La fe de los conversos...
El primer milagro del Pontífice fue el cambio de actitud del
oficialismo, de la crítica acérrima a un respaldo religioso. La conversión del cristinismo al cristianismo apenas
necesitó agregar una letra. El viraje fue tan vertiginoso e implacable que
Cristina, más papista que el papa, elevó al cielo a tres mujeres que odiaba y
entregó al infierno a tres hombres que amaba. La tarea de reconciliación se la
encomendó a Oscar Parrilli, el “Camarlengo”, quien se comunicó telefónicamente
con las tres santas que Cristina nunca tuvo en sus oraciones: Alicia Oliveira,
Graciela Fernández Meijide y Magdalena Ruiz Guiñazú. A los tres diablos los
mató con la indiferencia. Horacio Verbitsky, Horacio González y Juan Pablo
Cafiero recibieron una luz cegadora, un disparo de nieve, diría Silvio
Rodríguez.
La Presidenta invitó a Alicia Oliveira a integrar la
delegación oficial, y mientras le daba la paz, la besó y le dijo: “Gracias por
haber venido, me ayudaste mucho”. Recién llegada de Roma, pude hacerle un par
de preguntas a quien más defendió a Bergoglio de la campaña sucia.
—¿El cambio de la Presidenta es un gesto sincero y
definitivo o sólo especulación electoral? Usted confesó que había votado tanto
por Néstor como por Cristina, pero que ahora lo pensaría dos veces.
—De alguna manera me sentí un nexo para la comprensión entre
Francisco y Cristina. Estoy contenta. Prefiero que trabajen juntos y que no se
peleen.
—¿Pero la votaría nuevamente? ¿Es una autocrítica genuina de
Cristina?
—Rezo para que así sea. Comprendo que es por el bien de
todos.
—¿Ahora también comprende a Verbitsky? Hace una semana usted
dijo que sus notas eran una infamia de mala fe.
—No tengo comprensión para Verbitsky. Lo que hizo no se lo
perdono.
No corren buenos vientos para quien ayer fue vinculado por
Jorge Lanata a la redacción de discursos de la Fuerza Aérea durante el
terrorismo de Estado.
Graciela Fernández Meijide y Magdalena Ruiz Guiñazú
trabajaron con igual coraje en la Conadep (Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas) y ambas fueron blanco de los ataques de parte del
kirchnerismo en general y de Hebe de Bonafini en particular. Recibieron
insultos terribles y Magdalena hasta debió sufrir un “juicio” en una plaza
pública y la incitación a escupir afiches con su rostro. Fascismo primitivo que
no tuvo ni una palabra de condena de parte de Cristina.
En su nueva etapa ecuménica, casi mimetizada como papisa del
Calafate del fin del mundo, Cristina pareció decirles a Graciela y a Magdalena:
“Ego te absolvo a peccatis”. Las invitó a un acto en Morón donde se lamentó
porque no hayan podido concurrir y lo expresó con un afecto inédito: “Nos
hubiera gustado tenerlas presentes”. La tropa de La Cámpora no entendió
demasiado por qué ahora no tenían que silbar (tal como hicieron con Bergoglio
en Tecnópolis) a esas “gorilas destituyentes”, como las llamaban hasta media
hora antes.
¿Hay oportunismo berreta o lucidez estratégica en la nueva
liturgia de Cristina? ¿Es un astuto intento de apropiación del Papa, como dijo
uno de sus fieles empleados, o un cambio definitivo que implica arrepentimiento
de sus actitudes agresivas y autoritarias?
Fernández Meijide dijo desde París: “Quiero pensar lo mejor.
Celebro todo lo que sea amistoso porque nos sobra confrontación. Ojalá la
actitud del Papa haya calado hondo en Cristina y comencemos una etapa nueva de
unidad en las diferencias”. Magdalena tocó la misma cuerda: “No esperaba la
invitación. Ojalá sea un cambio”.
Tal vez éste sea el primer milagro del papa Francisco. El
discurso de Cristina en el ex campo de concentración de la Mansión Seré estuvo
tapizado de terminología religiosa y finalizó con un insólito: “Que Dios los
bendiga a todos y a todas”, que solía utilizar Carlos Menem y que fue
prolijamente ocultado por las crónicas de los diarios adictos.
La Presidenta le recordó al papa Francisco que el 13 de
marzo fue justo el día de Cristina, mártir de Persia, patrona de los
imposibles, virgen y mártir que fue presa y asesinada a golpes de vara. La
entronización del Papa desató encendidas polémicas, sobre todo en Carta
Abierta, donde se rumorea que Horacio González y Juan Pablo Cafiero dejarían
sus puestos en el Gobierno, aunque por distintos motivos.
El titular de la Biblioteca Nacional en su intervención ante
los intelectuales por ahora cristinistas condenó a Gabriel Mariotto a integrar
una lista demoníaca de derechistas amantes de la superchería entre los que
colocó a Elisa Carrió, Mauricio Macri y los genocidas. Créase o no. En pocas
horas, Cristina adoptó (¿se apropió?) los mismos conceptos de Mariotto. ¿En la
próxima asamblea de los pensadores a la carta, sumarán a la Presidenta a esa
nómina? Sorpresas te da la vida. En esa misma discusión, Jorge Luis Bernetti
definió a la Iglesia como la “monarquía absoluta más totalitaria que existe en
el mundo hoy” y sus conceptos fueron coronados de aplausos cuando dijo:
“Comparto la crítica a esta absurda posición demagógica de decir ‘tenemos un
papa peronista’ que recoge lo peor del ser nacional argentino”.
La estabilidad de Cafiero también está comprometida (como
anticipó PERFIL ayer), pero su situación podría calificarse como un caso de
obediencia debida. Estableció relaciones con el ala más reaccionaria y
conservadora de la Iglesia porque fue el único camino que encontró para su
trabajo diplomático. No porque Esteban Caselli o el cardenal Leonardo Sandri
hayan sido santos de su devoción.
Nuestra bendita Argentina no para de patear los tableros de
los analistas. En medio de uno de los momentos más complicados e incendiarios
de la economía, que tiene al Gobierno
corriendo detrás de los acontecimientos y tapando huecos; paradójicamente, la
política le vuelve a sonreír a Cristina donde mantiene la iniciativa. Al
principio, estuvo al borde del precipicio montada en su ira contra “ese
opositor de Bergoglio”. Pero frenó a tiempo y dio un giro de 180 grados. Dijo
aquí no ha pasado nada. “Yo nunca me enojé con Bergoglio, fue un invento de los
medios” y a otra cosa mariposa.
Semejante cabriola borocotista fue rechazada por la elite
más informada de la sociedad; pero será leída por el ciudadano común como un
gran romance entre el Papa y la papisa. Fue un volantazo tan brutal como
acertado. Los consultores más creíbles esperan un crecimiento de diez puntos de
la imagen positiva de Cristina en la próxima medición. La fe mueve montañas.
© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 24/03/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
24 de Marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.