Un
nuevo Papa sorprende…
Oremus León XIV.
Dibujo: Pablo Temes
León XIV inaugura una etapa en la Iglesia Católica
que ilusiona. Y que podría completar el legado de Francisco.
© Escrito por el Doctor Nelson Castro el sábado
10/05/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
República Argentina.

Un nuevo Papa sorprende al mundo. El estadounidense Robert Prevost se convirtió
en el 267° Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Fue elegido en un Cónclave
rodeado de conjeturas e intrigas políticas con arduas negociaciones y otro
mensaje para Latinoamérica; porque Prevost vivió y realizó la mayor parte de su
tarea pastoral en Perú más allá de cualquier interpretación tirada de los pelos
que implique un guiño hacia el país del Norte.
El recién elegido papa León XIV ofreció su primer mensaje en el que dedicó unas
palabras en español a Chiclayo, su querida diócesis. Había obtenido la
nacionalidad peruana en 2015 y ese mismo año, el papa Francisco –a quien
mencionó en su discurso recordando su voz “siempre valiente”– lo nombró obispo
de esa ciudad que rápidamente lo adoptó como uno de los suyos. Su cercanía con
Francisco es palpable, no sólo por su vínculo formal sino por una relación más
cercana que supieron cultivar en Roma; ambos se reunían al menos una vez por
semana e intercambiaban largas charlas pastorales. Es una señal de continuidad
que haya sido elegido para un nuevo papado como jefe de la Iglesia.
Invito al lector a sumergirse en la trastienda de un Cónclave tan esperado como
apasionante. Lo primero que hay que decir es que la fumata blanca se hizo visible
luego de cuatro rondas de votación de los 133 cardenales en el Vaticano. Esto
implica cierta celeridad y consenso que resulta vital para contrarrestar la
imagen de una Iglesia dividida que hubiera significado un proceso más duradero.
Tras el fallecimiento de Francisco, todas las especulaciones estaban puestas en
la profundización de la grieta entre el ala dura y el grupo más progresista de
los cardenales. Esto quedó desarticulado prácticamente desde el principio y una
ayuda providencial me ayudó a dar con los primeros indicios de este desenlace.
Veamos.
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Era la
una de la mañana del jueves 8 cuando me encontraba terminando mis tareas luego
de salir al aire para Telenoche desde Roma. Una persona con atuendo religioso
se acercó y me invitó a caminar diciendo que tenía algo para compartir conmigo:
“Parolin va adelante con cuarenta votos y, en esta noche, habrá negociaciones
intensas”. La fuente se refería al italiano Pietro Parolin, actual secretario
de Estado que varias fuentes citaban como favorito de la Curia romana en
abierta competencia con el cardenal filipino Luis Antonio Tagle. Sonaba el
canto de las gaviotas mientras caminábamos por la Via della Conciliazione –que
es la avenida que conduce a la Basílica de San Pedro– cuando sobrevino una
segunda revelación: “El decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re,
omitió mencionar a Francisco en su homilía en la misa “Pro eligiendo Pontifice”
considerada la antesala del Cónclave. No es casual.
Definitivamente esto cayó
muy mal entre los presentes” –sentenció. Efectivamente los cardenales que
tienen simpatía por Francisco dentro del Colegio Cardenalicio son más que sus
detractores. “Los conservadores apenas llegan a treinta y no tienen
posibilidades de elegir ningún candidato –por ende– olvídese de Péter Erdó”
–agregó en referencia al húngaro de doctrina dura y tradicional con fuerte aval
europeo.
El
segundo día amaneció radiante. A las 10 de la mañana la misma fuente
proporcionó nuevos vaticinios que posteriormente se cumplieron a rajatabla:
—“Si
esta mañana no hay Papa, habrá que descartar a Monseñor Parolin y comenzar a
ponerle atención a otro cardenal que empieza con P. . ..”
—¡Prevost!
–atiné a decir.
—No
olvide ese nombre –replicó– y dijo con voz firme: “El Cónclave termina hoy”.
Efectivamente,
el humo negro del mediodía terminó con las chances de Parolin y amplió la
expectativa a medida que avanzaba la tarde. Otras fuentes confirmaron a
cuentagotas lo relatado por mi nuevo interlocutor que, a esas alturas, ya era
para mí un enviado divino. Imagínense mi felicidad cuando escuché el nombre de
Robert Prevost luego de la fumata blanca. Una mezcla de sorpresa y satisfacción
que quedará en mi memoria para siempre.
Pasaron
muchas cosas durante el Cónclave. Hubo un gran lobby a favor de Parolín de
parte de la prensa y del gobierno italiano. No solo de ellos. Grandes actores
políticos de Europa jugaron el mismo partido. La mayoría de los cardenales
detectó esta movida y coincidió con que no era el hombre adecuado por su falta
de contacto con la gente y su falta de experiencia pastoral y parroquial. Así
se elevó el nombre de Prevost, no por su origen estadounidense sino por su
perfil y condición de misionero en Perú y su trabajo en favor de los pobres.
Cada sector del establishment dibujará la interpretación que más le convenga;
lo cierto es que –más pronto que tarde– aparecerán señales inequívocas que
habrá que saber mirar y escuchar.
La
juventud volvió a decir presente en la Plaza de San Pedro. Los fieles le dieron
la bienvenida a su nuevo guía. Así las cosas, una nueva página ha comenzado a
escribirse en la historia de la Iglesia Católica. Una etapa que ilusiona y que
podría completar el legado del querido papa Francisco. Que así sea.