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domingo, 19 de septiembre de 2021

Crisis gubernamental. Se habló de traición… @dealgunamaneraok...

 Crisis gubernamental. Se habló de traición…

 


Acordes. ¿Acordes? Dibujo: Pablo Temes. 

El Gobierno está anclado en el pasado. Lo muestran los cambios que ha implementado en el gabinete.

Escrito por Nelson Castro el sábado 18/09/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Fueron muy pocos los que predijeron el resultado de las primarias abiertas y simultáneas del domingo pasado. A las 6 de la tarde del domingo, voces importantes del oficialismo auguraban un triunfo de entre 7 y 8 puntos en la provincia de Buenos Aires, donde la oposición festejaba como una victoria si la derrota era por un margen de 4 puntos. Lo que nadie imaginó fue la fenomenal crisis que el resultado final produciría en el Frente de Todos contra Todos.

En uno de los últimos reportajes que Alberto Fernández le concedió a quien esto escribe, en agosto de 2019, dijo:


—Cristina ha cambiado. Es otra. Aprendió de sus errores.

—No se equivoque. Eso es absolutamente imposible. Cristina tiene una personalidad patológica que nada ni nadie podrán cambiar –fue la respuesta.


Por si tenía alguna duda, el Presidente acaba de toparse con esa realidad. Y vivirla en carne propia. Cristina Fernández de Kirchner es mala y dañina. Ella lo sabe y lejos está de querer modificar esa condición suya. Es más, lo disfruta.


Su carta, en la que la palabra “yo” aparece 19 veces, ha sido un mojón que pulverizó la figura presidencial. Es una carta asertiva y reivindicatoria.


Cada palabra, cada punto y cada coma, son la expresión de las características patológicas de la personalidad de la ex presidenta en funciones: el narcicismo, la obsesión y el síndrome de hubris. Uno de los síntomas del hubris es que la persona que ocupa el centro del poder se cree la dueña de la verdad; está convencida de que su pensamiento es el único que vale; desprecia las ideas ajenas; los errores son de los otros que, por ende, son la causa de todos los males.

 

Por supuesto que CFK no está sola. 

 

La acompaña en esta movida su séquito de secuaces que siempre han sentido desprecio por AF, a quien nunca le perdonaron los años en que supo ser crítico de ella y de ellos. A la manera de unos verdaderos nerones, ni a ella ni a ellos les importaron las consecuencias que este enfrentamiento tiene para el país. Han vaciado de poder al Presidente. Si esto se lo hubiera hecho a CFK, lo habrían calificado de “destituyente”.


Finalmente, el Presidente, a quien desde el mismo momento de ser electo le ha molestado que se lo tilde de “títere”, ha demostrado serlo. No solo eso: le teme a CFK. Es lo que se vio a lo largo de todos estos meses en los que se sometió a los desplantes, las críticas y el ninguneo de la ex presidenta en funciones. Es algo que no tiene vuelta atrás. Es irremediable.

 

 

“Ganó Cristina” es la frase que más se escuchó por estas horas en los pasillos de la Casa Rosada.   


“Siempre se puede estar peor. Sabíamos perfectamente que venían por nosotros, pero no imaginábamos esta locura. Es cierto que el albertismo que conocemos hasta hoy ya no existe pero también es cierto que toda la sociedad vio lo que Cristina es capaz de hacer cuando no se cumplen sus deseos. Las elecciones las perdimos todos pero el desequilibrio institucional lo generó ella. Esto no será gratis para nadie”, reflexionaba un funcionario con despacho en Balcarce 50.


“Alberto es lo que es y hubo una cantidad enorme de errores no forzados, pero ella está desquiciada. No le importa ponerse al Gobierno de sombrero. No es capaz de soportar un no como respuesta”, continuó.


“Alberto podrá conservar la investidura pero acá terminó su carrera política. La resistencia y los deseos de mantener su rumbo le duraron 24 horas”.


“La jugada estaba orquestada desde el lunes, cuando el día pasó de largo y no hubo ninguna determinación o anuncio oficial después de la derrota. Todos los que salieron a decir que habían renunciado son unos payasos. Cuando uno renuncia, lo hace de manera indeclinable como hizo (Juan Pablo) Biondi. El resto fue humo, fue parte del plan para presionar y desgastar al gabinete. Esto fue contra Alberto pero los afectados somos nosotros”, señaló con mucho enojo otra fuente cercana a la cartera de ministros.


“Con el diario del lunes es más fácil entender todo; ahora se ve todo mucho más claro como si nos hubieran puesto una lupa. Cristina habló de operaciones en su contra. ¿Por qué no habló de cómo, desde hace meses, desde el Patria nos vienen operando a nosotros? Al principio nos llamaba la atención porque no creíamos que fueran tan sucios pero, por citar un ejemplo, ellos mismos –con jugadores ignotos y operadores que salieron a chupar las medias por un cargo–  publicaban críticas a la suba de precios, sector por sector, muy detalladamente, a medios de comunicación amigos y en sus propias cuentas de Twitter. Cuando algo no les cerraba, empezaban las operaciones de desgaste”, aseguró otro interlocutor con bronca incontenida.


“Fuimos una coalición mientras se hizo caso a los caprichos de ella, cuando las cosas se pusieron difíciles hizo volar todo por el aire. Vamos a ver con qué ánimo siguen los que quedan. ¿A quién le vamos a responder?”, concluyó.


“Volvimos para ser mejores”, fue uno de los eslóganes de campaña que más utilizó AF. Muchos votantes independientes, que estaban enojados con Mauricio Macri, le creyeron. Se ilusionaron con la posibilidad de alguien que fuera una bisectriz que marcara una alternativa diferente a la grieta que embrutece. Hace tiempo que está claro que eso era una mentira. Finalmente, AF resultó ser un mentiroso.


El penoso transcurrir de estos días, en los que se vio al Presidente en su mendicación para que algún gobernador aceptara ocupar la Jefatura de Gabinete, evidenció su falta de poder.    


Su gobierno ha quedado definitivamente anclado en el pasado. Es lo que representan los cambios que ha implementado en el gabinete. Es un elenco de derrota y fracaso. Con un jefe de Gabinete, Juan Manzur, y un nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, sometidos al vilipendio de CFK. Con un nuevo ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, siempre presente en el recuerdo por haber dicho que la inseguridad era una “sensación”.   


“Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida”, reza la letra de Volver, perfecta síntesis del triste presente de la Argentina.







domingo, 12 de julio de 2020

Odiadores. La grieta que nunca se fue…@dealgunamanera...

Odiadores. La grieta que nunca se fue…

La ira. Dibujo: Pablo Temes

Cristina Kirchner es el pasado; Mauricio Macri, también. Y, como parte de ese pasado, los dos son sinónimo de fracaso.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 11/07/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 


En la mitología griega, Sísifo es conocido por el castigo que recibió, que consistía en empujar una y otra vez por la ladera de una montaña una pesada piedra que, a poco de llegar a la cumbre, volvía a caer. A esta narración se la conoce como “el mito” o “el trabajo de Sísifo”.  En los hechos, se trata de un suceso frustrante y absurdo que, como se mencionó antes, es el producto de un castigo.

La Argentina parece estar condenada a un castigo similar: la repetición de los acontecimientos frustrantes y absurdos que la condenan al fracaso. Es lo que viene sucediendo desde los orígenes mismos de nuestra nación.

Los episodios políticos de la semana que pasó estuvieron impregnados del mito de Sísifo que, como tales, nos conducen al pasado. Y la división –que ha recrudecido– forma parte de ese tiempo pretérito. Cristina Fernández de Kirchner es el pasado; Mauricio Macri, también. Y, como parte del pasado, los dos son un sinónimo del fracaso. Los dos dividen interna y externamente. CFK les hace daño a los sectores moderados que anidan en el oficialismo. Lo mismo les sucede a los dialoguistas de Juntos por el Cambio con Macri. Es lo que ocurrió con el comunicado que se emitió a raíz del asesinato del ex secretario de los Kirchner, Fabián Gutiérrez.  

Cuando cada uno de ellos habla, sus opositores celebran.

La falta de autocrítica que exhiben la vicepresidenta y el ex presidente espanta. Sus gobiernos han sido involutivos para el concepto de democracia. El problema es que ninguno de ellos acepta esa realidad.  

Alberto Fernández prometió –y sigue prometiendo– la búsqueda de la unidad. “Vengo a terminar con los odiadores seriales”, dijo en su discurso conmemorativo del día de la Declaración de la Independencia. El inconveniente es que, como Sísifo, debe empujar una pesada piedra que, a poco de llegar a la cima de la montaña, vuelve a caer. La piedra son los “odiadores” que habitan en el Gobierno y a los que nunca ha desautorizado. Su discurso, entonces, queda solo en eso: un discurso.

Hay odiadores también dentro de Juntos por el Cambio. Por eso, en verdad, el objetivo debe ser terminar con el odio. Eso exige mucha autocrítica y respeto por el otro. Esa responsabilidad es aún mayor en el caso del Presidente porque lo es de todos los ciudadanos, de los que lo votaron y de los que no. Por eso, el tuit del vocero presidencial, Juan Pablo Biondi –“Libres de vos y tu inutilidad que nos hubiera llevado a contar muertos de a miles dentro del país fundido que dejaste. Por respeto a los argentinos que votaron hace menos de un año (capaz que no te acordás). Silencio”–, careció de esos atributos. No hubo por parte del Dr. Fernández la más mínima crítica hacia los dichos de su vocero. El que calla, otorga.

Más allá de los muchos y graves errores cometidos en su gobierno, Macri obtuvo el 41% de los votos. Biondi parece haberlo olvidado. ¿Respetará él a esos ciudadanos? ¿Los respetará AF? Por otra parte, el ex presidente, cuyas últimas apariciones públicas han sido decididamente inoportunas, tiene todo el derecho a expresarse cuando quiera y como quiera. Criticarlo es válido; querer silenciarlo –como lo exige el vocero presidencial–, no.

La grieta política se trasladó también al seno de las entidades del agro. La presencia de Daniel Pelegrina, presidente de la Sociedad Rural Argentina, junto a Alberto Fernández en el discurso por el Día de la Independencia, no cayó del todo bien entre algunos dirigentes de la Mesa de Enlace.

“Lo que salió en medios ya hizo el ruido necesario. Más que suficiente”, se escuchó decir por estas horas desde una de las entidades que la conforman y que no fue invitada.

Las demostraciones callejeras que hubo en todo el país el 9 de julio, en las que muchos de los que manifestaron no respetaron el distanciamiento social y un grupúsculo de personas agredió a periodistas –hecho siempre repudiable– sorprendieron e inquietaron al Gobierno, sobre todo a algunos sectores kirchneristas que evitaron salir en los medios con los tapones de punta. Quienes se movilizaron no hicieron más que ejercer sus derechos ciudadanos a expresarse a favor o en contra de algo o de alguien. Al kirchnerismo duro le molestó que le hayan ganado la calle. “Van a ver lo que va a ser la plaza cuando tengamos la vacuna”, es el mensaje que en respuesta a lo del jueves repiten dirigentes y militantes K. Poner la posible vacuna contra el coronavirus bajo el marco de la grieta sería un disparate. Pero atención: todo es posible.


La impunidad siempre está. Amado Boudou, Julio De Vido, Lázaro Báez y en el futuro seguramente Cristina Fernández de Kirchner. Representan la consagración de la impunidad. El caso de Báez, que representa un hito mayúsculo en esta escalada que indigna, interpela en primer lugar a la Justicia argentina. Que con la abundancia de evidencias en su contra, esta persona devenida rica de la noche a la mañana durante los 12 años del kirchnerato, no haya completado ningún juicio y esté libre de condena, es ominoso. El fiscal que no apeló esta libertad es el Dr. Jorge De Luca, un conspicuo miembro de Justicia Legítima alineado sin ruborizarse con el kirchnerismo. Tampoco la Unidad de Información Financiera, a cargo de Carlos Cruz, apeló, hecho increíble que se completa con el lamentable fallo de los camaristas Javier Carbajo y Mariano Borinsky de pobrísimos fundamentos.

Para hacer todo más grotesco, la fianza de 632 millones de pesos impuesta a Báez debería originar una pregunta: ¿cuál será su origen?

Mientras tanto, también pasan otras cosas en el ámbito de Comodoro Py. La cárcel comienza a despuntar en el horizonte de varios integrantes del gobierno de Mauricio Macri. Uno al que le avisaron sobre esa posibilidad es el ex ministro de Transporte Guillermo Dietrich.

“En un mundo donde existe el tiempo, nada puede volver atrás”, dice una célebre frase de Haruki Murakami. Sin embargo, la Argentina parece ser la excepción.