Odiadores. La grieta que nunca se fue…
La ira. Dibujo: Pablo Temes
Cristina Kirchner es el pasado; Mauricio
Macri, también. Y, como parte de ese pasado, los dos son sinónimo de fracaso.
©
Escrito por Nelson Castro el sábado 11/07/2020 y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
En la mitología
griega, Sísifo es conocido por el castigo que recibió, que consistía en empujar
una y otra vez por la ladera de una montaña una pesada piedra que, a poco de
llegar a la cumbre, volvía a caer. A esta narración se la conoce como “el mito”
o “el trabajo de Sísifo”. En los hechos, se trata de un suceso frustrante
y absurdo que, como se mencionó antes, es el producto de un castigo.
La Argentina
parece estar condenada a un castigo similar: la repetición de los
acontecimientos frustrantes y absurdos que la condenan al fracaso. Es lo que
viene sucediendo desde los orígenes mismos de nuestra nación.
Los episodios
políticos de la semana que pasó estuvieron impregnados del mito de Sísifo que,
como tales, nos conducen al pasado. Y la división –que ha recrudecido– forma
parte de ese tiempo pretérito. Cristina Fernández de Kirchner es el pasado;
Mauricio Macri, también. Y, como parte del pasado, los dos son un sinónimo del
fracaso. Los dos dividen interna y externamente. CFK les hace daño a los
sectores moderados que anidan en el oficialismo. Lo mismo les sucede a los dialoguistas
de Juntos por el Cambio con Macri. Es lo que ocurrió con el comunicado que se
emitió a raíz del asesinato del ex secretario de los Kirchner, Fabián
Gutiérrez.
Cuando cada uno
de ellos habla, sus opositores celebran.
La falta de
autocrítica que exhiben la vicepresidenta y el ex presidente espanta. Sus
gobiernos han sido involutivos para el concepto de democracia. El problema es
que ninguno de ellos acepta esa realidad.
Alberto Fernández
prometió –y sigue prometiendo– la búsqueda de la unidad. “Vengo a terminar con
los odiadores seriales”, dijo en su discurso conmemorativo del día de la
Declaración de la Independencia. El inconveniente es que, como Sísifo, debe
empujar una pesada piedra que, a poco de llegar a la cima de la montaña, vuelve
a caer. La piedra son los “odiadores” que habitan en el Gobierno y a los que
nunca ha desautorizado. Su discurso, entonces, queda solo en eso: un discurso.
Hay odiadores
también dentro de Juntos por el Cambio. Por eso, en verdad, el objetivo debe
ser terminar con el odio. Eso exige mucha autocrítica y respeto por el otro.
Esa responsabilidad es aún mayor en el caso del Presidente porque lo es de
todos los ciudadanos, de los que lo votaron y de los que no. Por eso, el tuit
del vocero presidencial, Juan Pablo Biondi –“Libres de vos y tu inutilidad que
nos hubiera llevado a contar muertos de a miles dentro del país fundido que
dejaste. Por respeto a los argentinos que votaron hace menos de un año (capaz
que no te acordás). Silencio”–, careció de esos atributos. No hubo por parte
del Dr. Fernández la más mínima crítica hacia los dichos de su vocero. El que
calla, otorga.
Más allá de los muchos y graves errores cometidos en su gobierno, Macri obtuvo el 41% de los votos. Biondi parece haberlo olvidado. ¿Respetará él a esos ciudadanos? ¿Los respetará AF? Por otra parte, el ex presidente, cuyas últimas apariciones públicas han sido decididamente inoportunas, tiene todo el derecho a expresarse cuando quiera y como quiera. Criticarlo es válido; querer silenciarlo –como lo exige el vocero presidencial–, no.
Más allá de los muchos y graves errores cometidos en su gobierno, Macri obtuvo el 41% de los votos. Biondi parece haberlo olvidado. ¿Respetará él a esos ciudadanos? ¿Los respetará AF? Por otra parte, el ex presidente, cuyas últimas apariciones públicas han sido decididamente inoportunas, tiene todo el derecho a expresarse cuando quiera y como quiera. Criticarlo es válido; querer silenciarlo –como lo exige el vocero presidencial–, no.
La grieta
política se trasladó también al seno de las entidades del agro. La presencia de
Daniel Pelegrina, presidente de la Sociedad Rural Argentina, junto a Alberto
Fernández en el discurso por el Día de la Independencia, no cayó del todo bien
entre algunos dirigentes de la Mesa de Enlace.
“Lo que salió en
medios ya hizo el ruido necesario. Más que suficiente”, se escuchó decir por
estas horas desde una de las entidades que la conforman y que no fue invitada.
Las
demostraciones callejeras que hubo en todo el país el 9 de julio, en las que
muchos de los que manifestaron no respetaron el distanciamiento social y un
grupúsculo de personas agredió a periodistas –hecho siempre repudiable–
sorprendieron e inquietaron al Gobierno, sobre todo a algunos sectores
kirchneristas que evitaron salir en los medios con los tapones de punta.
Quienes se movilizaron no hicieron más que ejercer sus derechos ciudadanos a expresarse
a favor o en contra de algo o de alguien. Al kirchnerismo duro le molestó que
le hayan ganado la calle. “Van a ver lo que va a ser la plaza cuando tengamos
la vacuna”, es el mensaje que en respuesta a lo del jueves repiten dirigentes y
militantes K. Poner la posible vacuna contra el coronavirus bajo el marco de la
grieta sería un disparate. Pero atención: todo es posible.
La impunidad
siempre está. Amado Boudou, Julio De Vido, Lázaro Báez y en el futuro
seguramente Cristina Fernández de Kirchner. Representan la consagración de la
impunidad. El caso de Báez, que representa un hito mayúsculo en esta escalada
que indigna, interpela en primer lugar a la Justicia argentina. Que con la
abundancia de evidencias en su contra, esta persona devenida rica de la noche a
la mañana durante los 12 años del kirchnerato, no haya completado ningún juicio
y esté libre de condena, es ominoso. El fiscal que no apeló esta libertad es el
Dr. Jorge De Luca, un conspicuo miembro de Justicia Legítima alineado sin
ruborizarse con el kirchnerismo. Tampoco la Unidad de Información Financiera, a
cargo de Carlos Cruz, apeló, hecho increíble que se completa con el lamentable
fallo de los camaristas Javier Carbajo y Mariano Borinsky de pobrísimos
fundamentos.
Para hacer todo
más grotesco, la fianza de 632 millones de pesos impuesta a Báez debería
originar una pregunta: ¿cuál será su origen?
Mientras tanto,
también pasan otras cosas en el ámbito de Comodoro Py. La cárcel comienza a
despuntar en el horizonte de varios integrantes del gobierno de Mauricio Macri.
Uno al que le avisaron sobre esa posibilidad es el ex ministro de Transporte
Guillermo Dietrich.
“En un mundo
donde existe el tiempo, nada puede volver atrás”, dice una célebre frase de
Haruki Murakami. Sin embargo, la Argentina parece ser la excepción.