana Santa, su aparato de inteligencia sigue funcionando.

—Aun con Aldo Rico preso.
—Sí pero para evitar que se advirtiera que el propio Rico había perdido poder, se difunde el rumor de que había habido negociaciones en Semana Santa pese a que estaba anunciado en los diarios todo cuanto Alfonsín iba a llevar a cabo.

—Yo recuerdo que el presidente Alfonsín y algunos altos funcionarios de su gobierno fueron entonces a Campo de Mayo.
—Es cierto. En aquella Semana Santa, el sábado por la noche, como ministro de Defensa, fui a Campo de Mayo. Nos encontrábamos con una situación muy compleja porque por una parte teníamos a la gente, a los ciudadanos, que habían sido protagonistas en forma fundamental… Creo que en Semana Santa se produce un quiebre en la historia porque la multitud (la gente) dijo ¡basta! a los planteos militares.

—Bueno, la gente quería ir a Campo de Mayo.
—Y ése era nuestro drama. A eso de las seis de la tarde del sábado, yo estaba con Aldo Rico. Tenía que cumplir una orden impartida por Alfonsín. Una orden complicada: “Tenés que reducirlo pero que no corra sangre…” Yo debía, entonces, apurar los hechos contrarreloj. Era necesario lograr la rendición de Rico y, al mismo tiempo, no olvidar que yo tenía a 10 mil personas ubicadas a 500 metros y que, si avanzaban, podía producirse una masacre.

—No recordaba que había ido tanta gente a Campo de Mayo…
—Sí, había mucha gente. Incluso, hemos conservado las fotografías de aquel momento. Ese era, le repito, nuestro drama. Debíamos terminar con la rebelión pero sin permitir un enfrentamiento entre la población y los rebeldes. Finalmente, Rico se dio cuenta de que estaba vencido. A eso de las 9 de la noche, me prometió que “al día siguiente” entregaba la Unidad. Según sus palabras, debía “disuadir” a sus seguidores para lograr así la rendición. Fíjese que Rico estaba perdido porque, si bien nosotros no lográbamos reprimir porque nuestras fuerzas no iban a disparar contra sus camaradas, tampoco se plegaban. O sea que Rico no tenía las solidaridades con las que había contado y, al mismo tiempo, la gente reaccionaba de una forma que él no esperaba. Por eso mismo, Rico se rinde. Pero demora en hacerlo y este es el motivo por el cual el presidente Alfonsín va a Campo de Mayo y allí recibe, finalmente, la rendición. Sin embargo, como le explicaba, la inteligencia del aparato carapintada continúa su labor e instala la idea de una negociación.

—¿Por qué cree usted que la idea de la negociación prende en la gente?
—Porque toda la historia, que incluso era parte de una cultura, reflejaba el hecho de que cada vez que se producía un planteo militar, el gobierno civil terminaba por rendirse. O comenzaba a negociar.

—En aquel momento se decía justamente que, en esas horas, se había negociado la Obediencia Debida. ¿Es verdad?
—Exactamente. Como esto ya se había anunciado veinte días antes…También le dije a Rico que lo único que lamentaba es que la Ley de Obediencia Debida iba a ser interpretada como una consecuencia de su levantamiento. ¿Y a quién beneficiaba que esta lectura prevaleciera? En primer término, a Rico y a sus carapintadas y luego, a la extrema derecha que siempre había considerado a los militares como la última reserva para defenderse de los intereses de la mayoría. También esto favorecía a la extrema izquierda porque si lograba instalar la idea de la negociación, el foquismo quedaba justificado como acción. Es decir, proclamaba que la guerrilla era la única que podía, a través del combate, vencer a los militares. Sin embargo, después de esas Pascuas hubo todavía dos asonadas militares que fracasaron rotundamente.-

—Pero Rico en Semana Santa queda preso, ¿no es cierto?
—Sí, pero se escapa y se refugia en Monte Caseros y, una vez en el cuartel, dice que va a resistir hasta morir. En aquel momento, ya era jefe del Ejército el general Dante Caridi como sucesor de Ríos Ereñú. Caridi se pone al frente de una tropa que le respondía y quería disparar sus armas para defender la democracia. No fue necesario pero Rico tuvo que rendirse en Monte Caseros. En el ínterin, habíamos enderezado lo que Alfonsín había anunciado durante la campaña. Había entonces dos posiciones: la de Alfonsín que decía que era menester distinguir entre los que había que juzgar y la de Luder, que consideraba posible una amnistía. Con el 50% de los votos, la victoria pertenece a Alfonsín pero tiempo después, con Menem, el peronismo vuelve al postulado de Luder: amnistía y leyes de perdón. Esto fue apoyado en su momento por los legisladores y gobernadores peronistas en ejercicio de su mandato. Frente a estas dos posturas, Alfonsín hace lo que había prometido y no avanza en esa dirección porque advierte que la relación de fuerzas no daba para más. Luego, se dicta la amnistía, etc., que acarrean los hechos que conocemos. Pero Semana Santa es un punto de inflexión en la historia porque, por primera vez, el pueblo es protagonista en forma masiva de esa situación y decide preservar la facultad de libre decisión del gobierno. Han pasado 25 años desde aquel domingo de Pascua.

—Luego ocurren La Tablada, Villa Martelli…
—La Tablada es otra historia. Es uno de los últimos estertores del autoritarismo militar. Pero en cuanto a Villa Martelli, las cosas comienzan cuando el coronel Seineldín se rebela y se refugia en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo. Caridi comienza entonces con lo que se llama “tiros de reglaje”.

—¿Qué significan?
—Le explico: el artillero comienza disparando a treinta metros del objetivo; luego, a veinte, diez y cinco metros. Luego, disparará sobre el blanco. Al comenzar entonces el tiro de “reglaje”, Seineldín se rinde y dice lo mismo que Rico: “Le voy a entregar la unidad militar pero… en el día de mañana”. Cuando Caridi me informa, le pregunto dónde está Seineldín y él repite lo que acabo de contarle. Cosa que me preocupó enormemente. “Es un hombre de palabra”, intentó defenderlo Caridi. Pero, en efecto, mis temores resultaron acertados. Seineldín se va de allí con un grupo de seguidores y se refugia en Villa Martelli. Estamos en diciembre de 1988.

—¿Por qué se refugia en Villa Martelli?
—Sencillamente porque la unidad militar ubicada allí era lindera con el gasómetro que está ubicado sobre la avenida General Paz. Por lo tanto, resultaba absolutamente imposible usar la artillería por el peligro de explosión que esto significaba. Se demora entonces el operativo pero, finalmente, el coronel Seineldín se rinde.

—Sin dudas, los primeros tiempos de la democracia fueron particularmente agitados.
—Sí. Luego ocurrió el episodio de la Tablada protagonizado por el padre Puijané y Gorriarán Merlo, que es quien dirige la rebelión.

—Volviendo a Semana Santa, pensamos que el presidente Alfonsín se juega una carta muy audaz cuando proclama “la casa está en orden” porque, verdaderamente, no lo estaba. Era como estar sobre un volcán.
—Alfonsín trató de tranquilizar a la población. Pero le explico algo más: la casa dejó de estar en orden porque los aparatos de inteligencia, como le relaté, seguían su tarea. Se logró reducir a Rico militarmente pero no a su grupo de inteligencia que trabajó y siguió fogoneando la situación que condujo a Monte Caseros. Pero aquí surge una gran diferencia: en Monte Caseros, nosotros lo redujimos militarmente y a Rico le quedó solamente la posibilidad de rendirse.

—Es realmente increíble que estos golpistas que piensan en derrocar un gobierno electo se amparen justamente en la legalidad para postularse luego en elecciones democráticas. Siguiendo con Aldo Rico, todos recordamos que usó al régimen democrático, se postuló y fue elegido intendente de San Miguel. Sin dudas, no hubiera admitido que un golpe de Estado le quitara la intendencia.

—Sí, yo decía un poco en broma que habíamos sido consecuentes porque cuando Rico quería llegar al poder por las armas, iba a la derrota. Y, finalmente, llegó al poder pero a través de una libre elección popular que quizás, en otro escenario, él hubiera cuestionado. En cierta medida, parece que entendió la lección, ¿no? Entendió que una elección libre significaba vivir en una Argentina distinta aun cuando sigo pensando que Aldo Rico tiene una mentalidad autoritaria. Pero, bueno…Esa es otra historia.

© Escrito por Magdalena Ruiz Guiñazú y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos aires el domingo 8 de Abril de 2012.