La batalla que hay que dar…
Trabajo. En comparación con 2023, el poder
adquisitivo del salario mínimo retrocedió casi un 30%. Fotografía: Enrique
García Medina.
La acción de Gobierno desde fines de 2023 y
en este 2024 a punto de terminar, según festejan en la Casa Rosada, llevó al
«logro» de haber devuelto al sector privado, supuestamente, «un ahorro de 15
puntos del PBI que antes dilapidaba la política», lo que «ya se está
traduciendo en mayores inversiones y mayor consumo».
© Escrito por Carlos Heller, Dirigente Cooperativista, el domingo 29/11/2024 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, República Argentina.
Como ocurre de modo casi invariable, resulta imposible compatibilizar el
discurso oficial con los datos estadísticos, que muestran todo lo contrario. En
materia de consumo, según lo publicado por el Indec, las ventas en
Supermercados y Autoservicios Mayoristas acumularon hasta octubre descensos del
12,5% y 15%, respectivamente, frente al mismo período del año pasado. Un claro
reflejo de la reducción del poder de compra de los salarios y las jubilaciones.
Y nada hace pensar en una recuperación próxima. Por otra parte, el Gobierno
estableció una vez más por decreto la evolución que tendrá el Salario Mínimo
Vital y Móvil durante los próximos meses: en diciembre será de $279.718, pasará
a $286.711 en enero y todavía no llegará a $300.000 en marzo próximo.
Lo que se observa en la comparación interanual es una pérdida de poder
adquisitivo del salario mínimo de casi el 30%. Ese deterioro se traslada a
otras prestaciones sociales, como el seguro por desempleo, y a beneficios como
las becas Progresar para estudiantes de bajos ingresos.
Así, cuando el Gobierno habla del «reequilibrio» de precios relativos, lo que
debe entenderse es que el precio de los salarios y las jubilaciones van muy por
detrás de los otros precios de la economía.
Se repite a la vez una concepción que desvirtúa la virtuosa función que posee
el Estado, de proveer bienes y servicios públicos a aquellos sectores de la
sociedad que no podrían acceder a ellos de otra manera y de regular la
actividad privada para lograr una distribución del ingreso más equitativa.
No se trata de achicar el Estado, como propone la prédica oficialista, sino que
se trata de ofrecer servicios de salud, educación, transporte público, entre
otros, eficientes. Una eficiencia que no se mide en términos de rentabilidad.
Véase por caso el intento de privatizar Aerolíneas Argentinas, según prevé el
decreto 873/2024, dictado luego de no prosperar el proyecto enviado al
Congreso. Desde Unión por la Patria advertimos que si se dejan las rutas aéreas
completamente libradas al sector privado muchos destinos desaparecerían por no
ser lo suficientemente «rentables». Sin vuelos, el daño sería importante en las
localidades afectadas en términos comerciales y turísticos, el Estado perdería
recaudación impositiva, se limitarían las conexiones entre ciudades y caerían
puestos de trabajo directos e indirectos.
Otras políticas que el oficialismo presenta como favorables para el desarrollo
del país son la apertura comercial, mayor «autonomía» en el Mercosur y la firma
de un tratado de «libre comercio» con Estados Unidos, curiosamente cuando el
presidente electo Donald Trump adelantó que aplicará una estrategia de fuerte
proteccionismo en su país.
Planteos, en síntesis, que ya experimentamos en otras gestiones neoliberales
con fuertes impactos negativos en la industria nacional, el consumo y el
empleo. Ya vimos esa película y conocemos su final.
Por eso, es fundamental hacer hincapié en la «batalla cultural» que se libra en
la sociedad y ratificar la viabilidad de otro modelo, de verdadero desarrollo
con inclusión de amplios sectores hoy postergados, entre ellos la mayor parte
de las familias y las pymes.
Esa alternativa priorizaría las importaciones como insumos para procesos productivos
y no las de bienes finales que reemplazan a los producidos localmente.
Se trata de mejorar la eficiencia de nuestra producción, no de eliminar los
bienes de origen nacional. Un esquema que en definitiva es el que se pone en
práctica en los países desarrollados y en otros de alto crecimiento en el
pasado reciente.
Es imprescindible, en este sentido, una propuesta alternativa que confronte con
el modelo actual, claramente perjudicial aún para amplios sectores que
confiaron en las propuestas libertarias.
La política no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para transformar la
sociedad positivamente. Y para ello, se requiere la unidad más amplia posible,
con la presentación de una verdadera opción de cambio, que aliente una virtuosa
acción del Estado en pos de mejorar el nivel de vida de la mayoría de la
población, bregando por un sistema más equitativo y solidario.
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