El ritmo lo marca el Fondo…
La suerte del
Gobierno dependerá en gran parte de cómo marchen las negociaciones en
Washington. En Juntos, todo es disputa.
El Gobierno raspa el fondo de la olla en búsqueda de los dólares que no
tiene. La dura negociación con el Fondo Monetario Internacional lo complica
todos los días. Sergio Massa creyó que, a la manera de un encantador
de serpientes, iba a poder convencer a los duros del board del directorio del
organismo internacional de las maravillas de su plan “vamos viendo”. Creyó que
con el despliegue de sonrisas para las varias fotos que ya se sacó con Kristalina Georgieva sería suficiente para destrabar
cualquier negociación. Evidentemente, no hizo una buena lectura de la situación
interna del FMI. El Gobierno raspa el fondo de la olla en búsqueda de los dólares que no
tiene. La dura negociación con el Fondo Monetario Internacional lo complica
todos los días. Sergio Massa creyó que, a la manera de un encantador
de serpientes, iba a poder convencer a los duros del board del directorio del
organismo internacional de las maravillas de su plan “vamos viendo”. Creyó que
con el despliegue de sonrisas para las varias fotos que ya se sacó con Kristalina Georgieva sería suficiente para destrabar
cualquier negociación. Evidentemente, no hizo una buena lectura de la situación
interna del FMI.
La directora gerenta no puede hacer nada por
sí sola. Debe contar con el apoyo de los directores que pertenecen a los países
claves. Ese apoyo, hasta hoy, no está. No significa que no pueda aparecer en la
semana que comienza ante el vencimiento que tiene que afrontar el Gobierno. Lo
que expresa este complejo momento es que la “magia” del ministro candidato está
en declive. Es lo que refleja el aumento incesante del dólar blue, cuya
consecuencia, como siempre, sufre la ciudadanía. Cuando el dólar paralelo sube,
suben también los precios. Es inevitable.
Otro de los efectos de mayor impacto es el de la reducción de las importaciones. Subyace en muchos la equivocada idea de que la caída de las importaciones afecta a productos terminados o bienes suntuarios. Es la cantinela que quedó de las épocas de Guillermo Moreno como secretario de Comercio Interior y su fracaso absoluto. Se trata de un grueso error. En estos días se conoció el reclamo de las principales cámaras y entidades que proveen equipamiento, insumos, reactivos y elementos críticos para el diagnóstico. Denunciaron que “por las actuales restricciones normativas y cambiarias se les impide el normal abastecimiento del sistema sanitario”.
De persistir esta situación se complicará aún más la realización de
procedimientos médicos, intervenciones quirúrgicas de distintas especialidades,
trasplantes, análisis de laboratorio y tratamientos odontológicos. Esto no solo
afecta al sistema de salud privado, sino también al público. Uno de los empresarios
del sector habló estos días con Sergio Massa para alertarlo sobre la situación. La
respuesta que recibió lo dejó ensimismado: “No hay más dólares para nadie”, le
dijo en tono cortante el ministro. La falta de previsión otra vez mostró su
cara más dramática. Hace al menos seis meses, un empresario que pidió reserva
de su nombre ya había levantado la voz para denunciar la falta de medicamentos
para la epilepsia en menores de edad y la lentitud del trámite para su ingreso.
En la misma línea y para tener una pintura exacta de lo que venía sucediendo,
bancos, empresas de pagos y crédito carecían de los plásticos y chips para abastecer
de tarjetas de débito y crédito a sus clientes. Esta es la realidad de un país
que navega por aguas turbulentas.
En materia de
política electoral el oficialismo tampoco la pasa bien. A mediados de junio
último, los intendentes habían recibido la indicación directa de potenciar a
Wado de Pedro –el candidato que no fue–. Esa bajada de línea había llegado de
parte de Máximo Kirchner y llegó a cada uno de los intendentes bonaerenses que
responden a CFK. Al día de hoy la realidad es otra. Esos mismos jefes comunales
deben tragarse el sapo de Massa, a quien infinidad de veces habían tildado de
traidor. Tampoco se sienten cómodos cruzando de vereda para apoyar a Juan
Grabois, rival interno del tigrense que los llevaría a una derrota segura. La
tentación de ir con una boleta corta sobrevoló diferentes territorios pero Axel Kicillof está trabajando a destajo para
que eso no sea posible justo en el distrito donde el oficialismo tiene chances
reales de ganar. Es imperioso contener la tropa sea como sea. Sin embargo, el
gobernador no tiene grandes ofertas para seducirlos. El contexto económico dominado
por la crisis lo obligó a reunirse con los jefes comunales en la gobernación
bonaerense y comunicarles que no tendrán la posibilidad de hacer inauguraciones
con cortes de cinta y ampulosas recorridas en territorio.
Más aún, les pidió
un detalle de las obras en marcha en sus distritos para delimitar una hoja de
ruta acotada que les permita mostrar gestión. “Esta será una campaña que
traccione de abajo hacia arriba. Hay intendentes que en sus distritos miden
mucho mejor que los candidatos nacionales. Con el respaldo del gobernador y la
fuerza de los caciques territoriales estamos en condiciones de salir a dar
pelea” –aseguró un peronista que conoce el armado interno de varios
municipios–.
Aun así, en algunas localidades persisten los problemas de cartel y los
enfrentamientos clásicos entre peronistas y camporistas. Un claro ejemplo se
vive en la localidad de Hurlingham, donde Juanchi Zabaleta intentará recuperar
su tierra y deberá enfrentar en unas PASO dentro de Unión por la Patria a
Damián Selci, fogoneado por Máximo Kirchner, que sigue haciendo de las
suyas.
Así y todo, hay entre los intendentes peronistas un sentimiento de
reivindicación y revancha. Saben que Axel Kicillof los necesita y se frotan las
manos cada vez que “el chiquito” les pide que trabajen en pos de la
participación del electorado en las primarias. Reunir masa crítica será clave
en esta elección.
Es, en definitiva, un reconocimiento al poder territorial. Sin embargo, más allá de los armados internos, la suerte del Gobierno dependerá en gran medida del ritmo en el que se desarrollen las negociaciones con el Fondo.
La oposición acarrea los mismos problemas de siempre. No logra salir de su pelea furibunda que genera vergüenza, cansancio y enojo entre los votantes. Nadie está dispuesto a ceder un ápice y todos creen alzarse con la razón. En el espacio comandado por Horacio Rodríguez Larreta se lamentan por el golpazo que significa la caída en la intención de voto en su propio distrito a manos de Patricia Bullrich. Los porteños parecen darle vuelta la cara a su jefe de Gobierno, y las encuestas –muchas de las cuales no se publican– le dan una ventaja a la exministra de Seguridad de más de 10 puntos en CABA.
Entre tanto, el alcalde porteño se regocija con una leve ventaja en el Conurbano y el reciente triunfo en la provincia de Santa Fe. En el búnker de los bullrichistas aseguran que arrasan en el interior bonaerense y en las provincias más tradicionales. Pero una preocupación los aqueja por estas horas: saben muy bien que el aparato fiscalizador de HRL de la mano de una parte importante del radicalismo es marcadamente superior y esta será una elección que deberá ganarse en todos los frentes. Lamentablemente las disputas de poder continúan por encima de los problemas de la gente.