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domingo, 12 de noviembre de 2017

En defensa de idiotas útiles y estúpidos progresistas... @dealgunamanera...

En defensa de idiotas útiles y estúpidos progresistas (I)

Acusadores. Carrió, Lanata y Pablo Sirvén. Fotografía: CEDOC/PERFIL

Esta semana volvió a agregar su contribución a la elocuencia prosaica tan de moda en los medios y las redes Elisa Carrió.

Esta semana volvió a agregar su contribución a la elocuencia prosaica tan de moda en los medios y las redes Elisa Carrió, al calificar de progresismo estúpido a quienes no compartían su punto de vista durante un debate parlamentario del que se fue acaloradamente.

La progresista estúpida de Carrió en el debate en Diputados era Margarita Stolbizer, quien insiste en no alinearse con alguno de los dos grupos en pugna de la grieta, y en ella significa a todas las personas no K que no son pro Macri. A los ojos de Carrió, Stolbizer es estúpida también porque prefiere pagar el precio de la insignificancia electoral a sumarse a la ola amarilla, que cuenta hoy con el apoyo de la mayoría. Un planteo que, aunque no sea populista, es igualmente demagógico que el del kirchnerismo en sus primeros años.

Carrió fue progresista, como muchos periodistas que se han corrido a la derecha


Cuando Néstor Kirchner era presidente, les decía a periodistas como Ernesto Tenembaum, que se resistían a sumarse acríticamente al relato mayoritario de época, que se quedaban en la cosa chiquita del periodismo y no en lo grande de la política. Estúpidos que se conformaban con ser periodistas o ser progresistas y no se daban cuenta de que lo que importa es ganar, y bastante menos cómo se lo hace.

Estúpidos progresistas que se preocupan por la libertad de expresión de medios con ideologías contrarias a las propias, de medios con los que no están de acuerdo o incluso por la libertad de expresión de aquellos que fueron sus adversarios y hasta los combatieron con formas que un progresista estúpido nunca usaría.

Idiotas útiles, como fuimos calificados por columnistas de los diarios La Nación y Clarín quienes firmamos una solicitada en defensa del diario Página/12. Escribió Pablo Sirvén en Twitter el 16 de octubre: “Firmar una solicitada por Verbitsky una semana antes de las elecciones no es síndrome de Hubris, sí de Estocolmo. Perón diría: ‘idiotas útiles’”. Antes, el 25 de junio, ya había titulado “Cristina se apalanca en idiotas útiles” una columna en La Nación que comenzó diciendo: “La fascinación de los medios de comunicación con Cristina Kirchner es inversamente proporcional a la simpatía que le tienen”.

Y en su columna de Clarín titulada “La mafia tiene buena prensa”, Lanata calificó a los firmantes de la solicitada en defensa de Página/12 como “casi todos kirchneristas, un par de independientes, algún ingenuo y muchos idiotas útiles”.

Estúpidos progresistas e idiotas útiles que se preocupan porque la ministra Patricia Bullrich no separó provisoriamente al responsable de Gendarmería ante la desaparición de Maldonado mientras que sí se hizo con Gómez Centurión ante una denuncia tampoco probada, para reponerlo al frente de la Aduana una vez que se hubiera comprobado falsa, demostrando que a Macri le preocupa enviar a la sociedad mensajes de que estará más preocupado por cualquier delito económico que por posibles delitos de integrantes de alguna fuerza de seguridad mientras cumplan órdenes del Estado.

Discrepo totalmente con la línea editorial del diario La Nación en materia de derechos humanos pero valoro que no nos llame “idiotas útiles” o “estúpidos progresistas”, probablemente porque su posición fue siempre la misma y no tiene la furia del converso.

Dos de sus últimos editoriales reflejan esa línea. En el del 31 octubre titulado “Gendarmería: las cosas por su nombre”, escribió: “Desde los primeros momentos, la ministro de Seguridad, Patricia Bullrich, fue fuertemente atacada cuando apoyó incondicionalmente a la Gendarmería a sus órdenes, aun cuando muchos sostienen que habría sido una buena medida desafectar a los gendarmes involucrados hasta tanto se clarifican los hechos” (...) “Nos preguntamos si quienes produjeron tanto daño y dolor, de modo artero o equivocado, no deberían expresar públicamente: ‘Perdón Gendarmería’”.

Un progresista cree que, por el contrario, se hubiera mejorado la valoración social de la Gendarmería y se hubieran ahorrado ataques a muchos de sus integrantes y al propio Gobierno si se hubiera desafectado transitoriamente a quienes condujeron el operativo y se hubiera colocado al frente de la comunicación al ministro de Justicia, Germán Garavano, más sensible y ponderado.

Las defensas no pueden ser “incondicionales”, como elogia La Nación de Bullrich, y no se le debe pedir “perdón Gendarmería” como no se debe castigar a las Fuerzas Armadas o de seguridad como instituciones por el mal proceder de algunos de sus integrantes. Alfonsín, un verdadero progresista, nunca acusó a las fuerzas de seguridad sino a los hombres que las deshonraban. Hay posibilidad de mala praxis en todas las instituciones y profesiones cuyo juzgamiento no denigra a la institución sino que la fortalece, potenciándola cuando se prueba su inocencia. 

Y en el editorial del 9 de noviembre titulado “Una comisión que se arroga derechos que no tiene”, se refiere a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a la que el Gobierno supone cooptada por el kirchnerismo y, en su paranoia, cree que hasta Amnistía Internacional es K porque cobijó al hermano de Maldonado, olvidándose de que Amnistía fue la que más luchó contra el cercenamiento de los derechos humanos en la ex Unión Soviética.

Quien no envejece bien se vuelve recalcitrante porque sus ideas dejan de progresar


Al igual que Leandro Despouy, ex representante especial para Derechos Humanos de la Cancillería, la ex ministra de Relaciones Exteriores Susana Malcorra no habría renunciado principalmente por los problemas de salud de su marido, sino también porque no quería ser la defensora internacional de una posición que no comparte sobre los derechos humanos y sus organismos internacionales.

El progresismo y el periodismo están ligados no sólo en Argentina: en Estados Unidos, más del 70% de los periodistas adhiere al Partido Demócrata, por lo que muchos de nosotros somos al mismo tiempo idiotas útiles y estúpidos progresistas.


En defensa de idiotas útiles y estúpidos progresistas (II)

Se cruzaron Fernando Iglesias y María O´Donnell. Fotografía: CEDOC

Nuestra más importante función es ayudar a la audiencia a superar sus propios prejuicios amortiguando así la fuerza embrutecedora del cono del silencio.

La agresividad aumenta el rating, la violencia oral atrae en Twitter o frente a un micrófono. La altisonancia y el insulto agregan contundencia cuando lo que se expresa carece de ella. Es barato porque requiere menos esfuerzo cognitivo que una idea demoledora.

Que personas muy formadas y con recursos intelectuales de sobra apelen a la oratoria vulgar propia de otros géneros discursivos se explica por el veneno que sigue introduciendo en la sociedad la grieta y la ansiedad que genera en comunicadores y políticos (cada vez más la misma profesión) la hiperinmediatez de las redes sociales y el minuto a minuto de la televisión.

En la columna precedente se analizó la calificación de Carrió de estúpido progresismo a quienes se oponían a su posición, principalmente la diputada Stolbizer, y que los periodistas Lanata y Sirvén llamaron idiotas útiles a los colegas que firmamos una solicitada en defensa de Página/12.

Ser apodado el D'Elía de Macri ofendió al diputado electo que hizo de lo tajante su sello

Continúa ahora con otra persona que escribió en las publicaciones de Editorial Perfil, Fernando Iglesias, en su caso columnista de la revista Noticias hace una década, que nos envió a Gustavo González, a Edi Zunino y a mí este mail: “Queridos ex amigos: Es para comentarles que la actual forma de hacer periodismo de Perfil también me parece desastrosa. Lo hago ahora, que todavía no soy funcionario. Hay que caer muy bajo para lo de ‘el D’Elía del PRO’”.

La “actual” forma de hacer periodismo de Perfil es la misma de una década y dos atrás, cuando coincidíamos con Carrió, Lanata, Sirvén e Iglesias en criticar a cada gobierno mientras estaba en poder y no sólo al anterior, que ya se había ido.

Iglesias se ha dedicado a la política y logró, con una retórica provocadora, instalarse como vocero confrontativo de Cambiemos en los medios. Y gracias a esos servicios, ser candidato a diputado, electo en octubre y en ejercicio a partir de diciembre. Pero no fue Perfil la que lo calificó de “D’Elía del PRO” sino que surgió de la polémica por Twitter que se citó en la nota de Perfil.com: “Todo comenzó con un mensaje del usuario David Vincent (@davidvincent97) que tuiteó: ‘Qué desastre el programa de O’Donnell’”. 

Minutos más tarde, provocando como suele hacer en Twitter, Iglesias agregó: “‘El programa de’ está de más”, para dejar en claro que le parecía un desastre todo lo que hace la autora de numerosos libros de investigación. “Señor diputado electo de Cambiemos ¿por qué agrede así?”, preguntó O’Donnell. Un comentarista (@lecalo37) salió a defenderla y le dijo: “Porque es el D’Elía de Cambiemos”, a lo que ella agregó: “Un poco sí”. Iglesias arremetió: “No es una agresión. Es una opinión. Creo que tu forma de hacer periodismo es desastrosa. La vara de Africa por doce años. La de Suiza, hoy”, dijo, para cuestionar las críticas de O’Donnell hacia el show mediático que se montó sobre la detención de Amado Boudou.

María O’Donnell, como Romina Manguel o Reynaldo Sietecase, entre tantos otros, integran el grupo de periodistas que en los medios audiovisuales enfrentan la grieta en su propia audiencia. Es más fácil para los periodistas de gráfica, que no estamos expuestos a los llamados de los oyentes o al rating minuto a minuto de la televisión, sentirnos menos influidos por el fanatismo del momento.

Hasta en programas como Animales sueltos, cuando Fantino comenzó a criticar a Aranguren por los Paradise Papers esta semana, el rating le bajó a la mitad. Pero lo que más les duele a los periodistas son las críticas personales que reciben en las redes sociales, donde los insultan y acusan ante la menor diferencia con el gobierno de Cambiemos. Si por firmar una solicitada los propios colegas califican a sus pares de idiotas útiles, lo que dice la gente amparada en el anonimato no tiene límite.

La autocensura que están generando en los periodistas las críticas inmediatas que recibe su trabajo en las redes sociales está llevando al paroxismo la espiral del silencio descripta por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann a fines de los 70, cuando era la televisión el medio de masas. El temor al aislamiento hace a las personas reprimir sus ideas y adaptarlas al pensamiento predominante. Los vibrantes activistas del relato de época enmudecen al resto ejerciendo una forma de control social sobre los que opinan distinto, disciplinando a la mayoría, que se rinde frente a la fuerza superior del “clima de opinión”.

Si Hubris fue la teoría de ciencias sociales con Cristina, el cono del silencio lo es con Macri

Como sucede hoy con las lecciones de medio turno con Macri y sucedió en 2005 con Kirchner y en 1993 con Menem, cuando se percibe que el gobierno será reelecto dentro de dos años y tendrá seis años más en el poder, la espiral ascendente hace que las ideas de una minoría suban y se conviertan en mayoría aplastante por la autocensura de las demás. Esto fue así desde la aparición de la televisión y se potencia ahora con las redes sociales.

Las redes sociales facilitaron la creación de la mayor policía ideológica de todos los tiempos porque con retuiteos se puede linchar mediáticamente a cualquier periodista en pocas horas. Un periodismo que no pueda ser crítico de su gobierno o sobre determinados temas tabú no podrá cumplir una de sus funciones esenciales. Me refiero a un periodismo ponderado y no al fanático de lo opuesto, que en su exageración se transforma en un espectáculo poco verosímil que, al caer en lo cómico, se hace intrascendente, como sucede en algunas radios y canales de noticias.

Los periodistas debemos desarrollar una piel más resistente a los insultos y críticas personales porque el actual ecosistema comunicacional hace estrellas mediáticas a quienes construyen con la diatriba su notoriedad.

Nuestra más importante e insustituible función es ayudar a la audiencia a superar sus propios prejuicios y a mantener ejercitada su mente con ideas que contradigan sus creencias, amortiguando así la fuerza embrutecedora del cono del silencio.


domingo, 28 de abril de 2013

“El dólar también se quiere ir”… De Alguna Manera...


“El dólar también se quiere ir”…

 EL FOBICO Y EL PSICOTICO. La huida de Lorenzino y el ataque de Moreno son dos caras de un estado alterado unidas por la bipolaridad. Kicillof, con la boca abierta.

Ese fue el título principal de la tapa de Perfil de ayer: “El dólar también se quiere ir”. Y con él los pesos de quienes todavía pueden ahorrar. Y quizá, más allá de las apariencias, sea el propio Ejecutivo, y no los miembros de la Corte Suprema, el que también se quiera ir.

Pocas veces coincidió tan desafortunadamente para el Gobierno el contraste bipolar entre la imagen fóbica de Lorenzino, huyendo ante el periodismo, y la psicótica de Moreno, enfrentando al mayor empleador de periodistas durante su asamblea de accionistas. Arrastrando con él a un tan incómodo como ido Axel Kicillof (mordía la birome con gesto extraño), viceministro de Economía y autor del único plan cambiario alternativo con que cuenta el Gobierno, justo mientras el dólar paralelo no paraba de subir: 8% en la última semana, 100% desde el cepo cambiario.

Economistas claramente distanciados del kirchnerismo, como Martín Redrado, pronostican que llegaremos a las elecciones de octubre “con muletas” pero sin cambios económicos. Una brecha entre el dólar oficial y el paralelo, que ya alcanzó el 80%, pone en dudas esos vaticinios.

El plan B de Kicillof preveía un desdoblamiento de la cotización del dólar para que la devaluación del tipo de cambio oficial ($ 5,18) continuara con un ritmo que no retroalimentara la inflación, acompañándola; mientras también hubiera otros dólares intermedios hasta alcanzar el dólar libre ($ 9,34) dependiendo tanto de la oferta y la demanda como de cuestiones de estrategia macroeconómica.

El mejor ejemplo sería el caso de la brasileña Vale, a la que si le permitieran invertir sus dólares, que trae del exterior para las obras de infraestructura a $ 9, y luego exportar su potasio a un valor intermedio entre el dólar oficial y el paralelo, podría revisar su decisión de irse del país.

El caso de Vale ilustra el parate inversor que al mismo tiempo genera enfriamiento general de la economía y no ayuda a las soluciones de largo plazo en torno a la inflación. Si se facilitara que la inversión externa ingresase a un dólar financiero, se podría reactivar la economía y bajar el precio del dólar paralelo porque muchos considerarían nuevamente competitivos los precios de inversión en Argentina.

Es cierto que un tipo de cambio desdoblado es una muleta, y lo ideal siempre sería contar con un único valor, pero el grado del problema cambiario que enfrenta ahora nuestra economía reclama por lo menos parches, si es que una política económica totalmente diferente fuera hoy inviable electoralmente para el Gobierno. Y si en el futuro les encontrasen progresivamente solución a los desajustes económicos que produjeron, las diferentes cotizaciones del dólar irían confluyendo en un valor único intermedio entre los 5 pesos del oficial y los 9 actuales del paralelo.

El domingo pasado Perfil publicó los negocios que el kirchnerismo hizo crecer continuando la política de un tipo de cambio muy competitivo de Lavagna, y que luego mató al pasar a un valor del dólar más parecido al del último Cavallo durante la convertibilidad (ver “Las canchas de paddle K” en http://e.perfil.com/negocios-y-el). Reconocer un valor del dólar más alto podría hacer volver a crecer la economía. Aquello a lo que tanto teme el Gobierno quizá sea su solución.

Pero más allá de la discusión sobre si llega o no a las elecciones de octubre, sin desdoblar en serio el mercado cambiario, menos discutibles son las pocas posibilidades de llegar a 2015 sin cambiar nada. Los datos del INDEC son el mejor ejemplo, el paso del tiempo hace que la mentira mejor armada se vaya haciendo indisimulable. Que salarios (u otra forma de ellos) aumenten al 20% anual mientras el INDEC registra aumentos de precios del 10% hace que a lo largo de los años se llegue a que las estadísticas deban sostener que ya no hay pobres en el país o indigentes en la provincia de La Rioja, como acaba de suceder.

Queda la hipótesis mencionada en estas columnas sobre qué partes de la reforma judicial y sus derivaciones en la Ley de Medios, condenadas a ser declaradas anticonstitucionales y previsibles derrotas políticas, más que un ataque mal planificado, sean una defensa de un Gobierno que “también se quiere ir” y apunta a sostener su relato victimizándose: “Luchamos pero las corporaciones burguesas no nos dejaron”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 28/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 29 de abril de 2012

C5N y Radio 10... De Alguna Manera...

 C5N y Radio 10...

Isologotipos de CN5 y Radio 10.

Una predicción de Einstein fue que, si las abejas desaparecieran del planeta, a la humanidad sólo le quedarían cuatro años de vida. Sin las abejas no se polinizarían muchos frutos, y así plantas, animales y hombres irían desapareciendo progresivamente en cadena. ¿Pasaría lo mismo con la democracia si ya no quedaran más periodistas al frente de los medios de comunicación?

No se trata de que los periodistas sean buenas personas –como en cualquier actividad, hay periodistas que merecen todo tipo de condenas– sino de que, por su naturaleza y su lógica profesional, aun defectuosamente hacen las cosas de una manera diferente a un empresario tradicional o un funcionario del Estado, pudiendo cumplir una función especial dentro del ecosistema político.

La acumulación de Moneta, Garfunkel, Szpolski, los dueños de Electroingeniería, Olmos y ahora Cristóbal López al frente de medios de comunicación produce una transformación sugestiva. Pero si alguien compra es porque alguien vende, y –al igual que en el tema de la Ley de Medios o la nacionalización de la mayoría de YPF– no se trata de una confrontación entre buenos y malos.


Por qué vendió Hadad.

Habría que comenzar por el principio de parsimonia del filósofo medieval Guillermo de Ockham: “Cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja”. En este caso, comenzar por lo más simple es tener en cuenta lo que siempre pasa cuando alguien vende: no gana plata y/o prevé que no va a ganar. A pesar de haber logrado en poco tiempo convertirse en el segundo canal de noticias más visto del país y con una audiencia mucho más calificada que las del tercero, el cuarto y el quinto canal de noticias, C5N no logra ser rentable contando incluso con la enorme “capacidad comercial” de Hadad, que haciendo malabarismos consigue publicidad oficial simultáneamente del Gobierno nacional, de Macri y de Scioli.

Es que competir con TN es muy difícil. Primero, porque lleva años de liderazgo y audiencia fidelizada. Segundo, porque está en la preferencial ubicación entre Telefe y El Trece. Y tercero, porque cuenta con recursos económicos imposibles para cualquier otro,  ya que divide sus costos de producción con los de los noticieros de El Trece.

Crónica TV, Canal 26 y América 24 se conforman con cautivar a públicos menos exigentes que los de TN y C5N, y por eso requieren menos inversión. América 24 también divide sus costos con los noticieros de América, pero además tanto los dueños de América como los de Canal 26 cuentan con ganancias que les dejan sus empresas de televisión por cable, las mayores del país después de Cablevisión/Multicanal de Clarín. De Crónica TV se puede decir que todavía le quedan algunas de las ventajas de haber sido el primero de todos los canales de noticias (especialmente en el interior) y de ofrecer una temática más popular, pero aun así es probable que esté contando con ayuda de terceros para sobrevivir.

¿Por qué los canales de noticias pierden dinero en la Argentina? Porque hay muchos más de los que el mercado puede sostener con publicidad genuina. En Estados Unidos hay sólo tres canales de noticias, en Brasil sólo dos, en Chile sólo uno, y en España hasta tuvo que cerrar la CNN/Canal Plus, una sociedad entre CNN y el diario El País, nada menos. Y la respuesta a por qué hay tantos canales de noticias en la Argentina es porque no se sustentan con publicidad genuina.

La aparición de la publicidad no genuina tiene una doble incidencia negativa en el ecosistema periodístico clásico. No sólo fabrica medios artificialmente, sino que les hace la vida más difícil a los medios normales canibalizándoles parte de sus audiencias y sus anunciantes comerciales tradicionales, a los que no pocas veces el Gobierno aprieta para que contribuyan con una forma de impuesto revolucionario publicitando en los medios afines.

Hadad gana dinero con las radios, pero éstas son un negocio más pequeño que la televisión y no dejan lo suficiente como para sostener las pérdidas de C5N. Además, tampoco a Hadad le gusta perder su propio dinero, por lo que en los últimos años fue sumando socios minoritarios a los que les vendía una parte de su empresa para con ese aporte solventar las pérdidas. Los dueños de la minoría a los que ya les había vendido son varios (se habla de Werthein, Brito, Eurnekian, Montoto, Eskenazi, el propio Cristóbal López y Colella, el ex CEO de Yabrán), de modo que sus influencias estarían atomizadas y muy diluidas.

Una cosa es la causa y otra la oportunidad; o sea: ¿por qué ahora? Por varias razones. Primero, porque para seguir invirtiendo en C5N ya había vendido el 45% del total de las acciones y si seguía con ese método, perdería la mayoría del 55% que le vendió a Cristóbal López y que asegura el control de la empresa.

También porque el escenario político y económico le anticipa múltiples problemas:

1) La inflación hace que los  costos sigan aumentando más que las ventas, y las empresas perderán rentabilidad en los próximos años. Si era difícil mantener C5N en los años del boom de consumo, más difícil será cuando se frene.

2) La baja en sólo tres semanas del 11% del valor de todas las acciones de las empresas que cotizan en bolsa es una señal de que  hay quienes suponen que habrá en el mediano plazo algún cimbronazo en la economía argentina, y que es mejor vender ahora y guardar los dólares para recomprar más barato dentro de algunos años, cuando haya otro clima político y económico.

3) Antes de fin de año se haría plenamente aplicable la Ley de Medios, obligando a desinvertir a aquellos que tienen más licencias de lo permitido; Hadad debía desprenderse de dos.

4) En el Congreso se presentó un proyecto de ley que grava con el impuesto a las ganancias la compra y la venta de acciones, que actualmente están desgravadas. Al no poderse corregir los balances por inflación, los patrimonios netos de las empresas quedaron totalmente desactualizados, y lo que se cobre por la venta de las acciones de una empresa puede llegar a ser considerado todo ganancia para el fisco. Si Hadad vendiera después de aprobarse esa ley, el 35% de lo cobrado se lo llevaría la AFIP.

5) La profundización del modelo kirchnerista que rompe alianzas del pasado y eyecta a un tibio por semana le impediría a Hadad mantener la cuota de mínima neutralidad con la que ha venido haciendo equilibrio. El levantamiento del programa de Longobardi mientras hablaba Alberto Fernández fue una señal.

Hadad ya no podría apoyar al Gobierno nacional y simultáneamente al de la Ciudad y al de la Provincia, y además seguir sin atacar a los opositores y críticos, si quiere continuar recibiendo publicidad oficial. Cuando pidió disculpas por el levantamiento del programa de Longobardi, lo que dijo fue premonitorio: “Lo valioso de este antecedente que tuvimos anoche es que estamos todos atentos y alertas, y ninguno de nosotros quiere ningún tipo de censura; y con mayúscula lo digo: el día que Alberto Fernández esté censurado en algunos de los medios que tengo el gusto de dirigir, ese día preferiría no trabajar más en esta profesión”.


Por qué compró López.

Comentan que Cristóbal López dice abiertamente que compró para tener defensa cuando vayan por él, como fueron por los Eskenazi. Otros sostienen que es para obtener del Gobierno más negocios. En cualquiera de los casos, no habría comprado para ganar dinero con los medios y reinvertir en ellos. Pobres medios si son medios para otros fines.

© Escrito por jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 29 de Abril de 2012.


lunes, 30 de enero de 2012

Cabezas... De Alguna Manera...

Cabezas...

Pinamar, 1996. Néstor y Cristina Kirchner junto a su hija, retratados por José Luis Cabezas.

Un año antes de morir asesinado, José Luis Cabezas fotografió a Néstor y Cristina Kirchner junto a su hija Florencia de vacaciones en Pinamar. Fontevecchia le contesta a Barone

Revisando los archivos al cumplirse 15 años del asesinato del fotógrafo de Editorial Perfil, surgió una nota de la revista Noticias del 21 de enero de 1996 titulada “La patagónica rebelde”, donde Cristina Kirchner responde así:

Periodista: Muchos justicialistas comparan a Menem con Perón.

Cristina Kirchner: La transformación económica que se está desarrollando es muy importante, pero es una barbaridad comparar a Menem con Perón. Acá hay dirigentes que creen que el 14 de mayo (N. de R.: cuando Menem fue reelecto con 50% de los votos) la gente que votó la fórmula Menem-Ruckauf dijo: “Los voto porque son Gardel, esto es maravilloso, estoy feliz, viva la vida”. Pero ése no fue el sentido del voto. La gente votó por lo más serio, por la economía.

Una semana antes, José Luis Cabezas ya había fotografiado a Néstor y Cristina Kirchner con Gustavo Beliz, a quien apoyaban como futuro candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Luego Beliz se unió al partido Acción por la República y compartió fórmula con Cavallo, quien fue candidato a jefe de Gobierno y Beliz a vicejefe. Dentro de la misma coalición, Alberto Fernández integraba la lista de diputados en representación de los Kirchner.

Que los Kirchner no opinaban lo mismo sobre la economía de los años 90 que cuando llegaron al gobierno no es una novedad; sí lo son las fotos de José Luis Cabezas en ese contexto, y no hay mejor fecha que ésta para recordarlas.

Al revés, como hizo Orlando Barone desde el programa 6, 7, 8, no hubo peor momento para decir sobre José Luis Cabezas que: “No sé cuál es la responsabilidad de Fontevecchia acerca de cuando un fotógrafo que ganaba un sueldo bastante modesto como fotógrafo –me consta, yo estuve en Pinamar en ese momento– fue mandado en una misión con los altos riesgos que ésta demandaba, que todos suponían, que le costó la vida y que la editorial aprovechó con grandes editoriales durante mucho tiempo. Yo sé que es antipático lo que estoy diciendo, pero Cabezas murió en una función periodística menor, no murió en las avanzadas de Afganistán, murió en un lugar donde podría no haber muerto si hubieran tenido la precaución de cuidarlo y no de mandarlo solo a hacer una foto en medio de toda esa mafia que, ya se sabía, estaba en Pinamar”.

El ex director de Noticias, Gustavo González, le respondió a Barone declarándose “culpable de investigar a Yabrán”. “Cabezas formaba parte de un equipo que desde 1991 se dedicaba a revelar cómo funcionaba una organización mafiosa que había crecido al calor de todos los gobiernos, desde la dictadura militar hasta el de Carlos Menem. El jefe de esa mafia se llamaba Alfredo Yabrán, que fue el autor intelectual de su crimen. Sí, fuimos culpables de investigarlo, mostrarlo, dejarlo al descubierto, cuando la mayoría de los medios prefería ignorarlo y cuando los periodistas oficialistas se encargaban de castigarnos por meternos con los amigos del poder.” En el menemismo, desde  Canal 7 cumplían el papel de difamarnos en programas como el de Guillermo Patricio Kelly.

Y concluye González: “Si un reportero gráfico era asesinado por obtener un documento fotográfico de un hombre protegido por el poder político, entonces estaba en problemas no sólo la redacción de la revista Noticias sino cualquiera”.

Cabezas no fue asesinado tomando la fotografía, sino en represalia varios días después. Tampoco la tomó entrometiéndose en un enclave mafioso: lo hizo en un lugar tan público como una playa llena de turistas.

Respecto del sueldo modesto al que se refiere el columnista de 6, 7, 8, Editorial Perfil se enorgullece de responder que, a pesar de los treinta juicios que le iniciaron Menem y sus allegados, de la crisis de 2002 y de ser castigada por el kirchnerismo siendo la única empresa sin publicidad oficial desde el año 2003 a la fecha, el sueldo de José Luis Cabezas, como si siguiera trabajando, lo cobran todos los meses sus hijos desde hace quince años.

Sólo el encono de ciertos defensores del Gobierno con Editorial Perfil explica que se utilicen argumentos tan tristes para agredirnos.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el lunes 30 de Enero de 2012.