Máximo está, Macri no…
El hijo de la vice marcó el pulso ideológico del Gobierno, mientras que JxC toma distancia del ex.
Yo no quiero un país que sea juguete de las circunstancias o que tenga que ceder a los caprichos de los laboratorios extranjeros que, con muchísima mezquindad, buscan siempre doblarle el brazo al Gobierno y también a este Congreso (. . .) Porque si un laboratorio nos obligó a cambiar todo el andamiaje, ¿Cómo vamos a hacer con el FMI?”, disparó el jefe del bloque oficialista.
Una vez
más, el hijo de la vicepresidenta en funciones marcó el pulso ideológico del Gobierno en contra de la decisión del presidente Alberto
Fernández, que había preparado el DNU para
destrabar la situación con Pfizer, Johnson y Moderna que le ha impedido a la
Argentina acceder a estas vacunas cuya falta se ha visto reflejada en miles de
muertes que podrían haber sido evitadas.
“No fue en
contra de nadie; fue una noción de lo que apuntamos como país soberano y a lo
que debemos aspirar”, se apuraron a decir en su entorno. Sin embargo, la
tertulia no oficial asegura que en el Instituto Patria se vivió la decisión
presidencial como una “claudicación necesaria”. Y festejaron las palabras del
diputado para “recordarle al Presidente que con los dueños del mundo no se debe
ceder”, en referencia a los laboratorios norteamericanos y al FMI. Una disputa
ideológica casi adolescente que está lejos de beneficiar los intereses de
nuestro país. Sin embargo, el episodio no quedó allí porque en su discurso en
Tucumán durante el acto por el Día de la Independencia el Presidente recogió el
guante y aseguró: “Nunca esperen de mí que firme algo que arruine la vida del
pueblo argentino. Si alguien espera que yo claudique ante los acreedores o ante
un laboratorio, se equivoca. No lo voy a hacer, antes me voy a mi casa”.
La interna
que existe dentro del Frente Contra Todos no cesa y, en rigor de verdad, al Dr.
Fernández se lo ve bastante solo en comparación con la pirotecnia verbal y
discursiva de sus socios “duros” de la coalición. En el Gobierno, el
kirchnerismo explícito es el que marca la cancha. Esto no significa que exista
la posibilidad de una ruptura antes de las elecciones. Quien así piense se
equivoca. Y quien crea en la oposición que esta elección la tiene ganada
también erra. El oficialismo va a derramar mucha plata durante la inminente campaña
en el territorio que representa su baluarte: el conurbano bonaerense.
La consecuencia de todo este proceso de
horadación de la figura presidencial complica severamente su autoridad y, por
ende, su gestión. No manda él, sino Cristina Fernández de Kirchner. Y esto
condiciona todo el accionar gubernamental. Por si esto fuera poco, el
Presidente genera hechos que lo acercan a la categoría de una caricatura como
fue la gafe que cometió en su desvaído discurso del 9 de julio al aludir a
Macacha Güemes como la esposa de Martín Miguel de Güemes, de quien –en verdad–
era hermana.
En las sombras, la ex presidenta en
funciones está trabajando intensamente en el armado de la lista de candidatos
en la provincia de Buenos Aires. Sabe que su futuro depende de esa elección
frente a un grupo de gobernadores del peronismo que le guardan cada vez menos
cariño.
Dicho
esto, el contrapunto verbal entre Máximo Kirchner y el Presidente merece un análisis más profundo
porque el sujeto de la discordia no es banal ni ideológico: es una vacuna que
representa, nada más ni nada menos, que la diferencia entre contagiarse el
covid-19 y padecer una enfermedad que puede llevar a la muerte o no.
El hijo de
la ex presidenta en funciones hizo una brutal exhibición de desprecio por la vida
de los otros. La falta de un acuerdo con Pfizer representó la falta de trece
millones de dosis del inóculo, de los cuales, a esta altura del año, ocho ya
hubieran sido administrados. Significó –y significa– también que más de cien
mil niños y adolescentes entre 12 y 18 años que padecen comorbilidades pudieran
tener acceso a la única vacuna que, hasta el momento, está autorizada para este
grupo poblacional.
Seguramente
el diputado no tiene la más mínima idea del sufrimiento que esto significa para
esos chicos y para sus familias. Desde su cómoda poltrona, todos estos
“detalles” se ven lejanos o, directamente, ni se ven. Uno de los eslóganes del
kirchnerismo es “la patria es el otro”. Como se ve, es tan solo eso: un
eslogan.
La
frase de María Eugenia Vidal.
“Me fui de
la Provincia para que otros crezcan”, dijo ayer la ex gobernadora de la
provincia de Buenos Aires al lanzar su candidatura a diputada por la Capital
Federal. No se lo creyó nadie, ni dentro ni fuera de No Tan Juntos por el
Cambio. Su huida del territorio provincial creó un vacío que produjo una lucha
interna dentro del PRO que hoy lo complica y exige un gran esfuerzo de
negociación para no dejar heridas que dificulten las chances electorales ya de
por sí difíciles.
La
retahíla de memes y comentarios negativos acerca de la decisión de Vidal de los
propios simpatizantes de la coalición opositora que circularon por las redes en
estos días habla del enojo que generó su decisión. Si bien las aguas parecen
algo más serenas, las disputas internas aún están lejos de zanjarse.
En el sector vinculado a Jorge Macri –su aviso de campaña buscando apartarse de la impronta negativa que explícitamente le asigna a su apellido no deja de sorprender– y en buena parte del peronismo provincial advierten que, aunque Horacio Rodríguez Larreta logre imponer a Diego Santilli como su candidato en PBA, se enfrentaría a unas PASO peligrosa contra Facundo Manes, impulsado desde el radicalismo, dentro del cual hay generado un renovado entusiasmo fogoneado por encuestas que le son promisorias. De todas maneras hay una realidad irrefutable hasta aquí: le va a ser muy difícil a la oposición ganar en territorio bonaerense, cuyo conurbano es un bastión del kirchnerismo.
¿Cuánto de su proyecto a largo plazo
está dispuesto a poner en juego el jefe de Gobierno porteño? En Uspallata están
convencidos de las cartas con las que juegan y, al menos hasta ahora, la
indicación general es no retroceder y poner el foco en el día a día para
fortalecer cada aspecto de su estrategia.
Mientras HRL busca fortalecer su liderazgo,
quien día a día lo pierde dentro de la estructura interna es Mauricio Macri.
Eso no equivale a decir que lo haya perdido entre sus votantes. Su ausencia en
estas jornadas cruciales en el armado electoral junto a sus desangeladas
declaraciones –que se repiten con una frecuencia que alarma a muchos dirigentes
de JXC– ahondan esa pérdida de poder interno.
De cómo le vaya a la oposición dependerá el
futuro del equilibrio republicano en la Argentina. Sus dirigentes deberían
tenerlo muy presente.
Producción periodística: Santiago Serra.
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