jueves, 28 de septiembre de 2017

Optimismo de la inteligencia y pesimismo de la voluntad… @dealgunamanera...

Optimismo de la inteligencia y pesimismo de la voluntad…


¿Y si invertimos a Antonio Gramsci y, a la luz de las elecciones, pensamos desde el optimismo de la inteligencia pese al pesimismo de la voluntad? ¿Y si apostamos por opciones igualitarias y democráticas?

© Escrito por Américo Schvartzman director del diario, el viernes 11/08/2017 y publicado por el Diario La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Una conocida frase de Antonio Gramsci hablaba del “pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad”. El gran teórico la había tomado de una expresión de Romain Rolland en L’Humanité. El escritor pacifista lideró, pocos años después, una gran campaña internacional por la libertad de Gramsci. Pero ya en las páginas del Ordine Nuovo, mucho antes de los Cuadernos de la cárcel, Gramsci recurría con frecuencia a esa consigna que lo había atrapado. Con ella apelaba la actitud de la izquierda italiana para que se animara a impedir primero y a revertir después el avance fascista: había que apostar a la voluntad, aunque la razón mostrara que todo estaba muy mal, para no dejarse vencer por la adversidad.

Pero ¿qué pasa cuando pasa al revés? ¿Cuándo se enfrentan un “optimismo de la inteligencia” y un fuerte “pesimismo de la voluntad”?
¿Se puede proponer una fórmula inversa: una apelación al optimismo de la inteligencia frente al pesimismo de la voluntad?

Podría decirse que hay muchas personas cuya voluntad de aportar a la construcción de una herramienta política transformadora no se encuentra motivada en el contexto actual. ¿Sería útil, inspirador, encontrar razones para el optimismo?

¿Qué pasa cuando se enfrentan un “optimismo de la inteligencia” y un fuerte “pesimismo de la voluntad”?

En lo que sigue, intento marcar algunos puntos interesantes (y que, me parece, pueden ser descriptos con alguna pretensión de objetividad) para pensar que la compleja sociedad argentina ofrece algunas perspectivas alentadoras para la varias veces frustrada y cada vez más ardua construcción de una alternativa política que se sustente en valores sensiblemente diferentes a las opciones en pugna. Mal y pronto: una verdadera izquierda democrática, competitiva y solvente, como la que el país nunca tuvo.

Encuentro tres datos duros que abonan esa expectativa. Veamos.

La presidente, Cristina Fernández de Kirchner y el Jefe de Gobierno Mauricio Macri, en la inauguración de la Autopista Illia. Fotografía. Fabián Marelli (03-06-2014)

Primer dato: distintas encuestas muestran que casi dos tercios de la sociedad argentina, atravesando las diferencias socioeconómicas y culturales, no quieren saber nada –pero nada– con la última versión del peronismo que gobernó la Argentina. Es decir, con esa triple estafa (ideológica, política y ética) que fue el kirchnerismo. “Cuando se mide todo lo que tenga que ver con el gobierno anterior”, explica Mariel Fornoni, de Management & Fit, “las encuestas no dan más que 20% de imagen positiva. La gente dio vuelta la página. Puede volver el peronismo, pero no Cristina”, afirma la investigadora.

(Acá podría abrirse un paréntesis ante esta obviedad. ¿Qué tiene eso de positivo? Si por eso ganó Macri. Pero no nos apuremos).

Segundo dato: una enorme porción (que varía según los encuestadores, pero siempre es grande) no está satisfecha con el rumbo del actual Gobierno. Alrededor del 55% de los consultados en un trabajo de Gustavo Córdoba y asociados respondió que desde que asumió Macri el país está peor. En otras palabras, aunque la mayor parte de las personas no quiere saber nada con el kirchnerismo, una importante porción de ellas tampoco cree que el macrismo sea la salida que la Argentina necesita. Un trabajo de Management & Fit de junio de este año refleja que el 46% de las personas consultadas no se identifica ni con uno ni con otro. La grieta existe, pero le interesa a menos gente de lo que se percibe en los micromundos de las redes sociales o de los programas especializados en “¡Hay polémica!”.

Tercer dato: según todas las encuestas (y también según algunas reacciones sociales que han sido claras señales) no hay ninguna posibilidad de que éste o cualquier otro Gobierno vuelva atrás en aquellas políticas públicas que la sociedad mayoritariamente ha considerado positivas. De nuevo, datos de M&F, muestran que un 67% de las personas consultadas defienden políticas como la Asignación Universal por Hijo, la recuperación del sistema público de jubilaciones, el matrimonio igualitario o las políticas públicas de derechos humanos. La lista es más amplia (y seguramente si se consulta punto por punto los porcentajes muestren variaciones). Pero para tomar una dimensión de la profundidad de esta percepción social, basta recordar lo que pasó con el 2×1. También en este caso las encuestas fueron contundentes: un trabajo de D’Alessio Irol y Berensztein mostró al 85% de la población en contra de conceder ese beneficio a los condenados por delitos de lesa humanidad.

La grieta existe, pero le interesa a menos gente de lo que se percibe en los micromundos de las redes sociales o de los programas televisivos.

Las PASO de este domingo (y aun las elecciones de octubre), son casi anecdóticas, por más que los partidos chicos –como el Partido Socialista– se estén jugando mucho con la barrera absurda del 1,5% impuesta para complicarles la vida. Pero si los datos consignados son “episteme” (ciencia), habilitan a imaginar acciones sin detenerse en la coyuntura, por más riesgos que presenta. Quiero decir: si estos datos son correctos y la elección se polariza, parece razonable que convivan todas las miradas: quienes prefieren que gane el Gobierno, aunque les convence cada vez menos; quienes voten a las opciones opositoras que parezcan mejor posicionadas, para “enviar un mensaje”, e incluso que haya quienes ni siquiera voten, desalentados por el panorama coyuntural.

Bandera roja

Pero lo que parece claro también (siempre dentro de la doxa –opinión-, pero bien mezcladito con episteme) es que esas amplias capas de la población desconformes con uno y otro, están también desconformes con el resto de la oferta electoral: a Massa le desconfían; a la izquierda dura no la votarían más que como advertencia (no les parece opción por lo imprevisible, y en ese sentido el FIT se dispara a sus propios pies al votar “a favor” de De Vido); y a los sectores de centroizquierda ni siquiera los ven: están atomizados y sin rumbo claro.

¿Dónde está, entonces, el optimismo de la inteligencia? En la notoria falta de una izquierda democrática, seria pero no solemne, decente pero no pacata, defensora del ambiente y de los derechos individuales, de las instituciones pero con un firme compromiso con la igualdad, innovadora y audaz pero también para gobernar, no solo presentando proyectos en la oposición. Su ausencia en el panorama de la vida política argentina es un silencio atronador.

¿Dónde está, entonces, el optimismo de la inteligencia? En la notoria falta de una izquierda democrática, seria pero no solemne, decente pero no pacata, defensora del ambiente y de los derechos individuales, de las instituciones pero con un firme compromiso con la igualdad.

Faltan, de todos modos, muchos elementos, y uno de ellos es el destino inmediato del Gobierno de Santa Fe y del Frente Progresista que lo conduce, el cual viene sobreviviendo como puede a los vaivenes de las estrategias nacionales (o la falta de ellas) de las fuerzas que lo integran. Y que sigue siendo lo más cercano a algo que se proyecte y se proponga llenar esa ausencia que ensordece. Quizás es el mejor momento para que el pesimismo de la voluntad sea revisado desde el optimismo de la inteligencia.


Cristina se fue del peronismo... @dealgunamanera...

Cristina se fue del peronismo, el partido que siempre despreció y nunca entendió…

Cristina Kirchner en la entrada del Instituto Patria (Nicolás Aboaf)

La ex presidente nunca comulgó con las ideas del peronismo y siempre se sintió más cómoda entre los sectores de izquierda. Por qué su ruptura significa el final del kirchnerismo

© Escrito por Julio Bárbaro el domingo 18/06/2017 y publicado por el portal de noticias Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El Maestro Aníbal Troilo en "Nocturno a mi barrio" refuta la acusación de haberse ido con palabras claras: "Si siempre estoy llegando…". Algo similar podría decirse de Cristina Kichner: no se puede ir del peronismo porque nunca adhirió al mismo. Podría haber intentado superarlo, aunque nadie puede superar aquello que ni siquiera intentó comprender.

El peronismo nunca fue ni de izquierda ni progresista. Sí fue acompañado por una importante izquierda nacional que desarrolló un sólido aporte teórico, pero nunca por aquellos sectores que dependían del pensamiento europeo, como el Partido Comunista, que de puro ruso nunca tuvo nada que ver con nosotros. Y lo del "progresismo", eso es otra cosa. Ambos son modelos universitarios, integran un universo que pocas veces acompañó a los trabajadores.

Recordemos que la universidad descubre el peronismo recién con las "Cátedras Nacionales", allá por los 70. No en vano era "alpargatas sí, libros no"; los que andaban en alpargatas refundaron la nación en el 45, mientras que los de los libros sólo empezaron a descubrirla casi tres décadas después.

El peronismo fue una identidad cultural: Catulo Castillo, Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo participaban en su nacimiento; Leopoldo Marechal lo describía como nadie y Hugo del Carril y Nelly Omar fueron sus voces. Eran "cabecitas negras", difícil que fueran "progresistas".

Cada vez está más claro que mientras Néstor construyó una fuerza política, Cristina tan solo la heredó. Nunca quiso al peronismo, tampoco fueron de izquierda en la mala ni defendieron los derechos humanos ni fueron perseguidos. Todo es una cobertura que los del oficio de Durán Barba hicieron para el ayer. Ni peronista ni nada que implique un compromiso con el pensamiento nacional, tampoco con la industria ni con la clase trabajadora, sólo con la marginalidad, con aquellos que se caían del sistema. Subsidiaron a los caídos, ni siquiera intentaron integrarlos socialmente.

Los Kirchner participaron de la privatización de YPF y dieron discursos sobre los ferrocarriles destruidos, pero nunca recuperaron ninguno. El peronismo fabricaba aviones, desde ya vagones, ellos compraban todo afuera, importaron los vagones y hasta los durmientes. Están a la derecha de la misma estructura agropecuaria a la que tanto denigran.

Cristina se fue del peronismo pero nunca participó de sus ideas. Asumió el resentimiento de las izquierdas fracasadas, de aquellas que eligieron la violencia y que todavía nos deben una autocrítica, que siempre nos acusaron de "bonapartismo", de fascismo y otras etiquetas importadas de Europa donde ellos abrevaban sus supuestas ideologías.

Los países hermanos  como Uruguay, Chile, Brasil tienen teóricos sabios que acompañan a sus pueblos. Aquí la cosa es al revés, las izquierdas se imaginan "vanguardia iluminada" como si merecieran conducir a "las masas". Y ahí estriba el conflicto central: nuestro pueblo gestó su propio pensamiento que es peronismo por lo tanto no necesitó importar ninguna de las teorías extranjeras. Las izquierdas intentaron conducir al pueblo y destruir a Perón, sustituirlo por Fidel, el Che, Mao o tantas otras variantes.

Hace décadas, tomando ginebra en Barracas con Godoy, un filósofo analfabeto, se acercó un militante a decirle "¿Godoy, conocés a Mao Tse Tung?" y Godoy le respondió sonriendo "Sí, claro, es el Perón de los Chinos".

Cristina se fue del peronismo, adonde nunca había llegado. A su lado quedan los que imaginaban que el kirchnerismo tenía algún futuro aunque sea obvio que no lo tiene. Ella es la heredera de un constructor que era Néstor, ahora todo es gastar a cuenta, dilapidar la fortuna. Si gana, pierde o empata, eso es secundario; queda sola en la Provincia de Buenos Aires y para su propia candidatura. Luego será el recuerdo, como Menem. Los partidos del poder se disuelven al perderlo.




Comenzaron las pruebas de mar del rompehielos A.R.A. Almirante Irízar Q-5)… @dealggunamanera...

Comenzaron las pruebas de mar del rompehielos 
A.R.A. Almirante Irízar (Q-5)…

 A.RA. Almirante Irizar (Q-5)

Esta mañana el buque de la Armada zarpó desde el CINAR para comprobar y verificar sus sistemas y equipos. Una vez cumplimentada esta etapa darán inicio las pruebas de hielo.

Con la presencia del Ministro de Defensa Oscar Aguad, acompañado por el Jefe del Estado Mayor General de la Armada, Almirante Marcelo Eduardo Hipólito Srur, y el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, ingeniero Jorge Elustond, el rompehielos ARA “Almirante Irízar” soltó amarras desde el Complejo Industrial Naval Argentino (CINAR) para dar inicio a una nueva navegación.

Previo a la zarpada, las autoridades navales, del Ministerio de Defensa y del CINAR realizaron un breve recorrido por el “Irízar”.

Con los honores rendidos por la Banda de Música de la Armada y la Compañía de Ceremonial del Batallón de Seguridad del Estado Mayor General de la Armada, el buque procedió a soltar amarras, dando inicio a la maniobra de zarpada para comenzar la navegación en la que se realizarán pruebas de mar y se verificarán sistemas y equipos, previo a las pruebas en zona de hielos.

Participaron, además, de la ceremonia de zarpada el Director General del Material de la Armada, Contralmirante David Fabián Burden; el presidente del CINAR, Jorge Arosa, y operarios del astillero que participaron activamente en las tareas de reparación y modernización de esta unidad de la Armada.

Durante esta navegación se pondrá a prueba la performance de la unidad, al mando del Capitán de Fragata Maximiliano Mangiaterra, exigiendo al máximo el rendimiento de cada uno de los sistemas y ajuste de roles de las diferentes operaciones que realiza la unidad en navegación.

Estas pruebas se enmarcan en el adiestramiento y alistamiento del buque previo a futuras Campañas Antárticas.



martes, 26 de septiembre de 2017

Conspiraciones… @dealgunamanera...

 Conspiraciones…


Mientras la sociedad se pregunta dónde está Santiago Maldonado, sectores del oficialismo y algunos de los medios más poderosos inventan un nuevo enemigo interno: “los mapuches separatistas financiados desde el extranjero”. Esta teoría engrosa la lista de las teorías conspirativas presentes durante toda la historia argentina.…

© Escrito por Esteban Campos y publicado el jueves 20/09/2017 por el Diario La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La multiplicación de las imágenes de Santiago Maldonado en las redes sociales y las movilizaciones que reclaman por su aparición han debilitado al gobierno de Mauricio Macri, inmerso en una coyuntura electoral decisiva, que esperaba sortear sin mayores problemas a partir de su buena performance en las PASO.

Si hasta el 1º de agosto la estrategia polarizadora del elenco gubernamental se había limitado a repartir las estampitas del buen gobierno lanceando a la bestia negra del populismo, la movilización de sentimientos que provocó en un sector de la población la desaparición de un joven militante en un operativo represivo planteó otra clase de desafío. El peligro para el gobierno era, hasta hace unos días, la universalización del reclamo, con la potencia de despolarizar la conflictividad política hasta sustituir el gran relato de la grieta por otros escenarios más incómodos, donde el Estado es presionado desde abajo.


Sin embargo, el gobierno recuperó la iniciativa y tuvo cierto éxito en instalar la idea de que el reclamo por la aparición con vida de Santiago Maldonado tiene una matriz impura, debido a su utilización política en tiempos electorales. El conflicto fue reubicado en la trama previsible del antagonismo entre el kirchnerismo y la administración del PRO, con sus desconfianzas recíprocas, con su catarata de insultos que reemplazan la política por la reafirmación de la propia identidad.

Es en este contexto de tire y afloje donde el gobierno, los medios amigos y la minoría intensa que constituye su base electoral más leal hicieron circular la versión de una densa trama conspirativa, una amenaza a la puesta en acto del Estado mismo, que se ve obligado a defenderse.

Desde la asunción de Mauricio Macri, el PRO ha configurado a un contendiente imaginario, denunciando constantemente el ataque del populismo a las instituciones democráticas. La tenebrosa vuelta de tuerca actual es que la construcción de esta amenaza está incorporando elementos cada vez más radicales, cada vez más “otros”, cada vez más amenazantes, lo que nos ubica en las coordenadas de la teoría del complot.

El PRO ha configurado a un contendiente imaginario denunciando el ataque del populismo a las instituciones democráticas. La teoría del complot se ha incorporado a su discurso.

El primer paso firme en la invención de un nuevo enemigo interno fue el informe del periodista Jorge Lanata, que denunció la existencia de una guerrilla mapuche en el sur, al mismo tiempo que las redes sociales se inundaban con la pregunta por Santiago Maldonado. A partir de ese momento, los periodistas oficialistas citaron declaraciones de funcionarios y boletines de inteligencia que destacaban las supuestas conexiones entre la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, grupos armados del Kurdistán, La Cámpora y las Madres de Plaza de Mayo. Pero como la RAM es un colectivo demasiado pequeño y remoto como para calar hondo en la imaginación popular, la amenaza se traslado a las grandes ciudades y empezó a articular grupos e identidades cada vez más amplios, en coincidencia con la masiva manifestación por Santiago Maldonado el viernes 1º de septiembre, mientras el gobierno y los medios denunciaban una ola de atentados, ataques a las fuerzas de seguridad y amenazas contra la familia presidencial.


El sábado siguiente a la manifestación, el diario La Nación informó que -según el Ministerio de Seguridad- los mapuches tenían apoyo de corrientes anarquistas, trotskistas y kirchneristas, organismos de Derechos Humanos, sindicatos combativos y “manifestantes revolucionarios”. La palabra “extremista”, que no se utilizaba con regularidad desde las décadas de 1960 y 1970, cuando era parte del lenguaje de las dictaduras militares y los gobiernos civiles de matriz autoritaria, volvió a circular por los grandes medios de comunicación.

El domingo 3 de septiembre, el periodista Joaquín Morales Sola escribió en referencia a los incidentes posteriores a la desconcentración de la marcha: “A esa mezcla de mapuches desautorizados por los propios mapuches, de bordes políticos, de neonazis, de marxistas frívolos y de cristinistas resentidos se les unen a veces grupos anarquistas, que sólo aparecen de vez en cuando”. Un día después, el periodista Alfredo Leuco trató de elevar la moral de sus filas y dijo al aire con tono castrense: “Nos han declarado la guerra”, en referencia a esta virtual amenaza multiforme donde se confunden adrede las bombas molotov con pacíficas demostraciones de masas. Dando crédito a la existencia de un complot para derribar el gobierno, las estrellas del periodismo y la TV se convierten en voceros de los servicios de inteligencia, que viven de inflar o inventar amenazas para obtener mayor presupuesto, de ese que todos pagamos con nuestros impuestos. ¿Por qué deberíamos tomarnos en serio entonces a las teorías del complot?

La teoría del Complot. 


Mapuches apátridas, guerrilleros colombianos, separatistas kurdos, vascos terroristas, capitalistas británicos, anticapitalistas libertarios, kirchneristas radicalizados, trotskistas que cierran fábricas, docentes que amenazan con transformar a nuestros inocentes hijos en militantes barbudos, neonazis…¿¿También neonazis?? Que este juego de identidades intercambiables parezca una ensalada ridícula no debería hacernos olvidar la eficacia de las teorías conspirativas como mapas cognitivos de nuestras sociedades de masas. Como decía el crítico literario Frederic Jameson en La estética geopolítica: “Ante la general parálisis de lo imaginario colectivo o social, para el que «no pasa nada» cuando se enfrenta al ambicioso programa de imaginar un sistema económico a escala mundial, el viejo tema de la conspiración adquiere una nueva vitalidad en cuanto a estructura narrativa capaz de reunir los elementos básicos mínimos: una red potencialmente infinita, junto a una explicación plausible de su invisibilidad”. Dicho en otras palabras, para la mayoría de la gente es más fácil imaginar a un puñado de malvados preparando un golpe de estado en una alcantarilla, que pensar en los mecanismos de la ley del valor. Esto aplica no solo en la percepción de los sistemas económicos complejos como el capitalismo global, sino también en cómo son representadas cotidianamente la sociedad, el estado y la política.

La trama del complot, sigue diciendo Jameson, requiere la conciencia de su imperfección para poder funcionar como mapa cognitivo, por eso la mentalidad conspirativa siempre está dispuesta a creer en algo oculto que certifica la realidad de la amenaza. Por eso, la tentación iluminista de educar al fascista no alcanza para desnudar la falsedad ideológica del complot, porque la falta de evidencias no hace mella en su estructura (y así resulta paradójico que sean los defensores del gobierno y las fuerzas de seguridad quienes piden pruebas contundententes sobre la responsabilidad de la Gendarmería, como si la desaparición forzada de personas pudiera tener éxito sin borrar las huellas de su acto).

La creencia en la conspiración no se vincula solamente al nivel más ordenado y simbólico de la  ideología, ya que también apela a profundas fantasías colectivas, una realidad aumentada contínuamente por la literatura, el cine, la televisión y la industria del entretenimiento en general, desde los filmes de la saga de James Bond como Spectre a best-sellers como El Código Da Vinci, junto a video-juegos populares como Tomb Raider y Uncharted.


La falsificación más conocida de una conspiración en el siglo XX fue probablemente Los Protocolos de los sabios de Sión, un panfleto antisemita de la policía secreta zarista publicado por primera vez en 1903, para justificar los pogromos que se producían en el Imperio Ruso. El folleto consistía en la transcripción de una serie de protocolos o actas de un supuesto gobierno judío mundial, que se reunía para planificar el control del planeta. Básicamente, los temas principales del documento apócrifo eran la crítica del liberalismo y la democracia, la explicación de los métodos que los judíos debían utilizar para conquistar el mundo, junto a una descripción del nuevo orden mundial que emergería. Para que los sabios de Sión tomen el poder era necesario promover la agitación obrera, las insurrecciones populares, los regímenes democráticos, la formación de monopolios y la especulación financiera. Por eso, para el antisemitismo militante, los judíos, los revolucionarios bolcheviques, la banca internacional, los liberales y los masones eran extremos que se unían con el fin de destruir a la gente común. En consecuencia, Los Protocolos de los sabios de Sión le regalaron al fascismo décadas de prejuicios y odio, amparados en una fábula que hizo las veces de manual escolar de lectura obligatoria en la Alemania nazi.

En la Argentina tenemos nuestras propias teorías conspirativas, inspiradas en el modelo de los Protocolos. Como indica el historiador Ernesto Bohoslavsky, el Plan Andinia fue pergeñado en nuestro país a comienzos de la década de 1960 por Horst y Klaus Eichmann, los hijos del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann. Sin embargo, la responsabilidad de su propaganda entre círculos más amplios como las Fuerzas Armadas a partir de 1971 corrió por cuenta del economista antisemita Walter Beveraggi Allende, autor de libros como La inflación argentina (1975), donde explicaba que la crisis económica argentina se debía al proyecto desestabilizador del judaísmo.

El Plan Andinia, según los hermanos Eichmann, sería un vasto complot de Israel para crear un segundo Estado judío en la Patagonia. De acuerdo a esta versión, en 1969 un rabino de apellido Gordon habría expuesto en una sinagoga de Buenos Aires un plan para corromper la moral y la economía de la Argentina, con el fin último de dividir el territorio nacional. Esta historia, que ha encontrado eco en grupos neonazis de Argentina y Chile alarmados por la presencia de turistas israelíes en el sur, responsabiliza a un grupo étnico local por actuar como quinta columna para entregar la Patagonia a intereses extranjeros. Cualquier semejanza con grupos mapuches separatistas financiados por Inglaterra no es una pura casualidad.

La teoría de los “mapuches separatistas financiados por Inglaterra” se suma a una larga lista de teorías conspirativas (de distinto tipo y color) presentes en la historia argentina.

Otra teoría que circuló en la derecha peronista en los años ’70 fue la teoría del complot sinárquico, elaborada por el profesor universitario Carlos Disandro, padrino intelectual de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) que terminó siendo una de las patas de la Triple A. Desde la década anterior, Disandro afirmaba que había una conspiración en marcha para infiltrar al movimiento peronista, acusando a los curas renovadores inspirados por el Concilio Vaticano II de actuar digitados por la Iglesia católica para controlar al justicialismo. Más tarde, los Montoneros se convirtieron en su blanco predilecto, señalados como agentes del comunismo internacional. En resumen, detrás de las organizaciones armadas peronistas, los sacerdotes tercermundistas, el camporismo, el judaísmo y la masonería se escondían las fuerzas convergentes del Vaticano y la Unión Soviética. La idea del complot de la Sinarquía internacional fue utilizada por Perón y la derecha peronista como un insumo discursivo e ideológico en la depuración del movimiento de sus corrientes más izquierdistas.

Los demonios familiares de la Argentina.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, que sectores del gobierno y los medios de comunicación vuelvan a la teoría del complot como parte de su estrategia de polarización de la sociedad argentina es como mínimo un acto de irresponsabilidad. Como hemos visto, la conspiranoia apela a profundas fantasías colectivas, desde los Protocolos de los Sabios de Sión pasando por la Sinarquía Internacional y el Plan Andinia a esta temible amenaza multiforme que parece representar el anarcokirchnerismo. En la presentación del otro indeseable se activan y entrelazan distintas sensibilidades sociales: el miedo a la contaminación y el desorden -la devaluación perversa del desparecido como un “hippie mugroso”-; la envidia encubierta en toda ética protestante del trabajo, la austeridad y la sobriedad  -el odio al kirchnerista corrupto y voluptuoso que se enriquece sin esfuerzo-; la xenofobia amparada en grandes mitos nacionales -los mapuches invasores, que vienen de Chile financiados por el oro británico para mutilar el suelo patrio como un deja vú de Malvinas-. Por último, la amenaza subversiva externa materializada en el enemigo interno al mejor estilo de la contrainsurgencia setentista -los “marxistas frívolos”, los trotskistas con los pies en el país y la cabeza en Moscú,  las “células” anarquistas de la internacional antiglobalización-. Todas las brujas y los demonios que invadieron el sueño de la Argentina liberal desde la Conquista del Desierto, pasando por el Centenario de 1910, el “aluvión zoológico” del peronismo y el trauma setentista hasta el presente.

Este discurso deja perplejo a más de uno; es como si desde cierto arco gubernamental, policial y periodístico se hubiera adoptado un setentismo contrainsurgente mal actuado, que se toma con demasiada seriedad las consignas donde el presidente se mimetiza con la última dictadura militar. Más allá de la pertinencia o no de semejante caracterización, jugar a la teoría del complot es un peligro latente en una sociedad que repite como un tic los prejuicios y las sospechas que antecedieron a la transición democrática:

“¿¿Que hacía un artesano con los mapuches??” ¿Por algo será? No seria muy temerario pensar que todo esto sirva para desacreditar cualquier reclamo popular como sospechoso de extremismo, justificando el giro autoritario del gobierno en nombre del combate a la violencia política.

Esteban Campos. Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires e Investigador del CONICET en el Instituto de de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani". Se especializa en historia de los movimientos armados en Argentina y América Latina, y en la historia de la izquierda peronista. 



Cantos... @dealgunamanera...

Cantos…

Horneros. Fotografía: Mario Rovina

Un estudio del que participaron investigadores del CONICET reveló que los horneros poseen el órgano vocal con más fuentes sonoras de todo el reino animal.

© Publicado el sábado 22/09/2017 por la Redacción del Diario La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Una investigación publicada en la revista Current Biology reveló que la riqueza acústica de las aves también pasa por la complejidad de la estructura de fonación, una alternativa al aprendizaje vocal y el control neuromuscular. Esto sucede en el caso de los traquéofonos, grupo de pájaros que incluye a los horneros y otras especies de clamadores que, al no poder aprender a cantar a través de la retroalimentación auditiva y el adecuado dominio de sus músculos, alcanzan variedad sonora a partir de la estructura anatómica de su órgano fonador, el cual cuenta con tres fuentes sonoras distintas, algo hasta el momento no detectado en ningún otro animal.

Se sabe que la evolución del comportamiento complejo surge de la interrelación entre la especialización morfológica y los mecanismos de control muscular. No obstante, cuando se hace referencia a los procesos de diversificación del canto de los pájaros, en general sólo se toma en cuenta el dominio de los músculos de los labios, directamente asociado al aprendizaje vocal de las aves. Pero no todas las especies de pájaros cuentan con una estructura neuronal que les permite aprender a cantar, de hecho ésta es la característica principal que distingue a los cantores de los clamadores.

Entonces surge la pregunta: ¿cómo, de todas formas, las especies de este último grupo pueden alcanzar variedad de modulaciones sonoras?

“La novedad de nuestro trabajo consiste no solo en revelar el dato llamativo de que los traqueófonos son el conjunto de animales con mayor cantidad de fuentes de sonido en la naturaleza, sino también en mostrar que la diversificación acústica de las aves se puede alcanzar gracias a la riqueza anatómica de sus órganos vocales en los casos en los que no hay capacidad de aprendizaje”, afirma Gabriel Mindlin, investigador superior del CONICET en el Instituto de Física de Buenos Aires (IFIBA, CONICET – UBA) y uno de los autores del trabajo.

Durante doscientos años se creyó que los pájaros traqueófonos producían sonido de manera exclusiva a través de una membrana traqueal de su siringe (órgano vocal de las aves), pero este estudio comprueba que también emiten vocalizaciones mediante un par de labios ubicados en la zona de unión de los bronquios y la tráquea.

“Pudimos confirmar, a partir del trabajo experimental en el campo y en el laboratorio con seis especies distintas de traqueófonos, que estos pájaros pueden producir sonido tanto a través del par de labios traquebroncales –tal como lo hacen los pájaros cantores– como de su membrana traqueal y a partir de la interacción entre estas tres fuentes”, explica Pablo Tubaro, investigador principal del CONICET y director del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN, CONICET).

“Lo que sucedió es que como estas especies carecen de una estructura neuronal apta para aprender a cantar, generaron una especialización morfológica con la que alcanzan una complejidad acústica similar a la de los pájaros cantores”, agrega Mindlin.

En el Laboratorio

Una parte del trabajo experimental se realizó en la Estación Biológica Corrientes del Museo Argentino de Ciencias Naturales y consistió en capturar especies de traqueófonos en el campo y mirar con el endoscopio para ver qué era lo que realmente vibraba en cada caso cuando fonaban. Esta tarea la llevaron a cabo Sarah García y Franz Goller de la Universidad de Utah, Estados Unidos, junto con Cecilia Kopuchian, investigadora asistente del Consejo en el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET – UNNE).

“Si bien en el rol sonoro de cada una de las tres fuentes varía según la especie, en general encontramos que la membrana traqueal sirve para producir sonidos de una frecuencia mucho más baja que la de los labios. Si la de estos últimos está a 2 kilohertz, la de los labios se ubica alrededor de 200 hertz. Los cantores, en cambio, logran este tipo de modulaciones mediante el control de los músculos de los labios traqueobroncales”, comenta Mindlin.

Finalmente, los investigadores confirmaron sus indicios a través de la elaboración de modelos computacionales que reproducen los mecanismos fonadores de estas aves.

El trabajo de investigación, en colaboración con científicos de los Estados Unidos, fue realizado totalmente en la Argentina, donde es posible encontrar una gran variedad de especies de pájaros clamadores que hasta ahora no fueron demasiado estudiados.

”Los clamadores tienen una presencia de particular importancia en Sudamérica, pero sabemos mucho menos sobre ellos que de los cantores. Uno de los objetivos generales a los que apuntamos con este proyecto de investigación, es saldar esa deuda al buscar comprender mejor el funcionamiento de sus mecanismos de vocalización”, concluye Tubaro. 

En base a Centro Científico Tecnológico CONICET Nordeste.