Mostrando las entradas con la etiqueta Mario Meoni. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Mario Meoni. Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Escribe Cristina Kirchner… @dealgunamanera...

 Escribe Cristina Kirchner… 

"Boquitas Paspadas". Elisa Carrió. Foto: pablo temes

Las contradicciones atraviesan a las dos coaliciones que se disputan el poder. La debilidad de Alberto Fernández. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 31/10/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

 


En el teatro, en el cine y en la ópera, la carta suele generar un momento de inflexión a través del cual la trama de la obra experimenta un cambio fundamental. Un secreto que se devela, una intención aviesa que se confiesa, un amor que se declara, una infidelidad que se descubre, un plan que se explica, una sospecha o un secreto a voces que se confirma, representan el espectro de las alternativas que plantean algunas de esas misivas que devinieron famosas. 

 

Carta. En la historia pequeña de la Argentina habrá un lugar para la carta que Cristina Fernández de Kirchner le envió a Alberto Fernández en la víspera del día en que se cumplieron diez años del fallecimiento de Néstor Kirchner. A lo largo de sus páginas y de su cuidada redacción se despliegan con amplitud los rasgos psicológicos de la personalidad de la ex presidenta en funciones. Aparecen allí el Hubris, la contradicción, la admonición y el rencor. A modo de muestra, veamos uno de sus párrafos, en el que se lee: “En este marco de derrumbe macrista más pandemia, quienes idearon, impulsaron y apoyaron aquellas políticas hoy maltratan a un presidente que, más allá de funcionarios o funcionarias que no funcionan y más allá de aciertos o desaciertos, no tiene ninguno de los “defectos” que me atribuían y que, según no pocos, eran los problemas centrales de mi gestión”. 

 

La confusión de conceptos de CFK es, una vez más, proverbial e inquietante. A lo que llama ella “maltrato” es a las críticas. Le cuesta aceptar que, por más duras que sean, son parte esencial de la democracia. ¡Como si ella no criticara con igual dureza –y absoluta legitimidad– a sus adversarios! ¿Alguien ha escuchado en los últimos años –el término “últimos años” debe aplicarse aquí a un lapso que va desde 2003 hasta el presente– tener una actitud de “buen trato” para alguno de sus adversarios –internos y externos– a los que, en realidad, ella considera como enemigos?

 

El encomillado de la palabra “defectos” –como se sabe, una de las funciones de las comillas es marcar que una palabra se usa en sentido irónico o con un significado especial y opuesto a su significado real– es una definición de su Hubris que expone su egocentrismo y su falta de autocrítica. La falta de diálogo con propios y ajenos fue un problema esencial de su gestión y cuyas consecuencias aún hoy se padecen. La división que generó su uso despótico del poder es algo que llevará años superar. “Cuando nos obligaban a venir a esas puestas en escena que se hacían en la Casa Rosada durante aquellos años, nos ponían en exhibición en un corralito, no teníamos más remedio que hacer de aplaudidores y ni nos saludaba”, recuerda un gobernador peronista hablando de los “Aló Presidenta” reminiscentes del chavismo que durante los dos mandatos de CFK fatigaron la Cadena Nacional de Radio y Televisión.  

 

Lo de “funcionarios o funcionarias” que no funcionan apunta al corazón de la gestión de Alberto Fernández. Se sabe que la ex presidenta en funciones despotrica en voz alta contra el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, contra el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, contra la ministra de Justicia, Marcela Losardo, contra la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, contra el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, contra la ministra de Desarrollo Territorial, María Eugenia Bielsa, y el ministro de Transporte, Mario Meoni, por señalar algunos.

 

Curiosamente, ninguno de ellos pertenece al kirchnerismo duro.

 

No hay una sola crítica de la vicepresidenta al sistema de loteo de los ministerios que ella impuso como requisito en el reparto del poder que hizo y que tan dañino está siendo para el rumbo del Gobierno. Hablando de Vilma Ibarra e incorporándola al elenco de los señalados con el dedo admonitorio en la carta, ahora saben –por si alguna duda les cabía– que el rencor que les guarda la vicepresidenta será para siempre.

 

Albertismo. De las dos respuestas que desde el albertismo se ensayaron para responder a la carta de CFK, con el correr de los días gana adeptos la no oficial. Frente a la utópica creencia de que “a la carta se la había sentido como un apoyo” –más que utópica, fantasiosa–, se abren paso aquellos que sostienen que fue una jugada de CFK que “sigue minando el radio de acción del Presidente”, porque cualquier movida que surja del primer mandatario será interpretada como un acto espasmódico para cumplir los deseos de la vice. “No vamos a hacer nada en el corto plazo. Cristina propuso un doble juego: la crítica y la distancia, y nos tenemos que salir de esa dualidad”, señala una voz cercana al Dr. Fernández.

 

No fueron casuales las ausencias de la ex presidenta en funciones en los actos conmemorativos del 17 de octubre y del décimo aniversario del fallecimiento de su esposo.  “Ahora sabemos que la carta era la frutilla del postre. Si AF se enoja, sería funcional al juego de ella. Por eso salió a decir que la sentía cercana, “como un apoyo”, reconoció la misma fuente. 

 

Donde dos y dos son tres. Una de las palabras más escuchadas en la última semana fue diálogo. Habló de diálogo CFK en su carta; habló de diálogo Mauricio Macri; habló de diálogo Roberto Lavagna y habló de diálogo Alberto Fernández. ¡Qué verborrea!


Todos hablan de diálogo pero… los peros son tantos que el resultado será uno: la nada. 

 

Las discusiones y contradicciones internas atraviesan a las dos coaliciones que se disputan el poder.

 

La figura de Mauricio Macri agita las procelosas aguas por las que navega Juntos por el Cambio. La reunión del viernes en la casa de Elisa Carrió en Exaltación de la Cruz dejó una foto que habla. Hubo ahí un mensaje para el ex presidente. “Nadie le puede negar a Macri un lugar de preponderancia pero su liderazgo unipersonal acabó”, señaló una voz que conoce lo que pasa en el universo de JxC.     

 

Más allá de la interna, en esa bucólica tarde con aires campestres se habló del momento de debilidad política que vive el Presidente. Al que la carta de CFK profundizó aún más. Por lo tanto se tomó una decisión: evitar las posturas extremas. “Nosotros vamos a mantenernos alejados de los discursos duros. Si el Presidente se quiebra, lo que viene es peor”, señaló con contundencia uno de los participantes del encuentro.

 

¿Quo vadis Alberto Fernández? Esa es la pregunta de cada uno de los días de este gobierno.

 





martes, 19 de marzo de 2013

Asombro Rosado… De Alguna Manera...


Asombro rosado…


Kirchnerismo papal. Alto impacto en el Gobierno por la unción de Bergoglio. Debates y grietas internas. La reacción en la Casa Rosada fue de azoro. Los funcionarios que componen el núcleo duro del cristinismo no salían de su asombro. Nada hacían para ocultar su malhumor. Cuando desde el balcón de los apartamentos pontificios, el cardenal decano Jean-Louis Tauran anunció al mundo que el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Begoglio, había sido elegido nuevo Papa, no fue alegría lo que hubo en la Babel de Olivos. Le llevó dos horas a Cristina Fernández de Kirchner reponerse del impacto y difundir la carta de felicitación que le envió al nuevo Sumo Pontífice.

La carta es una muestra de ese descontento. Fue una carta inexpresiva, protocolar e impersonal que bien hubiera cabido en el caso de que el cardenal elegido hubiera sido de una nacionalidad distinta a la Argentina. No fue la carta que se espera del presidente de un país del cual el nuevo Papa es oriundo. Y mucho menos la carta de alguien que, como Fernández de Kirchner, exhibe frecuentemente actitudes que van en el sentido opuesto al formalismo de lo protocolar. Cuando la carta se hizo pública, hacía ya una hora que se conocía la nota de felicitación al cardenal Bergoglio enviada por Dilma Roussef, la presidenta de Brasil. Si alguna duda había de esa falta de contento de la jefa de Estado, estuvo luego su “Aló Presidenta”, desde Tecnópolis, en el que la alusión al nuevo Papa fue también distante. La cara de CFK lo decía todo. La andanada de “ninguneos” al nuevo pontífice siguió con la decisión del oficialismo de negarse a conceder un cuarto intermedio, para homenajearlo, en Diputados.

Tras ello vino el reflotamiento de las acusaciones contra el cardenal Bergoglio por su supuesta complicidad con la dictadura. Ahí también el oficialismo fracasó. La calidad de los testimonios que respaldaron la conducta del entonces superior de los jesuitas fue contundente.

Para oponer a estas actitudes, el Papa ha ofrecido como respuesta la grandeza. Y así, entonces, en un notable gesto, al primer jefe de Estado que recibirá es a Fernández de Kirchner. Los memoriosos recordarán lo dificultoso que le fue al entonces cardenal Bergoglio, en su condición de presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, conseguir que la Presidenta lo recibiera.

Hay en estos momentos dentro del Gobierno un debate de cómo pararse frente a este hecho conmocionante. Algunos genuinamente han recibido con alegría la elección de Bergoglio. Hay otros que no, pero que, ante el impacto mundial tan positivo que han despertado los gestos y las actitudes del nuevo Papa, han comenzado a modificar su postura.

Quien pasó facturas fue Daniel Scioli. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, metido en un brete dramático para su gestión como consecuencia de la decisión de la Presidenta de no darle más un peso, no se calló e hizo público el escarnio al que fue sometido por el Gobierno cada vez que se entrevistó con el hoy Papa. La ausencia de Scioli en la misa de inauguración del nuevo pontífice no es un dato menor. Algo muy fuerte –de índole político– debe haberlo llevado a renunciar a una foto con el Santo Padre que hubiera recorrido la Argentina y el mundo, algo por lo que el gobernador muere. “No se olviden de Bergoglio; tiene chances de ser elegido” es algo que –palabras más, palabras menos– varios dirigentes le escucharon decir a Scioli, a cuyo pálpito respondieron con un gesto de incredulidad.

La situación de Scioli es incierta. La Provincia está atravesada por una crisis económica de la que sólo podrá salir con ayuda de la Nación. El conflicto con los docentes puede ser la punta del iceberg de una crisis mayor. La situación de los estatales es también difícil. Hay inconvenientes en los hospitales bonaerenses y con las prestaciones en el IOMA. Los pagos a proveedores están retrasados. A todo ello hay que agregarle el dramático tema de la inseguridad. La pueblada del fin de semana pasado en Junín fue grave. Las duras acusaciones que realizó su intendente, Mario Meoni (sobre la participación en esos hechos de personas vinculadas al kirchnerismo) son un alerta. El Gobierno está jugando con fuego.

El otro conflicto fuerte de la semana fue el originado por la decisión de la empresa Vale de abandonar el proyecto de exploración y explotación de potasio en Mendoza. La verdadera dimensión de la cuestión obliga a hacer una lectura política de semejante determinación. Hay que recordar, entonces, que en mayo pasado, Brasil suspendió las licencias automáticas de importación que afectaron a nuestro país. Eso fue una represalia a causa del cepo cambiario y de las limitaciones a las importaciones impuestas a instancias de Guillermo Moreno. El caso emblemático fue el de la empresa Nucete, que vio limitada la exportación de sus productos (aceitunas y aceite de oliva).

El episodio de Vale hay que sumarlo al de Petrobras que había padecido la suspensión de un proyecto en Neuquén. A ninguna de esas situaciones es ajeno el gobierno de Dilma Roussef. Si la Presidenta no lo ve así, está haciendo una lectura equivocada de esta situación, sobre todo porque la relación comercial con Brasil es fundamental para el mantenimiento de muchos otros emprendimientos industriales de nuestro país. Algunos se ilusionan con un encuentro en Roma entre las dos jefas de Estado como vía de solución a este conflicto que tiene un enorme impacto social: más de seis mil personas quedarán en la calle.

Este es el contexto en el que la Presidenta emprenderá hoy su viaje a Roma. En su hermético mundo, nadie sabe a ciencia cierta si tendrá la sabiduría para capitalizar este momento único e irrepetible de la Argentina: no habrá otro Papa argentino en los siglos por venir. La elección del cardenal Bergoglio ha producido un estado de alegría y unidad como no se vivía desde hacía años en nuestro país. Tal vez, la última vivencia de este tipo se tuvo en el campeonato mundial de fútbol de 1986. ¿Lo aprovecharán el Gobierno y la oposición para cambiar el clima de división e intolerancia que hoy reina en la sociedad?

Por primera vez, en muchísimos años, la Argentina es noticia a nivel mundial, no por sus descalabros (crisis económica, crisis política, corrupción, tragedias y catástrofes), sino por la elección de un Papa que, por la inmanencia de su cargo, impone un liderazgo moral que se extiende a todo el mundo. ¿Lo aprovecharán las dirigencias argentinas para trabajar en pos de un país más decente e igual? ¿O será Francisco una muestra más de la inacabable paradoja de la Argentina, el país del mañana mejor que nunca llega?

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 17/03/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.